The Economist advierte sobre una catástrofe alimentaria como consecuencia de la guerra en Ucrania

Según refleja en su portada el periódico “The Economist”, la guerra entre Rusia y Ucrania conllevará una masiva hambruna en todo el mundo.

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Según refleja en su portada el periódico “The Economist”, la guerra entre Rusia y Ucrania conllevará una masiva hambruna en todo el mundo.

Según refleja en su portada el periódico “The Economist”, la guerra entre Rusia y Ucrania conllevará una masiva hambruna en todo el mundo. “La catástrofe alimentaria que se avecina” titula el medio sobre el conflicto bélico iniciado el 24 de febrero, el cual vuelve a golpear el sistema alimentario global debilitado por la Covid-19, el cambio climático y provocaría un “shock energético”.

El medio señala además que a situación hay que sumar que las exportaciones de cereales y semillas procedentes de Ucrania se han detenido. Esto a su vez ha hecho que el precio del trigo se dispare por encima del 50% y llegue a máximos históricos. Además, el coste se ha vuelto a incrementar después de que India haya suspendido las exportaciones de trigo “con efecto inmediato” debido a que las altas temperaturas de las últimas semanas han mermado la productividad de la cosecha.

La preocupación por una posible falta de abastecimiento de alimentos también se discute a nivel local.

El ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Daniel Filmus, destacó en ese sentido el impacto que podría generar la aprobación de la variante de trigo transgénico HB4 resistente a la sequía, tanto en el aumento de la productividad en zonas de mayor estrés hídrico como en “la consolidación de las reservas” del Banco Central, por su aporte al ingreso de divisas.

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Filmus formuló declaraciones en Casa Rosada al término de la reunión de gabinete, en las que informó que en el encuentro analizó junto con su par de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, “el impacto que podría tener el acuerdo científico tecnológico” entre el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y la empresa Bioceres en el desarrollo de una variante de trigo transgénico resistente a la sequía.

Al respecto, el jefe de Gabinete, Juan Manzur, puso de relieve el “aporte muy importante” que realizó la Argentina “a través de su sistema científico-tecnológico”, en un contexto marcado por el alza del precio y la escasez del trigo a escala mundial, tanto por la invasión de Rusia a Ucrania como por la decisión de India de cerrar las exportaciones del cereal.

Por su parte, Filmus señaló que “Brasil, China, Australia y Nueva Zelandia dieron aprobación a las modificaciones genéticas”, lo que abre “una potencialidad enorme que tiene que ver con la producción, la exportación y la incorporación de divisas”.

En ese sentido, aseguró que la variante de trigo transgénico aprobada “brinda por lo menos la posibilidad de un 20% de potencialidad mayor”, en especial en “las zonas donde el estrés hídrico es más fuerte”.

Asimismo, indicó que consideró junto con el ministro de Economía, Martín Guzmán, la incidencia de la aprobación de esa variante en “la consolidación de las reservas” internacionales del Banco Central, en tanto representaría un significativo ingreso de divisas por exportaciones.

Tanto el trigo HB4 como la soja de la misma denominación son producto del trabajo del Instituto de Agrobiotecnología del Litoral (a cargo de la científica Raquel Chan), que que depende del Conicet y de la Universidad Nacional del Litoral, en asociación con Bioceres.

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