Inversión y deuda, dos claves del presupuesto misionero 2022
Escribe Alejandro Pegoraro
Misiones, nuevamente, es la primera provincia del país en aprobar su Presupuesto General de recursos y gastos para el año 2022. El total de las erogaciones que establece la ley aprobada ascienda a la suma de $249 mil millones, y equivale a un incremento del 63,7% en relación al presupuesto vigente de este año: treinta puntos porcentuales por encima de la inflación que proyecta el gobierno nacional para el 2022 (de 33%), e incluso una decena de puntos por encima de la inflación actual.
Eso no es un dato menor, considerando que la meta de 33% no tuvo credibilidad desde el día que nació; pero sí existe cierto consenso en que la inflación para el año que viene rondará entre 40% y 45%: por ende, el presupuesto misionero asegura desde el vamos un crecimiento real en su ejecución presupuestaria.
El foco presupuestario está puesto en “lo social, la educación y un protagonismo excluyente de la salud en la pospandemia. Las áreas sociales, salud, educación y desarrollo económico concentran el 79 por ciento de la inversión estimada”, afirma esta nota de Economis en relación a la distribución del crédito presupuestario.
Pero, además, hay otras dos cuestiones que han sido mencionadas, pero deben ser puestas en el centro de atención con aún más fuerza, porque se trata de aspectos fundamentales que hacen no solo al futuro, sino también al camino transitado para llevar a eso.
Inversión pública y deuda son dos protagonistas centrales del presupuesto misionero para el año siguiente. En el primer caso, por su incremento importante que necesariamente impacta en el desarrollo provincial; en el segundo, por su descenso importante que, también, influye fuertemente en el futuro misionero.
La inversión pública, en primer lugar, daría un salto del 60% en 2022, con fuerte predominio de la inversión real directa, cuya estimación de crecimiento anual está proyectada en un 62,2% para el año que viene. Dato fundamental considerando que en este concepto están incluidos los denominados “trabajos públicos”, que no se trata de otra cosa que proyectos de obra pública vinculados al desarrollo, y que ese solo ítem de inversión tiene una estimación de crecimiento del 93%. Esto marca una característica que se busca imprimir en la gestión de gobierno: acelerar obras como bandera de desarrollo, crecimiento y generación de empleo.
Las variaciones anuales del gasto proyectado en estos puntos marcan, justamente, la velocidad de crecimiento que se busca establecer en esta temática, pero igual (o todavía más) importante es observar su peso en relación al total de las erogaciones presupuestarias: la inversión pública concentraría cerca del 30% del total de gastos, y de ese modo, el 2022 sería el año de mayor nivel de inversión de, por lo menos, los últimos diez años.
Haciendo un repaso histórico de esta variable, Misiones tuvo un promedio de inversión pública sobre el total del gasto provincial del 23% entre 2012 y 2017, pero tras la crisis iniciada a principios del 2018 con la corrida cambiaria, posterior devaluación e inicio de recesión, la misma fue en descenso, al igual que ocurrió en todas las provincias del país. Tras eso, la pandemia tiró hacia abajo la inversión pública, a raíz de que el gasto se concentró en la emergencia sanitaria. En 2020, justamente, se tocó el piso de este indicador: la inversión pública participó del 15,8% del total del gasto.
Pero la reactivación del 2021 elevó ese guarismo de manera significativa, proyectando un alza anual cercano al 28% (y estando hoy, en la ejecución presupuestaria del primer semestre, en cerca del 22%), que se supera en 2022 para marcar un techo histórico.
Dicho de otro modo, 30 de cada 100 pesos que gaste el Estado misionero en 2022 está destinado específicamente a inversión pública vinculada al desarrollo. Este nivel de participación suele observarse en provincias del centro del país, pero no es para nada la regla general en provincias del norte, donde por lo general este indicador no pasa del 20% en el mejor de los casos. Por ello, Misiones vuelve a destacar dentro de la región, mostrando características de gestión distintas, con foco justamente en el desarrollo. Pero esto no es solo una decisión, sino que es también una consecuencia: haber logrado dar respuestas a otras cuestiones vinculadas a lo social (y entre ellas, a la cuestión salarial) le permite a la provincia avanzar en estos otros puntos clave para el futuro provincial.
El segundo punto de relevancia es la de la deuda pública y su peso específico dentro del gasto. De acuerdo a las planillas del presupuesto, lo relativo a pagos de intereses de la deuda para el 2022 tiene dos particularidades: en primer lugar, caen nominalmente respecto a 2021: -15,2%, que significa que la provincia debe destinar menos recursos medidos a pesos de hoy en atender esta situación. Gran noticia en un contexto donde más de la mitad de las provincias argentinas tienen este indicador en crecimiento.
Pero, además, se trata de alcanzar, en términos relativos, el menor peso de deuda sobre el gasto de los últimos 5 años. En 2017, en Misiones el 0,7% del gasto total se destinó al pago de intereses de la deuda; en 2018 creció al 0,9%, bajó luego al 0,8% en 2019, 0,5% en 2020, 0,4% en 2021 y sería del 0,2% en 2021.
Es decir, se mejora una situación que, a priori, parecía inmejorable, porque ya era buena en sí. Pensamos, en términos comparativos, que la provincia del Chaco destina cerca del 6% de sus ingresos a atender los servicios de deuda.
Con la deuda como un tema resuelto, la inversión pública en tendencia creciente, y con garantía de crecimiento real en puntos importantes que hacen al desarrollo económico, Misiones puede tener un gran 2022, siempre y cuando se cumplan las pautas presupuestarias y la macro argentina tienda al equilibrio.
Además de esto, las cuentas públicas están ordenadas, la economía misionera se fortaleció y, aún quedando muchas demandas abiertas, se tiende a un proceso de crecimiento. ¿Misiones necesita aún más argumentos para que la Nación empiece a dar respuestas a sus problemas?
Spoilers: No. No necesita demostrar nada más. Solo se requiere que la Nación empiece a pensar (y actuar) por fuera de la General Paz.