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Inflación, paritarias y el fin de la pax cambiaria

El último informe de coyuntura de la Consultora ABECEB

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El último informe de coyuntura de la Consultora ABECEB hace foco en la inflación y las paritarias.

¿Fogonazo inflacionario o cambio de régimen? ¿Para qué preparar a la empresa?

Con el acuerdo con el FMI, la Argentina recibió un plus de divisas necesarias para reforzar las menguadas reservas del Central. Como además, comenzaba la etapa de mayor liquidación de exportaciones y el real se estaba apreciando, se instaló una incipiente pax cambiaria que renovó los incentivos para el carry trade. Tomando en cuenta las duras restricciones de nuestra economía, parecía configurarse un escenario razonablemente bueno para desactivar las fuentes de inestabilidad en los frentes fiscal, monetario y de escasez de reservas.

Pero una primera señal de alerta se encendió con las subas de precios internacionales en energía y alimentos por la guerra desatada por Rusia. Pero la novedad más impactante de la quincena es la velocidad con la que la pax cambiaria comenzó a evaporarse.

¿Qué pasó para que la pax cambiaria empezara a derretirse?

La respuesta corta es: pasó de todo en pocos días.

Malas señales desde la política. Hoy no se sabe cuál es el programa de Guzmán. El Plan Platita 2 y el impuesto a las ganancias no esperadas, apuntan en una dirección mientras la restricción en la emisión monetaria y los aumentos de tasas de interés y las tarifas apuntan en sentido contrario. El promedio entre las críticas de La Cámpora y la condicionalidad del FMI da una contradicción. Esto genera incertidumbre, lo que se refleja en mayor dolarización de los portafolios.

Golpe inflacionario. El 6.7% de marzo superó las expectativas más pesimistas. Al IPC le siguieron otros índices que confirmaron el desborde: mayoristas fue 6.3% y la línea de pobreza subió un 7%. Esto incide en el consumo y va a potenciar los conflictos y reclamos de transferencias al Estado.

Paritarias. Cuando las expectativas están muy desancladas y reina la incertidumbre, los sindicatos empiezan a demandar correcciones basadas en la inflación futura y que se incluyan cláusulas de revisión. Comercio firmó por el 60% cuando hasta hoy la inflación acumulada es 55%. Si se generaliza esta tendencia la inflación pasará de alimentarse de la inercia a espiralizarse.

Noticias poco alentadoras de la economía global. La situación internacional es poco favorable para la Argentina: (a) Se depreciaron las monedas emergentes, incluyendo el yuan y el real. Sólo en abril el tipo de cambio medido en reales se apreció 3.3%. El tipo de cambio real multilateral que mide el Central está sólo 7% por encima de abril de 2018, momento previo al sudden stop y la crisis. (b) si bien los precios de las commodities siguen entonados por la guerra, la apreciación del dólar se correlaciona negativamente con esos precios, lo que abre interrogantes a futuro; (c) el viraje hacia una posición mucho más hawkish de la FED, acompañado de un incipiente flight to quality, desincentiva los flujos de capital a emergentes y la IED y la demanda por nuestros bonos se deprimen, aumentando el riesgo país; (d) la inflación cercana a dos dígitos en EEUU junto con el aumento de energía y alimentos no sólo implica importar impulsos inflacionarios; también aumenta la probabilidad de que la FED termine generando presiones recesivas globales.

Señales fiscales distorsionantes. El gobierno dio dos señales fiscales que van a erosionar el acuerdo con el FMI. Primero, lanzó un Plan Platita 2 para jubilaciones y trabajadores no formales que presiona sobre el déficit primario. El costo se estima en 0.3/0.4% del PBI. Segundo, incluyó un ítem de validez dudosa como ingreso fiscal que genera dudas sobre la aprobación de la meta fiscal por parte del FMI en la primera revisión de mayo. El FMI no se está mostrando proclive a rever las metas.

Cambio de reglas de juego. Guzmán anunció el impuesto a las “ganancias inesperadas” y el Banco Central le dio una vuelta de tuerca más al cepo. El nuevo impuesto contribuiría a financiar el Plan Platita 2 pero, sobre todo, es funcional para mostrar sintonía con el kirchnerismo. El ajuste del cepo es consecuencia de que el Central no logra acumular reservas. Esto anticipa un segundo semestre complicado, una vez pasada la temporada de liquidaciones. Los cambios en las reglas son letales para la confianza y, por ende, la inversión y el empleo.

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¿La inflación de marzo fue un fogonazo producto de un desvío pasajero o anticipa un cambio de régimen inflacionario?

Esta cuestión es esencial para evaluar qué puede pasar en el entorno de los negocios. El punto se puede discutir en base a dos escenarios.

Escenario 1
El desmadre de la inflación en marzo es transitorio y se producirá una desaceleración gradual en el marco del programa del FMI, con la brecha estabilizada. Las condiciones mínimas necesarias para que esto ocurra no están dadas, por lo que serían necesarias iniciativas muy concretas para atenerse a lo acordado con el FMI. Específicamente:

-La devaluación debería ser más rápida para adaptarse a la regla del crawling peg que está implícita en el compromiso con el Fondo de mantener la competitividad del tipo de cambio real y cumplir con la meta de reservas. Obstáculo: una mayor devaluación aceleraría la inflación. Para controlarlo, habría que subir fuerte las tasas de interés, lo que es recesivo y acelera el crecimiento de la deuda pública y del Central.

-Sería necesario definir un ancla creíble para los precios, para guiar las expectativas privadas. Sin embargo, además de la meta monetaria del FMI y el manejo de las tasas de interés, sería vital alinear las negociaciones paritarias con una inflación descendente. Obstáculo: ya se están negociando paritarias al 60%.

Cumplir con la meta presupuestaria de 2,5% por dos razones. Primero, evitar la dominancia fiscal que es la que genera el exceso de emisión. Segundo, mantener un mínimo control sobre las colocaciones de deuda doméstica que, al ser mayormente indexada y a corto plazo, es inestable y desplaza al sector privado.

Obstáculo: Es exactamente opuesto a lo que promueve el kirchnerismo duro. Una cuota de suerte en cuanto a la evolución de la economía global y regional es indispensable. Sería bueno que la depreciación en emergentes represente el nuevo equilibrio y el dólar no se siga apreciando.

En este escenario, las firmas deben prepararse para un período recesivo, con altas tasas de interés y crédito escaso. Podría haber un lapso en que los salarios negociados en paritarias queden desacomodados (hacia arriba) si la inflación cede. Como la brecha no debería subir, seguiría siendo conveniente colocarse en activos indexados. Como este escenario requiere la confianza como insumo, deberían amortiguarse los enfrentamientos en el Frente de Todos. Difícil, pero si se diera se abrirían oportunidades rentables de inversión en varios sectores.

Escenario 2
La dinámica de marzo se perpetúa y la inflación pasa a moverse en el entorno del 5% al 6%. Como las paritarias ya están incorporando la inflación futura, el fogonazo inflacionario de marzo podría ser el comienzo de un cambio de régimen inflacionario.

En este escenario, la economía pasa a un régimen de alta inflación con tres características: (a) tasas de inflación que difícilmente bajaban de 100% anual (5.9% mensual) con propensión a los fogonazos inflacionarios; (b) acortamiento de contratos financieros con dolarización; (c) indexación de contratos de trabajo.

En este escenario, las firmas deberían acostumbrarse a la indexación de los contratos –no sólo de salarios– en el marco de una economía estancada con altas tasas de interés y crédito escaso y de maduración rápida. El dólar seguiría siendo considerado un instrumento muy útil de cobertura contra el riesgo macroeconómico. Las oportunidades de negocios serían puntuales y escasas.

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Como el escenario 2 es políticamente disruptivo y la confianza que se necesita para el escenario 1 es difícil que Guzmán la consiga, no sorprende que la pax cambiaria se haya fragilizado. Probablemente la Argentina pueda esquivar la mutación hacia un régimen de alta inflación, pero sin implementar las políticas de estabilización necesarias. El resultado sería un gobierno que administra desequilibrios hasta el recambio de 2023.

Las paritarias: negociaciones cada vez más breves, adelantos y múltiples cuotas

La acelerada inflación generó un clima de negociación intensiva en materia de paritarias. Con la intención de sostener el poder de compra de los salarios formales, las autoridades propusieron a principios de año una pauta del 45% (así cerraron UOM, Aceiteros y ladrilleros). No obstante, el fogonazo de los últimos dos meses dio por tierra la vigencia de esos acuerdos.

La forma que están tomando las negociaciones en este contexto tiene altos riesgos: más cuotas, tiempos cada vez más cortos y cláusulas de revisión prácticamente continuas. Además, el aval de adelantamiento de las renegociaciones por medio de la Resolución 388/2022 implica, en la práctica, un debilitamiento del poder del acuerdo como forma de dar un mínimo horizonte de previsibilidad: para el trabajador y para la empresa. En detalle, identificamos tres características de los acuerdos salariales a monitorear:

1 La pauta inicial del 45% para la paritaria 2022 caducó demasiado rápido. UOM, Aceiteros, Obras Sanitarias, Docentes y Ladrilleros se unieron bajo diversos mecanismos a esta cláusula testigo. Todos fueron habilitados por el gobierno a retomar las conversaciones. La UOM de Furlán ya solicitó en su primera asamblea la reapertura de la negociación reclamando subirla al 60%.

2 Los acuerdos adoptan un perfil cada vez más corto que atenta contra la certidumbre. Los trabajadores navales acordaron por 6 meses, mientras los trabajadores de la carne, pesqueros y trabajadores del seguro acordaron por 9. A ello se suma en la mayoría de los casos una cláusula de ajuste por inflación que torna a las negociaciones prácticamente continuas e inestables. La UOCRA reclama una paritaria trimestral. Camioneros, se sumó vía un adelantamiento a la definición de acuerdos por 6 meses.

3 Más cuotas, menos certidumbre de costos, más inflación. Comercio incluyó 7 tramos de aumento, todos por encima del 4,5% mensual, incrementando la inercia por suba de costos y un impacto no neutral al momento de definir la estrategia de precios de las empresas. Con más de un aumento cada dos meses, la tensión se incrementa al momento de fijar los precios en un sector estrechamente ligado al consumo.

Las negociaciones salariales evidencian la ausencia de una brújula y la forma que están adoptando incrementa la incertidumbre nominal de mediano plazo. Los reclamos pasaron del 45% a ubicarse cómodamente en un piso del 60% (hasta que aguante la inflación): este es el reclamo de bancarios y de camioneros.

Las Pymes ya elevaron la voz, indicando que no cuentan con la espalda para afrontar estos compromisos. En las grandes, algunas podrán trasladar a precios, otras elegirán entre mayor producción o mayores costos. En todos los casos, una negociación salarial desanclada posiblemente implique mayor informalidad, baja producción y menor contratación.

Si bien los salarios de los trabajadores del sector privado registrado hoy tienen un poder de compra 10% menor a 2017, continúan siendo aquellos mejor posicionados para cubrirse de la inflación. Los independientes y aquellos del sector público se sitúan más de 20 puntos por debajo, mientras que los informales tienen un rezago de más del 30%. Por su parte, la condición de ocupado está hoy lejos de garantizar la ausencia de vulnerabilidad: 16% de los trabajadores formales son pobres, 47% de los informales y 44% de los trabajadores por cuenta propia.

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