El Instituto de Finanzas Internacionales, Inc. (IIF por sus siglas en inglés) es una asociación empresarial mundial de instituciones financieras. Fue creado en 1983 por 38 bancos de los principales países industrializados como respuesta a la crisis de deuda internacional de comienzos de la década que empezó en 1981. Ante esta realidad se impone saber qué piensa el candidato a presidente, Javier Milei.
La misión del IIF es la de apoyar a la industria financiera en la gestión prudente de los riesgos; desarrollar prácticas sólidas; y abogar por políticas regulatorias, financieras y económicas que favorezcan los intereses de sus miembros y fomenten la estabilidad financiera mundial y el crecimiento económico sostenible. Además, este organismo brinda a su membresía análisis e investigación sobre mercados emergentes y otros aspectos de las finanzas mundiales, entre otros beneficios.
En relación al candente tema de la dolarización en Argentina, el Instituo advirtió que “dolarizar sin reservas ni crédito obligará a un fuerte ajuste fiscal y cambiario. Calculó que se necesitan al menos USD 30.000 millones para absorber los pesos en circulación”.
La intitución sostiene que la dolarización “se ha convertido en una parte crucial de la discusión política en Argentina en medio de la alta demanda pública de estabilidad de precios después de años de inflación de dos dígitos y una baja credibilidad en las políticas económicas”.
En Wall Street desconfían que Milei pueda conseguir los fondos para dolarizar. “Sin financiamiento, la posibilidad que queda es un fuerte superávit comercial que solo se lograría con un significativo ajuste del tipo de cambio real”, determinó el informe.
Advierten que es inviable que el candidato que lidera las encuestas pueda conseguir una suma de alrededor de entre 30 mil y 40 mil millones de dólares, que son los que más, menos, calculan los estudiosos del tema se necesitan para dolarizar la economía argentina, por lo menos en el corto plazo.
Y en el caso de intentar una dolarización sin dólares, anticipan en Wall Street que sería de la mano de una dolorosa recesión y parat e económico.
En el informe presentado recientemente por Martín Castellano, jefe de Latam Research, y María Paola Figueroa, jefa de Frontier Latam Research del IIF, llamado “La dolarización es viable para Argentina?”, comentan lo poco posible que resulta llevar a cabo la dolarización en el corto plazo por dos obstáculos principales: el primero, las reservas netas negativas del Banco Central, y el segundo, la poca capacidad de endeudamiento de Argentina.
También, el informe reconoce que “sería difícil ver una mayor exposición de los inversores al riesgo argentino en medio de crecientes desequilibrios, un historial de incumplimiento y un endeudamiento soberano ya elevado, como se refleja en los precios de los activos”.
El informe presenta su conclusión indicando que precipitarse hacia una dolarización no financiada se produciría a expensas de una dolorosa recesión.
“la dolarización requeriría varias medidas previas, como la reducción de l gasto público, el levantamiento de las restricciones cambiarias, la adopción de reformas que mejoren la productividad y la eliminación de las rigideces del mercado de insumos, y dado que la mayoría de estas cosas deberían formar parte de cualquier programa de estabilización, llevarlas a cabo aumentaría la confianza, reduciendo los incentivos para optar por un régimen tan costoso” como la dolarización.
El atractivo de la dolarización fenece ante tales informes, no obstante, la depreciación de la moneda argentina hace temblar la identidad patrimonial.
El CEO de Ualá, Paolo Barbieri, sostiene que el proyecto de dolarización argentino, sería muy positivo para el crédito.
Paolo Barbieri, el CEO de la Fintech Ualá, sostuvo que una dolarización de la economía argentina probablemente aceleraría el cambio del país hacia los pagos digitales, que se ha acelerado desde la pandemia.
Barbieri, sostuvo que la propuesta de Javier Milei de dolarizar la economía sería positiva para los préstamos a largo plazo, en el país donde las hipotecas son en gran medida inaccesibles.
En palabras de Barbieri, la dolarización “sería realmente muy positiva para el negocio y creo que los bancos podrían otorgar préstamos a más largo plazo”, dijo el empresario en una entrevista con Caroline Hyde y Ed Ludlow del medio Bloomberg.
El empresario añadió, “La oportunidad de otorgar préstamos en lugares como Argentina es enorme porque hoy en día sólo entre el 7% y el 8% de la gente tiene acceso al crédito formal. Y en una economía dolarizada creo que esa cifra aumentaría mucho”.
Barbieri destacó los limitados préstamos hipotecarios en un país con una inflación de alrededor del 120%.
La mayor parte de los ingresos de Ualá proviene de Argentina, donde la compañía espera alcanzar el punto de equilibrio en el segundo semestre de este año, dijo Barbieri en febrero. La compañía ha apostado fuerte en México, obteniendo una licencia bancaria luego de una fusión con ABC Capital en dicho país, lanzando una cuenta de ahorros y una tarjeta de crédito de alto rendimiento.
Ualá, ofrece algunas operaciones en dólares para clientes en Argentina y también paga una parte de los salarios de los empleados en dólares.
En medio de los diferentes tipos de cambio, ante las agresivas ventas netas de bonos soberanos, las visiones negativas se profundizan.
El medio Bloomberg, sostiene que, a esta altura, en medio de los diferentes tipos de cambios, las agresivas ventas netas de bonos soberanos, se mantuvieron debajo de los 450/USD, en la línea del Banco Central. El deterioro de otros indicadores de Argentina, que están fuera del alcance de las intervenciones oficiales, se profundiza aún más: el dólar blue subió a casi 3% a 488/USD, el riesgo país estuvo cerca de los 2600 puntos básicos y el balance del BCRA se desmorona.
Los traders ya no miran la evolución de la probabilidad de un giro a la ortodoxia a partir de diciembre, algo que ya esta descontado. El diagnóstico es diferente al de hace unos pocos meses atrás: ya no es “le va al Gobierno, es la expectativa”; sino “cuanto peor, peor”.
Lucas Romero, de la consultora Synopsis, cree que una debacle controlada como la actual, mantiene las chances del oficialismo por encima de un piso del 25% para las elecciones primarias. Pero considera que un evento descontrolado,alimenta las posibilidades de la opción más extrema, que es la del economista Javier Milei.
El mercado se pregunta por el impacto que podría suceder el 14 de agosto, el día siguiente a las elecciones primarias. Probablemente los comicios después de una ventana de 60 días arrojen pocas certezas. Pero, de acuerdo a estos las posibilidades son dos: Un triunfo de la alternativa del medio representada por Juntos por el Cambio, o una victoria de alguna opción de los extremos que relacionan con el Frente de Todos, o el partido libertario de Javier Milei.
El temor a la dolarización
La consultora Synopsis presentará a sus clientes este jueves su primer sondeo sobre dolarización: caso dos tercios de los argentinos están poco o nada de acuerdo con la propuesta y más de un tercio lo rechaza por completo. El resultado es similar al de la encuestadora Zurban Córdoba & Asociados un mes atrás, cuando concluyó que el 61,7% estaba en desacuerdo, sobre 1300 casos.
El Foro Llao Llao del día 18 de abril tuvo a Javier Milei como uno de los principales expositores. Su propuesta económica, que repite ante distintos públicos, consiste en dolarizar la economía: “La dolarización de la economía lejos de traer problemas, trae muchas soluciones” (..) “El principal beneficio de eliminar la moneda es terminar para siempre con la inflación”.
Lo cierto es que la inflación de 7,7% correspondiente al mes de marzo y en ascenso respecto del dato de febrero (6,6%), coloca nuevamente al fenómeno como el eje de las propuestas de campaña en este año electoral y foco de las preocupaciones del conjunto de la población, atravesada por la consiguiente pérdida de poder adquisitivo.
Posibles escenarios
Dolarizar implica reemplazar los pesos existentes por dólares. Es decir, que no circulen más pesos. En el contexto actual, la economía argentina se encuentra atravesada por serias dificultades en la acumulación de reservas por parte del Banco Central: desde CEPA estimaron que el superávit de USD 49 mil millones del periodo diciembre 2019- enero 2023 no significó mayores reservas, sino al contrario, las mismas se redujeron en USD -2 mil millones.
En el contexto actual (y recurrente en la economía argentina) de escasez de dólares, la dolarización implicaría una mega devaluación para reemplazar los pesos existentes con los dólares que tiene en forma neta el BCRA.
Base monetaria: De mínima se requeriría reemplazar la base monetaria, que es de $ 5,15 billones, por las reservas netas que tiene el BCRA, que rondan los USD 1.800 millones. De ahí surge un tipo de cambio en torno a los $2.860 por dólar.
Títulos de BCRA: No alcanzaría con reemplazar solamente la base monetaria, sino que existe un stock de pesos que, si bien no están en circulación, son el respaldo de los depósitos bancarios en moneda nacional. Son las famosas “LELIQ” y los pases pasivos y otros títulos en pesos del BCRA.
No reemplazarlos y sólo hacer el cambio de moneda en los registros contables de los bancos, podría derivar en que, cuando un depositante pretenda retirar su depósito (ahora convertido a dólares) esos dólares no estén, generando una crisis bancaria en la cual el BCRA no pueda actuar como prestamista de última instancia ya que no tendría dólares para hacerlo.
Las LELIQ, NOTALIQ y los pases pasivos suman $ 12,64 billones. Sumando estos otros pesos, el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $9.880.
Otros activos del BCRA: Quienes proponen la dolarización, plantean que el BCRA tiene otros activos. Dado que proponen también cerrar el Banco Central, estos activos deberían ser liquidados. Se trata de los activos que no forman parte de las reservas, ya que los que forman parte de las reservas ya asumimos su liquidación al sólo considerar las reservas netas y no las brutas. Esos activos son bonos y letras de deuda emitidos por el Estado Nacional -en pesos y en dólares-, las Letras intransferibles que le fueron entregadas en los distintos pagos de deuda con reservas internacionales y los Adelantos Transitorios otorgados al Tesoro Nacional.
Como su nombre lo indican esas letras son intransferibles, es decir no las puede vender a otro en el mercado el BCRA. De hecho, no tienen cotización. Su vencimiento es entre 2024 y 2032, totalizando USD 61.707 millones de valor nominal. Está claro que el Tesoro no tiene ese dinero, con lo cual para cancelarlas necesitaría de una ley del Congreso -si es con quita-, o bien tener acceso por esa cifra a los mercados voluntarios de crédito en moneda extranjera, lo que no se visualiza como factible en el corto plazo, y para cual también necesitaría autorización del Congreso.
Suponiendo que el BCRA pretenda vender al sector privado todos los títulos con cotización que tiene y exista demanda del sector privado para comprarlos, por los bonos en moneda extranjera obtendría alrededor de USD 3.500 millones a los precios actuales de esos bonos y por los bonos en moneda local alrededor de USD 2.000 millones.
Con estas estimaciones, se podrían sumar reservas netas por unos USD 5.500 millones. Estos son los activos que podrían reemplazar la totalidad de los pasivos en pesos del BCRA. Recordemos, eso siempre que aparezca demanda del sector privado para comprar esa importante cantidad de bonos sin que se vea afectado el precio.
En este escenario, el tipo de cambio por convertir solamente la base monetaria sería de alrededor de $705. Incluyendo, además de la base monetaria, las LELIQ, NOTALIQ y los pases pasivos, el tipo de cambio de conversión sería de alrededor de $ 2.430.
Licuación Salarial
El análisis realizado significa que, en distintos casos, la conversión de pesos por dólares supone un gran ajuste en el valor del tipo de cambio. Una gran devaluación con impacto en salarios e ingresos de la población.
Escenarios de devaluación:
Reemplazo de base monetaria con respaldo de reservas netas: dólar a $2.860
Reemplazo de base monetaria y títulos con respaldo de reservas netas: dólar a $9.880
Reemplazo de base monetaria con respaldo de reservas netas y liquidación de otros activos BCRA: dólar a $705
Reemplazo de base monetaria y títulos con respaldo de reservas netas y liquidación de otros activos BCRA: dólar a $2.430
Un salario bruto promedio del sector privado asciende a $276.375 y equivale a un neto (menos el 17%) de $187.900. su valor en dólares podría reducirse drásticamente en todos los escenarios:
Dólar de $224: salario de USD 840 (actual)
Dólar de $705: salario de USD 266 (-68%)
Dólar de $2.430: salario de USD 77 (-90%)
Dólar de $2.860: salario de USD 66 (-92%)
Dólar de $9.880: salario de USD 19 (-98%)
La pérdida de poder adquisitivo en dólares se ubicaría entre el 68% y el 98%, en este último caso tratándose del escenario de menor respaldo en dólares. La perspectiva es de lisa y llana licuación salarial.
La pérdida de las herramientas de política económica
En un esquema de desaparición del peso argentino, también se trastoca la caja de herramientas de la administración de la política económica: la política cambiaria, fiscal y monetaria.
Política cambiaria. Supongamos, por ejemplo, que ocurriera una baja generalizada de los precios de exportación de nuestro principal producto (soja, petróleo o gas). Eso genera una contracción de la cantidad de dinero circulante, lo que provocará una suba de la tasa de interés y una caída de la inversión productiva, la cual ya se encontrará desplomada por la imposibilidad de competir.
La caída de precios internacionales puede ser compensada en un país no dolarizado vía devaluación del tipo de cambio. La política cambiaria sirve para amortiguar shocks externos. De esa forma, se atenúa el impacto recesivo de una caída de los precios internacionales. De no existir dicha herramienta, todo el ajuste ocurrirá por cantidades y la recesión será inevitable, escenario que nos recuerda a la dinámica de la Convertibilidad.
No poder devaluar dejaría a la industria en una posición sumamente debilitada frente a su competencia internacional. Este sector, que representa a enero de 2023 nada menos que el segundo mayor generador de puestos registrados del sector privado (18% del total), sería castigado con una rentabilidad menor, provocando esto el cierre de una magnitud descomunal de empresas, particularmente pymes.
Por otra parte, es necesario mirar por el espejo retrovisor a nuestros principales socios comerciales, como Brasil y China, y entender su política cambiaria antes de tomar decisiones que nos expongan a perder competitividad frente a ellos. Brasil flota su moneda administradamente contra el dólar: de ocurrir una devaluación en Brasil como la que ocurrió en 1999, Argentina vería encarecer sus productos en dólares y no contaría con ninguna herramienta para frenar la entrada de productos del país vecino, lo que acabaría con muchas empresas locales.
Las posibilidades de nuestro país de insertarnos en las cadenas de valor internacionales dependen de la articulación entre las políticas cambiarias que protejan a la industria argentina y las políticas científicas que permitan reemplazar en nuestras industrias los insumos complejos tecnológicos importados por desarrollos locales.
La política fiscal.Toda merma en la actividad económica, como por ejemplo la que transitamos actualmente a causa de la sequía, provoca una caída abrupta de la recaudación. En marzo de 2023, de hecho, la caída de la recaudación alcanzó 21% en términos reales y en el primer trimestre de 2023 el déficit fiscal acumulado sumó $690 mil millones. Tanto las licitaciones públicas del Tesoro Nacional como la utilización – con limites por el acuerdo con FMI- de los Adelantos del BCRA son las herramientas de financiación del mismo.
En un esquema de dolarización, la supresión del déficit es un punto de partida que agregaría una fuerte dosis de ajuste a la licuación salarial mencionada anteriormente. De otro modo, dado que todo déficit fiscal supondría la necesidad de dólares para financiarlo, cualquier necesidad fiscal -incluso aquella por razones exógenas como una sequía- llevaría a colocar deuda pública en dólares.
La política monetaria.El ejemplo más claro del rol de los Bancos Centrales ha sido la pandemia, no sólo en Argentina sino a nivel global. La Reserva Federal de EEUU expandió la oferta de dinero en más de 10 puntos del PBI durante el 2022 (comprando sin límites títulos del tesoro), el Banco de Inglaterra impulsó un programa de compra de activos por un 30% del PBI (además de financiar al Tesoro), el Banco Central llevó adelante un programa de compra de activos por más de 750 mil millones de euros y el Banco de Japón impulsó, de manera similar, un programa de compra de títulos del Tesoro ilimitado.
Durante la crisis del Covid el Gobierno argentino, que se encontraba sin acceso a los mercados de deuda (endeudado con el FMI y habiendo defaulteado la deuda en pesos durante la gestión de Cambiemos) y cuyos recursos tributarios habían caído para junio de 2020 al 30% interanual, tuvo que asistir a hogares y empresas en una situación inédita desde el punto de vista sanitario y social. En 2020, el Banco Central de la República Argentina (BCRA) transfirió al Tesoro Nacional $1,6 billones en concepto de utilidades y $407.720 millones como adelantos transitorios.
En este punto debemos necesariamente pensar en el rol del Estado en la crisis. El gasto sirvió para un abanico de medidas que salvó a empresas y trabajadores:
el pago del Ingreso Familiar de Emergencia o IFE que alcanzó a más de 9 millones de personas
la ampliación de subsidios de desempleo
la extensión de la Tarjeta Alimentar
la creación del programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP), que llegó al 70 % de quienes son empleadores en la Argentina. El 99,5 % de las empresas asistidas fueron PyMES
la creación de una línea de crédito a tasa cero por hasta 150 mil pesos en 2020 para trabajadores independientes formales (autónomos y monotributistas). En el caso del sector de cultura, se sumó un plazo de gracia de 12 meses.
las transferencias a provincias, cuyas recaudaciones se desplomaron y debieron hacer frente a mayores gastos sociales y sanitarios
La dolarización, por ejemplo, implicaría perder esa enorme capacidad de intervención en momentos de crisis. Cuando el Banco Central transfiere parte de las ganancias contables acumuladas en un año producto de la devaluación (transferencia de utilidades) o realiza un adelanto transitorio, el cual es un crédito sin plazo, está financiando al Tesoro para que no lo haga en el mercado, o en contextos en donde el mercado no puede hacerlo como fue la pandemia.
Antecedentes: caso Ecuador
En enero del año 2000, y atravesado por una profunda crisis económica, el gobierno de Mahuad decretó la dolarización de la economía, y de esta forma Ecuador se convirtió en el primer país latinoamericano en eliminar su moneda nacional. A finales de la década de los 90 el panorama económico se había deteriorado fuertemente con una combinación de variables: el fenómeno de El Niño en 1998, la caída de los precios del petróleo y la crisis financiera internacional. Hacia 1999 y 2000 el sistema financiero nacional sufrió cierres o transferencias de más de la mitad de los bancos del país.
La dolarización, adoptada como medida drástica con el objetivo de estabilizar, no evitó la caída de Mahuad. Pero el esquema que dejó armado significó que la posibilidad de hacer sostenible la economía ecuatoriana pasara a depender de los precios internacionales del petróleo y el envío de remesas de emigrantes, con una premisa de austeridad fiscal y mayor eficiencia tributaria. Quienes apoyaron la decisión asumieron que este nuevo ordenamiento crearía un ambiente de estabilidad y confianza, favoreciendo la inversión y la reactivación.
En términos de poder adquisitivo, la historia previa de Ecuador había mostrado una sensible pérdida de poder adquisitivo: desde 1980 hasta la dolarización, Ecuador pierde casi 60% de su salario mínimo en términos reales. Es decir, se llega a la dolarización con una situación social de emergencia. La dolarización a su vez significó una fuerte devaluación, con un dólar multiplicándose cinco veces, que pulverizó los ahorros, los salarios y las jubilaciones, como corolario de una caída pronunciada a lo largo de varios años previos.
En los años siguientes la mejora salarial no logró recuperar lo perdido desde 1980, sino la mitad. Aunque se produjo una recuperación del salario mínimo desde el año 2000, el valor al que ascendió en 2011 se ubicó 30 puntos por debajo de 1980. Incluso en 2021, el salario mínimo se sostiene en 12 puntos por debajo de 1980. Dicho de otro modo: en Ecuador la dolarización consolidó la erosión salarial y solidificó un estado de situación de distribución desigual del ingreso que no pudo revertirse en los años posteriores (a diferencia del caso argentino).
Como se observa en el gráfico debajo, el caso de El Salvador, cuya dolarización fue en 1999, es aún más traumático: el salario mínimo perdió casi 65% de su valor en los 20 años previos y la dolarización no le permitió recuperar nada de lo perdido hasta 2011 (y sólo una pequeña porción si se llega hasta 2021).
El caso argentino es el inverso. El salario mínimo perdió entre 1980 y el 2000 aproximadamente 25% de su valor (y casi 40% a 2002), en buena medida durante la Convertibilidad. Luego de optar por una salida productiva, con fuerte devaluación como punto de partida pero con moneda propia y sin dolarizar, el salario inicia una recuperación posterior. Hacia 2011 el salario mínimo en Argentina no sólo logró recuperar lo perdido previamente, sino que muestra una mejora sustancial en todo el periodo:
mejora real de 177% respecto de 1980
mejora real de 248% respecto de 2001
En un ejercicio de aproximación (comparación de las evoluciones de salario mínimo y PBI a precios constantes) se puede ver que, tanto en Ecuador como en El Salvador, la etapa que precede a la dolarización implica una brutal caída del salario mínimo real a la par de un incremento del PBI.
La etapa post dolarización, en Ecuador muestra que el salario se mueve a la par del PBI, sin modificar la distribución inequitativa original, mientras que en El Salvador la distribución empeora.
El caso argentino, en cambio, muestra, a todas luces, una dinámica muy distinta.
Ante el fenómeno de reversión de los precios internacionales del petróleo, se deterioró la balanza comercial de Ecuador y su frente fiscal, como se observa en el cuadro debajo. Ecuador recurre a mercados internacionales para financiar su déficit, y en 2019 firma un acuerdo con el FMI.
El 11 de marzo de 2019, bajo el gobierno de Lenin Moreno, el Directorio Ejecutivo del Fondo Monetario Internacional (FMI) aprobó un préstamo por un monto de USD 4.200 millones (435% de la cuota y DEG 3.035 millones) en el marco del Servicio Ampliado del FMI (SAF). En 2020 debió renegociarlo en contexto de pandemia.
En suma, en Ecuador, mientras la balanza comercial pudo registrar saldos favorables producto de su exportación primaria con precios internacionales en alza, se registró mayor estabilidad que la experimentada en los 80 y 90, pero la acumulación de desequilibrios para sostener la dolarización (que lo llevaron al FMI) y el decidido abandono de un camino de diversificación productiva, sin un correlato contundente en mejora de vida de la población son un balance muy difícil de reivindicar (3).
El caso ecuatoriano forma parte de una acotada lista de países que perdió soberanía monetaria, tales como Panamá, El Salvador, Montenegro, Palaus, Kosovo, Islas Marshall, Estados Federados de Micronesia y Timor Oriental, y que se encuentran muy lejos de los ejemplos de desarrollo económico occidental que la literatura – incluso liberal – propone seguir.
Como se analizó anteriormente, la dolarización implica dos momentos: el ajuste inicial (esencialmente una reducción de la participación de los salarios en la economía), y las limitaciones posteriores derivadas del corset dolarizador.
La dolarización no resuelve la raíz estructural de los desequilibrios macroeconómicos en Argentina, sino que elimina la moneda propia, ajusta drásticamente el déficit fiscal (con lógico impacto en partidas sociales) y licúa salarios, abandonando la opción productiva. Es un cambio de ordenamiento profundo para virar hacia una economía para unos pocos.
Si en cambio, se avanzara en resolver de manera sostenible la dinámica bimonetaria de la economía argentina -principal vehículo de la suba de precios e inestabilidad macro-, con una más eficiente administración del comercio exterior sostenida en el tiempo (evitando desregulaciones cíclicas), financiación en el mercado local del déficit fiscal y solución a la salida de capitales, ¿para qué serviría una dolarización?
Precisamente, en ese camino la economía requiere una moneda propia, cuya fortaleza se sostenga en el tiempo.
¿Por qué se ha instalado, entonces, que conviene dolarizar? La dolarización aparece como recurso facilista para reunir consensos en torno al camino de licuación salarial que, hasta ahora en Argentina, no pudieron lograr de manera definitiva en cada avance neoliberal.
“Establécese el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la República Argentina“, dice el artículo primero del proyecto que Alejandro Cacace presentó en el Parlamento y cuyos detalles difundió por Twitter en una cruzada para “frenar la inflación”.
Se trata de la primera vez que se presenta en el Congreso un proyecto de ley para dolarizar la economía, idea que fue esbozada por el exministro de Economía Domingo Cavallo pero a la que nunca terminó de darle forma.
¿Qué significa en la práctica “dolarizar” la economía? ¿Es una nueva Convertibilidad? ¿Cuáles son los beneficios? ¿Y los riesgos? Coincidentemente, la propuesta del diputado de Cambiemos cosechó más rechazos que adhesiones. El más enfático fue el presidente del partido radical y socio minoritario de la alianza con el macrismo, Gerardo Morales: “Rechazo terminantemente el payasesco proyecto presentado por un diputado de Evolución (el partido armado por el radical Martín Lousteau). Hay que ser irresponsable e ingenuo, por no decir otra cosa, para plantear que la dolarización es la salida. La dolarización es peor que la Convertibilidad”, retó el jujeño. Añadió que “esto ya nos generó daños irreparables en el pasado, destruyendo el aparato productivo del país”.
“Creer que con 7 artículos de un proyecto de ley se van a resolver los problemas de la economía y la inflación en el país es una gran estupidez“, enfatizó el jefe del radicalismo nacional.
Agregó que “es un delirio pensar que el Banco Central va a contar con dólares para cambiar los pesos de la gente. Estos planteos ortodoxos y neoliberales ya los conocemos, son antiguos, atrasan y fracasaron en el país”.
Hasta hoy, el único dirigente que se había manifestado públicamente a favor de dolarizar la economía fue el “libertario” Javier Milei, ya que ningún representante de JxC optó por impulsar la decisión de que la Argentina renuncie a la soberanía monetaria.
En la práctica, economistas de diversas corrientes ideológicas coinciden en que lejos de solucionar el problema de la inflación, lo que haría una eventual dolarización es impulsar una fuerte suba de la pobreza y destruiría el aparato productivo, que tanto costó recuperar pos caída de la Convertibilidad y la recesión iniciada en 2018, antes de que Mauricio Macri pidiera auxilio al FMI.
Llamativamente, del propio partido de Cacace hubo voces en contra. El ex diputado nacional Luis Pastori, referencia de la alianza Cambiemos en temas económicos, agregó otro dato: “Estoy en contra de la dolarización por la pérdida del manejo autónomo de la política cambiaria. Un ejemplo, si Brasil devalúa se funde medio país”, advirtió.
El ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán fue terminante. “La dolarización afecta a la economía en general, por un lado porque el Gobierno pierde el manejo de la política monetaria, que sirve como herramienta para atenuar los ciclos económicos. Aunque haya economistas que digan que esto no es cierto, está comprobado que es así”.
“La dolarización solo busca que el Banco Central deje de financiar al Tesoro el déficit con lo cual el Gobierno o tiene que cerrar el déficit o endeudarse en bonos para cubrirlo”, explicó. Al mismo tiempo, advirtió que “para Misiones puede ser perjudicial porque si los precios domésticos de los bienes exportables quedan “caros” en dólares, no podremos exportar y además tendremos una invasión de productos importados más baratos, como ocurrió con el 1 a 1. Conclusión. si la dolarización comienza con precios domésticos elevados respecto del resto del mundo estamos condenados a la recesión”.
El ex diputado nacional de Cambiemos, Luis Pastori rechazó de plano avanzar hacia una dolarización. “Son varias las razones y de diversa índole que me llevan a esta posición, pero cito algunas que son fundamentales:
Pérdida de una de las herramientas de política económica como lo es la política monetaria, que va a estar -en tal supuesto- sujeta a los manejos de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Por lo tanto, ante cualquier shock en tiempo de crisis no tendríamos la posibilidad de emitir para atenuarlo.
Pérdida del manejo autónomo de la política cambiaria. Un ejemplo, si Brasil devalúa se funde medio país.
En estos momentos, además, ante la falta de reservas netas en el Banco Central, ¿de donde van a salir los dólares para cambiar los pesos circulando en la economía? Y a que cotización? Las estimaciones más prudentes hablan de un dólar a $400. Ello devendría en una exacerbación de la pobreza y el sufrimiento, además del altísimo impacto inflacionario.
Lo que se necesita son políticas públicas claras para eliminar el déficit fiscal y la irresponsabilidad de un gasto público por encima de nuestras posibilidades, con un Banco Central INDEPENDIENTE del poder político que se limite a su rol central que es el de preservar el valor de nuestra moneda. Por supuesto que esto será un proceso largo por la pérdida de confianza de la población en los gobiernos. Pero es esa confianza la que hay que recomponer y no destruir algo porque no funciona bien por culpas propias.
La economista Eva Sacco recordó que “Argentina ya tuvo algo muy parecido a una dolarización, y se llamó Convertibilidad”.
“No voy a contar cómo se salió porque ya todos lo sabemos. Pero la única diferencia con la dolarización plena es que existía una salida de emergencia. Esta válvula de escape se pudo utilizar cuando no daba para más: se derogó la ley y se hizo una devaluación asimétrica. ¿Cómo podría haber sido la situación social con un corralito, saqueos, inestabilidad política si ni siquiera hubiera existido esa válvula de escape?
Pero quiero aclarar algunas inconsistencias en la propuesta dolarizadora:
1. Algo obvio: Para dolarizar se necesitan….dólares. Algo que no tenemos y tampoco tenía Domingo Cavallo cuando emprendió la Convertibilidad. Para hacerse de dólares emprendió un proceso de “reforma” del Estado, léase privatizaciones y un ciclo de mega-endeudamiento aprovechando la coyuntura internacional de dólares frescos. Hoy no tenemos la posibilidad de endeudarnos y prácticamente nada que vender
Si dolarizamos, nadie tendría dinero para hacer las operaciones del día a día desde comprar leche en el almacén a pagar un crédito o un salario. La economía se desplomaría.
2. Si dolarizamos se acaba el déficit: falso, lo que se termina es la posibilidad de financiarlo con emisión. Cualquier gobierno podría tomar deuda en dólares para financiarse…y cuando no pueda cubrir los préstamos tendríamos una crisis de deuda. Ya sabemos la gravedad de eso.
3. El dólar es una moneda dura que no depende de la política. Por eso la gente “ya eligió”. Falso, el dólar es dinero tan fiduciario como el peso, y depende de las decisiones políticas en Estados Unidos, al igual que el peso depende de decisiones políticas en Argentina. La diferencia es que nosotros como argentinos, elegimos y participamos de la política argentina. Pero no tenemos el más mínimo poder de influencia sobre Estados Unidos.
4. Si dolarizamos se acaba la inflación: falso, en Estados Unidos también hay inflación. Es más, desde hace varios años hay varios sitios que miden la inflación con metodologías alternativas e indican que la inflación para los trabajadores, es al menos 2 o 3 puntos superior a la reconocida.
5. Sin la posibilidad de ampliar el crédito por la dolarización, el Estado no podría por ejemplo, permitir que haya paritarias para compensar la pérdida de poder adquisitivo por un aumento de alimentos internacional.
Con la dolarización la distribución del ingreso se volvería un elemento completamente endógeno a los precios internacionales, pudiendo cambiar de un día al otro y generando muchísima inestabilidad social. Aún más de la que hay hoy.
Por último tengo una reflexión propia: es entendible que los jóvenes se crean que inventaron la rueda (y por eso es tan importante que se enseñe historia y economía) ¿pero cómo explicamos que haya gente de más de 30 años que pueda pensar realmente que es una solución?
El secretario de Hacienda de Posadas, Sebastián Guastavino, advirtió que una dolarización sería muy dañina para la capital misionera, acostumbrada a lidiar con asimetrías internas y externas. “Sería muy dañino, por cuanto de movida nos quedaríamos sin la mitad de las herramientas para encauzar la situación del país frente a un contexto internacional en plena puja”, contextualizó.
“Se usa esta idea como un freno a los procesos hiperinflacionarios pero cierra en el corto plazo, porque en el largo plazo los precios se acomodan o suelen acomodarse a las canastas de economías comparadas y no tanto así los salarios”, explicó.
“Ahora, en el corto plazo es difícil también, porque la capacidad instalada argentina está muy por encima del nivel de explotación real, por lo que necesitamos activar los niveles de consumo de las familias, y con ello el nivel de empleo. Para que esto ocurra deben apuntar bien el gasto/inversión pública para que la inversión privada logre un tamaño saludable, y ese gasto/inversión requiere de dinero. Con imposibilidad para financiarte con el crédito internacional, no te queda otra que buscar con política monetaria. La competitividad con tipo de cambio también tiene sus limitaciones, y se repite la necesidad de llevar a la producción a niveles de eficiencia (en la escala que sea)”, detalló.
“Básicamente es una convertibilidad, pero la pregunta es a qué tipo de cambio cerrás la equivalencia”, analizó.
“Con una medida estructural estamos queriendo resolver una sola variable, un sólo problema, que es la inflación. Es como si quisiéramos cambiar el auto porque tenemos la cubierta pinchada. Para frenar la inflación, terminamos de descalibrar todo el resto de las variables y no es negocio. La cuestión cultural también, perdés hasta la identidad en una de las relaciones más cotidianas. Estamos en un mundo que discute qué nuevos activos financieros se crean, y nosotros estaríamos yendo hacia una receta vieja, que no ha funcionado y es poco común observar en otras economías que intentan recuperarse”, agregó el economista después de una discusión en el seno de la fundación Frontera Económica.
El economista Raúl Karaben, titular de la cooperativa yerbatera Piporé, descartó que dolarizar sea una buena idea. “En realidad, no me parece viable para nada. Yo creo que difícilmente nuestra economía pueda estar dolarizada, por el tipo de Gobiernos y por el tipo de economía que tenemos. ¿Por qué? Porque el problema que tenemos no es de la moneda, el problema que nosotros tenemos es el déficit fiscal. Mientras no se solucione de fondo el déficit fiscal y la deuda, no solo externa, sino la interna, que tiene que ver con el montón de títulos públicos que están dando vuelta, la magnitud de las Leliq y todas las demás deudas que hoy tiene el Estado, no tiene sentido dolarizar”, aseguró.
“Ni siquiera está la posibilidad técnica, si me decís “si se puede hacer” y no, vas a quebrar o reventar la economía. Porque no hay forma de dolarizar con la deuda y el déficit que tenemos. Y no te hablo de la deuda con el FMI, ese es el menor de los problemas, el problema es la deuda con los títulos públicos internos”, insistió Karaben.
Darío Ochoa, también economista, sostuvo que “una dolarización sería algo similar a la Convertibilidad, al menos como se propone desde la UCR y, desde algunos bloques de ese sector. Eso implicaría que podría solucionarse el tema de la inflación de precios, pero cristalizaría una situación de pobreza peor a los niveles que tenemos hoy ya que implicaría también una devaluación, porque tenemos escasos dólares y muchos pesos. Entonces la conversión que habría que hacer, sería sobre un nivel muy, muy alto, que empujaría la pobreza aún más arriba, que andaría en línea a cuando terminó la Convertibilidad, en un 60% de pobreza porque esa era la pobreza al año 2002. Además, implicaría una retracción del aparato productivo, sería el destroce de la industria debido a que perderíamos toda competitividad industrial, donde por escala, por salarios y demás, sería mucho más competitivo importar, que producir en el país. Esto ya lo experimentamos cuando tuvimos una dolarización encubierta durante la Convertibilidad. Así que sería impracticable bajo cualquier punto de vista”.
Particularmente sobre Misiones, Ochoa advierte que sobrevendrá una crisis social. “Somos una provincia que está fuertemente incidida por la dinámica del poder adquisitivo, dedicada al comercio y a la producción primaria, por ende, si bien intentamos hacer esfuerzos en la industria, esto sería imposible, incluso industrias dinámicas como la maderera, se vería muy afectada. Más que nada los cultivos de renta como el tabaco, té y yerba mate que están fuertemente vinculadas al mercado interno, con un mercado interno retraído también verían caer las posibilidades de producción y de demanda”. “Así que, por ningún lado, sería conveniente una dolarización. Generaría situaciones de desigualdad escandalosas socialmente inviables, que ya pasamos, es más la fuerza política que lo propone ya pasó por esta experiencia de sostener una situación dolarización encubierta, como fue la Convertibilidad en el periodo 99 al 2001, y que por no querer salir de esa trampa llevó al país a su peor crisis social, económica y política de la democracia”, recordó.