El papa Francisco recibió hoy en el Vaticano al presidente de Colombia, Gustavo Petro, en un encuentro de poco más de media hora en el que la paz fue uno de los temas de la agenda, informaron a Télam fuentes de la Santa Sede.
El pontífice y Petro se reunieron durante 35 minutos en la Biblioteca Privada del segundo piso del Palacio Apostólico, en el segundo encuentro entre ambos, el primero desde que el mandatario asumió el cargo en agosto de 2022. En febrero de ese año, Petro había visitado a Jorge Bergoglio como candidato a la presidencia.
Tras el encuentro, el Papa le obsequió a Petro una escultura sobre la inmigración y sus escritos, mientras que Petro le obsequió un poncho artesanal y café producido en su país.
Según planteó Petro antes de la reunión, el eje central de su visita a la Santa Sede es “la paz en Colombia y en el mundo”.
La reunión se da en un marco en el que el gobierno de Colombia informó el domingo que acordó con la organización guerrillera Estado Mayor Central (EMC) la extensión hasta mediados de julio del cese del fuego bilateral que regía desde octubre e iba a vencer esta semana.
El EMC es el mayor entre los grupos disidentes de la disolución de las FARC, dispuesta como consecuencia del acuerdo de paz entre la hasta entonces mayor estructura del país y el gobierno, celebrado a fines de 2016.
Delegados del gobierno y el EMC están celebrando en Bogotá el tercer ciclo de negociaciones en pos de un acuerdo definitivo de paz, con algunos avances significativos, como el compromiso de los guerrilleros de abandonar el secuestro extorsivo, en medio de algunas denuncias de los negociadores del grupo armado de violaciones de parte de las Fuerzas Armadas de la suspensión de operaciones en sus zonas de influencia.
PorDaniel Guerrero de Bloomberg – El primer gobierno de izquierda en Colombia concluye su primer año de mandato con un PIB más fuerte de lo esperado, inflación de 2 dígitos y desempleo a la baja. La deuda sigue siendo alta.
Gustavo Petro cumplió su primer año de Gobierno en Colombia y para evaluarlo sin los apasionamientos de la política y lo que rodea su figura lo mejor es revisar los indicadores económicos para poder hacer un balance.
Hay que tener presente que Petro asumió el Gobierno el 7 de agosto de 2022 y que las expectativas indicaban que la inflación tras su posesión seguiría subiendo y que la economía, tras dos muy buenos años de crecimiento, se desaceleraría en un contexto de tasas de interés altas e incertidumbre por cuenta de una eventual recesión en Estados Unidos.
La inflación de la era Petro
La trepada de los precios en Colombia inició en 2020 con la pandemia del Covid-19 que azotó a todas las economías del mundo. Sin embargo, en el país subió aún más que sus pares de la región por cuenta del estallido social de abril de 2021 en respuesta a una ambiciosa propuesta de Reforma Tributaria del gobierno de Iván Duque y el exministro Alberto Carrasquilla.
Las protestas que dejaron al país fraccionado y sumido en una profunda división ideológica se prologaron hasta el tercer trimestre de 2021.
La recuperación de los niveles de precio previos al estallido tardó mucho más de lo previsto y, en especial en el rubro de alimentos, fue particularmente difícil. La situación se hizo aún más compleja con la guerra de Rusia y Ucrania que afectó la producción agropecuaria de todos los países.
Así las cosas, en agosto de 2022 cuando Gustavo Petro asume las riendas de Colombia, la inflación se ubicaba en 10,84% y dentro de esta los alimentos crecían al 25,57%.
El control de la inflación no está en el resorte del Gobierno sino del Banco de la República, una autoridad independiente al Ejecutivo, sin embargo, es la articulación de la política monetaria del Emisor y la política económica del Gobierno la que permite el control de los precios.
En Colombia la inflación siguió al alza hasta marzo pasado cuando alcanzó su máximo de 13,34%, sin embargo, los alimentos para ese momento ya comenzaban a aflojar en su escalada de precio y presentaban una variación anual del 21%, comportamiento similar, pero inferior, al de los alimentos en otros países emergentes.
Concluido el primer año de Petro en la presidencia, es decir, con el dato de la inflación de julio por conocerse, el IPC total va en desaceleración creciendo al 12,1%, y los alimentos aumentan en la actualidad al 14,31%.
Desempleo
Una de las variables que más les preocupa a los colombianos es la tasa de desempleo. En Colombia, salvo contadas excepciones, se ha mantenido en niveles superiores al 10%.
La actividad económica suele ser un indicador de la tasa de desempleo puesto que a mayor actividad mayor necesidad de mano de obra. En momentos de dificultades para la economía los sectores de obras civiles suelen ser los llamados a liderar el crecimiento y la generación de empleo.
En agosto de 2022, cuando Petro ya era presidente, la tasa de desempleo se ubicaba en 10,6% y eso estaba representado en 2,6 millones de desempleados en el país.
Recientemente el Dane entregó el dato de desempleo con corte a junio de 2023, el más actualizado y dejó que por primera vez desde 2021 la tasa bajó de 10% y se ubicó en el 9,3%.
Esto se vio reflejado en que 2,4 millones de colombianos estuvieron sin trabajo en junio, eso quiere decir, 200 mil menos que cuando Petro asumió el mandato.
Año volátil para el dólar
La tasa de cambio es otro de los indicadores que afecta a la población a todos los niveles. En algunos casos es crucial para el precio de las mercancías que se comercializan en el país y en otros casos resulta decisivo para tomar decisiones como lo pueden ser el turismo.
La tasa de cambio se debe ver desde dos momentos. El primero, cuando Gustavo Petro resultó ganador de la segunda vuelta, y el segundo, desde que inició su administración.
Los economistas han logrado demostrar que históricamente la tasa de cambio reacciona a un nuevo mandatario desde el momento en que es elegido y, posteriormente cuando asumen el control del Ejecutivo, ratifican o moderan sus posturas de acuerdo a las formas de cada mandatario.
La tasa de cambio en Colombia el día negociado anterior a la segunda vuelta presidencial era de $3.905 por dólar, y tras confirmarse la victoria de Gustavo Petro, se incrementó en la siguiente sesión de negociación a $4.026.
El precio del dólar siguió incrementándose durante los meses siguientes evaluando el proceso de empalme entre Petro y Duque a la vez que reaccionaba a los nombramientos ministeriales que hizo el electo presidente.
Para el 6 de agosto, día anterior a la posesión de Petro, la TRM en Colombia era de $4.337 y tras sus primeros meses de gobierno reaccionó negativamente a temas como la no exploración petrolera o la insinuación de emisión monetaria.
El máximo lo alcanzó el 4 de noviembre de 2022 cuando cerró en los $5.133. El 2022 el peso colombiano cerró con una devaluación histórica entre las más grandes de la región y muy distante de sus pares en América Latina.
Sin embargo, en 2023 ha logrado revertir dicha situación y se consolida como la moneda más fuerte contra el dólar en lo que va del año a pesar de los recientes episodios de depreciación.
La fortaleza del dólar en este año es explicada por el rebote a la fuerte depreciación de 2022, y a la solidez del sistema de contrapesos en Colombia que ha impedido al Gobierno aprobar sus reformas tal y como fueron presentadas y ahora está en el proceso de negociar cambios con el Legislativo para concluir con su trámite.
Hoy la tasa de cambio es de $4.077, muy cercana a los $3.905 previos a su elección y en un nivel inferior al que se encontraba cuando Petro asumió el poder.
La deuda sigue alta
La deuda externa es un indicador al que le hacen seguimiento los entes multilaterales, y las agencias calificadoras de riesgo y no tanto las personas del común.
Además, la deuda no debe verse como un número entero puesto que es normal que aumente con el pasar de los meses, sino que debe verse en relación al Producto Interno Bruto.
Las cifras del Banco de la República muestran que con corte a agosto de 2022 la deuda externa colombiana era de US$177.836 millones y eso era equivalente al 51,8% del PIB.
Tras el primer año de Gobierno la deuda como proporción del PIB aumentó a 55,3% y suma US$187.318 millones, con corte a abril, que es el dato más reciente reportado por el Emisor.
El director de la Policía Nacional de Colombia, Henry Sanabria, ordenó hoy la suspensión inmediata del uso de glifosato y la erradicación forzada de cultivos de cocaína, informaron las autoridades y medios locales.
“Por orden del mayor general Henry Sanabria, la Policía de Colombia suspende la erradicación forzada de cultivos de coca en el país y se aplicará una erradicación voluntaria”, publicó en su cuenta de Twitter la emisora Caracol Radio.
Sanabria dijo al diario local El Tiempo que el objetivo de la suspensión es fomentar la erradicación voluntaria para evitar el uso del glifosato que, según algunos estudios, afecta la salud humana.
“Lo que estamos aplicando es la erradicación voluntaria en ciertos sitios donde hemos tenido una reunión de campo de ciertos miembros de la institución y otras entidades del Estado para motivar la erradicación voluntaria y la sustitución”, expuso.
Además, refirió que no es de su conocimiento si el presidente Gustavo Petro había avisado al Gobierno de Estados Unidos sobre esta decisión.
Sanabria afirmó además que la única directriz hasta el momento en la Dirección Antinarcóticos es que se le envió a la Agencia Nacional de Licencias Ambientales una petición para no dar continuidad “al permiso ambiental que se le había solicitado para el uso de glifosato, esperando las conclusiones del consejo de ministros”.
“Esperaremos las directrices bajo este punto, mientras tanto la persecución a las organizaciones ilegales dedicadas a este negocio criminal seguirán para dar con la captura de las personas que tenemos señaladas dentro del narcotráfico”, concluyó.
Escribe Laura Natalia Cruz Cañón, Diálogo Chino. El primer presidente de izquierda de la historia de Colombia, Gustavo Petro, tomó posesión de su cargo este domingo 7 de agosto, junto a Francia Márquez, la primera vicepresidenta afrocolombiana del país, tras la victoria en las elecciones del 19 de junio. Obtuvieron 11,2 millones de votos en la segunda vuelta, la votación más alta en la historia de Colombia.
El gobierno de Petro y Márquez ha prometido una transformación social que lleve a Colombia a una “era de paz” en la que el cuidado del medio ambiente es una medida transversal a todo el programa de gobierno. El objetivo de la próxima administración, según se lee en el documento, es convertir al país en una “potencia mundial de la vida”, buscando “realizar transformaciones de fondo para enfrentar la emergencia por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad […] dejando atrás la dependencia exclusiva del modelo extractivista y democratizando el uso de energías limpias”.
“El nuevo gobierno es el más ambientalista de la historia”, dice Manuel Rodríguez Becerra, presidente del Foro Nacional Ambiental y ex ministro de Ambiente, pues hay varios integrantes expertos en la materia, empezando por el mismo presidente.
Rodríguez califica a la vicepresidenta Márquez, ex premio Goldman, como “una reconocida líder socioambiental”, y destaca que la nueva ministra de Ambiente, Susana Muhamad, estuvo al frente de la cartera de Medio Ambiente de Bogotá durante la etapa de Gustavo Petro como alcalde de la capital (2012-2015).
Por otra parte, Rodríguez señala que la nueva ministra de Agricultura, la veterana Cecilia López Montaño, ya fue ministra de Ambiente en los años 90, y califica al nuevo ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, como “uno de los pocos en América Latina que ha investigado a fondo sobre desarrollo sostenible y medio ambiente”.
Puede que el gabinete esté repleto de progresistas, pero conseguir avances en cuestiones medioambientales no será del todo sencillo para el gobierno de Petro, que probablemente se enfrente a un parlamento muy dividido, a los impactos de las crisis mundiales y a la resistencia de la industria petrolera y del gas del país.
Las propuestas ambientales de Petro
El nuevo gobierno plantea dos desafíos fundamentales que debe enfrentar para lograr la transformación económica: el primero es la promoción de una economía descarbonizada, y el segundo es pasar de una economía que dependa más de la producción local que extranjera.
La clave para afrontar este reto de impulsar la productividad local son las cuestiones de gobernanza y acceso al agua, como detalla el programa de gobierno de Petro, cuya gestión también es fundamental para su ambición de convertir a Colombia en un país “líder en la lucha contra el cambio climático”. Para lograrlo, Petro propone un ordenamiento territorial alrededor del agua que impulse actividades productivas acordes con la protección de la naturaleza, no se aclara exactamente qué tipo de actividades son.
También promete proteger las fuentes de agua, incluyendo las cuencas hidrográficas, los páramos y los acuíferos del país, con un mayor control para las autoridades ambientales. El presidente también se ha comprometido a garantizar el acceso universal al mínimo vital de agua como derecho fundamental y bien común, una promesa que Petro consiguió cumplir durante su etapa como alcalde de Bogotá, aunque no sin críticas.
De acuerdo con Manuel Rodríguez, el principal reto medioambiental de Colombia es la deforestación. Según el último informe de WWF sobre este tema, Colombia tiene 2 de los 24 frentes más afectados por la deforestación en el mundo, entre los cuales se incluye la región amazónica que en 2020 perdió más de 109 mil hectáreas de bosque, según el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
Para resolver este tema el plan de gobierno dice que “impulsará el desarrollo de sistemas agroforestales, silvopastoriles, de aprovechamiento de productos no maderables del bosque y turismo de naturaleza bajo el liderazgo de organizaciones comunitarias… se detendrá la apropiación ilegal de predios, las actividades relacionadas con el narcotráfico y la minería, con especial énfasis en zonas de frontera agraria”.
Otro tema que el nuevo gobierno promete implementar es el acuerdo de paz firmado con las FARC, que incluye una reforma rural y agraria integral que resuelva la inequidad en la tenencia de la tierra, una de las principales causas de la guerra en el país. De acuerdo con un estudio de Oxfam, realizado a partir del Censo Nacional Agropecuario de 2014, en Colombia el 1% de las fincas de mayor tamaño concentran el 81% de la tierra. El 19% restante se reparte entre el 99% de las fincas.
Petro y Márquez proponen avanzar “hacia el cierre de la brecha de desigualdad en la tenencia y uso de la tierra y el agua a través de una reforma agraria y acuaria para transformar el campo en clave productiva y de justicia social y ambiental”. Esta apuesta también incluye un fuerte enfoque de género que dará protagonismo a las mujeres quienes tendrán prioridad en la titulación de la tierra.
Un congreso aliado y renovado
Para llevar a cabo este ambicioso paquete de reformas el gobierno ya se encargó de construir una bancada mayoritaria en el Congreso de la República; además del Pacto Histórico -la coalición de partidos que apoyó la candidatura de Petro- que tiene la mayoría de curules en el Senado, el presidente ha recibido el apoyo incluso de otros partidos que antes se habían opuesto a sus ideas como el Liberal, el Conservador, el Partido de la U y la Alianza Verde, entre otros. Para sus seguidores, con esta alianza el gobierno muestra su talante conciliador, pero para la oposición es señal de que Petro está “dispuesto a venderle el alma al diablo” con tal de ejecutar su programa, frase utilizada por varioscríticos en el último mes.
El Congreso de la República que se posesionó el 20 de julio también ha supuesto una renovación para la política colombiana pues de los 295 legisladores, 181 ingresan al Congreso por primera vez y muchos de ellos vienen de los movimientos sociales, indígenas, afrodescendientes, del movimiento feminista y por supuesto también hay reconocidos líderes ambientalistas y animalistas.
La bancada gobiernista ya hizo sentir su influencia apenas una semana después de su posesión con la aprobación en segundo debate en el Senado del Acuerdo de Escazú, con 74 votos a favor y 22 en contra. Para que el Acuerdo de Escazú entre en vigencia en Colombia hace falta que sea aprobado en dos debates más en la Cámara de Representantes y que luego sea ratificado por el presidente.
Esta aprobación es clave, teniendo en cuenta que Colombia es el país más peligroso del mundo para los líderes ambientales, de acuerdo con el último informe de Global Witness que reportó 65 personas asesinadas en 2020 por su trabajo de defensa del medio ambiente. El Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz) tiene un listado de más de 600 líderes y lideresas ambientales asesinados desde la firma del acuerdo de paz en 2016. Esta administración se ha comprometido a investigar las causas y responsables de los conflictos ambientales.
Una propuesta energética impopular
El cambio en la matriz energética es el otro gran objetivo ambiental del gobierno entrante que propone superar la economía fósil y dependiente de las ganancias de la producción de petróleo, carbón y gas. Aunque el presidente Petro ha dicho que el desescalamiento del modelo extractivista será gradual, esta idea ha suscitado mucha preocupación porque la principal exportación de Colombia es el petróleo -en 2021 la petrolera estatal Ecopetrol obtuvo 3,6 mil millones de dólares en utilidades, la cifra más alta de la historia- y la producción de gas va en aumento. Concretamente el plan de gobierno afirma que no se otorgarán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos pero que respetarán los acuerdos que están vigentes.
Ni siquiera los ambientalistas como Camilo Quintero, ex Subsecretario de Ambiente de la Alcaldía de Medellín, ven prudente frenar la producción. “La transición energética debe ser justa y ordenada para que al dar solución al problema ambiental no estemos creando otros problemas. Hay unas finanzas públicas que hay que cuidar y que en parte han financiado los programas sociales”, concluye.
Lo mismo opina Manuel Rodríguez: “es distinto descarbonizar la economía -es decir, producir menos gases de efecto invernadero- que suspender la exploración y explotación de hidrocarburos. Si Colombia renuncia a exportar pues otro país va a tomar ese mercado”.
El presidente Petro también manifestó en campaña que no habrá fracking en su administración y esto lo ratificó la nueva ministra de ambiente Susana Muhamad: “queremos prohibir el fracking en el Congreso de la república y detener las licencias de los pilotos que van a ser una de las primeras acciones que realizaremos como gobierno”, dijo a Noticias Caracol el mismo día de su nombramiento.
Este anuncio generó preocupación en el gremio de los hidrocarburos pues Ecopetrol tiene actualmente dos proyectos piloto de fracking en etapa de alistamiento y dos contratos vigentes con la Agencia Nacional de Hidrocarburos para evaluar los efectos de este método de explotación.
Algunos representantes del gobierno han tenido que salir a matizar esta propuesta como el nuevo ministro de Hacienda José Antonio Ocampo quien dijo el mes pasado que Colombia debía “explorar más y buscar más gas” y que debía seguir produciendo petróleo para autoabastecerse y para seguir exportando o si no “el problema de balanza de pagos se vuelve inmanejable”.
Otro obstáculo es la falta de dinero que evitaría alcanzar las metas propuestas. El saliente gobierno de Iván Duque dejó el déficit fiscal en más de 19 mil millones de dólares, el más alto de la historia de Colombia. Y los problemas financieros y energéticos se podrían ver agravados por la crisis mundial que ha causado la pandemia así como la guerra entre Rusia y Ucrania.
Con esa situación adversa, Mauricio Jaramillo, profesor de ciencia política de la Universidad del Rosario cree que la transición energética no será un proceso fácil. “Ante la falta de recursos, Colombia no se puede dar el lujo de perder las ganancias del petróleo y en eso coincide un sector de la coalición de gobierno y también los partidos de centro que lo apoyaron, pero si se retrasa la transición energética puede que sus bases se sientan defraudadas”.
Igualmente, dice Jaramillo, el sector empresarial se opone a la transición y a la prohibición de los pilotos de fracking, entonces probablemente veremos una tensión constante en el gobierno por avanzar en el cambio de la matriz energética a un ritmo que no alarme al empresariado pero que tampoco decepcione a las bases que lo eligieron.
Gustavo Petro y Francia Márquez iniciaron hoy el primer gobierno de izquierda en toda la historia de Colombia, tras haber prestado esta tarde el juramento de rigor en una emotiva ceremonia al aire libre en una Plaza de Bolívar inusualmente colmada.
Primero fue Petro, a las 15.19 (las 17.19 en la Argentina), quien juró ante los presidentes del Senado, Roy Barreras, y de la Cámara de Representantes, David Racero.
Tras el juramento, a Petro le colocó la banda presidencial la senadora María José Pizarro, hija de Carlos Pizarro, compañero del mandatario en la guerrilla del M-19 y asesinado en 1990, cuando era candidato a la Presidencia.
Petro se convirtió hoy en el primer presidente de izquierda de Colombia, un país históricamente dominado por conservadores y liberales, que prometió gobernar con un “gran acuerdo nacional para construir los máximos consensos” en torno a las ambiciosas reformas que propuso en la campaña.
A sus 62 años, este economista que integró la guerrilla, fue alcalde de Bogotá y tuvo varios períodos en el Congreso logró entrar en la historia colombiana al obtener en junio pasado 50,4% de los votos en su tercer intento por llegar a la Casa de Nariño.
Colombia debió esperar 212 años para tener un mandatario de izquierda, con un discurso favorable a un cambio profundo.
Su victoria fue también histórica porque consiguió la votación más alta para la izquierda, en una nación marcadamente conservadora, lo que le valdrá todavía más respeto entre el progresismo de la región, dentro del cual podría convertirse en un líder clave.
Con una ventaja de 700.601 votos, el jefe de la oposición convenció a la mitad de los colombianos con su plan para transformar un país con la segunda brecha más amplia entre ricos y pobres en América latina y azotado por la violencia del narcotráfico.
El resultado llegó sobre la base del denominado Pacto Histórico, una amplia alianza que reúne a fuerzas de izquierda, feministas, ambientalistas, juveniles y sindicales, todas en torno de Colombia Humana, el partido que él mismo fundó.
Se destaca, asimismo, que en un país marcado por el accionar de la guerrilla sea justamente un exinsurgente, integrante del M-19 -de las primeras organizaciones que firmó la paz con el Gobierno- el que se quede con la jefatura del Estado, que ya había buscado en 2010 y 2018.
Antes de esta victoria, Petro pasó por la alcaldía de Bogotá y por el Congreso. En los dos puestos su tarea fue ruidosa.
En 2012 ganó la alcaldía capitalina, de donde fue destituido después de una investigación sobre el sistema de recolección de residuos. Se le prohibió entonces ejercer cargos públicos por 15 años, pero esa sanción fue un búmeran para los sectores que lo habían tumbado, porque Petro logró un impulso popular de relevancia y, además, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) lo repuso en el cargo en 2014.
Había sido concejal en Zipaquirá, tenido un cargo diplomático y conseguido una banca de representante (diputado) antes y se haría de una plaza de senador después, la que ejerció hasta ahora por haber sido segundo en las elecciones que llevaron a Iván Duque a la Presidencia.
Nacido en Ciénaga de Oro, en el noroeste del país, Petro fue un estudiante casi ejemplar y con apenas 17 años ingresó al M-19, una de las varias guerrillas que actuaban por entonces en Colombia y también una de las primeras en retornar a la vida civil, en 1990.
En la organización y como homenaje a la obra de Gabriel García Márquez usó el nombre ficticio de Andrés Aureliano, un juego con el Aureliano Buendía de “Cien años de soledad”.
Años después, desde el Congreso empezó a lograr notoriedad, en buena medida a base de sus denuncias de corrupción, contra la llamada “parapolítica” -las relaciones de grupos paramilitares con dirigentes- y de los casos de “falsos positivos”, los asesinatos de desocupados y campesinos presentados por el Ejército como guerrilleros muertos en combate.
En 2010, en su primer intento por la Presidencia, consiguió solo 9% de los votos pero se instaló entre las figuras notorias de la política local. Ocho años después, ya con 25% de los sufragios, obtuvo el derecho de disputar la segunda vuelta, que perdió con Duque.
En su tercera y última tentativa, no solo conformó una red de fuerzas y movimientos de izquierda que extendió hasta sumar a sectores evangelistas, sino que también eligió a una mujer negra y feminista como compañera de fórmula: la lideresa social Francia Márquez.
En el Pacto Histórico están Colombia Humana, la Unión Patriótica, el Partido Comunista, el Movimiento Alternativa Indígena y Social, Polo Democrático, Todos Somos Colombia, Partido del Trabajo y el Movimiento de Acción Democrática, junto a otros cinco sellos.
El discurso de Petro a favor de profundas reformas sociales y económicas alentó algunas advertencias de quienes lo consideran un camino hacia el “castrochavismo”, lo tildaron de comunista o lo consideran un “populista peligroso”.
Pero cierta moderación discursiva, un plan cuidadoso y los esfuerzos por mostrarse previsible le dieron a Petro la victoria en las legislativas de marzo. El pasado 19 de junio repitió ese triunfo en un mano a mano con el autoproclamado “antisistema” Rodolfo Hernández y hoy, por fin, sucedió a Duque y llegó a la Casa de Nariño.
Minutos después, el flamante mandatario tomó el juramento a su compañera de fórmula, según se pudo ver en la transmisión en directo por televisión.
Antes de tomarle el juramento a Márquez, Petro emitió su simbólica primera decisión, al ordenar a la Casa Militar que le llevaran allí mismo la espada del libertador Simón Bolívar.
Esa reliquia había quedado depositada en la Casa de Nariño, sede del gobierno, por decisión expresa del antecesor de Petro, Iván Duque, quien rehusó autorizar su salida.