Déficit comercial por Turismo: ¿es posible eliminarlo?

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El aporte en divisas del turismo (exportación de servicios) es elevado: descontando 2020 y 2021 (afectados por la pandemia), la generación anual de divisas rozó los USD 5.000 M en los últimos 10 años (con un pico de casi USD 5.600 M en 2018), según datos de la Balanza de Pagos que informa INDEC.

No obstante, desde hace más de una década el turismo expone un déficit externo estructural para nuestra economía. Se puede observar que el nivel de salario en dólares (y de tipo de cambio real) guarda una estrecha relación con la salida de dólares por turismo: periodos en los cuales existió una mejora del salario en USD incentivó una mayor demanda de divisas para turismo.

Hacia adelante, la magnitud del (des)balance comercial por turismo dependerá del régimen macroeconómico vigente y del esquema de política económica que se instrumente. Dado el peso del turismo en la salida de divisas de la economía, se requerirá, sobre todo al principio, mantener un tipo de cambio real elevado de forma sostenida.

El turismo se posiciona como una actividad económica relevante para Argentina, tanto como generador genuino de divisas como dinamizador de la actividad económica y el empleo a lo largo de todo el país, provocando una amplia gama de efectos multiplicadores sobre otras actividades -en forma directa, indirecta e inducida- que lo dota de una potencialidad singular: alojamiento, gastronomía, comercio, transporte, actividades recreativas y culturales, entre otras.

Según la Cuenta Satélite de Turismo elaborada por INDEC, en 2019 el PIB directo turístico representó 1,9% del PIB total de Argentina, generando 1,26 M de puestos de trabajo (6% del total). Incluso, ha logrado ser un sector más resiliente a las recesiones económicas (exceptuando la pandemia): por caso, entre 2017 y 2019, cuando el PIB cayó -4,6%, el sector Hoteles y Restaurantes retrocedió apenas -0,4%.

En segundo lugar, el aporte en divisas del turismo (exportación de servicios) es elevado: descontando 2020 y 2021 (afectados por la pandemia), la generación anual de divisas rozó los USD 5.000 M en los últimos 10 años (con un pico de casi USD 5.600 M en 2018), según datos de la Balanza de Pagos (BdP) que informa INDEC.

De esta manera -más allá de la consideración sobre si las divisas ingresan por canales formales o informales[1]– el sector turístico tiende a ubicarse como el 5° complejo exportador en importancia (promedio 2015-19), detrás del sector Oleaginoso, Cerealero, Automotriz y Servicios Basados en Conocimiento (SBC), explicando en promedio 7% de las exportaciones totales de bienes y servicios.

No obstante, desde hace más de una década el turismo expone un déficit externo estructural para nuestra economía: la salida de divisas por el gasto de los turistas argentinos en el exterior suele ser mayor que los ingresos generados por el gasto de turistas extranjeros en el país. El último periodo de superávit turístico fue entre 2003 y 2010, pero desde 2011 el resultado se revirtió, y desde aquel momento persistió el saldo negativo, acumulando cerca de USD 30.000 M en el periodo.

Dentro de esta dinámica se observó un estancamiento en los ingresos y una tendencia creciente de los egresos, que pasaron de cerca de USD 5.000 M en 2010 a un pico de USD 11.400 M en 2017, y ya en 2022 volvieron a la zona de los USD 5.500 M. Así, el turismo tiende a explicar un 35% de la salida de divisas por Servicios, con picos del 45% entre 2016-19.

Esta trayectoria está directamente relacionada con el deterioro del balance entre el ingreso y el egreso de turistas internacionales: el turismo emisivo pasó a ser mayor al turismo receptivo. Por caso, según datos de INDEC, entre 2010 y 2019 (pre-pandemia) la cantidad de viajeros que llegaron al país por Ezeiza y Aeroparque trepó menos del 3%, mientras que el número de turistas residentes que viajó al exterior saltó 70%, pasando de un superávit anual de turistas de 750.000 a un déficit de algo más de 500.000 (con picos de 1,4 M en 2017). Visto de otro modo, en promedio la cantidad de viajeros argentinos fue 17% mayor al ingreso de extranjeros.

De hecho, según la Encuesta Nacional de Gasto de los Hogares (ENGHO) de 2004-05, los paquetes turísticos al exterior representaban 0,4% del gasto de los hogares, mientras que los pasajes de avión al exterior explicaban el 0,05% (0,405% en total). En la ENGHO de 2017-18, esas cifras treparon al 0,86% y 0,4%, respectivamente (1,25% en total).

Competitividad cambiaria: necesaria, ¿pero no suficiente?

¿Qué drivers tienden a impulsar el mayor egreso neto de dólares por turismo? En primer término, detrás del creciente egreso de turistas del país en las últimas décadas ha existido una mejora en la accesibilidad por parte de la población ante los mayores ingresos; un mayor desarrollo tecnológico que ha permitido una oferta de vuelos más económica; y un cambio cultural a nivel internacional que generó una mayor preferencia por viajar al exterior, entre otros factores. En este sentido, según datos de la Organización Mundial del Turismo el arribo de turistas a nivel internacional creció sostenidamente en las últimas décadas (previo a la pandemia), creciendo a una tasa anual promedio del 5% entre 2009 y 2019.

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Asimismo, el nivel del tipo de cambio real (cuán caro o barato es un país con relación a otros) es uno de los factores que determina el flujo del turismo internacional: cuando el tipo de cambio real sube, se abaratan en términos relativos los destinos nacionales frente a los internacionales, incentivando la llegada de turistas extranjeros y promoviendo, en el caso de residentes, la sustitución de destinos en el exterior por locales. En forma análoga, el nivel de salario en dólares (o más específicamente, medido en dólar turista) también guarda una estrecha relación con la salida de dólares por turismo: periodos en los cuales existió una mejora del salario en USD incentivó una mayor demanda de divisas para turismo.

Ahora bien, lo que se observa es que la relación negativa se cumple para el turismo emisivo (si aumenta el tipo de cambio, tiende a caer la salida de residentes), en cambio, para el turismo receptivo la relación entre tipo de cambio real y cantidad de viajeros provenientes desde el exterior no es significativa. Esto ocurre porque mientras la reacción de la demanda de turismo desde países limítrofes es sensible a los movimientos del tipo de cambio, la de los países no limítrofes es más inelástica, siendo que estos últimos representan más de la mitad del total de arribos al país. En esta línea, la ventaja competitiva de una depreciación cambiaria se modera por el efecto distancia.

De hecho, si bien el turismo receptivo en su conjunto aún no se recuperó completamente de la pandemia, frente a un tipo de cambio paralelo 60% superior en términos reales al de 2019 (último año pre-pandemia) el turismo de países vecinos se ha recuperado más rápidamente los últimos meses: en los últimos tres meses a julio está 11% por debajo de aquel momento, mientras que el turismo no limítrofe se encuentra 19% por debajo.

Atraso cambiario y desdoblamientos: el “dólar turista”

Producto del sostenido atraso cambiario de 2009-15 (el tipo de cambio real se apreció casi 40% entre puntas, llegando a niveles cercanos al final de la Convertibilidad) y, más recientemente, el acumulado esencialmente en 2021 (-18%), la administración de la escasez de divisas forzó al Gobierno a implementar diversas medidas para encarecer el dólar al que los turistas acceden para realizar sus consumos turísticos, aplicándole diversos impuestos y/o restricciones. En otras palabras, el Gobierno buscó desincentivar la demanda de dólares para viajar generando una devaluación fiscal o desdoblamiento informal y un dólar “turista” más caro que el dólar oficial, siempre considerando que no existe un monto máximo para operar en este mercado.

Historia reciente. Por caso, a partir de septiembre 2012 se aplicó una percepción del 15% a consumos con tarjetas de crédito o débito en el exterior, a cuenta del pago de Ganancias y Bienes Personales; que, sumando a los pasajes, paquetes turísticos y otros servicios vinculados al sector, se elevó al 20% en marzo 2013 y trepó al 35% en diciembre de ese año, manteniéndose hasta diciembre 2015. Con el retorno de las restricciones cambiarias, entre enero y agosto 2020 se implementó un 30% de recargo (vía Impuesto PAÍS), cifra a la que se le sumó un 35% adicional en concepto de percepción desde septiembre de 2020 que fue elevada al 45% en julio 2022, dando lugar al conocido “dólar Turista” (75% más caro que el oficial). Además, desde octubre de 2022 se implementaron impuestos adicionales a los pagos con tarjeta en el exterior que superen los USD 300 mensuales (“dólar Qatar”), que había comenzado siendo 100% mayor al dólar oficial y fue reducido a un 80% en agosto pasado. A esto se le añadieron la prohibición de financiación en cuotas y el descuento del cupo mensual para acceder al “dólar Ahorro”.

Aun así, actualmente observamos que la salida de divisas por turismo se encuentra en niveles relativamente elevados para el nivel de salario en dólares medido en “dólar turista”. Por caso, el salario RIPTE medido en dólares se encontró en el último año en el nivel más bajo de toda la serie (casi un 40% por debajo del promedio del resto de la serie entre 2013-2021), pero, sin embargo, el egreso de divisas por turismo se ubicó solo un 2,5% por debajo del promedio del mismo periodo.

¿A qué puede deberse este hecho? Creemos que a una combinación de factores. Por un lado, cabe destacar que dentro de la cuenta de Viajes y otros pagos con tarjetas se incluyen operaciones por e-commerce no vinculadas a un viaje. Esto es, pagos por consumo de bienes o servicios no presenciales en el exterior: entretenimiento, informática, suscripciones, bienes “puerta a puerta”, etc. La última información disponible muestra que en 2017 el BCRA estimó que de lo girado al exterior ese año para saldar deudas de tarjetas, un el 15% correspondió a esta clase de consumos (USD 1.300 M en aquel año).

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Sumado a esto, la tendencia global a viajar más fuera del país, junto con la búsqueda por sacarse pesos de encima de las familias de mayor poder adquisitivo frente a aceleración inflacionaria y el esquema de represión financiera de encima son otros factores que cabe resaltar.

Conclusiones y perspectivas

En lo que va de 2023 hasta julio (último dato), el desbalance entre el ingreso y egreso de turistas internacionales se achica: el arribo de turistas por la vía aérea trepó casi 80% i.a., mientras que la salida de argentinos al exterior lo hizo en un 43%. Así, el turismo emisivo pasó de ser casi 50% superior al receptivo el año pasado a menos del 20% este año. Asimismo, respecto a 2019 (pre-pandemia) los flujos de turismo siguen siendo inferiores, pero más aún para el turismo emisivo (-28%) que para el receptivo (-16%).

Posiblemente detrás de este comportamiento existe cierto efecto sustitución a favor del turismo interno, impulsado por PreViaje. De hecho, en 2022 la cantidad de turistas argentinos viajando por el país marcó un récord, con más de 31 M de turistas.

No obstante, la vuelta del turismo tras la pandemia tiende a agravar la salida de divisas: en el déficit por balanza de pagos trepó de USD 1.300 M a USD 1.600 M (+22%). En este marco, la mayor tendencia a viajar al exterior, junto a la baja respuesta del turismo receptivo al nivel del tipo de cambio real, parecen demostrar que un tipo de cambio real competitivo no es suficiente para aumentar las exportaciones por turismo en el corto plazo, aunque resulta esencial para procurar achicar el déficit turístico.

En esta línea, un reciente estudio del Ministerio de Desarrollo Productivo (2021) mostró evidencia para sostener que un tipo de cambio real sostenido por encima de los niveles de 2011-20 durante un periodo determinado podría terminar por eliminar el déficit turístico, o, incluso, transformar el sector en superavitario en términos de divisas.

Por esta razón, es preciso señalar que hacia adelante la magnitud del (des)balance comercial por turismo dependerá del régimen macroeconómico imperante y del esquema de política económica que se instrumente. Dado el peso del turismo en la salida de divisas de la economía, se requerirá un tipo de cambio real elevado en forma sostenida. Esto es, que sea “caro” hacer turismo fuera del país con relación al turismo interno.

Sobre esta base, una corrección del atraso cambiario luce inevitable al inicio de la nueva gestión de gobierno, en el marco de un desarme del cepo cambiario. Frente a un levantamiento gradual de las restricciones cambiarias, como podría significar un desdoblamiento formal del mercado cambiario, es probable que el tipo de cambio efectivo para el turismo al exterior deba seguir siendo más elevado que el promedio.

Ahora bien, por los factores previamente mencionados, concentrarse en el tipo de cambio real puede ser insuficiente. Desde la óptica de los ingresos, para que el turismo se configure como un sector capaz de aportar de forma significativa a la generación de divisas son necesarias medidas adicionales a un tipo de cambio real alto.

 Por un lado, garantizar una mayor estabilidad macroeconómica que otorgue previsibilidad a la oferta para desarrollar inversiones. Por otro lado, incrementar la inversión en infraestructura para apuntalar la conectividad de las ciudades argentinas. Por último, acrecentar las acciones de promoción turística para recuperar el podio de arribos en la región y acortar el efecto distancia respecto a los países que no son limítrofes. El incremento de turistas de dichos países es importante para reducir el déficit de divisas por turismo, dado que un viajero residente en Estados Unidos, Canadá o Europa gasta por viaje en el país 2 veces más que un turista brasilero.

Al mismo tiempo, la reducción de la brecha cambiaria resultará fundamental para fomentar un ingreso de divisas turísticas al país por canales formales, fortaleciendo a las reservas en el camino. En este sentido, la implementación a finales de 2022 de una normativa para que los turistas puedan liquidar hasta USD 5.000 mensuales en el mercado formal con una cotización similar a la del tipo de cambio financiero fue un avance, pero tratándose de una medida transitoria que deberá ser reemplazada más temprano que tarde mediante la unificación cambiaria.

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[1] Existe una diferencia sustancial entre la medición de turismo entre Balanza de Pagos (BdP) que informa INDEC y Mercado Único Libre de Cambios (MULC) del BCRA. Mientras que el primero tiene base devengado (lo “facturado”), construido tomando estimaciones del ingreso o gasto turístico construidas a partir de la entrada y salida de personas y las encuestas de gasto turístico, el segundo contempla todas las transacciones formales realizadas con tarjeta de crédito (u otros medios de pago similares).

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