Cristo Rey

Escribe monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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Carta de monseñor Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas, para la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo [21 de noviembre de 2021]

Con la celebración de la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo, culminamos el año litúrgico. Desde el próximo domingo empezaremos a prepararnos para celebrar la Navidad, el nacimiento de Jesús y lo haremos durante varias semanas en el llamado tiempo de Adviento.

Esta celebración de Cristo Rey puede confundir a varios, asociando esta denominación con el poder y la fastuosidad de los reyes de este mundo. En la época de Jesús tampoco entendieron demasiado qué tipo de reinado tenía Jesús y cómo era su Reino. Pilato en el Evangelio de este domingo (Jn 18,33b-37), expresa lo confundido que estaba sobre la realeza que tenía el Señor. «Pilato le dijo ¿Entonces tú eres Rey? Jesús respondió: tú lo dices. Yo soy Rey» (Jn 18,37). De todas maneras, el Señor explica a Pilato, algo que seguramente por su ceguera espiritual y su alejamiento de Dios no podía comprender: «Mi realeza no es de este mundo». (Jn 18,35)

Es cierto que en general la ceguera e incomprensión sobre el reinado de Jesús, es también una incomprensión sobre la misión de la Iglesia, es decir, de todos los bautizados. La imposibilidad de captar por dónde pasa el verdadero Reino, está ligada al alejamiento de Dios. Para percibirlo es necesaria una cierta mirada de fe. Es clave recordar que como Iglesia y como cristianos debemos seguir apostando en la cotidianidad, no al éxito, ni a triunfalismos pastorales, sino a la fidelidad, al seguimiento de Cristo, el Señor, que siempre implica el tomar la cruz de cada día, considerando que el discipulado debe ser siempre pascual. El Apóstol Pablo en la carta a los Filipenses nos señala el camino que la Iglesia debe guardar mirando a Jesucristo, el Señor: «Tengan los mismos sentimientos de Cristo Jesús. El, que era de condición divina, no consideró esta igualdad con Dios como algo que debía guardar celosamente: al contrario, se anonadó a sí mismo, tomando la condición de servidor y haciéndose semejante a los hombres. Y presentándose con aspecto humano, se humilló hasta aceptar por obediencia la muerte y muerte de cruz». (Flp 2,5-8)

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Este domingo retomamos la tradición de ir todos a Loreto en una nueva peregrinación a nuestro Santuario, que el año pasado fue acotada por la pandemia. Allí celebramos la memoria de tantos hombres y mujeres que evangelizaron en estas tierras, como los mártires Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez, Juan del Castillo, y el Padre Antonio Ruiz de Montoya, que junto a miles de indígenas vivieron una experiencia inédita en las Reducciones Jesuíticas.

En Loreto alimentamos nuestro ánimo en la memoria, pero también en los sufrimientos, en el martirio y en la vitalidad de estos testigos del pasado. Ellos nos fortalecen en la esperanza, para sobrellevar las dificultades, las persecuciones y las luchas de nuestro tiempo.

En esta reflexión quiero subrayar la importancia que tiene la peregrinación a nuestro Santuario diocesano de Loreto en la que participan muchas personas que se movilizan caminando, en autos, colectivos y bicicletas desde las distintas parroquias, escuelas y comunidades de nuestras zonas pastorales, saliendo conjuntamente desde Leandro N. Alem, Jardín América y Posadas. La Misa central es concelebrada con todos los Sacerdotes y Diáconos de la Diócesis, junto con nuestros consagrados, seminaristas y todo el Pueblo de Dios.

En la casa de Nuestra Madre de Loreto realizamos este momento único en el año donde como Pueblo de Dios en nuestra Diócesis de Posadas, llevamos nuestro agradecimiento a Dios por su presencia de tantas maneras en la tarea evangelizadora que Él nos encomendó.

También llevamos nuestros dolores, peticiones, inquietudes y sufrimientos. Todo lo ponemos a los pies de Nuestra Madre de Loreto y bajo la intercesión de nuestros mártires de las misiones. En ellos vemos ejemplos de entrega que nos permiten decir en el hoy de nuestra historia que nosotros , como ellos, queremos también ser testigos, discípulos y misioneros en esta porción de la Iglesia en nuestra provincia de Misiones.

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Junto a nuestra Madre de Loreto en su Santuario le pedimos a Dios por nuestra Iglesia diocesana, por la tarea evangelizadora y por cada una de nuestras intenciones.

Les envío un saludo cercano y ¡hasta el próximo domingo! Mons. Juan Rubén Martínez, obispo de Posadas

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