¿Qué ocurrió en el mercado de trabajo en el comienzo de 2023?
Informe de la consultora Ecolatina sobre el empleo en Argentina
• La tasa de desempleo fue de 6,9% en el primer trimestre del año, en línea con lo observado durante el año pasado. Sin embargo, al mismo tiempo la Población Económicamente Activa (PEA) alcanzó 48,3%, aumentando casi 1 p.p. respecto a 2022 y llegando a niveles máximos.
• Aumento de 5% i.a. en la cantidad de personas que participan en el mercado de trabajo, bien por encima del crecimiento poblacional. Esta tendencia se viene profundizando desde 2017 y es explicada por la necesidad que tienen cada vez mas personas de salir a apuntalar los ingresos familiares en un contexto de sostenida caída del poder adquisitivo.
• El empleo informal continúa siendo el principal factor que explica la mejora del empleo. Si bien en un contexto de crisis estos serían los primeros en sufrir las consecuencias, no creemos que este factor dispare el desempleo durante este año.
La participación en el mercado de trabajo alcanza valores máximos
Durante el primer trimestre del año, la tasa de desempleo fue de 6,9% de la Población Económicamente Activa (PEA), en línea con lo observado durante el año pasado. Sin embargo, al mismo tiempo la PEA alcanzó 48,3% de la población de referencia (31 aglomerados urbanos, cerca de dos tercios del total del país), aumentando casi 1 p.p. respecto a 2022.
En particular, esto refleja un crecimiento de casi 5% i.a. en la cantidad de personas que participan en el mercado de trabajo, bien por encima del crecimiento poblacional -en torno a 1%-. Vale destacar que esta dinámica es relativamente inusual, ya que la participación tiende a incrementarse en una menor magnitud en el primer cuarto del año.
Como consecuencia, estimamos que la participación en el mercado de trabajo excede a casi 1 millón de personas a la participación consistente con el crecimiento de la población desde 2017, en una tendencia que la cuarentena solo interrumpió momentáneamente. Si extrapolamos esta relación al total de la se observa que en los últimos años alrededor de un millón y medio de personas se volcó al mercado de trabajo tras el inicio de la crisis en 2018.
Lógicamente, esto no ocurre por los buenos motivos: más gente sale a buscar trabajo para apuntalar los ingresos familiares reales que se han visto golpeados a lo largo del período. Aquí entra en relevancia lo que se denomina el efecto “trabajador adicional”: un nuevo miembro del hogar sale en búsqueda de ingresos que permitan sostener un nivel de consumo dado. Esta tendencia, iniciada en la segunda parte del gobierno de Cambiemos, no sólo se mantuvo, sino que se profundizó durante el gobierno actual. Vale destacar que aquí no se toma dimensión de lo que acontece con las personas que suman trabajos (pluriempleo), lo cual debe ser analizado por su parte también y en todo caso profundiza la gravedad del cuadro de situación.
La relación con el nivel de empleo
La urgencia por obtener estos ingresos adicionales -debido al deteriorado contexto socioeconómico- hizo que el empleo creado, que absorbió buena parte de esta mayor oferta de trabajo, sea de baja calidad: los nuevos trabajadores no pueden esperar a alcanzar un empleo con condiciones más favorables.
Esto se observa en el empleo informal. Este grupo creció casi 9% i.a. en el primer trimestre del año, acumulando una suba de casi 30% con relación a 2017 y explicando 4 de cada 10 empleos generados desde entonces. En menor medida sobresale el avance del heterogéneo grupo del cuentapropismo: avanzó solo 1,5% i.a., pero ya exhibe una suba de 16% respecto de 2017. Algo más retrasada esta la dinámica de los asalariados formales, que si bien crecieron 4,4% i.a., exhiben un incremento levemente superior al 10% desde 2017 (+3% si tenemos en cuenta el crecimiento de la población).
Sin embargo, pese a este cambio de composición “intra-empleo”, la cantidad de personas que trabajan se amplió -lo que es consistente con una explosión de la PEA y un bajo desempleo- alrededor de 9% por encima del aumento poblacional desde el comienzo de 2017. Esto resulta llamativo si pensamos que el PIB per-cápita todavía se encuentra por debajo de aquel entonces, pero se explica si incluimos en el análisis el comportamiento de los ingresos reales.
Por caso, el salario real perdió entre 15-20% de su poder de compra desde entonces, al tiempo que los ingresos reales de las jubilaciones y asignaciones también sufrieron caídas de magnitud similar, limitando la posibilidad de estos perceptores de descansar en estos ingresos pasivos. De este modo, la tasa de empleo “récord” de 45% tiene como contracara unos deteriorados ingresos reales de la sociedad.
¿Qué esperamos para lo que resta del año?
Prevemos que esta tendencia se mantenga. La aceleración de la inflación evitará una recuperación del alicaído poder adquisitivo, por lo que el efecto trabajador adicional podría extenderse a deciles de ingresos familiares más altos, típicamente no afectados por este fenómeno. Asimismo, la necesidad de obtener ingresos seguirá facilitando la expansión del trabajo informal, que continuará traccionando la dinámica del empleo.
Con todo, no esperamos una suba abrupta del desempleo, que podría ubicarse en la zona del 7,5% en el promedio anual.