El presidente de la BBC renuncia envuelto en un escándalo de conflicto de intereses

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El presidente de la radiotelevisión pública británica BBC, Richard Sharp, presentó hoy su renuncia, acorralado por un conflicto de intereses tras hacerse público que facilitó un préstamo al ex primer ministro, Boris Johnson, antes de que este lo nombrara en el cargo.

Sharp, exempleado de las entidades financieras JP Morgan y Goldman Sachs, reconoció que facilitó el préstamo por un valor de 800.000 libras (unos 900.000 euros) a Johnson, lo que constituyó una violación a priori -e “involuntaria”, según sus palabras- del código de conducta de la BBC.

Un informe de conducta sobre Sharp reveló concretamente dos conflictos de intereses: primero, que Sharp informó a Johnson que quería el cargo antes de presentar oficialmente en noviembre de 2020 su candidatura y, en segundo lugar, que presentó al millonario canadiense Sam Blyth al entonces secretario del gabinete de Gobierno, Simon Case, para “ayudar (a Johnson) en sus finanzas personales”.

“En retrospectiva, ojalá se me hubiera ocurrido mencionar este posible conflicto de intereses”, declaró Sharp en una entrevista concedida a la propia BBC. “Me gustaría pedir disculpas por este desliz, por involuntario que fuera, y por la distracción causada”, agregó.

En lo que se refiere al préstamo, Sharp reiteró que actuó de “buena fe” y que recordó al secretario del gabinete las normas de nombramientos en todo momento.

La junta de la radiotelevisión pública británica por su parte, en un comunicado oficial, confirmó que aceptó la dimisión de Sharp, a quien describen de todas maneras como una “persona íntegra” que ha cumplido las funciones de su mandato, como supervisor del medio y garante de su independencia.

“Ha sido un verdadero defensor de la BBC y de su misión, y del porqué esta corporación en un activo que no tiene precio para el país, tanto dentro como fuera de sus fronteras”, añadió la nota.

Sharp permanecerá en su cargo de forma interina hasta que su renuncia se haga efectiva en junio.

La ministra de Cultura, Lucy Fraser, dijo “entender y respetar” su decisión y en una carta le agradeció su trabajo como presidente de la BBC.

La BBC es el servicio público de radio, televisión e internet del Reino Unido, financiado principalmente a través de un impuesto televisivo que pagan quienes tengan un receptor de TV en el país, además de una subvención parlamentaria administrada por la cancillería británica.

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¡Goodbye, Liz!

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Nuevo capítulo en la política británica: Liz Truss anunció su dimisión. La conservadora, llamada a ser la nueva Dama de Hierro, llegó con todos los pergaminos para ser una férrea conductora de Reino Unido, un país sumido en una profunda crisis económica e institucional. Sin embargo, la dinámica cambiante y compleja de la actualidad le valió el mandato de premier más corto de la historia de su país. 

El último en Downing Street, que apague la luz 

Truss no soportó la presión de una creciente incertidumbre en el rumbo político de Gran Bretaña. Paradójicamente, este país se ha consolidado, con el correr de los siglos, como una de las potencias indiscutibles del mundo. Con vaivenes, los británicos siempre estuvieron en la cúpula de decisiones en el mundo, pero los últimos años fueron suficientes para empujarlos a una situación de desestabilización y vacilación. La nueva víctima de esta situación fue Liz Truss, la doncella de hierro que no fue

La saliente premier británica asumió siendo una sombra de la mismísima Margaret Thatcher. Firmeza en las decisiones políticas, una avispada defensora del monetarismo estatal o neoliberalismo y con una ruda postura en términos de política exterior. Todo indica que se venía una etapa de sobriedad política, luego de los desmanes causados Boris Johnson y su salida como consecuencia del escándalo mediático del “Party Gate”. Más allá de eso, todos los papeles se quemaron en la práctica, y el contexto explica gran parte del resultado final

Gran Bretaña está pasando por la inflación más alta en los últimos 40 años, motivada, en gran parte, por las esquirlas de crisis económica de la guerra en Ucrania, pero con orígenes que pueden encontrarse en su salida de la Unión Europea vía Brexit. 

Este aumento de precios en los productos y servicios generó un cambio rotundo e inmediato en el humor social. Al día de hoy, los europeos también se preocupan por llegar a fin de mes. 

La cuestión económica desembocó en una serie de situaciones de descontento social generalizado, plasmadas en huelgas generales de distintos rubros, impulsadas inicialmente por el sector ferroviario. A ello hay que sumarle una galopante sensación de anti-política, no solamente en Gran Bretaña, sino en gran parte del mundo.

Truss sabía de antemano que iba a danzar con los lobos, y no supo cómo hacer frente a la jauría. Sin ir más lejos, la gota que rebalsó el vaso fue la no aprobación del presupuesto nacional 2023, y una evidente disconformidad con su ministro de Finanzas. Fueron una serie de reformas en el marco de la política económica que no pudieron tener tratamiento, las que sirvieron de caldo de cultivo de esta dimisión de un mandato que solo duró 45 días. 

Lo económico es político y esto lo saben los tories. El Partido Conservador sabe que tiene que levantar una imagen pública destrozada para poder mantenerse en el poder. Ante esta disyuntiva, los nombres comienzan a aparecer, algunos esperanzan, otros preocupan. 

¿Vuelve Boris? 

Aunque parezca un disparate, uno de los apuntados para agarrar el acero británico caliente del gobierno es el mismísimo Boris Johnson, el mismo que dimitió hace unos meses para que asuma Liz Truss. Esta decisión pasará completamente por el seno del Partido Conservador de Reino Unido, aunque hay muchos indicios de que sería el favorito para tomar, nuevamente, el cargo de primer ministro de este país. Sin embargo, ¿por qué Boris Johnson es el apuntado? Este complejo interrogante se lo plantea la ciudadanía británica en este preciso momento. Una respuesta rápida es que Boris deberá hundirse con el barco que él mismo capitaneo desde el puerto

Asimismo, esto cobra relevancia en términos de política exterior y de cohesión con sus aliados estratégicos. Por otro lado, también es un tema de consideración el Brexit, la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea por la que el mismo Boris Johnson abogó en su discurso y práctica política. 

Son una serie de cuestiones las que buscan explicar el nombre del ex mandatario que vuelve a aparecer. Sin embargo, él mismo tuvo que dimitir por el escándalo de las fiestas privadas en plena cuarentena dura, junto a otros funcionarios oficialistas. Esto lleva a otra hipótesis: Johnson dimitió por presión social y no por deslegitimación política

En ese sentido, pareciera ser que los parlamentarios conservadores simplemente le dieron la espalda a Boris Johnson por el efecto de la presión de las redes sociales y los medios, casi como un rebote de la cultura de la cancelación, y no por verdaderas convicciones políticas. Esto es, moral y éticamente, mucho más preocupante que cualquier figura del orden público.

Johnson es el nombre más fuerte, sin embargo, aparecen otros personajes del rubro político británico que se encuentran en carrera. Rishi Sunak, un viejo conocido del conservadurismo y quien ya sonó previamente como posible premier, vuelve a tener preponderancia en el seno de las decisiones de los tories. 

Por otro lado, hay otra mujer como candidata para tomar las riendas del Reino Unido: Penny Mordaunt

El Partido Conservador deberá decidir rápido, mientras se encuentran debatiendo, la Libra Esterlina pierde valor, los productos y servicios suben de precio, y los británicos continúan disgustados con su clase dirigente. 

Asimismo, los laboristas, opositores en Gran Bretaña, han llamado la atención de los medios de comunicación al exigir elecciones generales anticipadas, y así tener la oportunidad de competir por el poder. 

Sin embargo, pareciera ser que las urnas no son el problema, sino la estructura. Reino Unido está pasando por un cisma político, marcado por la pérdida de la legitimación del poder, figuras que no logran cumplir con su rol de funcionarios, y un contexto internacional que, para los países hiper- globalizados, está dando un golpe tras otro. Más allá de eso, los británicos deberán abrocharse el cinturón de seguridad y prepararse para tiempos difíciles. 

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La despedida de Boris Johnson ante los diputados: “Hasta la vista, baby”

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Boris Johnson se despidió el miércoles del Parlamento británico tras su última sesión de preguntas como primer ministro, defendiendo su trayectoria y lanzando un “¡hasta la vista, baby!” entre los aplausos de los conservadores y los abucheos de la oposición.

“Misión ampliamente cumplida”, aseguró el primer ministro al hacer un balance de sus tres años de mandato. Y afirmó que dedicará las próximas semanas a “hacer lo que cree que los ciudadanos esperan que haga: avanzar en los temas por los que fuimos elegidos en 2019.”

“Estos últimos años han sido el mayor privilegio de mi vida”, añadió Johnson, de 58 años, que el 7 de julio anunció su dimisión tras perder el apoyo de su Partido Conservador en un contexto de múltiples escándalos que lastraron su popularidad.

Concluyó diciendo: “¡Hasta la vista, baby!”, en español, entre los aplausos de su bancada, repitiendo la célebre frase pronunciada por Arnold Schwarzenegger en la película “Terminator 2” (en el doblaje en España la frase es Sayonara, baby).

El sucesor de Johnson se conocerá el 5 de septiembre, al término del receso parlamentario que comienza el viernes.

El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, le interrogó sobre la actual campaña en el seno de su partido para sustituirle como líder e inquilino de Downing Street, incluida la cancelación de un debate televisado entre los candidatos el martes.

“Bueno, no sigo el tema con especial atención”, bromeó Johnson, ante las risas de los diputados.

Pero aprovechó para dar “algunos consejos” a quien le suceda como primer ministro: “Permanezca cerca de los estadounidenses, apoye a los ucranianos, luche por la libertad y la democracia en todas partes; baje los impuestos y desregule donde pueda para hacer de este país el mejor lugar para vivir e invertir”.

La sucesión de Boris Johnson es ya cosa de dos. El ex secretario del Tesoro Rishi Sunak y la secretaria de Exteriores, Liz Truss, son los finalistas en la carrera por el liderazgo conservador. El anuncio se ha producido horas después de que el propio Johnson se despidiera en el Parlamento.

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Efectos de la guerra entre Rusia y Ucrania ¿fin de la hegemonía europea?

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La guerra en Ucrania continúa golpeando y fuerte al mundo, pero principalmente a Europa. Justamente fue la Unión Europea y todo el corredor occidental europeo el que decidió responder con efusividad al Kremlin en su avance militar sobre el suelo ucraniano. Lo que quizás no lograron prever los europeos, fue la gran situación crítica que debían afrontar en consecuencia. La última semana fue reveladora para la política y la economía europea, en varios países, con sus particularidades, pero todos con un génesis en común.

El Euro en declive 

En el plano económico es, sin lugar a dudas, la baja del Euro, la noticia de mayor preponderancia. Con justa razón, es un fenómeno que no se veía hace 20 años. El Euro, una de las monedas más estables del mundo y que mayor confianza y fiabilidad genera en los inversores, padeció un golpe económico y financiero que lo posicionó en una relación de “1 a 1” con el Dólar. Esto significa que un Euro, pasó a valer un dólar, e inclusive por momentos llegó a descender aún más el valor de la moneda de la Eurozona, por debajo de la barrera del dólar. Esto se explica principalmente como una consecuencia de la guerra en Ucrania. Es decir, que la incertidumbre de la seguridad nacional y continental, en conjunto con la imposibilidad de la exportación de granos ucranianos, fueron uno de los desencadenantes de esta baja del Euro. 

Otra problemática que se desprende de la conflagración en Ucrania es la crisis energética que afectó duramente a los mercados europeos, y por supuesto que se ha sentido y fuerte en la Eurozona. Ante esto, el “súper dólar”, fogoneado por las medidas de la Reserva Federal de Estados Unidos, también jugó su carta para que el Euro toque su punto más bajo en 20 años.

Sin embargo, estas cuestiones económicas están sujetas a situaciones políticas. Retomando el concepto de “crisis energética”, esto es, lisa y llanamente, un contragolpe de Vladimir Putin contra Europa. Fue la UE la que rubricó una gran batería de sanciones económicas y hasta deportivas contra Rusia desde que se consumó el avance del ejército de la Z sobre Ucrania. Pareciera ser lógico que la respuesta de Rusia hubiese sido inmediata, sin embargo, Putin sirvió la venganza en frío

Paulatinamente, el Kremlin fue cortando el gas a Europa, y con eso, el desbalance económico y social. Es decir, a medida que Rusia vaya cortando cada vez más el gas al resto de Europa, más va a profundizar su crisis económica. Además de esto, los líderes de la UE deberán buscar mercados emergentes de gas o llevar adelante un plan veloz de culminación de la dependencia del gas ruso. Sea como sea, pareciera ser que esto no es provechoso para Europa, y es justamente, el Euro, uno de los eslabones que comenzó a sentir la herramienta política más fuerte de Putin. 

Esta incertidumbre en Europa, genera a su vez un fuerte temor a una recesión de tiempo de las guerras mundiales y el período entreguerras. Esta situación de alto índice inflacionario, expuesto por la Comisión Europea, preocupa a los inversores y las empresas que tienen actividades en Europa, como así también al europeo de a pie, quien debe hacer sus compras diarias en cualquier mercado de barrio. 

La Madre Patria comunista 

Entre tantos vaivenes económicos y sobre la imposibilidad de ver un horizonte claro en el cual se termine esta crisis en Europa, pareciera ser que el caso español comienza a mirar con cercanía a ideas y políticas que, históricamente, fueron asociadas a la izquierda. En este punto, las dos medidas tomadas por Pedro Sánchez en pleno proceso inflacionario en marcha, y con una ola de calor que también afecta al humor social, han causado revuelo. España comenzará a cobrar un impuesto extraordinario a los bancos y las empresas energéticas. Dos medidas en una, por un lado, lo relacionado a lo impositivo, y por otro, la redistribución en base a lo obtenido mediante el fisco. El presidente Sánchez logró tener la aprobación para llevar adelante esto, y consiguió una medida ejemplar que en Argentina todavía está en veremos. A partir de ello, la banca y la industria energética, mediante el aparato impositivo estatal, podrían dejar 2000 millones de Euros para España, en una medida que, en principio, sería por dos años. 

¿España se hace comunista? La respuesta más rápida es que, una medida de un Estado presente y con decisiones fuertes contra el empresariado no significa comunismo, sino más una sensación de estatismo español. Por otra parte, no sería novedad si la situación de España se replica en otras partes de Europa, en caso de verse exitosa en un corto plazo. Además de entender la situación de “extraordinarias” que tienen estas medidas, con el fin de poder ponerle un parche a la evidente crisis europea.

El dominó político llegó a Italia

Su nombre es Mario Draghi, y por ahora, es una incógnita saber si continuará con su cargo de primer ministro de Italia. Él mismo presentó su dimisión esta semana. Días difíciles vive Europa.

Precisamente, luego de una sesión parlamentaria en donde se discutió por un voto de confianza de los decretos impartidos por Draghi durante su experiencia en el cargo de premier, se da esta situación rupturista que mantiene en vilo, no solo a Italia, sino a toda Europa. Todo comienza cuando el Movimiento Cinco Estrellas decidió quitarle su respaldo a Draghi durante el voto de confianza. Esta situación fue tomada como la gota que rebalsó el vaso en Roma, aunque el presidente italiano, Sergio Mattarella, aún no aprobó la dimisión del premier. Esta situación fue vista como el debilitamiento político final que tuvo Mario Draghi, sumado a todas las decisiones económicas tomadas desde que asumió el cargo a principios del año pasado. Asimismo, Italia viene advirtiendo hace varias semanas que su situación con el gas y el petróleo ruso es cada vez más crítica y que los faltantes comenzarán a afectar al grueso de la población próximamente, si el país no encuentra una salida rápida y emergente. Finalmente, es un debilitamiento político que tiene como raíz, a la ya nombrada guerra en Ucrania.  

Crisis post G7-G20 

Europa se vino abajo luego de las cumbres de los grandes países defensores de las democracias occidentales y capitalistas. El recrudecimiento de las crisis sociales, políticas y económicas europeas coincide, casi con inmediatez, con el fin de estas reuniones diplomáticas. Podría ser obvio si es que uno piensa en una situación de revanchismo tomado por Rusia contra Europa, y es que, justamente, esta razón podría ser la primordial. 

Sin embargo, el efecto dominó en las problemáticas integrales que está viviendo la comunidad europea, desnuda una cuestión: la situación de rehén del viejo continente. Rehén del fuego cruzado entre Rusia y la Otan y con espectadores de lujo como China, Norcorea e Irán. A esto hay que sumarle un interrogante no menor y que causa revuelo. ¿Será el fin de la hegemonía europea? Cuando hablamos de hegemonía, nos referimos no solamente a lo económico, sino al debilitamiento de la construcción del modelo de sociedad ejemplar que ha pregonado Europa, y con buenos indicadores que lo respaldan, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta el presente. 

Sin embargo, pareciera ser que la imagen del gran continente que es una potencia en múltiples rubros, es presa de una situación externa, y a la vez, lo enfrenta a retos que varias generaciones no supieron visualizar: inflación, aumento de precios, faltante de energía, inestabilidad política y fragilidad social. Una nueva Europa se abre camino, ante una Europa resquebrajada. 

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God save the queen

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La primera semana de julio se llevó puesto a Boris Johnson, el primer ministro británico, un reino que, en el imaginario colectivo, se ha construido con un sistema político y económico de completa estabilidad, inclusive muchas veces es un tedioso ejemplo. Pero la realidad es otra, y las consecuencias de una mala administración, y, sobre todo, de una mala imagen en un contexto tan sensible como el de la pandemia de COVID -19, le valieron el cargo a Johnson. Dios salva a la reina, pero no a Boris.

Crónica de una renuncia anunciada

En Gran Bretaña, el año 2022 estuvo claramente marcado por el escándalo de las fiestas privadas de Boris Johnson en plena cuarentena estricta. Este suceso es conocido como el Party Gate.

Todo arranca en mayo de 2020. En plena incertidumbre global sobre el alcance y las consecuencias del COVID – 19, Boris Johnson y sus allegados realizaron una serie de reuniones con tono festivo, las cuales siempre fueron “tapadas” o “maquilladas” de alguna manera. Sin embargo, durante todo el 2020 y 2021, medios británicos informaron sobre una fiesta tras otra en Downing Street. La bomba explota a partir de las publicaciones en el “Daily Mirror” y en “The Times”, las cuales dieron cuentas de las celebraciones que realizó el gobierno británico en pleno lockdown.

Esa exposición con una paulatina contradicción de la reconstrucción de los hechos por parte de los funcionarios, derivó en un escándalo de nivel global. Esta indignación de la ciudadanía se potenció por el contexto. Es decir que, mientras la población británica se encontraba respetando la cuarentena dictada por el gobierno, los mismos representantes que oficializaron esa medida para evitar el contagio del coronavirus, se encontraban realizando fiestas privadas, con alcohol y en la popular calle residencial de Downing Street. Entre medio, hubo filtraciones de mensajes y mails que dieron cuenta de lo que sucedió en 2020 y 2021. El descontento de los ingleses iba en aumento. 

Finalmente, es el 2022 el que terminó de empujar a Boris Johnson hacia el abismo político. El Party Gate se transformó en un tema de orden público. Fue tal el descontento generado por el inmoral comportamiento del máximo mandatario británico y su gabinete que previo al desenlace ya conocido, Johnson tuvo que aceptar lo que sucedió, pedir disculpas una infinidad de veces, pagar una multa y inclusive ser sometido a una moción de censura. Más allá de que haya superado todos esos momentos, no fue suficiente y la presión de una población indignada fue más fuerte. 

Julio de 2022 encontró a Boris Johnson en coma político. Una ola de renuncias anticipó la suya, a tal punto que su propio gabinete y su partido (Tories), le pidieron encarecidamente que abandone su cargo por el bien de su país y de su espacio político. Previo a la dimisión de Boris Johnson, más de 50 funcionarios cercanos a él y que inclusive formaron parte de su mesa chica, presentaron la renuncia. Gran Bretaña tuvo dos ministros de salud en 3 días, algo que pareciera ser inaudito en un país que se caracteriza por el orden y el reformismo. Luego de eso, llegó el 7 de julio y Boris dijo basta. Una reunión que se extendió por varias horas en Downing Street derivó en la conferencia de prensa donde Johnson oficializó su renuncia como primer ministro de Reino Unido y como presidente del partido conservador. “Amigos, en la política, nadie es indispensable”, sentenció Boris y le puso fin a su mandato. 

Asimismo, esta serie de malas decisiones tomadas por el ahora ex primer ministro británico, también se entrelazó con otras decisiones polémicas a lo largo de su corto mandato que arrancó en 2019. Entre ellas, se destaca casi de manera principal, al Brexit. Estamos hablando de la materialización de la salida de Reino Unido de la Unión Europea, con todas las consecuencias políticas, sociales y económicas que significaron. De igual manera, la relación diplomática con la Europa continental pareciera no haberse resquebrajado. Por otra parte, en el contexto de la Guerra en Ucrania, Boris Johnson decidió tomar la postura que ha defendido la OTAN y la UE, es decir, un evidente apoyo a Volodimir Zelenski. Este apoyo no fue solamente verbal o simbólico, sino que se vio plasmado en envío de ayuda humanitaria, armamento e inclusive permitiendo que soldados ucranianos entrenen en suelo británico. Finalmente, y no menos importante, la economía de Reino Unido, como la de casi todos los países del mundo se ve actualmente trastocada, teniendo una libra esterlina tocando sus mínimos en 3 años. Boris Johnson asumió desafiante y con carisma, pero se fue pidiendo disculpas con la cabeza agacha. 

El futuro británico 

Luego de la renuncia de Boris Johnson, a Reino Unido le queda esperar por elecciones anticipadas, y un desafío institucional enorme. Dicho esto, el reto que tenga el próximo premier británico es el de devolverle la confianza a la gente desde la política. La clase dirigente inglesa deberá volver a recobrar la esperanza de que el pueblo vea con buenos ojos a las actividades llevadas adelante en el gobierno, y es un reto que deberá acarrear  en paralelo a una serie de problemáticas. En este mismo apartado, hay que comenzar a pensar si no hay posibilidad de que el Party Gate sea un puntapié para ver al Reino Unido más combativo y revolucionario, alejado de su histórico reformismo. Habrá que considerar la posibilidad de que el pueblo británico pueda tener un rol más activo a la hora de marcarle un error a sus gobernantes. 

Por otro lado, el futuro premier británico tendrá el desafío de la política exterior. Básicamente, de las decisiones que giran en torno a la Guerra en Ucrania, la crisis energética, el rol activo del comercio británico con la Europa continental y el posicionamiento en distintos conflictos que vengan a futuro. Esto último se da pensando en una posible reunificación irlandesa y en las consecuencias que ha traído a esa relación el mismo Brexit que fue impulsado y oficializado por Boris Johnson. 

Más allá de lo previamente expuesto, lo verdaderamente relevante para los británicos es su economía. El próximo primer ministro británico deberá abogar por el alza del valor de la libra en comparación con las monedas extranjeras. Asimismo, el mejor nivel de vida, la baja del índice de desempleo y, sobre todo, el precio del combustible en el marco de la previamente nombrada crisis energética, son cuestiones inmediatas a resolver para poder mantener una imagen política positiva, y una cierta adhesión social que le permita conservar unidad y poder en el seno de su gabinete. 

¿Anarchy in the UK?

El caso de Boris Johnson no es algo aislado, simplemente se suma a una lista de mandatarios británicos de renombre que han tenido que renunciar por distintos motivos, o que estuvieron envueltos en escándalos mediáticos. 

La nunca bien recordada por los argentinos, Margaret Thatcher, también terminó renunciando a su mandato. Esto sucedió en 1990, en pleno contexto eleccionario en donde la Dama de Hierro terminó viéndose debilitada a partir de una serie de desencuentros en el seno de su propio partido político, a raíz de la desconfianza generada por ella misma. Este debilitamiento de Thatcher, más la renuncia de su viceprimer ministro Geoffrey Howe terminó provocando su renuncia y su retirada de Downing Street con lágrimas en los ojos. 

Por otro lado, un caso más cercano en el tiempo se dio en la persona de Tony Blair. El ex primer ministro laborista gobernó durante diez años, hasta que en 2007 decidió poner punto final a su mandato, luego de una reunión de casi media hora con la reina Isabel. Blair también se vio involucrado en un escándalo, incluso mucho más complicado que el de Boris Johnson. La renuncia de Blair se vio empujada por la decisión de apoyar con envío de tropas a la operación Libertad Duradera de Estados Unidos, más comúnmente conocida como la invasión de Afganistán en 2001. El ex primer ministro británico, Tony Blair, también apoyó con tropas y financiamiento a la invasión a Irak en 2003. Estos sucesos, junto a las constantes críticas y la propia condena internacional, terminaron siendo motivo para que Blair se retire de la vida política, poniéndole fin a su mandato. 

Pasa en las mejores familias

Con la renuncia de Boris Johnson, es menester comprender que, hoy más que nunca, es una falacia ese dicho que circula popularmente, el cual reza que “esto no pasa en el primer mundo”. Entendiendo que, por eso, el colectivo imaginario, se refiere a países capitalistas occidentales, en detrimento de países en vías de desarrollo. La geopolítica ha demostrado, una vez más, lo erróneo que es ese pensamiento. 

A la renuncia de Boris Johnson, envuelta en un enorme escándalo que puso en jaque la moralidad de la clase dirigente británica, hay que sumarle una brutal guerra en Ucrania, la caída estrepitosa del valor del euro (la peor en 20 años), el asesinato de un exprimer ministro japonés a plena luz del día, la indecisión de asuntos exteriores de Estados Unidos y la inconsistencia de resolución de conflictos de la OTAN, el G7 y el G20. 

Asimismo, la dimisión de Johnson demuestra la fragilidad de un sistema político en la era de la hiper – comunicación, en donde a partir de la viralización de sus mensajes, mails y fotos, en cuestión de horas comenzó a generar el eco de una voz que terminaría determinando su salida del poder. Será un llamado de atención para el manejo de la futura clase dirigente o será el hartazgo de la sociedad… lo cierto es que el golpe propinado a Boris Johnson y su gabinete fue un KO que terminó siendo tapa de todos los diarios del mundo.

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