¿Qué pasó en Villa Sarita?, el barrio como escenario del film Mitra

Días atrás, el tradicional barrio vio interrumpida su tranquilidad con un gran movimiento de equipos, camiones, técnicos, conos naranjas y cintas de peligro, y hasta cortes de luz, de calle y una autobomba arrojando agua. Se habla de violencia de género, pero nadie hizo ninguna denuncia. Entonces… ¿qué pasó en Villa Sarita)

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Días atrás, el tradicional barrio vio interrumpida su tranquilidad con un gran movimiento de equipos, camiones, técnicos, conos naranjas y cintas de peligro, y hasta cortes de luz, de calle y una autobomba arrojando agua. Se habla de violencia de género, pero nadie hizo ninguna denuncia. Entonces… ¿qué pasó en Villa Sarita)

Calle Ivanowski en el tradicional barrio posadeño. Desde lejos se visualizan los conos naranjas advirtiendo que algo sucede a sólo dos cuadras de la cancha de Guaraní. Pantallas y reflectores montados en trípodes, y técnicos con handys, riñoneras y cinturones de los que cuelgan cintas de diferentes diámetros y colores. La calle cortada y una autobomba de los Bomberos Voluntarios arrojando agua al cielo simulando un temporal nocturno.

De repente se escucha desde adentro…

– Silencio chikis que grabamos

– Escena 21 Toma 7… grabando!!!

Lucía sube un poco el volumen de la música. El perro comienza a ladrar. Lucía se asoma por la ventana.

Ve al perro ladrando hacia la calle donde hay una camioneta vieja estacionada, pero nadie en su interior. Comienza a caer una lluvia repentina.

Lucía vuelve a la cocina y oye un chillido del perro que deja de ladrar, baja la tensión de la luz y la música se corta. Lucía se dirige a la entrada y abre la puerta.

-Lucía                    ¿Vaco? ¿Vaco?

No ve al perro, de pronto cae un rayo y la energía eléctrica se corta, Lucía se asusta. Las luces de la casa y el alumbrado público se apagan repentinamente.

-Lucía                    ¡La puta madre!

Lo que sucede a continuación, aunque estemos en medio de un set de filmación, es difícil de narrar; la situación bien podría ser real, y eso la hace tan amarga de asimilar. Estamos en pleno rodaje de una de las escenas más fuertes de “Mitra. Apaga la luz para poder ver”, ópera prima del director misionero Diego Bellocchio, con producción de Yamila Barnasthpol (Montecine) y Javier Diaz (Coruya Cine). Hablamos de cine de género, y Bellocchio junto a Yamila (co-guionistas), saben de ello. En 2008, y siendo aún estudiantes de Producción Audiovisual, estrenaron el corto “Pálido Indicio” en las salas de la cadena SunStar, mientras que en 2011 “Mañana, Siesta, Tarde, Noche”, una saga de cuatro capítulos que tratan sobre mitos de la región, ganó el concurso de Series de Ficción de Federal del INCAA, en tanto que para 2015 abordaron de lleno el género terror -satánico- con el cortometraje independiente “Respiro”.

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Tan independiente fue la producción de “Respiro”, que en la previa de las jornadas de rodaje realizaron venta de arroz con pollo para solventar gastos de último momento en la producción. Tan bueno resultó “Respiro”, que fue estrenado en la 49na edición del Sitges – Festival Internacional de Cinema Fantàstic de Catalunya.

MITRA: Ciencia ficción, pero con los pies en la tierra el barro

Como buen misionero, Bellocchio creció escuchando historias sobrenaturales en un contexto selvático. “Cuando estás sólo en el monte, nunca estás solo por más que quieras”, relata el director mientras se escucha de fondo el canto desolador de un urutaú.

Mitra es una película claramente encuadrada en el género Terror, pero también es mucho más. Es una película dramática que se adentra en el terror. Si bien lo oculto y satánico es parte central del relato, el terror con el que convive la protagonista -una psicóloga que trabaja asistiendo a víctimas de violencia familiar en contextos vulnerables, más que un género de cine, es la realidad diaria. MITRA es, entonces también, un crudo relato de ficciones que son reales y sufridas por cientos de mujeres, día a día.

Como suele suceder en el cine de género, en MITRA confluyen una serie de guiños e influencias de obras ya pensadas y grabadas. Una atmósfera que remite a The Witch, con esos verdes de la naturaleza y contraluces con la luz exterior ingresando por la venta. Respecto a los personajes, La Cosa, el violador de Lucía, posee características cercanas al cine de Rob Zombie.

Violencia familiar, maltrato y abuso a la mujer, inacción policial y escasez de recursos para combatir la situación, conforman este cóctel donde ficción y realidad se reflejan una en otra en un espejo a punto de quebrar.

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Una producción netamente e inclusiva

“De las 35 personas que integran el equipo técnico, la gran mayoría son misioneras, y gran parte son mujeres”, manifiesta Yamila Barnasthpol, Productora General.

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