¿Cuánto cuesta un recital en Argentina y en el mundo?
Un nuevo informe elaborado por la consultora Focus Market, dirigida por el economista Damián Di Pace, analiza el precio de los espectáculos musicales en distintos países del mundo, comparando entradas a shows internacionales y festivales como Lollapalooza. El estudio no solo revela el valor nominal de asistir a un recital, sino también su impacto relativo según el poder adquisitivo local.
“La música se ha transformado en una industria multimillonaria. Hoy, cada beat, cada show, cada tendencia viral representa una forma de monetización. Las giras de los grandes artistas recaudan tanto como una superproducción de Hollywood”, afirma Di Pace.
El informe destaca que Europa presenta los precios más elevados para asistir a un recital, aunque esto se explica por una estructura de costos más compleja: ingresos más altos, mayor calidad de infraestructura y costos organizativos superiores. Estados Unidos, en tanto, también mantiene precios elevados, pero compensa a través del volumen masivo de asistentes.
En América Latina, los precios nominales son menores, pero no necesariamente más accesibles. “El poder adquisitivo en la región es considerablemente más bajo, lo que hace que asistir a un show internacional pueda representar un esfuerzo económico similar o incluso mayor que en países desarrollados”, advierte Focus Market.
En Argentina, la música en vivo funciona como válvula de escape en contextos de crisis. Según el informe, luego de períodos de recesión económica, el gasto en entretenimiento tiende a crecer, desplazando a otras prioridades como bienes durables o turismo.
“La gente busca satisfacción inmediata. Los recitales y espectáculos ofrecen una experiencia emocional que muchas veces justifica el esfuerzo económico”, explica Di Pace.
Esta conducta es especialmente visible en grandes ciudades como Buenos Aires, donde la cartelera de shows suele concentrar las giras internacionales.
Lollapalooza y la brecha regional
El análisis de Focus Market también incluye un desglose comparativo de precios del festival Lollapalooza en Argentina, Brasil y Chile. Aunque en términos absolutos Argentina presenta el valor más bajo, el contraste se amplía al considerar variables como tipo de cambio, inflación y beneficios incluidos.
En Chile, por ejemplo, las entradas casi duplican a las de Argentina, pero incluyen beneficios como sectores VIP, sillas numeradas o estacionamiento preferencial. Esto responde a un público que valora la experiencia completa y está dispuesto a pagar más por ella.
En Argentina, en cambio, la menor cantidad de fechas disponibles por artista, junto a políticas como el tipo de cambio preferencial para productoras, permiten sostener precios más competitivos.
El informe también revela una marcada diferencia entre los recitales de artistas internacionales y los de músicos locales. Mientras que traer a una figura global implica costos en dólares —caché, traslados, impuestos, logística—, las producciones nacionales son más austeras y, por ende, más accesibles para el público.
Sin embargo, los artistas argentinos suelen realizar giras más extensas, lo que diluye la urgencia del espectador. A diferencia de los shows internacionales, que son eventos únicos, la posibilidad de que un artista local repita función en otra ciudad reduce la percepción de exclusividad.
El costo total de asistir a un recital no se limita al valor de la entrada. Para una familia tipo de cuatro integrantes, hay que sumar transporte, comida, bebidas, merchandising y estacionamiento. Según Focus Market, el desembolso promedio ronda los $270.000, lo que representa cerca del 25,9% del ingreso mensual de una familia del decil más alto, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares del tercer trimestre de 2024.
La categoría “Recreación y cultura” ha tenido un comportamiento inflacionario similar al índice general. Sin embargo, en tiempos de incertidumbre, el consumo en espectáculos tiende a mantenerse, como una forma de bienestar emocional.
“Después de momentos difíciles, muchas personas priorizan experiencias por sobre bienes. Ir a un recital es, en ese sentido, un acto de recuperación simbólica”, analiza Di Pace.
Una industria con nuevas reglas
El modelo de negocios de la música cambió radicalmente. Los discos dejaron de ser el eje central y hoy los ingresos de los artistas provienen de recitales, merchandising, contenidos digitales y acuerdos comerciales.
Ejemplos como Duki, que genera cerca de US$75.000 mensuales en contratos musicales, o Bad Bunny, cuyo patrimonio ronda los US$88 millones, ilustran la magnitud de la industria y su capacidad de capitalización más allá del escenario.
Más allá del fenómeno económico, Focus Market destaca que el éxito de la industria musical depende de una variable central: la audiencia. Los fans sostienen con su consumo —entradas, streaming, redes, productos— la maquinaria que permite a los artistas convertir su talento en marca y en fuente de ingresos constante.
“El talento solo no alcanza: sin el público, no hay espectáculo posible”, concluye Di Pace.


