
La nueva meta de inflación adelantará la baja de las tasas de interés priorizando el crecimiento
Hoy no ha habido anuncios de cambio de direccionalidad de política económica ni nuevas medidas, pero el anuncio del gobierno (de fijar la meta de inflación en 15%) es clave porque salda el problema de coordinación entre la política monetaria y fiscal, permite tener números más certeros para 2018 y anticipar una baja de tasas de interés priorizando el nivel de actividad”, aseguró hoy Dante Sica, director de ABECEB.
El ex secretario de Industria, Comercio y Minería de la Nación consideró que los anuncios de esta mañana permiten esperar “una baja en la tasas de interés real para febrero o marzo lo que reducirá el costo del dinero (especialmente para las pymes); un tipo de cambio acompañando la inflación y una pauta más realista de inflación que será importante para las empresas y trabajadores al dar certidumbre en la negociación de las paritarias”.
“Esto le va a dar un alivio en términos de proyección de tipo de cambio a los exportadores. La gente ya no debe preocuparse de que vaya a haber volatilidad ni de que el tipo de cambio pueda tener grandes movimientos. Eso no va a pasar, el dólar va a ir acompañando la inflación”, precisó.
Sica destacó que “un día después de que el Congreso aprobó un paquete de reformas que apuntan a mejorar la competitividad yendo sobre temas estructurales como la presión tributaria y la relación fiscal con las provincias, el gobierno genera un hito importante en el otro eje del programa económico que es la estabilización macroeconómica, poniendo fin a una descoordinación entre la política monetaria y fiscal que generaba ruido en la economía entre las altas tasas de interés, el nivel del tipo de cambio y el déficit fiscal”.
La suba de la meta de inflación supone un mayor alineamiento de la política monetaria a la estrategia gradual en materia fiscal. Es que la diferencia significativa entre la inflación observada (que cerraría 2017 en 24,0%) y la meta que se había trazado para este año (de 12%-17%) había obligado al Banco Central a determinar una tasa de interés elevada (28,75%), implicando un altísimo costo de financiamiento (con una tasa real en torno al 10%). Esta dureza monetaria despertaba dudas y cuestionamientos sobre la sostenibilidad de la recuperación económica en curso, y debido a las presiones que supone sobre la apreciación del peso.