El Presidente, a Bullrich: “Ojalá no sea presidenta porque no entiende lo que está diciendo”

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El presidente Alberto Fernández rechazó hoy las declaraciones de la candidata presidencial de Juntos por el Cambio (JxC), Patricia Bullrich, quien aseguró que, si llega a ganar las elecciones generales de octubre próximo, su Gobierno no formará parte del bloque de países de los Brics, al que se anunció hoy formalmente el ingreso de la Argentina a partir del 1 de enero de 2024.

“Ojalá que no sea presidenta porque no entiende lo que está diciendo. El problema es cuando la política exterior empieza a ideologizarse”, le respondió el Presidente a Bullrich, en una entrevista que mantiene esta mañana con la radio Perfil.

Más temprano, al disertar en el Consejo de las Américas reunido en el hotel Alvear, Bullrich expresó: “Quiero dejar una cosa muy clara: hemos expuesto nuestra posición contraria al ingreso a Brics”.

“Hace unos minutos -continuó Bullrich- el Presidente de la Nación, que está como todos sabemos en una situación de enorme debilidad, y sin poder ejercer su cargo de mandatario, acaba de comprometer a la Argentina a la entrada a los Brics”.

La candidata dijo que el contexto del ingreso de la Argentina a los Brics se produce “mientras se desarrolla la invasión a Ucrania y, con más razón, junto al ingreso de Irán (cuya incorporación al Brics también se confirmó hoy), país con el cual la Argentina tiene una herida abierta profunda por los ataques terroristas antisemitas y antiargentinos en nuestro territorio”.

“Creemos en un orden internacional basado en reglas para preservar la paz y el respeto al derecho internacional; Argentina bajo nuestro gobierno no va a estar en Brics”, resumió Bullrich.

En tanto, en declaraciones a la prensa formuladas luego de su exposición, la candidata presidencial de Juntos por el Cambio señaló que la postura que expresó en relación al ingreso de la Argentina al grupo de países emergentes que conforman los Brics se basa en su apreciación de que se trata de un bloque que “representa una política absolutamente contraria a nuestros principios”.

El Gobierno nacional anunció hoy, a primera hora, el ingreso de la Argentina al grupo de países Brics, que integran Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, cuyos mandatarios están reunidos en una cumbre en Johannesburgo.

Junto con la Argentina, hoy ese bloque anunció que también fueron invitados a formar parte Egipto, Etiopía, Irán, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos.

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En Iguazú Fernández y Lula apostarán a reducir las asimetrías del Mercosur mientras miran a la UE

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Con el imponente marco de las Cataratas de Iguazú de fondo, el presidente Alberto Fernández encabezará el próximo martes la cumbre de jefes de Estado del Mercosur, reunión que marcará el regreso del brasileño Luiz Inacio Lula da Silva a ese foro, en el que ambos intentarán insistir con la agenda de la reducción de asimetrías internas y trabajarán en los acuerdos de libre comercio, entre otros, con la Unión Europea (UE).

Después de la virtualidad impuesta por la pandemia y de las desavenencias políticas entre los mandatarios integrantes del bloque, el encuentro que se desarrollará el lunes 3 y el martes 4 de julio en el Parque Nacional Iguazú se convertirá en el primer encuentro presencial de todos los socios del bloque desde diciembre de 2019.

El acuerdo de libre comercio con la UE continuará concitando la atención y podrá tener un capítulo más en la roja tierra misionera: el bloque podría usar la ocasión para responder a las viejas reticencias de países como Francia e Irlanda y a las nuevas exigencias medioambientales impuestas por Bruselas.

Durante la visita que semanas atrás realizó a Buenos Aires la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, el presidente Fernández habló del trabajo realizado junto a los restantes países del Mercosur para responder a la propuesta europea y afirmó que serían presentados en pocos días.

“Los documentos están terminados. Falta revisar el mecanismo de aprobación para enviar a UE. El lunes sabremos si ya se cierra”, comentó a Télam una fuente diplomática con conocimiento en las negociaciones.

La última vez que se expresó al respecto, Fernández dijo que todos los actores involucrados tienen la “voluntad de llegar a un acuerdo”, pero reconoció que “los obstáculos están”.

“Solo pedimos un acuerdo equilibrado, en el que todos ganemos”, dijo oportunamente el Presidente argentino.

Lula, por su parte, fue consultado sobre el tema y criticó que en la carta adicional medioambiental de la Unión Europea se “haga una amenaza a un socio estratégico” como el Mercosur.

Más tarde pidió a la Unión Europea dejar “un poco de lado la arrogancia” y “utilizar el sentido común para negociar”.

En público y en privado -y especialmente ante las críticas del Uruguay por las demoras en los acuerdos- diplomáticos argentinos y brasileños recuerdan, que más allá de la Unión Europea, el Mercosur avanza en acuerdos con otros bloques, como la EFTA (la Asociación Europea de Libre Comercio que integran Liechtenstein, Noruega, Islandia y Suiza) o con países como Singapur, Canadá, Indonesia, y Vietnam.

La última cumbre en Montevideo -en diciembre del año pasado- fue escenario de esa tensión entre el anfitrión Luis Lacalle Pou y los restantes representantes: mientras el mandatario uruguayo clamaba por un aperturismo irrestricto y con la necesidad de avanzar en un TLC con China, Fernández contestó que era necesario estudiar las propuestas comerciales en conjunto y, en cambio, sostuvo que se deben corregir las asimetrías intrazona.

Aquella postura presentada por el mandatario argentino tiene, desde enero en Itamaraty, un socio de peso que trabaja en la misma línea, Lula da Silva.

En ese sentido se expresó el jueves la secretaria de América del Sur de la cancillería brasileña, Gisela Figueiredo Padovan, al señalar que Lula pretende una “agenda ambiciosa de negociación de acuerdos” pero que además hay que “conseguir un mecanismo para corregir las asimetrías” internas del bloque.

Otro punto que no es parte de la agenda formal pero sobrevolará el encuentro es la incorporación como socio pleno de Bolivia y la reincorporación de Venezuela.

En tanto, la adhesión de Bolivia al Mercosur es un trámite de larga data que se encuentra virtualmente trabado en el Senado de Brasil, mientras que la discusión de la reincorporación de Caracas “no está prevista” para la cumbre de Iguazú pero “deberá ser debatida” en el futuro, según señaló Figueiredo Padovan en rueda de prensa.

La cita en Iguazú se iniciará el lunes desde las 10, cuando el canciller Santiago Cafiero encabece la reunión ordinaria del Consejo Mercado Común (CMC); y posteriormente, a partir de las 15 se llevará a cabo la reunión ordinaria del Consejo Mercado Común (CMC).

En paralelo, tendrá lugar también la reunión de ministros de Economía y Presidentes de Bancos Centrales del Mercosur, Bolivia y Estados Asociados.

El martes, desde las 10:30, tendrá lugar el inicio de la sesión plenaria de Jefas y Jefes de Estado que será encabezada por Alberto Fernández, junto a Lula, Lacalle Pou, el paraguayo Mario Abdo y el presidente electo de ese país, Santiago Peña.

Durante ambas jornadas se presentará el trabajo realizado por la presidencia pro-témpore Argentina, en los primeros seis meses del año.

Entre ellos se destaca la realización de la décima edición del Foro Empresarial del Mercosur, que se centró en cinco ejes temáticos: biotecnología, la transición hacia la movilidad sustentable en el sector automotor, la producción de equipamientos médicos y el desarrollo de medicamentos en el sector de la salud y la integración de los servicios de publicidad en el sector audiovisual.

También se destaca el trabajo realizado por el Foro Económico y Social del Mercosur, presidido en este semestre por Gerardo Martínez con la participación activa de trabajadores, empresarios y la sociedad civil de los cuatro países miembro.

Durante la presidencia pro-témpore de Argentina se concretó además el cierre de su capítulo bilateral en las negociaciones para la profundización del Tratado de Libre Comercio Mercosur-Israel, e impulsó las discusiones con otros países latinoamericanos como República Dominicana, El Salvador y Honduras y se promovió el inicio de las conversaciones del bloque con los Emiratos Árabes Unidos.

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Argentina y la Patria Grande en el contexto geopolítico del siglo XXI

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Los rápidos y profundos cambios que se están verificando, y que parecen en franco proceso de aceleración, nos involucran y afectan, para bien o para mal, y están resquebrajando acentuadamente las estructuras del Poder Mundial, que hace tan solo un par de décadas o poco más, parecían pétreas e inmodificables o al menos supuestamente destinadas a perdurar en el largo plazo.

La alianza bicontinental anglosajona, como núcleo duro del hoy muy definido Bloque Atlantista y su poderoso brazo armado que es la OTAN, sigue siendo un actor principal en el complejo tablero del Poder Mundial, pero los cambios que se están dando, y que parecen acentuarse en forma irreversible, no solo sepultaron el sueño del Fin de la Historia, preconizado por Fukuyama y su visión del Mundo Unipolar Perpetuo; sino que están crecientemente disputados en los distintos escenarios que conforman la compleja trama geopolítica global.

EEUU sigue siendo la gran potencia económica y militar mundial, pero el creciente poderío chino es ya un problema insoluble para el establishment de USA, en particular para los sectores del Estado Profundo que no acepta los claros límites a la hegemonía absoluta de la Potencia del Águila Calva y sus actores principales del Poder Corporativo y Financiero que seguramente son el Poder Real que opera “detrás del trono” de la partidocracia bipartidista para millonarios (pues no parecen existir potenciales candidatos del común del pueblo), que bien podría definirse como tal a la estructura política tan sui generis de la mega potencia (que puede hacer vencedor a quien no tenga la mayoría de los votos).

Hubo ya varias muestras claras, de las concretas limitaciones al hasta hace poco omnímodo y excluyente poder de EEUU. La hegemonía financiera del dólar, parece estar declinando, ante la irrupción del yuan e incluso del rublo, además del euro. En el Mar de la China, ya no se pasean cómoda y provocativamente las naves y aeronaves yanquis, como podía suceder hace dos o tres décadas atrás. Tampoco intervino ni se interpuso, ante las claras demostraciones de fuerza china, realizadas en torno a Taiwán. Ni pasaron de los amagues las amenazas contra Corea del Norte, clara aliada de China, más allá de su capacidad nuclear y sus ostensibles pruebas de cohetería de mediano y largo alcance.

Los países del sureste y sur de Asia, juegan sus propias cartas, sin descartar inversiones de distintos orígenes, pero parecería que no subordinadas explícitas a los poderes de la primera potencia mundial. Hasta no hace mucho inmersas en economías primarias, hoy muestran diversificaciones económicas con varios puntos fuertes en lo industrial y seguramente en lo tecnológico.

En África, el accionar chino expone un escenario que se evidencia positivo para ambas partes, que más allá del intercambio económico, en forma poco difundida concreta donaciones del gigante asiático a las economías del África Subsahariana, en obras de infraestructura, como grandes estadios deportivos nacionales, y créditos blandos para inversiones esenciales.

En nuestra Íbero América, China es un actor de mucho peso económico, incluyendo no solo su preeminencia en el comercio, sino también el rol de apoyatura financiera y tecnológica, en la que el yuan compite contra la anterior excluyente hegemonía del dólar; sin excluir tampoco grandes inversiones y financiaciones blandas para infraestructura de desarrollo, no circunscriptas solo a puertos y rutas vinculadas con las “rutas de la seda”, así como ofertas para proveer equipamientos de defensa.

Por caso, hubo ofrecimientos que incluso comenzaron a ejecutarse para construir dos centrales nucleares en Argentina, paralizadas por la destrucción deliberada del neoliberalismo, y luego por abiertas presiones en contra de EEUU, y seguramente de algunos funcionarios muy proclives a los dictados de “las embajadas”, como hubo versiones de un conspicuo “cajoneador” de expedientes.

Incluso hubo “advertencias” de la Generala Laura Richardson, del Comando Sur de EEUU, ante la posibilidad que Argentina adquiriera material supersónico de China o Rusia para reequipar nuestra maltrecha Fuerza Aérea.

Pero el mundo multipolar actual, no se reduce a la dupla EEUU – China. Hay otros actores de peso. India es otra poderosa Potencia Emergente, que va en camino -si no sucedieran imponderables- de ser la tercera potencia económica mundial, en cuyo caso superaría por PBI a Japón y Alemania.

Brasil, por la importancia de su PBI y sus estructuras tecnológicas e industriales, es un jugador de peso en el concierto mundial, siendo además destacable que Dilma Rousseff dirija la estructura financiera de los BRICS, grupo de creciente importancia en el contexto geopolítico mundial. Será muy importante concretar la incorporación de Argentina a ese bloque.

Rusia resurgió como un actor relevante en el contexto mundial, y entre otras amenazas, están las presiones del establishment atlantista, por dividirla en cuatro o más países, claramente para difuminar la creciente importancia que está recobrando, enfrentando incluso las múltiples sanciones económicas y políticas impuestas por los atlantistas, además del ya prolongado conflicto contra la OTAN en Ucrania.

También deben ser considerados otros Estados, de relevancia económica y geopolítica, como Japón, Irán, Arabia Saudita, Sudáfrica, y algunos más.

La Unión Europea, más allá de la subordinación a los objetivos de EEUU en la guerra que la OTAN libra contra Rusia en Ucrania (en un deplorable desangrarse de dos pueblos de similares etnias y culturas); la UE busca recomponerse, y de algún modo suplir sus carencias energéticas y lograr incrementar sus exportaciones industriales y tecnológicas. Además, como lo hizo antes, seguramente buscará transferir la crisis económica y social al mundo subdesarrollado, en recurrentes metodologías de tipo colonialista.

En ese sentido, las presiones claras hechas por la presidenta de la UE, Ursula von der Leyen, para concretar un -para nosotros- nefasto acuerdo de libre comercio, así como el acceso fácil al estratégico litio, muestra a las claras los afanes injerencistas y neocolonialistas de ese bloque político – económico.

Ya hay un preacuerdo, rubricado por el precedente gobierno neoliberal de Argentina. Así como en su momento, en Mar Del Plata, se rechazó el Tratado de Libre Comercio, que pretendió imponernos EEUU, hoy es imperioso evitar en forma categórica ese acuerdo con la Unión Europea…y con quien sea.

Más allá del rechazo a las presiones europeas, lo que es crucial para nuestros intereses nacionales y de toda la región, es de vital importancia fortalecer la CELAC y volver a crear la UNASUR, disuelta por gobiernos neoliberales de Sudamérica, acordes a esa ideología opuesta a todo lo Nacional y claramente contraria a todo principio de soberanía de nuestras naciones y a la necesidad de conformar un fuerte bloque regional, lo cual es un imperativo geopolítico para nuestros pueblos.

En contra de los Intereses Estratégicos de Argentina, dos amenazas muy concretas se ciernen, y es imperativo en un caso neutralizar sus efectos claramente negativos, y en otro evitarla.

Salir de la encerrona de dependencia financiera y política, que es la cuantiosa deuda con el FMI, y evitar que el poder político formal vuelva a caer en manos de neoliberales, que desprecian la soberanía y están dispuestos a aplicar nefastas “recetas” recesivas, que ya demostraron sus negativas consecuencias en precedentes y no muy lejanos períodos de nuestra historia nacional, en particular la crisis terminal de 2001/2002, que entre otros objetivos nefastos, promovía la balcanización de Argentina, mediante el infame procedimiento de canjear deudas por territorio, en un proceder reiterativo que cuenta con otros impulsores, como el exgobernador neoliberal “cambiemita” que promovió la insólita “independencia” de Mendoza, y los fogoneadores del ultra indigenismo, sembradores de odios y promotores de discursos y acciones separatistas.

Es mucho lo que está en juego, nada menos que la supervivencia de Argentina como unidad nacional, y la consolidación de la Patria Grande. Pero tanto desde distintos sectores civiles (como ONGs, algunos académicos, ciertas “progresías” muy confusas, comunicadores alineados con los promotores de crisis y desguaces territoriales, y otros), como de los institutos militares, se sigue promoviendo y enseñando perniciosas doctrinas claramente opuestas a los Grandes Intereses Nacionales.

En esos institutos, poco o nada se enseña de Geopolitica, Economía e Historia, siendo evidente que se centran en anacrónicos preceptos setentistas, del “peligro marxista” (sin advertir que la amenaza es la OTAN, que apoya las usurpaciones del Reino Unido, además de promover el ultra indigenismo y el ultra ecologismo) y del odio visceral a todo lo Nacional y Popular, como lo inculcaron a presión en el nefasto “proceso” cívico militar de 1976-1983, en el cual se nos subordinó el neoliberalismo apátrida, hecho concreto que no quieren asumir, ni las cúpulas uniformadas ni los subordinados, con honrosas excepciones.

Es esencial volver a priorizar los sanos valores del Pensamiento Nacional, libre de la sumatoria de prejuicios falaces, inculcados como supuestas verdades absolutas. Se volverá sobre este tema, si Dios quiere.

Respecto a las operaciones tendientes al desguace territorial de Argentina, debe tenerse presente que si esa amenaza existe en concreto contra la potencia económica, tecnológica y militar que es Rusia; y si desguazaron Yugoeslavia y destrozaron a Iraq, Libia, la región del Cuerno de África y otros Estados; también abundan varios indicadores que muestran que nuestro vasto territorio -el octavo del mundo por su extensión- enfrenta amenazas concretas de balcanización, siendo las mismas expuestas y evidenciadas por sectores de “derechas e izquierdas”, tan antinacionales unas como otras.

De los primeros, la precandidata presidencial neoliberal, expresó su intención de abandonar los fundados reclamos de soberanía argentina por Malvinas, Georgias y Sandwich del Sur, a cambio de una partida de vacunas, en una miserable muestra de cipayismo explícito; el expresidente endeudador y destructor socio económico, dijo “no entender de problemas de soberanía”, demostrando con sus acciones su desprecio por ese concepto elemental; el exvicepresidente del Banco Central en el mismo período destructivamente neoliberal, Lucas Llach, también hizo gala de cipayismo, al expresar que “no solo regalaría Malvinas al Reino Unido, sino también Antártida y Tierra Del Fuego, que solo ocasionan gastos”, demostrando burlarse abiertamente de toda idea de Grandeza Nacional.

Por su parte, desde “las izquierdas”, las “progresías” son en muchos casos activas militantes de nocivas ideas contrarias al desarrollo, a la soberanía y a la estructura familiar tradicional como núcleo básico social, como las impulsadas desde ONGs ultra ecologistas, ultra indigenistas, y otras. Algunos de esas “izquierdas” siguen pregonando violencias, no asumiendo que fueron actores activos del contexto de virtual guerra civil, definida por el intelectual británico Harry S. Ferns como la única forma de destruir los notables avances logrados en Argentina por gobiernos de Orientación Nacional.

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¿Put-in o Put-out?

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Las últimas semanas fueron claves para revelar el nuevo curso de la guerra en Ucrania. Un fuego cruzado que ya golpea las puertas de Moscú y deja al descubierto la duda: ¿Putin se está debilitando?

Una de cal y una de arena para Rusia. La buena noticia fue que hace algunas semanas nada más, el Jefe de la Compañía Wagner anunció la toma del 100% de Bajmut. Este enclave ucraniano es de suma importancia para las pretensiones bélicas rusas, entendiendo que es un punto estratégico para la movilidad y el rearme de tropas. Sin embargo, eso solo fue el ojo de la tormenta. De manera consecutiva, el grupo de mercenarios anunció su retiro de esa ciudad y el líder terminó propinando una serie de críticas ante el mal ensamble del ejército ruso. Acto seguido, casi como reprimenda, los ataques en Belgorod por un grupo de saboteadores llamados “Legión para la libertad de Rusia”, y un aluvión de drones de guerra que tuvieron como objetivo a Moscú. Este último hecho es sumamente fuerte, más allá de que no hubo fallecidos, fue un mensaje crudo al mundo.

Con el asedio a la capital rusa, la fragilidad del Kremlin quedó al descubierto. Moscú fue, justamente, el enclave que marcó el fin de grandes incursiones bélicas en la historia. Fue el lugar a donde ni Napoleón Bonaparte ni Adolf Hitler pudieron llegar. Lo simbólico de esto es directo, Ucrania con el apoyo económico y bélico de las potencias occidentales es capaz de propiciar un golpe de knockout al país de Putin. Asimismo, esto solamente reafirma la teoría de que esta guerra dejó de ser entre Ucrania y Rusia hace tiempo, para transformarse en un conflicto híbrido entre Occidente y Rusia.

Bajo este contexto se encuentra el mandamás ruso. Putin, quien siempre tuvo una mano de hierro para resolver conflictos y ganar guerras, hoy pareciera débil y aislado. El mandatario sabe que una dotación de misiles nucleares puede destruir a Ucrania por completo, pero nadie estaría de acuerdo con eso. Lo más probable es que esa acción sea el desencadenante de una guerra mundial. Ni siquiera China, máximo aliado del Kremlin, está de acuerdo con una guerra de semejante magnitud, ya que paralizaría la economía mundial. En este último punto es donde Xi Jinping está llevando adelante su propia guerra comercial con Estados Unidos, y con un proceso global creciente y tendiente a la desdolarización, Pekín no permitiría que Rusia de semejante golpe.

Por otro lado, el brutal ejército ejemplar de Rusia (heredero del poderío soviético) no parece ser lo que nos han contado. Sin embargo, el problema no es táctico, el problema es social. Los rusos no están encomendados a llevar adelante una guerra hasta las últimas consecuencias contra Ucrania, como si lo hicieron contra los Chechenos, por razones obvias. Chechenia y el islam fueron vendidos como los grandes enemigos de la construcción del Estado y la idiosincrasia rusa, ante ello, el motus propio fue defender una “patria” construida. Además de ello, los atentados en Rusia fueron motivo suficiente como para tener la decisión de combatirlos. Con Ucrania no pasa eso, al menos hasta ahora. Si Zelenski decide que puede atacar a Moscú y lo hace efectivamente, la capacidad máxima del motor bélico ruso si podría estallar, y si algo demostró la historia, es que cuando Rusia se toma las cosas en serio, las cumple.

Hay otra hipótesis interesante: la guerra de desgaste. Este punto es llamativo, porque involucra la idea de que Rusia está luchando a “media máquina” sin pretensiones inmediatas de ganar las batallas y ocupar un lugar, sino que extenderla lo máximo posible para debilitar al contrincante. Contra todo pronóstico, el rival no es Ucrania, por más disonante que parezca. En este apartado, el antagonista es Occidente, entendida por el resto de Europa y Estados Unidos. Pensarlo de esta manera nos lleva a reflexionar en cuanto se empobreció el viejo continente desde que arrancó la contienda bélica. Los europeos, dueños inasequibles del dedo acusador, se quedaron sin gas, con poco combustible y con una inflación galopante que preocupa a los especialistas. El europeo de a pie está cada día más empobrecido, a causa de una guerra que es financiada por sus propios líderes en Ucrania.

En Estados Unidos, la inflación es creciente, es una realidad. Pero el verdadero golpe que asestó Putin a la Casa Blanca es que demostró la incapacidad de prever una guerra, más allá de toda suspicacia. Por otra parte, hay algo que es cierto, y es que Estados Unidos está invirtiendo mucho dinero en esta conflagración. Léase “inversión”, comprendiendo que una victoria de Ucrania simbolizaría el principio del fin de Putin en Rusia y con ello, nuevos mercados y expansión hegemónica del Tío Sam. Además, EEUU podría posicionarse como el gran acreedor de la reconstrucción económica de Europa, e inclusive con un “Plan Marshall” para Ucrania. A los yankees no les fue mal cada vez que hicieron negocios con la guerra.
Putin parece no tener alternativa. Quizás con un régimen desgastado y sin un sucesor fuerte a la vista, todo indica que la guerra seguirá su curso hasta que puedan aparecer tres escenarios:
A) Rusia gana la guerra a como dé lugar y con ese resultado termina ocupando el este ucraniano;
B) El ejército ruso emprende su retirada y con ello la victoria ucraniana y el declive de Putin;
C) Un tratado de paz mundial pone fin al fuego cruzado y comienza una nueva era de cortina de hierro, teniendo a Ucrania y Bielorrusia como los enclaves defensores de dos modelos políticos.

Putin, el inquebrantable líder ruso, ex agente de la KGB, un hombre con una disciplina absoluta y uno de los pocos políticos criados en la Guerra Fría, parece despedirse poco a poco del escenario global. Pase lo que pase, las cartas están echadas. Una derrota lo fulmina y una victoria lo transforma en un mártir ruso. Sin embargo, todo indica que esta es la última gran jugada del mandatario, por su avanzada edad y por la magnitud que tomó esta guerra. El mundo tendrá que comenzar a acostumbrarse a una Rusia sin Putin y a una geopolítica donde no hay héroes ni villanos, solo intereses.

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BRICSA, UNASUR, CELAC, la era de los grandes bloques geopolíticos

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Coincidiendo plenamente con otros analistas geopolíticos, es evidente que estamos en un mundo nuevamente bipolar, pero con caracteres de multipolaridad potencial, en el cual los grandes bloques geopolíticos se consolidan como el factor determinante e ineludible del Poder Mundial. 

Salvo los pocos países con dimensiones continentales y avanzado grado de desarrollo, las naciones en forma separada tienen muy poca capacidad de maniobras geopolíticas, por sus escasas relevancias individuales. 

Básicamente hoy coexisten, con muchas rispideces, dos mega bloques, que pueden definirse como el Atlantismo y el Continentalismo. 

El Atlantismo tiene como referentes principales a las dos principales potencias anglosajonas, EEUU y el Reino Unido, a ambos lados del océano que le da su nombre. A lo largo de casi cinco siglos, el Atlántico fue el eje sobre el que pivotearon la economía y el poder armado del mundo. 

Hoy el Poder Mundial evidencia estar cambiando. La Unión Europea, cuyo PBI “comunitario” alcanzó a ser más relevante que el de EEUU, y con un brazo armado de considerable capacidad de disuasión, se muestra hoy más que como aliada de EEUU en la OTAN, más bien en actitudes subordinadas a los dictados de ambas grandes potencias anglosajonas. 

Resulta evidente que, pese a los avances de integración, la UE no deja de ser un mosaico, con potencialidades e intereses algo o muy disímiles entre sus componentes. No es la UE un bloque homogéneo ni mucho menos, además de muy dependiente de fuentes energéticas importadas. 

Pese al predominio mundial anglosajón de fines del siglo XIX y comienzos del XX, el geógrafo y uno de los primeros analistas geopolíticos del mundo, el británico Halford Mackinder no puso el eje potencial del Poder Mundial en las Islas Británicas, acuñando el concepto de la Gran Isla Mundial, para referirse a esa enorme masa terrestre formada por los tres continentes intercomunicados que son Asia, África y Europa, dentro del cual el “viejo continente” europeo es apenas un pequeño apéndice de ese formidable megacontinente. Fue Mackinder quien afirmó que quien domine la Isla Mundial dominará el mundo. Hoy la Isla Mundial es sede del Bloque Continentalista. 

Con base en el núcleo continental de la “isla mundial” se sitúan las dos potencias principales del Continentalismo, China y Rusia, que hoy evidencian operar con grandes coincidencias. 

El Continentalismo es un bloque de poder enfrentado y en tensión con el Atlantismo. La existencia de esos dos grandes bloques del poder, evidenciaría el resurgimiento del Mundo Bipolar, muy similar al bipolarismo existente por casi medio siglo desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la eclosión y desguace de la Unión Soviética, cuando emergió el efímero Mundo Unipolar. Pero la existencia de varias Potencias Emergentes y las creaciones de varias agrupaciones de naciones con intereses similares o en común, permiten afirmar que estamos en la Era Multipolar de los Grandes Bloques de Poder. 

En ese evidente contexto mundial, en esta Era de los Grandes Bloques de Poder, las capacidades de decisión de países no integrados al respectivo Bloque de Poder de su región o continente o de intereses estratégicos, aparecen como muy limitadas o incluso totalmente irrelevantes. 

Algunos de esos bloques o asociaciones estratégicas tienen caracteres claramente de cercanías geográficas, como el NAFTA, entre Canadá, EEUU y México. 

La OPEP defiende los intereses específicos de las naciones grandes exportadoras de petróleo y gas, las que antes de su creación recibían migajas por sus estratégicas exportaciones. 

Otros son de índole pura o esencialmente militar, como el AUKUS, que nuclea a Australia, Reino Unido y EEUU, buscando formar o tener operativa una fuerza militar básicamente naval, para enfrentar al poderío chino en el sur y sudeste asiático. Similar es el caso de la OTAN, creada para enfrentar a la Unión Soviética, siendo hoy el brazo armado del Atlantismo, atribuyéndose potestades de intervenir donde sea. 

La Organización del Tratado de Seguridad Colectiva articula acuerdos políticos y de defensa, que abarca además de Rusia otros Estados europeos con fuerte afinidad con la potencia bicontinental, incluyendo también diversos países de Asia Central. Involucra de hecho un amplio territorio euro asiático. A los actuales integrantes de la OTSC (Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán, Rusia, Tayikistán), se sumaría Irán, que ya solicitó su membresía. 

El BRIC fue compuesto inicialmente por las cuatro Potencias Emergentes que se perfilaban como nuevas o resurgentes grandes potencias. Su denominación se compone con las iniciales de esas potencias: Brasil, Rusia, India y China; todas ellas posicionadas entre las principales diez mayores del mundo al momento de su creación. Hoy China disputa el liderazgo económico mundial con EEUU, mientras que Rusia volvió a posicionarse como una de las grandes potencias mundiales; por su parte India también exhibe un importantísimo PBI en crecimiento, respaldado por una más que respetable capacidad de defensa; y en ese contexto, Brasil muestra la mayor economía de toda Íbero América. 

Poco después se agregó Sudáfrica, conformando el BRICS, pasando a ser el representante africano en ese nucleamiento de caracteres poli continentales, con claros caracteres diferentes respecto a otros grupos de poder. 

En Íbero América se formaron diversas asociaciones supra nacionales, algunas de efímera vigencia, como el ABC impulsado por Perón en Argentina, Vargas en Brasil e Ibáñez en Chile. Eran presidentes con mentalidad nacional y visión integradora de la Patria Grande. El ABC Fue desarticulado por golpes de Estado y reacciones políticas destituyentes, de sectores ultra conservadores afines al liberalismo económico y políticamente reaccionarios. 

En los pasados años ’80 se formó el Mercosur, integrando las dos mayores economías de Sudamérica (Argentina y Brasil), y sumando también a los vecinos y hermanos Paraguay y Uruguay. 

Después, al asumir en Íbero América diversos gobiernos no alineados al neoliberalismo funcional a la doctrina del patio trasero, o sea la decimonónica Doctrina Monroe y la posterior Doctrina del Gran Garrote de Theodore Roosevelt, encubiertas bajo el pretexto del “libre comercio” del nefasto proyecto del ALCA, esos avances neocolonialistas fueron rechazados contundentemente en la Cumbre de Mar Del Plata, en 2005. 

La existencia de esos gobiernos no subordinados a las imposiciones del Atlantismo, permitió el desarrollo de la UNASUR (con las naciones de Sudamérica) y de la CELAC (con toda Íbero América más El Caribe insular). Al volver a tomar el poder formal, vía golpes de Estado, golpes mediático – judiciales, o traiciones lisas y llanas a sus plataformas políticas, diversos gobiernos sudamericanos subordinados al neoliberalismo extremo alentado desde EEUU y el Atlantismo, se cometió la aberración geopolítica de disolver la UNASUR y se le “bajó el tono” a la importancia de la CELAC, a la vez que hubo presiones para desarticular el Mercosur vía tratado de libre comercio con la Unión Europea. 

Las sucesivas recientes derrotas electorales de sectores políticos neoliberales en Íbero América, volvieron a cambiar el fiel de la balanza geopolítica, si bien los sectores del Pensamiento Nacional o simplemente de orientaciones populares y nacionales, enfrentan duras oposiciones por parte del aparataje ultra conservador en lo político y ultra liberal en lo económico. Pero como sea, se evidencian volver a dar las condiciones para resurgir la necesaria UNASUR, a la vez que fortalecer a la CELAC, la cual es necesario que suplante totalmente al ente de sumisión expresa de Íbero América y El Caribe a los dictados del establishment de EEUU, rol que de hecho es la OEA; la cual opera como el “ministerio del patio trasero de EEUU”. 

En ese contexto de retroceso -resistido de muy mala gana- de los sectores políticos claramente afines a ideologías excluyentes de los sectores populares, y vinculados sectores económicos concentrados; parecen volver a darse condiciones favorables al desarrollo socio económico y a las políticas de integración de nuestras naciones, para formar y luego consolidar un gran Bloque de Poder Geopolítico, tanto en Sudamérica como en toda Íbero América y El Caribe, lo cual es una imperiosa necesidad para nuestra región continental. Se puede afirmar, que o nos unimos en un sólido bloque geopolítico, económico y de defensa en común; o corremos serio riesgo de desaparecer como entidades nacionales independientes. La renacida UNASUR, de consolidarse, tendrá una superficie total equivalente a la de Rusia, la nación más extensa del mundo, contando con muchos factores positivos, como la Historia en común, idioma castellano que nos une y es muy similar al portugués, carencia de odios insalvables, y en general ausencia de racismos u otros factores insalvables que de existir podrían afectar ese importante objetivo de integración. 

Y en ese cuadro de situación, la muy posible integración de Argentina al BRICS, a transformarse en el BRICSA, sin duda fortalecerá a ese bloque de poder de relieve mundial, a la vez que fortalecerá a nuestro país y a las naciones hermanas del Mercosur, la potencialmente renacida UNASUR, y la CELAC. 

Claro que para eso se deberán neutralizar las acciones disolventes de nuestro desarrollo y unidad regional, por parte de los sectores de poder que accionan para someternos como neocolonias del siglo XXI, subordinadas al proyecto hegemónico de las potencias neocolonialistas y los mega grupos que operan a favor de la globalización salvaje, que busca la desaparición de los Estados Nacionales que no alcanzaron estatus de grandes potencias. 

Y para esos objetivos antinacionales y anti populares, operan los aparatajes de los poderosos conglomerados mediáticos, los cooptados del Poder Judicial, así como sectores muy colonizados mentales o reaccionarios de las fuerzas armadas y de determinados operadores de “los servicios”, estos dos últimos anclados en anacrónicas ideas vigentes en los años ’70, que siguen asumiendo como excluyentemente vigentes, creyéndose “muy patriotas” pero en realidad son simples patrioteros de bandera, que operan como cipayos asumidos, subordinados a los mandatos anglosajones. Complementando el desquicio antinacional, actúan enfervorizados y muy poco pensantes sectores de “las progresías”, acatando cuantas ideas fuerzas claramente nocivas al Interés Nacional, son predicadas por diversas ONGs anglosajonas pseudo ecologistas, ultra indigenistas, anti hispanistas distorsionadoras de la historia, supuestas “derecho – humanistas” que atacan a la familia tradicional y fomentan el antiteísmo ultra materialista, y otros similares, sembrando odios y confusiones que pavimentan el camino a la disolución nacional. Pero esto último, si bien se vincula, tiene entidad de ser otro tema. 

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