Agustín Salvia asegura que la pobreza en la Argentina es estructural y que “el mercado no resolverá los desequilibrios”
En el último informe del INDEC, la pobreza en Argentina alcanzó un alarmante 52,9% de la población, marcando el mayor aumento en dos décadas. Este dato ha generado un fuerte debate entre economistas, políticos y expertos en política social.
Para comprender mejor las causas y las implicaciones de esta situación, Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), ofreció un análisis detallado de la crisis y sus repercusiones en una entrevista reciente del programa “Dato sobre dato” de FM Milenium,
Salvia explicó que si bien el aumento de la pobreza tiene múltiples factores, el deterioro del modelo económico basado en el consumo y el endeudamiento ha sido uno de los principales detonantes. “El modelo de la convertibilidad estaba agotado ya hace 10, 12 años. No es solamente culpa de un gobierno, ya venía colapsando con Cristina Fernández de Kirchner y continuó durante los años de Macri”, explicó.
Según el especialista, este ciclo se caracterizó por “burbujas de consumo insostenibles”, que derivaron en graves devaluaciones en 2014 y 2018, impactando negativamente a la economía real.
Los datos son claros: en 2011-2012, la pobreza alcanzó un mínimo de 25%, pero hoy se ha disparado al 52,9%. Salvia apunta que este incremento no es solo un fenómeno reciente, sino el resultado de una tendencia que se ha consolidado en los últimos años: “En 2017, bajo la presidencia de Macri, la pobreza también llegó al 25%, pero la devaluación de 2018 y los problemas estructurales que venía arrastrando el país hicieron que esa cifra fuera insostenible”, comentó Salvia.
Además, indicó que la situación se agravó aún más en el primer trimestre de este año debido a la liberalización de precios y la devaluación que aplicó el gobierno: “Un efecto de devaluación sin compensación inmediata en los salarios tuvo como correlato un fuerte aumento de la pobreza por ingresos“, señaló el experto.
A su vez, el crecimiento de la indigencia también ha sido notorio, la tasa pasó del 12,3% al 18,1%: “En enero y febrero, la indigencia superó el 20%, sobre todo en sectores informales y vulnerables que no pudieron absorber el golpe de la inflación y la devaluación”, destacó.
El Observatorio de la Deuda Social de la UCA ya había anticipado este escenario a través de micro simulaciones basadas en datos preliminares: “El ajuste y los cambios en el sistema de precios afectaron fuertemente a la construcción, la industria y el comercio, lo que explica en parte el aumento de la pobreza”, explicó.
Esto termino por consolidar una “nueva capa de pobres estructurales” con creciente dependencia a los programas sociales, lo que paradójicamente genera más precariedad en lugar de alivio: “Hoy los pobres de ese 30% crónico y estructural son más pobres que antes en términos de seguridad alimentaria, hídrica y capacidad de inversión en capital humano”, afirmó.
Este fenómeno, según Salvia, refleja que el mercado ya no es capaz de resolver los desequilibrios sociales. “Parece ser que esta población está cristalizada y va a necesitar ser subsidiada y apoyada por mucho más tiempo”, agregó.
Aunque el gobierno ha intentado mitigar el impacto de la crisis con programas como la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar, Salvia es claro: estas medidas no son suficientes. “Una familia tipo con dos hijos que recibe un plan social y la tarjeta alimentar solo percibe alrededor de $250.000, lo cual no cubre ni la mitad de la canasta básica alimentaria”, destacó el economista.
Además, subrayó que el aumento en los precios de servicios esenciales como el gas, la electricidad y el transporte ha neutralizado cualquier mejora en los ingresos de las familias. “Aunque se recuperaron algunos ingresos gracias a la actualización de haberes jubilatorios y salarios, las tarifas de servicios públicos aumentaron tanto que las clases medias y bajas no lo sienten en el bolsillo”, explicó.
A pesar de este sombrío panorama, Salvia señala que hay una leve mejora: “La estadística de pobreza sigue bajando, pero no necesariamente refleja una mejora real, ya que los servicios públicos y el combustible han aumentado de manera desproporcionada”, comentó.
El director del Observatorio de la Deuda Social de la UCA destacó que, si bien hay indicios de que la situación podría estabilizarse, el verdadero problema radica en la pobreza estructural que deja este proceso. “Lo que queda es un mar de fondo: una nueva capa de pobres que son más vulnerables que antes y dependen cada vez más de los subsidios, en un país donde el mercado no genera las oportunidades suficientes”, concluyó.