
“Argentina debe salir del modelo de pobreza discursiva y económica”
En una extensa entrevista durante su paso por Misiones, el filósofo Carlos Bauer —referente en filosofía latinoamericana de la liberación— analizó con profundidad el actual modelo económico argentino, la crisis de representatividad política y el rol fundamental del pensamiento crítico para reconstruir un proyecto nacional. En diálogo con Economis, Bauer subrayó que el modelo libertario no solo reproduce desigualdad, sino que también representa una regresión ideológica y cultural que pone en riesgo la soberanía y el futuro del país.
Carlos Bauer es un filósofo argentino, especialista en teoría crítica, filosofía política y estudios sobre el pensamiento de Karl Marx (alemán) y Enrique Dussel (argentino). Es profesor e investigador en instituciones académicas de Argentina y otros países y ha desarrollado una obra centrada en la crítica de la economía política, el concepto de ideología y los vínculos entre filosofía y emancipación social.
El filósofo Bauer estuvo en Misiones para dictar una diplomatura sobre historia y filosofía latinoamericana, y en una entrevista con Economis aprovechó su visita para reflexionar, con crudeza y profundidad, sobre el rumbo económico del país, la desinformación política y el rol urgente de una filosofía de la liberación arraigada en la historia regional.
Para Bauer “Argentina necesita filosofía, historia y pensamiento propio para salir del colapso político y económico”. Remarcó que “El modelo libertario argentino es una copia fracasada del neoliberalismo noventista”. Además, planteó que “No hay libertad sin producción nacional ni pensamiento propio; Argentina debe recuperar su tradición latinoamericana”.
Filosofía para la liberación: Bauer y su visión crítica del modelo argentino
Durante una intensa semana de actividades académicas y sociales en Misiones, el filósofo Carlos Bauer —referente de la filosofía latinoamericana de la liberación— encabezó clases magistrales en Posadas y Jardín América, en el marco de un programa de diplomatura impulsado por la Multiversidad. La agenda incluyó también la presentación de un libro de Raúl Aramendi y reuniones con actores del movimiento campesino misionero.
Bauer planteó un diagnóstico implacable sobre la situación actual de Argentina: “Lo que vivimos hoy es una desorientación política total. Un modelo fracasado que no produce riqueza no distribuye y profundiza la pobreza”, afirmó en diálogo con Economis.
Un país sin proyecto: crítica al modelo económico neoliberal y la pérdida de soberanía
El filósofo subrayó que el actual rumbo económico promueve una “libertad” que, desde la perspectiva latinoamericana, no representa ningún tipo de emancipación. “La supuesta libertad económica que se pregona es la libertad del capital para los ricos. Es dualismo puro: más concentración de riqueza y más pobreza”, sostuvo.
Bauer cuestionó la salida de Argentina del bloque BRICS, calificándola como “una de las decisiones más ignorantes de esta gestión”. Y añadió: “El respaldo real de una moneda es la producción. No es liberar el cepo ni generar burbujas especulativas. Lo que hoy se vende como modelo es una reedición del modelo excluyente del neoliberalismo de la década del 90.”
Misiones, economías regionales y el voto alienado: ¿por qué se apoya un modelo que empobrece?
Consultado sobre el fuerte respaldo electoral que sectores productivos regionales dieron al actual gobierno, incluso en provincias directamente afectadas por el ajuste como Misiones, Bauer fue contundente: “Eso demuestra una desconexión absoluta con la historia nacional. No se trata de ideología sino de alienación. Falta pensamiento crítico, formación y memoria”.
Destacó también que el fenómeno de adhesión juvenil a estas propuestas se explica por una manipulación emocional, mediada por redes sociales y discursos de odio. “En vez de brindar herramientas para discernir, se lleva a los jóvenes como hojas al viento”, reflexionó.

Recuperar una visión nacional desde lo comunitario y lo social
El pensador instó a recuperar un proyecto nacional desde una filosofía de la liberación, capaz de articular comunidad, producción y soberanía. “Los grandes países del mundo han construido sus modelos abrazando su tradición social, no negándola. La Argentina fue un faro en Latinoamérica cuando supo hacerlo”, recordó.
Criticó además el fenómeno de los “provincialismos estancos” —como el “misionerismo” o el “cordobesismo”— que impiden pensar el país en clave integral. “Son ghettos políticos que no diseñan Nación. Hay que volver a pensar en grande, desde la base, desde el pueblo organizado, desde la historia compartida”, dijo. El centralismo porteño es un problema histórico mayor a resolver ya que ha favorecido a un crecimiento asimétrico desproporcionado para la nación lo que es un grave problemas para la concreción de la justicia social. Ya hace medio siglo muchos países pasaron al menos del unicentrismo al policentrismo…
El futuro: herramientas, memoria y comunidad
En su cierre, Bauer remarcó que “no hay fórmulas mágicas” para salir del actual colapso, sino un camino arduo de reconstrucción crítica: estudiar, debatir, generar proyectos populares. “Hay que devolverle al pueblo la capacidad de decidir, no desde la manipulación, sino desde la formación, la historia y una filosofía propia que piense la emancipación”, concluyó.
Entrevista completa a Carlos Bauer
—Carlos, buenos días. Está nuevamente en Misiones. ¿Qué nos puede contar al respecto?
—Sí, comenzamos el lunes en Jardín América con la primera clase de una diplomatura, un postítulo en historia y filosofía latinoamericana, en cuyo diseño de programas y disciplinas participé activamente. Esta propuesta fue gestionada por la Multiversidad, un instituto de educación superior. El martes dimos la segunda clase para los estudiantes de la sede Posadas, con la participación de autoridades académicas, estudiantes de posgrado y referentes de organizaciones sociales. Incluso estuvo presente el director de una escuela del Movimiento Campesino de Liberación de Misiones, de Montecarlo. Se generó una articulación muy interesante entre actores sociales y académicos. Esta experiencia debería replicarse, porque más allá del valor que tiene para la institución, constituye una actividad modelo.
—Vivimos en una sociedad profundamente mediatizada, donde todo parece pasar por la inmediatez de las redes sociales. ¿Qué puede aportar la filosofía en ese contexto?
—La filosofía latinoamericana, y particularmente la filosofía de la liberación, es una filosofía de espíritu y de praxis profundamente independentista. Se vincula con los anhelos más profundos de emancipación de nuestros pueblos. Cuando esto falta, como ocurre hoy en la Argentina, aparece la desorientación política en todos los niveles: institucional, cotidiano y gremial. La filosofía no es una especulación abstracta; ha sido clave en la redefinición de los pueblos, desde Europa hasta Oriente. En el Brasil actual, gracias a una base filosófica sólida, se lograron políticas que sacaron a millones de la pobreza. En contraste, el modelo argentino actual ha fracasado: coloca cada vez más personas en la pobreza. Eso es lo que marcan los datos, más allá de la retórica.
—Este nuevo modelo, que no es nuevo, recicla viejas recetas y se sostiene en una idea de “libertad” que solo contempla el aspecto económico. ¿Cómo se explica esa contradicción?
—Desde la filosofía latinoamericana de la liberación es simple: eso no es libertad. Los libertarios toman como referencia, entre otras cosas, el concepto francés de liberté (libertad), que incluso durante la Revolución Francesa reimplantó la esclavitud en América. Es el concepto de libertad individual del propietario rico que posee riquezas llevado a un extremo egoísta en la actualidad. Esa es la impronta libertaria que aun dicen cuestionar la liberte francesa, pero en realidad es llevarla a un extremo peor de lo que era. Es decir, su libertad es la del capital para los ricos. Los ricos se hacen más ricos y los pobres, más pobres. Es una ideología empobrecedora, dualista, que no representa libertad ni en lo económico ni en lo social. Critican al marxismo, pero no mencionan sus logros. Lula, por ejemplo, con una síntesis de cristianismo y marxismo, sacó a millones de brasileños de la pobreza, y su gestión fue reconocida por líderes de todo el espectro, desde Bush hasta Xi Jinping. ¿Por qué no hablar también de esos logros?

—¿Y qué ocurre con medidas como liberar el cepo al dólar? ¿Qué rol juega la economía en ese marco?
—Esa idea solo genera burbujas especulativas. Ya lo vivimos con Macri y en los noventa. El verdadero respaldo de una moneda es la producción nacional. Los BRICS, por ejemplo, proponen comerciar con las monedas propias de cada país. Es como hablar cada uno en su idioma. Si todo se hace en dólares, se genera una exclusión total. Salir de los BRICS fue una de las mayores ignorancias del actual modelo, que no entiende la economía real.
—Desde que asumió, el presidente Milei sostiene que Argentina debe ser un país de servicios. ¿Qué implica esa idea?
—Definir a Argentina como un país de servicios es definirla como una nación esclava, económicamente dependiente del gran capital, renunciando a su soberanía. No es ni siquiera un regreso al modelo agroexportador de los 80, que al menos era productivo periférico de materias primas pero no distributivo de las riquezas en sentido social. Hoy Argentina no produce nada en niveles significativos. Está en el puesto 66 del tablero económico mundial. En cambio, México, desde 2018, con una combinación de cristianismo y marxismo, logró posicionarse como la economía hispana más grande del mundo, incluso por encima de España. Eso se logra con producción y distribución de riqueza, no con medidas especulativas como liberar el cepo.
—¿Cómo se entiende entonces que sectores productivos regionales apoyen un modelo que los perjudica, como ocurre con la yerba mate o el té en Misiones?
—Eso solo demuestra que no se comprende la historia argentina. Desde 1916, Argentina tuvo una fuerte impronta estatal, con hitos como YPF, la reforma universitaria de 1918 y su colaboración en la creación de Petrobrás y Pemex. Todo eso fue desmontado por seis golpes de Estado entre 1930 y 1976, y luego tres golpes neoliberales: Menem, Macri y ahora Milei. Este colapso es histórico. Quienes apoyan el actual modelo forman parte de ese colapso, porque falta pensamiento crítico y conocimiento de la historia nacional. Lo que vive hoy Argentina ya lo vivió Brasil con Bolsonaro: cayó del sexto al decimocuarto lugar en la economía mundial. Pero gracias al pensamiento crítico, en dos años con Lula volvió a reposicionarse. Tal caída es una tragedia para una Nación, pero gracias a la base económica que dejó la izquierda dicha caída no fue más profunda y el Brasil continuó estando reposicionado en el mundo, la derecha también utiliza esa base económica para encubrir sus políticas económicas destructivas aparentando una mejor situación y achacándole a la izquierda los efectos negativos de las políticas económicas destructivas que va implementando. La derecha no se gesta en sensación de caída, la sensación de caída le toca a la izquierda cuando retoma la gestión luego de la implementación de políticas económicas de derecha.
—Argentina parece haber caído en una fragmentación de caudillismos provinciales sin un proyecto nacional. ¿Cómo se revierte eso?
—Esos caudillismos provinciales llevan décadas consolidándose. No hay fórmulas mágicas, ni para la derecha ni para la izquierda. El neoliberalismo, por ejemplo, se empezó a diseñar en 1945 con Friedman, y recién se aplicó en Chile en los 80 y luego en Argentina en los 90. Para cambiar la historia, hay que trabajar durante décadas. El Partido de los Trabajadores en Brasil surgió tras 20 años de trabajo en dictadura. En Argentina necesitamos conocer profundamente nuestra historia, tener una filosofía propia y generar proyectos comunitarios populares desde las bases. Esa es la única salida.
—Maristella Svampa señala que el voto joven a Milei surge del resentimiento, al ver en redes la vida de los políticos frente a su realidad. ¿Cómo combatir esa manipulación que se refuerza desde redes?
—Eso no fue una elección legítima, y habría que investigarlo técnica y jurídicamente. Se utilizaron algoritmos para manipular emociones, pero no se le dio a la juventud herramientas de reflexión, diálogo, formación. Es un espanto. Además, Milei recibió 100 millones de dólares de BlackRock. ¿Eso es una campaña democrática? No. Se puede demostrar investigando. A los jóvenes no se les da criterios ni herramientas, se los lleva como hojas al viento. El modelo neoliberal actual no difiere de lo que hizo Menem en relación directa. Incluso algunas políticas de Cristina p.e en relación a la mega minería que sectores de la población perciben y que con una profunda autocritica podrían corregirse para avanzar. Hay diferencias, claro, con una distribución que el kirschnerismo realizó aunque sin cortar el hilo neoliberal que la población percibe bajo ciertas modalidades concretas. Menem puso a Cavallo, Cristina impulsó a Massa y a Alberto, ambos ligados al neoliberalismo económico. Entonces, si se enojan con Cristina, también deberían enojarse con Milei, pero aún más ya que no solo no hay productividad sino ni un mínimo de distribución bajo ninguna forma (al estilo Menen), al contrario, una captación de todos los recursos sumado a un inmenso endeudamiento histórico respondiendo a un crudo neoliberalismo de estilo menemista. El problema es que no se está formando a la juventud para elegir con libertad.
—¿Es necesario volver entonces a las teorías de la liberación?
—Absolutamente. Filosofía, teología, economía, política de la liberación. Volver a nuestras raíces, a la tradición social que hizo grande a la Argentina. Los grandes países se basan en sus tradiciones, incluso reconociendo los logros de adversarios políticos. Eso es madurez política. En Uruguay, por ejemplo, los expresidentes se reúnen a dialogar. Conozco personalmente a Mujica, y su enseñanza es enorme: no querer reelegirse, confiar en la construcción colectiva. Uruguay, sin tener ni el 10% del aparato industrial, universitario o científico de Argentina, mantiene hace décadas una economía más estable. ¿Qué nos dice eso de nuestra gestión?
—El presidente argentino elogió recientemente el modelo paraguayo, a pesar de ser uno de los más exclusivos y desiguales de la región. ¿Cómo explicar esa contradicción?
—Es otra mentira. Viajo a Paraguay casi todas las semanas y conozco bien su realidad. Incluso dirigentes y militantes del Partido Colorado reconocen que es un país partido: cada vez más ricos, y de ellos cada vez menos; cada vez más pobres y de ellos cada vez más numerosos. Durante el gobierno de Fernando Lugo, teólogo de la liberación, se hicieron avances en derechos humanos. Hoy, ese país no investiga los crímenes de lesa humanidad, igual que en Argentina. Hace días, una profesora fue condenada por hablar de derechos humanos en clase. Eso es usar el aparato jurídico del Estado para cometer delitos. Argentina fue un ejemplo en el mundo por juzgar a los genocidas. Hoy estamos traicionando esa historia. Como dice el Martín Fierro, la ley termina siendo para los débiles, y los estafadores siguen libres.
