El planeta en Rojo: ¿Cómo se posiciona Misiones en la renovada agenda climática global?

En línea con el Papa Francisco, el presidente Alberto Fernández introdujo en la discusión el valor económico de la protección ambiental.

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La cumbre de líderes mundiales por el ambiente dejó varias señales positivas y el gran interrogante ¿se pueden cumplir las promesas? ¿o se trata de otro cúmulo de buenas intenciones? La primera señal verde es que Estados Unidos, de la mano de Joe Biden haya dejado atrás el desdén y la mirada economicista de Donald Trump ante las políticas de protección del ambiente y el cambio climático. El demócrata se puso una meta ambiciosa: reducir para 2030 al 50% las emisiones de gases de efecto invernadero en Estados Unidos, uno de los países más contaminantes del mundo. 

También aseguró que la lucha contra el cambio climático genera una oportunidad para crear “millones de empleos bien remunerados” en los sectores de innovación tecnológica para crear energía limpia.

Los demás líderes del grupo de países más poderosos prometieron objetivos similares:

  • Japón aumentó su objetivo de reducir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) en 46% de aquí a 2030, frente al 26% previsto hasta ahora, según anunció el primer ministro Yoshihide Suga. En 2019, Japón era el quinto país que más CO2 emitía del mundo, por detrás de China, Estados Unidos, India y Rusia, según la plataforma en línea Global CO2 Atlas.
  • China, el primer país contaminante del mundo dejó de lado los desacuerdos en comercio y derechos humanos con Estados Unidos, y Xi Jinping se comprometió a alcanzar la neutralidad de carbono para 2060. El gigante asiático “avanza con firmeza por un camino de desarrollo verde”, aseguró Xi, citado por la agencia de noticias Xinhua, y agregó que Beijing elabora un plan de acción para llegar a la cima de emisiones de CO2 y desplegó “amplias y exhaustivas acciones” para ayudar a que las localidades y empresas cumplan las condiciones.
  • Desde la tercera nación más contaminante, el primer ministro de India, Narendra Modi, instó a los líderes mundiales a tomar “acciones concretas a gran velocidad” y manifestó que el mundo necesita “volver a lo básico” para salvar el medio ambiente. Sostuvo que la huella de carbono per cápita de la India es un 60% más baja que el promedio mundial porque el estilo de vida de su gente todavía se basa en prácticas tradicionales sostenibles.
  • Vladimir Putin defendió su política ambiental y aseguró que Rusia “cumple con sus obligaciones internacionales”. El ruso llamó a activar la cooperación multilateral para luchar contra el cambio climático y sostuvo que su país trabaja “enérgicamente en la puesta en marcha de una legislación moderna” para limitar sus emisiones de gases de efecto invernadero que, desde 1990, pasaron de 3.100 millones de toneladas a 1.600 millones por la “reestructuración” de la industria tras la caída de la Unión Soviética.
  • La canciller alemana, Angela Merkel aseguró que Alemania está comprometida con alcanzar la meta de la Unión Europea (UE) de reducir las emisiones contaminantes en un 55% para 2030, y que “redujo sus emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% respecto a 1990”.
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Brasil dio la nota. “Quando acabar a saliva, tem que ter pólvora”, había dicho Jair Bolsonaro en noviembre, cuando Biden había cuestionado la desidia de Brasil para controlar los y la deforestación en el Amazonas.

Ahora, ante los líderes del mundo, o capitão fue mucho más conciliador  y se comprometió a acabar con la deforestación ilegal en su país antes de 2030. determinó que su neutralidad climática será alcanzada en 2050.

Difícil. Más de 400 mil kilómetros cuadrados se quemaron entre 2000 y 2019 solo en el Amazonas. Ese número representa el 30 por ciento del área quemada en el país en el mismo período. Equivale a dos veces la superficie de Uruguay. El año pasado, en medio de una oleada de incendios pocas veces vista, en todo Brasil se quemó un área equivalente al Reino Unido: más de 226 mil km². El fuego arrasa con la selva y expande las fronteras agrícolas de la mano de los principales aliados de Bolsonaro en el poder. 

Argentina no hizo promesas pomposas, pero se comprometió a “desarrollar el 30 por ciento de la matriz energética nacional con energías renovables”; a impulsar “medidas de eficiencia para la industria, el transporte y la construcción”, y promover en el Congreso el rápido tratamiento de la Ley Federal de Educación Ambiental.

 En línea con el Papa Francisco, el presidente Alberto Fernández introdujo en la discusión el valor económico de la protección ambiental. Sostuvo que para que la transición hacia una economía con bajas emisiones de carbono sea justa es necesario que “comience por los últimos para llegar a todos” y llamó a “renovar la arquitectura financiera internacional”.

Esa nueva arquitectura debe contar con: 

  • Una movilización de recursos concesionales y no reembolsables, canalizados a través de la banca multilateral y bilateral, con procesos ágiles y transparentes. 
  • Pagos por servicios eco-sistémicos y canjes de deuda por acción climática. 
  • Nueva asignación de Derechos Especiales de Giro, sin discriminar a los países de renta media, para mejorar nuestro medio ambiente. 
  • Reconfiguración de los análisis que realizan las calificadoras de riesgo, para no distorsionar la realidad de los países. 
  • Y atención a los fenómenos de sobre-endeudamiento irresponsable -provocados antes de la pandemia y agravados por éste virus-, con mayor flexibilidad de plazos, tasas y condiciones.

Está claro que Argentina no está en condiciones de imponer nada en el tablero internacional. Pero la posición del Presidente fortalece la posición que sostiene Misiones desde hace tiempo. El cuidado del ambiente es política de Estado y es la única provincia del país y de la región con un ministerio dedicado al Cambio Climático. ¿Qué pide Misiones? Que se le reconozca el valor económico de ese cuidado ambiental. Es un esfuerzo enorme para una provincia pequeña, que reserva un tercio de su territorio para la protección de la naturaleza. Pero la belleza del paisaje, el aire puro y el verde incomparable, cuestan dinero. 

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El reclamo global de Alberto habilita el reclamo local de Misiones. De hecho, la posición de Misiones es que más allá de los recursos que reciba la Argentina para cuidado ambiental -80 millones de dólares en el último año-, sean los estados subnacionales, incluso municipios, los que puedan acceder en forma directa a estos aportes no reembolsables. 

El nuevo mapa ambiental que tiene la Argentina lejos está de premiar el esfuerzo para custodiar la biodiversidad de Misiones. No es lo mismo el bosque nativo de la reserva de Yabotí, que los manchones de monte incompletos incorporados al inventario nacional en provincias donde la frontera agrícola se expande hasta límites insospechados. Sin embargo, esas provincias están en condiciones ahora de reclamar una porción mayor de fondos de la inequitativa ley de presupuestos mínimos ambientales.

El ministro de Cambio Climático, Patricio Lombardi, destaca -más allá de su propia elección- el acierto de haber pensado el ministerio antes de que el tema vuelva a estar en el centro de la escena global. “Hoy es un asunto de Estado internacional”, reflexionó. 

Para Lombardi es clave el llamado de Biden a los líderes globales a rediscutir políticas ambientales. El funcionario misionero considera que este “Lollapaloozade líderes globales que se celebró en el Día de la Tierra sienta las bases para la discusión de la Cumbre del Clima que se celebrará en Glasgow, Escocia en noviembre.

“En Glasgow se define la cuestión económica y el financiamiento de las política sustentables que no se debatió desde la cumbre de París. También se pondrá valor al carbono, que hoy carece de precio internacional”, explica. 

Para Lombardi, esa discusión es clave para Misiones y sus servicios ambientales, de aire puro, agua y tierra fértil. “La selva captura dióxido de carbono de la quema de combustible y eso tiene valor”, señala. 

“En esa mesa de discusión internacional Misiones se sienta como acreedora. La posición es la que tenemos desde hace tiempo: se debe reconocer el esfuerzo de lo que hacemos y es de abajo hacia arriba. El mundo debe bajar recursos al país, pero también a las provincias y municipios que hacen el esfuerzo”, insistió.

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