
La crónica de una derrota anunciada
Poco a poco, el panorama internacional en el nuevo rearmado va demostrando los lugares y roles que ocupan los diversos actores. Está claro que EEUU, Rusia y China ocupan la primera plana, y con una persona y un país como claros postergados de la escena mayor global. Zelenski es el gran perdedor en el orden mundial que plantea Trump y ha quedado claro en su última aparición en el Salón Oval. El futuro de Ucrania es oscuro y podría transformarse en la “Berlín” del siglo XXI.
¿Zelenski? ¡Afuera!
Parafraseando la efusiva frase de Javier Milei en plena campaña, es Trump quien le dijo “afuera” al presidente ucraniano. En una acalorada conferencia de prensa que decantó con la mayor humillación pública de un presidente a otro que se recuerde en la historia reciente, todo esto sin recurrir a la fuerza, Trump le dio una breve cátedra sobre el verdadero rostro de Estados Unidos pero también acerca de la multipolaridad y el nuevo orden geopolítico que se va a establecer.
Primero Estados Unidos, reza un dicho de Trump y los republicanos, y así se lo marcaron a Ucrania, en el contexto de una guerra que nunca tuvo que haber comenzado, una conflagración que Kiev jamás la hubiese soportado tanto tiempo si no era por el financiamiento occidental de la mano de una gestión patética en política exterior como lo fue la de Biden, con la intención de un ingreso a la OTAN que nunca hubiese sido factible. Un verdadero calvario para el pueblo ucraniano que ve con dramatismo y de manera paulatina como sus aspiraciones de mantenerse en pie y con dignidad en el campo de batalla, se van reduciendo a cenizas.
Es correcto preguntarse por qué Zelenski condujo a Ucrania a esta guerra. Siempre poniendo el foco en esta cuestión, de manera paralela a las premisas imperiales y extensionistas de Putin con intereses materiales y geopolíticos. La realidad del asunto nos lleva a obviar la ingenuidad. Nadie que tenga un mínimo de conocimiento de geopolítica e historia podía pensar jamás que Ucrania le iba a ganar una guerra a Rusia, salvo caso que esto se lleve al plano de una guerra mundial, cosa que por fortuna del resto del mundo no llegó.
A este punto llegamos con dos cuestiones. Una de ellas es que el presidente ucraniano apeló al debilitamiento interno del régimen de Putin, algo que podía ser meramente predecible y que además tuvo puntos calientes que pusieron en vilo su credibilidad: ataques y avances ucranianos sobre suelo ruso y la intentona golpista por parte del ejército mercenario Wagner. Ambos hechos fueron sofocados con la suficiencia de un líder que maneja Rusia con mano de hierro hace 25 años.
La otra teoría y que es parte de una seria investigación de la gestión Trump es que hubo intereses bélicos, desvío de fondos y fraude por parte del estado ucraniano con los miles de millones de dólares que la Casa Blanca destinó a la resistencia del país de Zelenski durante el mandato de Biden. No es descabellado pensar esto, entendiendo que no sería la primera ni la última vez que la guerra se transforma en un negocio. Está claro que Trump busca ir a fondo con esto para intentar esclarecer el panorama.
Sea como sea, la guerra en Ucrania tiene sus días contados, para pasar a ser, literalmente, tierra arrasada.
El futuro ucraniano
La otra gran incógnita es saber cómo seguirá la vida de Ucrania luego de semejante desastre geopolítico. La catástrofe a la que fue arrastrado le puede llevar a perder su estatus de Estado inclusive.
Sin ánimos de ser apocalípticos y con todo el cuidado para un pueblo tan valioso como lo es el ucraniano, hay que analizar la situación a futuro y no parece lo más prometedor. En primera instancia porque la partición de la misma y la pérdida de territorios es casi un hecho a esta altura. Podemos hablar de 2 Ucrania en potencial a futuro. Una de ellas sería de terreno completamente perdido, las cuales quedarían bajo el manto protector ruso (una de las tantas proclamas de Putin al arranque de la guerra). Ese famoso territorio es el que está en disputa, el Donbás, al oeste.
La otra Ucrania sería la que quede bajo influencia y explotación de EEUU, más no protección de la misma. Esta parte de Ucrania, lejos de ser un bastión de la libertad va a ser un territorio que EEUU reclamará económicamente como suyo a la hora de explotarlo: las tierras raras y los minerales. Para Trump esto es importantísimo, ya que podrían armar un frente extractivo de materia prima fundamental para la industria tecnológica, de la cual tiene aliados muy fuertes como Musk, Bezos y Zuckerberg. Evidentemente hay intereses por los cuales EEUU requiere el fin de la guerra en Ucrania y el hecho de cobrarse los miles de millones de dólares de préstamos para la maquinaria bélica con los territorios de Ucrania. Si me preguntan a mí, es una decisión de manual de EEUU. Una pena por Zelenski quien, literalmente, “no la vió” y solo fue utilizado en gran parte por los intereses.
Párrafo aparte para la seguridad ucraniana quien deberá ser brindada por Europa. Esto es clave para el viejo continente por la amenaza expansionista de Rusia y por Trump, quien claramente prioriza los intereses de su país. Una jugada estratégica que llevará a empobrecer a Europa y militarizar a su población.
¿Quiénes son los que más pierden con esto? Los ucranianos. Padecieron una invasión con una guerra consecuente, sufriendo el avance ruso, el manoseo de intereses de EEUU, un líder con falta de lectura geopolítica y un mundo atónito ante tal situación. Millones de ucranianos que lucharon, algunos desde trincheras y otros desde sus celulares para evitar esta situación que parece no tener un retroceso alguno en cuanto a una derrota que le suspira en la nuca a Kiev. Un posible país partido bajo dos administraciones o intereses contrapuestos, en una paradoja histórica con el muro de Berlín pero con matices históricos distintos, aunque con algo en común. Los ucranianos, al igual que los alemanes, deberán trabajar a ultranza para fortalecer su nación, protegiendo tradiciones, costumbres, idioma y demás cuestiones que hacen al acervo cultural de un pueblo con mucha historia, evitando a toda costa que una nueva rusificación o un avasallamiento de EEUU se los lleve puesto.