Volatilidad internacional, pero relativa estabilidad local
Culmina una semana relativamente tranquila en el ámbito local. Con los dólares financieros retomaron a la zona de los $1.300, la brecha cambiaria se mantuvo a la baja y los contratos de dólar futuro acompañaron el movimiento, al tiempo que el BCRA, luego de dos semanas, retomó las compras en el mercado oficial al hacerse de USD 59 M.
La economía local mostró un buen desempeño en medio de una creciente incertidumbre y volatilidad internacional. A el deterioro de los datos de empleo en USA y los temores del ingreso a una recesión en el corto plazo, se le añadió un Banco de Japón subiendo nuevamente y de forma sorpresiva la tasa de interés, dejando atrás las épocas de tasas negativas y afectando el carry trade global que se apalancaba en el Yen. Más allá de eso, con el correr de los días los principales índices bursátiles hicieron piso y pasó, al menos transitoriamente, el temblor. No obstante, algunas huellas del sacudón internacional podrían perjudicar a la economía local. En concreto, la soja perforó los 370 USD/tn, valores mínimos en más de diez años en términos reales, y las monedas de nuestros principales socios comerciales se debilitaron respecto al dólar, poniendo mayores presiones al tipo de cambio local.
En este escenario, hacia adelante el panorama en el MULC luce poco alentador y con ello la acumulación de Reservas. Por un lado, el pago de importaciones tornará una dinámica más creciente con el nuevo diseño de dos cuotas. Por otro lado, una vez superada la temporada alta de la liquidación, se abre el interrogante en torno a qué tan sostenible es el esquema actual sin el agro aportando USD para recomponer reservas y contener la brecha.
Culmina una semana relativamente tranquila en el ámbito local. Con los dólares financieros retornando a la zona de los $1.300, la brecha cambiaria se mantuvo a la baja y los contratos de dólar futuro acompañaron el movimiento, al tiempo que el BCRA retomó las compras en el mercado oficial al hacerse de USD 59 M.
Cabe resaltar que, estos buenos resultados se dieron en el marco de una mayor volatilidad internacional. A poco tiempo de que la FED decidiera mantener sin cambios la tasa de interés de referencia, se conocieron a comienzo de agosto los datos de empleo por julio, los cuales mostraron un desempleo creciente por cuarto mes consecutivo y precipitaron las dudas acerca de la salud de la economía real norteamericana, aumentando los temores del ingreso a una recesión en el corto plazo.
Para peor, el Banco de Japón aumentó por segunda vez en el año la tasa de interés de referencia, deslizando la misma a la zona del 0,25%, la más elevada desde la crisis internacional del 2008. Así, la autoridad monetaria del país asiático profundizó el sendero alcista abandonando las tasas de interés negativas (-0,1% en 2023), lo que indujo a una apreciación del yen y afectó el carry trade a nivel global que solía apalancarse en dicha moneda.
Como consecuencia, la creciente incertidumbre disparó un proceso de “fly to quality” en los flujos de capitales internacionales. De esta forma, los rendimientos de los treasuries de EEUU de largo plazo comprimieron de 4,2% a la zona de 3,8%, evidenciando así una mayor expectativa de que la FED de inicio a los recortes en la tasa con una actividad más débil y una mayor demanda por instrumentos libre de riesgo en un contexto internacional más hostil.
No obstante, con el correr de los días los ánimos se apaciguaron y los mercados internacionales comenzaron a revertir la tendencia, aunque aún se encuentran lejos de recuperar el terreno perdido. Los principales índices bursátiles de Estados Unidos y Japón hicieron piso, acompañados por datos de empleo de la economía norteamericana mejores a los esperados.
En este marco, la economía local no estuvo ajena a estos eventos. Si bien estamos aislados de los mercados financieros globales, la mayor volatilidad se filtró aumentando el riesgo país por encima de los 1.600 puntos básicos, valor que no se evidenciaba desde mitad de marzo. Dicho ello, al ritmo de una mayor estabilidad global, el riesgo país ya se ubica en los niveles previos próximos a los 1.500 p.b.
Más allá del virtual aislamiento de la economía local con los mercados globales y el buen desempeño de la semana, no todas fueron buenas. Sumado a la mayor volatilidad, los buenos resultados en la campaña norteamericana siguieron golpeando a la cotización de la soja, que ya se sitúa por debajo de los 370 USD/tn, ubicándose en términos reales en los valores más bajos en más de diez años.
Asimismo, la inestabilidad se tradujo en mayores presiones para las monedas de nuestros principales socios comerciales. Por caso, el tipo de cambio entre el Real brasileño respecto al dólar trepó hasta 5,7, para luego estabilizarse en torno a los 5,5 R/USD, una depreciación acumulada del 14% en lo que va del año. En el marco de un crawling peg del 2% mensual, el tipo de cambio real con respecto a nuestro principal socio comercial se apreció un 50% desde el 13 de diciembre.
En este marco, a pesar del éxito en estabilizar la brecha cambiaria, el Riesgo País continua firme por encima de los 1.500 puntos básicos ¿A qué se debe esto? Dado que las medidas apuntarían a reducir la demanda del CCL incentivándola a volver al MULC, daría la impresión de que el Gobierno estaría priorizando la reducción de la brecha a costas de una menor acumulación de Reservas.
Claramente, la intervención en la brecha cambiaria a costas de las Reservas sería una práctica consistente siempre y cuando se implemente en la búsqueda de “ganar tiempo” para hacer las correcciones macroeconómicas necesarias a tiempo. Dado que no está del todo claro si el Gobierno pretende contener la brecha temporalmente o si aspira a un escenario más optimista de convergencia de las variables nominales, el mercado parecería haber adoptado una postura wait and see antes de sacar sus conclusiones.
Con todo, la incertidumbre sigue gravitando sobre un panorama en el MULC que luce poco alentador y, por consiguiente, tornando más desafiante la acumulación de Reservas. Por un lado, la demanda de divisas por el pago de importaciones será ahora mayor fruto del propio diseño del esquema y su flexibilización. Asimismo, una recuperación de la actividad podría apuntalar mayores compras externas, las cuales incluso podrían ser abaratadas si la eventual baja del Impuesto PAIS no es acompañada con una nivelación del TC mayorista para compensar el efecto sobre transables.
Por otro lado, una vez superada la temporada alta de la liquidación, se abre el interrogante en torno a qué tan sostenible es el esquema actual sin el agro aportando USD para recomponer reservas y contener la brecha. Simultáneamente, el propio dólar blend afecta a la cantidad de divisas que podría adquirir la autoridad monetaria bajo condiciones normales (unos USD 8.000 M fueron canalizados al mercado financiero durante el primer semestre) e introducir modificaciones conlleva riesgos que no aseguran un influyo mayor de divisas.
El BCRA compra divisas en el MULC
En la semana, el BCRA culmina con compras netas por USD 59 M, rompiendo una racha de dos semanas de ventas, y acumulando USD 123 M en lo que va del mes. La oferta continua estable al calor de un buen ritmo de liquidaciones del agro y la demanda continua con la tendencia creciente que registra desde mediados de mayo, pero se ubicó por debajo de la semana previa. Con todo, las Reservas Netas (sin DEG) se ubican entorno a los – USD 4.200 M al excluirse los depósitos del Tesoro en USD y sin restar el BOPREAL.
La brecha cambiaria se reduce
La brecha cambiaria se redujo en la semana. En números, el dólar blue bajó 2,9% ($1.355), el MEP cayó 2,4% ($1.299) y el CCL recortó 1,8% ($1.298). En consecuencia, la brecha cambiaria promedio cerró la semana en 40%, 4,1p.p. por debajo del viernes previo. De esta forma, la evolución reciente de los USD alternativos se encuentra influenciada por la nueva regla de intervención cambiaria.
Relativa estabilidad en los futuros de dólar
Los contratos a futuro del dólar cierran la semana a la baja. Puntualmente, los TC implícitos en los contratos con vencimiento entre agosto y octubre (los más relevantes en cuanto al volumen) promediaron bajas de 0,6%, al tiempo que los contratos con vencimiento de octubre en adelante bajaron 2,3%. De esta forma, desde agosto hacia fines de año la variación esperada promedia el 3,6% mensual.