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“Hay que quedarse en casa, encerrados”, cuenta Valentina Ferrari, una joven modelo misionera con síntomas de coronavirus encerrada desde hace casi dos semanas en Milán, el corazón de la epidemia en Italia, que solo ayer tuvo 800 fallecidos. “Empezamos con mucho dolor de cabeza antes de la fiebre. Después la fiebre alta. Por último catarro y no tos, problemas respiratorios. Fiebre, tos, catarro, dolores al pecho”, relata la obereña y pide encarecidamente que en la Argentina se haga la cuarentena para evitar el colapso europeo. 

“Disipemos la noción de que “el nuevo coronavirus es como la gripe. El COVID19 es 30 veces más mortal y casi dos veces más contagioso que la gripe. No tenemos inmunidad contra ese virus”, explica Akiko Iwasaki, una eminencia mundial en Inmunobiología.

Sin embargo, pese a la decisión tajante del Gobierno nacional que declaró una cuarentena obligatoria, una buena parte de la sociedad se comporta con una indolencia que estremece. En el segundo día de cuarentena, hubo 3200 detenidos por violar el aislamiento, 294 en Misiones. 

La grieta es también sanitaria. La patria es el otro puede traducirse sencillamente en quedarse en casa, cuidarse, respetar la cuarentena. Lo contrario es el individualismo llevado al extremo. El salir a tomar un café, un mate o una simple caminata, el “yo decido” es casi un atentado a la comunidad, que se reduce a la misma familia del “rebelde”. 

¿Qué te hace pensar que estás inmunizado cuando en el mundo los muertos se cuentan de a miles? La paradoja es que no puede achacarse a los “vagos” por la irresponsabilidad. Quienes están dando muestras de idiotez paseando, viajando o saliendo a compartir un café son los más pudientes, que se supone alcanzaron como mínimo un nivel educativo terciario. El joven que quedó detenido por exponer al contagio a 400 personas en el buquebús desde Uruguay, venía de un viaje de intercambio universitario. Y sabía que tenía la enfermedad. El “a mi no me va a pasar” se vuelve criminal.

Como contracara, la política está actuando a la altura de las circunstancias. El presidente Alberto Fernández no dudó en tomar las medidas necesarias para parar el país y la oposición se puso a disposición para colaborar. La foto de la noche en que se declaró la cuarentena, será un recorte de la historia. El Presidente, el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, el opositor intendente porteño Horacio Rodríguez Larreta aparecieron en la toma, pero la reunión incluyó a todos los gobernadores que tomaron la inédita decisión de paralizar el país. Hubo algunos reproches por el impacto económico, pero no hay tiempo para vacilaciones. Quienes anteponen el riesgo país o la crisis de la deuda a las consecuencias de la pandemia sencillamente no están a la altura del momento. Hasta el Fondo Monetario Internacional relajó sus pretensiones y la renegociación de la deuda tiene mejores perspectivas que nunca, con la posibilidad latente de una quita sustancial. 

Los memoriosos recuerdan que sólo la crisis de Semana Santa de 1987, en los albores de la democracia, encontró a todos los sectores políticos unidos en un objetivo común. Pero ahora el enemigo es invisible. La crisis de 2001 marcó el “que se vayan todos” y el paro del campo, radicalizó la grieta que parió a Cambiemos y entronizó después a Mauricio Macri. 

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La Organización Mundial de la Salud puso a la Argentina como ejemplo: “(el país) está llevando adelante medidas de manera rápida, audaz y con firme decisión” para “cambiar la curva de contagios de coronavirus a algo más plana y lenta”. Maureen Birmingham, la representante la OMS en el país, consideró que se puede “evitar un desborde del sistema y además comprar más tiempo para el desarrollo de mejores tratamientos y vacunas”. El detalle es que hace apenas cuatro meses, en la Argentina del ajuste se había eliminado el ministerio de Salud ¿hubiera sido igual la reacción?

El gobernador de Misiones, Oscar Herrera Ahuad -médico, al igual que su vice, Carlos Arce- fue el primero en tomar medidas drásticas -en paralelo con Jujuy, donde gobierna la alianza Cambiemos de la mano de Gerardo Morales-. Decidió suspender las clases y licenciar a los mayores de 60 años, frenó el transporte interurbano. Parecía demasiado. Pero cualquier medida una vez desatada la crisis, será tardía. 

El mundo es ejemplo. Italia registró casi 800 muertes este sábado, después de semanas de no hacer nada desde que aparecieron los primeros casos. Brasil replicó esa política con Jair Bolsonaro a la cabeza de la displicencia: ya tiene más de mil contagios y doce muertes.

El Reino Unido, donde el premier Boris Johnson pretendía priorizar la economía por sobre el contagio, ya registra un ritmo de muertes superior a Italia. Nadie quiere imaginarse qué sucederá en Estados Unidos, donde Donald Trump insiste en despreciar la gravedad de la emergencia sanitaria. 

Misiones hizo lo que indica el sentido común. Anticiparse a la crisis, aplacar contagios y poner recursos a disposición del sistema sanitario. El Gobernador confirmó la compra de 29 respiradores y test de diagnóstico rápido de coronavirus y 110 nuevos respiradores para el sistema de salud provincial, que sumados a los 81 disponibles aumentarán la capacidad de atención a pacientes que requieran ventilación asistida, como parte de las medidas para mitigar la expansión del coronavirus.

Del total de la compra, ya arribaron a la provincia 80 de los respiradores, 29 de los cuales fueron adquiridos en el exterior y 51 en el mercado nacional. Otros 30 respiradores fueron comprados a último momento a Estados Unidos.

¿Se puede frenar una pandemia con acciones locales? Seguramente que no, pero harán la diferencia en el terreno. Y en vidas.

Nuevamente se pone en discusión aquello de lo local y lo global. Larga discusión que ahora alimentará innumerables nuevos análisis. La globalización aceleró la transmisión de un virus que nació quizás en una pequeña aldea china de la que el mundo tenía pocas noticias hasta hace unas semanas. El aislamiento obligatorio es la parábola. Pero si no se hubieran tomado las decisiones rápidas, las consecuencias serían impredecibles. 

En definitiva, lo que tiene que hacer un gobernante es velar por el bienestar de su pueblo. Y eso es lo que primó en Misiones, que se anticipó aún ante la desaprensiva mirada de quienes pensaban que se sobreactuaba ya que “no había casos”. Misiones es -hasta el cierre de esta columna-, una de las provincias sin casos. Los especialistas consideran que fue clave suspender las clases para evitar las aglomeraciones en las escuelas y la exposición de los pequeños que no pierden días de clase gracias a la plataforma digital Guacurarí+, herramienta que después presentó la Nación.

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La crisis encuentra a Misiones con un sistema sanitario a la altura e incluso con mejor equipamiento y tecnología que muchos sanatorios privados. En los últimos quince años hubo una inédita inversión que incluyó un enorme Parque de la Salud con tecnología de primera línea -Robot Da Vinci, acelerador lineal para el Instituto del Cáncer-, centro de Pediatría y hospitales regionales que germinaron o están a punto de inaugurarse en las principales ciudades. Los hospitales Favaloro y Fátima están acondicionados para recibir pacientes y descomprimir la atención del Hospital Escuela y pronto habrá cinco nuevos hospitales en San Antonio, Santo Pipó, Eldorado, San Vicente y Apóstoles. Anoche el ministro de Educación, Miguel Sedoff, confirmó que Misiones fabricará sensores de temperatura corporal, elemento vital para estos momentos. La Provincia ha probado con éxito los primeros prototipos de termómetros infrarrojos para medir la temperatura corporal y de diferentes objetos.

La protección de la salud es una política de Estado que no tuvo fisuras desde la gestión de Carlos Rovira hasta la actualidad. Este año tiene un presupuesto de casi 19 mil millones de pesos, 84 por ciento más que en 2019.

El presidente de la Legislatura está, codo a codo, con el Gobernador y la primera línea de Gabinete, monitoreando las decisiones y la evolución de la pandemia que en Misiones se combina con el combate al dengue, una batalla que depende de los intendentes, pero, otra vez, de cada uno de los misioneros. 

Rovira recomendó poner a todo el sistema público en emergencia máxima y usar las herramientas necesarias para mitigar el impacto económico del parate.

Se analiza la creación de un fondo especial para mitigar los efectos de la crisis y las empresas paradas. Pero por ahora la prioridad está puesta en atender la situación de los sectores más vulnerables y los que están en la informalidad. Seguramente en los próximos días habrá encuentros con el sector empresario que ya hizo una serie de pedidos vinculados a postergar vencimientos fiscales, rebajas impositivas e incentivos a la producción. 

El vicegobernador Carlos Arce y el presidente del Instituto de Previsión Social, Lisandro Benmaor, ambos provenientes de la medicina privada, mantienen permanente contacto con sus colegas para potenciar mecanismos de atención y reforzar con recursos a los sanatorios, que están preparados para el día a día, pero no para una pandemia. Algunas empresas madereras se pusieron a la cabeza de una campaña para construir camas que ya fueron donadas al Samic de Eldorado. Cualquier previsión es poca.

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