El Tesoro pagó este viernes un vencimiento al FMI por USD 796 millones y las reservas del BCRA perforaron largamente los USD 41.000 millones.
Se trató del pago más alto con el organismo multilateral previsto para este año.
Las reservas cayeron a USD 4.260 millones, informó el Banco Central.
Se trata de un desembolso al organismo internacional de crédito que estaba previsto para la semana pasada, pero finalmente no se realizó.
Es el último pago del año que el Gobierno debe hacerle al Fondo en el marco del acuerdo que renegoció la actual gestión con el organismo.
El Ministerio de Economía tuvo que comprarle al BCRA dólares para realizar este pago, que se hizo con Derechos Especiales de Giro (DEG) que estaban en manos del regulador monetario.
A tal fin, el Tesoro tuvo que hacer un nuevo canje de Letras Intransferibles, tal como lo hizo en los últimos días.
El Gobierno pagará el próximo lunes US$ 822 millones al Fondo Monetario Internacional (FMI) en concepto de intereses por el acuerdo de refinanciación del crédito de US$ 45.000 millones tomado por Mauricio Macri en 2018.
El pago deberá realizarse con reservas internacionales, actualmente reforzadas por el préstamo firmado en abril por US$ 20.000.
Como corresponde a intereses, la obligación no puede postergarse hasta fin de mes, tal como sucede con los vencimientos de capital.
El total de vencimientos en moneda extranjera durante noviembre asciende a US$ 1.038 millones, al sumar otros US$ 217 millones que vencen con diferentes organismos multilaterales.
Pago con reservas del BCRA
El pago impactará en una reducción de las reservas, que al jueves ascendían a US$ 40.495 millones.
El equipo económico anunció en los últimos días que comenzará a desarrollar un programa para la compra de reservas, pero ante la inminencia de este vencimiento se verán resentidas las reservas.
En principio este pago estaba calzado con un desembolso de unos US$ 1.000 millones del FMI producto de una nueva revisión del acuerdo vigente.
Sin embargo, la última negociación que relajó las metas de acumulación de reservas también postergó las auditorías. La próxima será en enero y hasta ese momento no habrá nuevos giros del organismo.
BBC Mundo – La elección de Rodrigo Paz como presidente de Bolivia este domingo marca el inicio de una nueva era política en el país, aunque la magnitud del cambio que se aproxima aún es incierta.
Con 54,5% de los votos en el balotaje presidencial según el conteo rápido del Tribunal Supremo Electoral, el centrista Paz venció al conservador Jorge Quiroga, que obtuvo 45,5%, para poner fin a 20 años de hegemonía del Movimiento al Socialismo (MAS).
Si bien Paz, del Partido Demócrata Cristiano, era la opción más moderada de esta segunda vuelta electoral. Algunas de sus propuestas suponen un claro viraje de las políticas que rigieron a Bolivia por dos décadas.
Hasta ahora senador, Paz tiene 58 años, fue alcalde de la ciudad de Tarija de 2010 a 2020 y antes diputado. Estudió economía, relaciones internacionales y gestión pública en Estados Unidos.
En estas elecciones dio la sorpresa al pasar al balotaje en agosto con la mayor porción de votos válidos y ganar el domingo contra lo que preveían algunas encuestas. Gracias al apoyo clave de votantes de clase media y baja.
Muchos optaron por él desilusionados con el MAS. Que cambió de forma radical el poder en Bolivia cuando su líder cocalero, Evo Morales, fue electo el primer presidente indígena del país en 2006.
Desde entonces esa fuerza de izquierda solo tuvo una breve pausa en el gobierno entre la salida de Morales en 2019 —por una crisis política que sus seguidores calificaron de golpe de Estado y sus opositores de intento de fraude electoral— y el triunfo de su heredero Luis Arce en 2020.
Pero en los últimos años el MAS se debilitó por una disputa interna de Morales con Arce y un deterioro económico que llevó al país a su primera recesión en 40 años, y recibió apenas 3% de los votos en la primera vuelta.
Esta elección fue entonces un parteaguas para Bolivia, con un balotaje entre dos candidatos relacionados con el viejo establishment que Morales enfrentó.
Paz es hijo y sobrino nieto de expresidentes. Nació en España durante el exilio de su padre, Jaime Paz Zamora, quien volvió a Bolivia tras el fin de una dictadura militar y gobernó entre 1989 y 1993.
Está claro entonces que el deseo de la gran mayoría de los bolivianos es que haya un cambio de rumbo.
Pero, ¿qué propone el hombre que eligieron para llevarlo a cabo?
1. “Capitalismo para todos”
Una de las banderas de la campaña de Paz fue el impulso de un “capitalismo para todos” en Bolivia.
Eso comprendería medidas como una reducción de cargas tributarias y de aranceles, facilitar el acceso a créditos y adoptar un sistema de banda cambiaria con máximos y mínimos.
“El capitalismo para todos es platita para la gente, estabilidad para que bajen los precios, reglas claras para producir con un Estado que te ayuda”, definió Paz en un debate que mantuvo con Quiroga antes del balotaje.
Ese énfasis en un proyecto capitalista contrasta con el socialismo profesado por los gobiernos del MAS. Que impulsaron la intervención del Estado en la economía y tomaron medidas nacionalistas
“Hay un cambio de lo que fue el modelo económico. Pasaremos del capitalismo de Estado y de camarilla, a una economía abierta. En la cual se acepte a la inversión privada y extranjera”, señala Carlos Toranzo, un economista y analista político boliviano.
Pie de foto, Paz tuvo un apoyo clave de sectores populares para ganar la presidencia de Bolivia en estas elecciones.
“Los bolivianos, incluidos aymaras y quechuas, aman al mercado y la acumulación”, dice Toranzo a BBC Mundo.
Sin embargo, muchos se preguntan cómo aplicará Paz las medidas que prometió con el déficit fiscal cercano al 10% del PIB que prevé reducir. Tras descartar financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) como planteaba Quiroga.
Paz ha dicho que los recursos del Estado alcanzan “si no roban” y anticipó que usará créditos por más de US$3.500 millones que Bolivia ya tiene aprobados de organismos multilaterales, que el gobierno saliente nunca utilizó por “ineficiencia”.
También indicó que levantará los subsidios al combustible, excepto los dirigidos a los “sectores vulnerables” de la sociedad.
Esos subsidios caracterizaron a los gobiernos de MAS y el año pasado llegaron a US$2.000 millones. Pero muchos los consideran insostenibles debido a los problemas fiscales del país y a la escasez actual de combustibles.
Un recorte de esas subvenciones también podría aumentar la inflación y el malestar social.
Pie de foto, La escasez de combustibles en Bolivia ha provocado largas filas en las estaciones de suministro.
Cuando el gobierno de Morales decidió eliminar la mayoría de los subsidios al combustible en 2010, hubo fuertes alzas en los precios del diésel y la gasolina. Estallaron protestas y finalmente dio marcha atrás.
La nueva dirigencia de la Central Obrera Boliviana (COB) advirtió la semana pasada que rechaza la idea de eliminar o modificar la subvención a los hidrocarburos.
Ante el riesgo de que surjan protestas callejeras, Paz deberá lograr apoyo firme a sus reformas con un Congreso fragmentado, donde carece de mayorías.
2. Descentralizar el presupuesto
Otro cambio que prometió Paz fue la descentralización de los recursos públicos.
Su “Agenda 50/50” proyecta una distribución equitativa del presupuesto nacional entre el Estado central, que hoy concentra más del 80% del total, las regiones del país y las universidades públicas.
“El 50/50 es un presupuesto con las regiones”, sostuvo Paz en el debate con Quiroga.
Pese a que durante los gobiernos del MAS la autonomía regional quedó consagrada en la Constitución y en leyes aprobadas, eso nunca se concretó plenamente en la práctica, según expertos.
“Cuando usted tiene regímenes con demasiada mayoría parlamentaria y regímenes de caudillo, jamás hay posibilidad de descentralizar el poder”, observa Toranzo.
Pero agrega que Paz, obligado a pactar para gobernar con apoyo de gobernaciones y alcaldías, deberá apostar a la descentralización.
Pie de foto, Paz se propone descentralizar el presupuesto boliviano, dando mayores partidas a distintas regiones del país.
Gabriela Keseberg Dávalos, una analista política en La Paz, señala que la “Agenda 50/50” del presidente electo “responde un poco también a los pedidos sobre todo del oriente boliviano”, motor clave para la economía del país.
“No va a ser sin conflictos, eso es seguro”, dice en diálogo con BBC Mundo.
Paz prometió también “descentralizar a la policía” y presentó como figura clave para eso a su vicepresidente, Edman Lara. Un exoficial de esa fuerza de seguridad que ha denunciado corrupción en su interior y formuló declaraciones polémicas en la campaña.
3. Reformar el Estado
Paz ha propuesto además una serie de medidas dentro del sector público que en la práctica supondrían una reforma del Estado boliviano.
Su programa prevé por ejemplo congelar las actividades de las empresas públicas con déficits operativos. Además, implementar un sistema digital para las compras estatales y aumentar los controles anticorrupción.
“Yo le voy a cortar todos los beneficios a los políticos y al Estado tranca”, prometió Paz en campaña y sostuvo que el país destina más de US$1.300 millones a “gastos superfluos”.
Pie de foto, Edman Lara, vicepresidente electo de Bolivia, es un expolicía que protagonizó polémicas en la campaña y hasta discrepancias con Paz.
Su idea de impulsar una reforma judicial es una señal de que podría buscar eliminar la elección popular de jueces que ha politizado el sistema, señalan los analistas.
Pero advierten que este cambio, al igual que otros que ha planteado el presidente electo, requerirían reformar la Constitución y respaldo legislativo.
El resultado de las elecciones en Bolivia anuncia “un cambio de era, pero veremos si es sustentable”, dice Keseberg Dávalos.
“En algunas cosas (Paz) es un poco drástico”, señala, “y en otras no se sabe bien cómo lo va a hacer”.
El CMFI advirtió sobre riesgos globales y pidió consolidar políticas fiscales y monetarias firmes. El FMI y los ministros de Finanzas del G20 respaldaron fortalecer la sostenibilidad de la deuda y preservar la independencia de los bancos centrales para dotar de resiliencia económica.
En su quincuagésima segunda reunión, el Comité Monetario y Financiero Internacional (CMFI) —el principal órgano asesor del Fondo Monetario Internacional (FMI)— advirtió sobre un escenario mundial marcado por una “profunda transformación” y “elevada incertidumbre”, y llamó a los países miembros a adoptar políticas fiscales y monetarias firmes, creíbles y coordinadas para “salvaguardar la estabilidad macroeconómica y financiera”.
El documento final, presentado por el presidente del CMFI, Mohammed Aljadaan, ministro de Hacienda de Arabia Saudita, y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, subraya que el crecimiento global, aunque resiliente, enfrenta tensiones crecientes por la desinflación desigual, los altos niveles de deuda y los conflictos geopolíticos.
“Adoptaremos políticas firmes que fomenten la confianza, generen resiliencia y salvaguarden la estabilidad macroeconómica y financiera”, sostuvo Aljadaan en la declaración de cierre, donde también reclamó una acción global coordinada para frenar los efectos económicos de las guerras y el cambio climático.
Riesgos macroeconómicos y necesidad de ajustes fiscales creíbles
El CMFI —que reúne a los ministros de Finanzas y gobernadores de bancos centrales de 190 países miembros— reconoció que la economía mundial atraviesa un proceso de reconfiguración estructural debido a los cambios en las políticas comerciales, la digitalización y las transformaciones demográficas.
El comunicado subraya que, aunque el crecimiento ha resistido, “comienzan a manifestarse tensiones” en un entorno de “alto endeudamiento, bajo crecimiento y vulnerabilidades financieras”. El texto también destaca que la desinflación continuará, pero con fuertes diferencias entre países, lo que obliga a los bancos centrales a mantener su compromiso con la estabilidad de precios.
“Los bancos centrales mantienen su compromiso firme de mantener la estabilidad de precios, en consonancia con sus respectivos mandatos”, señala el documento, que también llama a preservar la independencia institucional para sostener la credibilidad y la confianza en los mercados.
En el plano fiscal, los ministros acordaron “consolidar el giro hacia los ajustes fiscales” con estrategias creíbles a mediano plazo, orientadas a garantizar la sostenibilidad de la deuda, mejorar la eficiencia del gasto y promover inversiones públicas y privadas que impulsen la productividad.
El CMFI también instó a los gobiernos a reforzar la supervisión de los riesgos sistémicos derivados de la inteligencia artificial, los activos digitales y las instituciones financieras no bancarias, aprovechando al mismo tiempo las oportunidades de la innovación tecnológica.
Deuda soberana, gobernanza del FMI y cooperación global
Uno de los puntos centrales del encuentro fue el tratamiento de las vulnerabilidades relacionadas con la deuda, especialmente en los países de ingreso bajo y economías emergentes. El comunicado destaca el compromiso de los miembros del CMFI con la aplicación “eficaz, integral y sistemática” del Marco Común del G20 para el tratamiento de la deuda, e insta a los acreedores privados a reforzar la transparencia y participar activamente en los procesos de reestructuración.
“Mantenemos nuestro compromiso de afrontar las vulnerabilidades de la deuda a escala mundial, lo que comprende seguir impulsando la aplicación del Marco Común de forma previsible, oportuna y ordenada”, afirma el texto aprobado por consenso.
El Comité también respaldó la labor del FMI y el Banco Mundial en la estrategia de tres pilares para asistir a países con fuertes presiones de deuda, que incluye apoyo a reformas estructurales, movilización de recursos internos y atracción de capital privado.
En materia institucional, el CMFI reafirmó su compromiso con un FMI sólido y basado en cuotas, celebrando los avances hacia la Decimosexta Revisión General de Cuotas, que busca reflejar de forma más justa el peso relativo de las economías en el contexto global.
Racionalizar y modernizar la estructura del FMI
Asimismo, se confirmó que el proceso deberá concluir a más tardar en las Reuniones de Primavera de 2026, de acuerdo con la Declaración de Diriyah.
“Reconocemos que la realineación de las cuotas relativas debe procurar reflejar mejor la posición relativa de cada país en la economía mundial, protegiendo las cuotas de los países más pobres”, expresa la declaración.
Por último, el Comité valoró las iniciativas para racionalizar y modernizar la estructura del FMI, con el fin de mejorar la eficiencia institucional, garantizar la sostenibilidad del Fondo Fiduciario para el Crecimiento y la Lucha contra la Pobreza, y fortalecer la representación regional y de género dentro del organismo.
La próxima reunión del CMFI se celebrará en abril de 2026, nuevamente en Washington D. C.
Contexto político y representación
El encuentro contó con la participación de los ministros y gobernadores de los principales países miembros, entre ellos Luis Caputo, ministro de Economía de Argentina; Gabriel Galípolo, gobernador del Banco Central de Brasil; Scott Bessent, secretario del Tesoro de Estados Unidos; Kazuo Ueda, gobernador del Banco de Japón; Rachel Reeves, ministra de Hacienda del Reino Unido; François Villeroy de Galhau, gobernador del Banco de Francia; y Gongsheng Pan, gobernador del Banco Popular de China.
Participaron también observadores institucionales de alto nivel, como Christine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo; Ajay Banga, presidente del Grupo Banco Mundial; Ngozi Okonjo-Iweala, directora general de la OMC; Mathias Cormann, secretario general de la OCDE; y Pablo Hernández de Cos, director general del Banco de Pagos Internacionales.
El tono general del encuentro reflejó consenso en torno al fortalecimiento de la cooperación internacional, pero también una preocupación creciente por el aumento de los conflictos geopolíticos y sus efectos sobre los mercados energéticos, las cadenas de suministro y la estabilidad financiera.
Argentina lidera al G-24 en reclamo por una reforma profunda de la arquitectura de deuda soberana y mayor representación de países emergentes. Argentina, que preside el G-24, pidió en las Reuniones Anuales del FMI una reforma integral de la deuda y mayor voz para economías emergentes.
En las Reuniones Anuales del FMI y el Banco Mundial, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, en su rol de presidente del G-24, llamó a reformar la arquitectura de deuda soberana, ampliar los recursos del Fondo y garantizar una voz más equitativa para los países en desarrollo.
Un llamado a fortalecer el multilateralismo financiero
Durante la conferencia del Grupo Intergubernamental de los Veinticuatro (G-24) celebrada el 16 de octubre de 2025, en el marco de las Reuniones Anuales del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, el secretario de Finanzas de Argentina, Pablo Quirno, encabezó un encuentro en el que se abordaron los desafíos que enfrentan las economías emergentes ante un contexto de bajo crecimiento, endeudamiento elevado y escaso margen de política fiscal.
“Mantener un FMI robusto y bien financiado es esencial para prevenir crisis y sostener la estabilidad monetaria y financiera internacional”, afirmó Quirno, al presentar el comunicado final del grupo.
El G-24, presidido actualmente por Argentina, y acompañado en la vicepresidencia por Nigeria y Pakistán, expresó que la actual arquitectura de la deuda soberana resulta insuficiente para responder a las necesidades de los países en desarrollo. En ese sentido, el bloque instó a “una revisión integral del marco de sostenibilidad de deuda, que incorpore al sector privado y a los organismos multilaterales”, y pidió acelerar los esfuerzos de reforma de cuotas dentro del FMI para reflejar el peso real de las economías emergentes en el producto global.
Reformas urgentes: deuda, representación y energía
El comunicado del G-24 destacó varios ejes estratégicos:
Reforma de la deuda soberana: se solicitó ampliar el Common Framework —actual mecanismo de reestructuración impulsado por el G20— para incluir acreedores privados y organismos multilaterales, a fin de evitar procesos parciales o prolongados.
Equidad en la representación internacional: se reclamó que la revisión de cuotas en el FMI y del esquema accionario del Banco Mundial reflejen el peso económico de los países emergentes y de ingresos medios, “sin desventajar a las economías de bajos ingresos”.
Transición energética justa: el grupo apoyó mecanismos financieros innovadores que faciliten la inversión en energías limpias sin comprometer el desarrollo industrial de los países en desarrollo.
Movilización de recursos internos: se enfatizó la necesidad de fortalecer los sistemas tributarios nacionales y avanzar en una cooperación fiscal internacional efectiva, capaz de reducir la evasión y generar ingresos sustentables.
Quirno subrayó que “la credibilidad fiscal y monetaria es la base para recuperar el acceso al crédito y la estabilidad macroeconómica”. En esa línea, mencionó que Argentina trabaja en consolidar su disciplina fiscal y monetaria “para construir confianza y aliviar las cargas de deuda, abriendo el camino a la inversión y el crecimiento”.
Hacia un nuevo consenso global
La directora del Secretariado del G-24, Iyabo Masha, amplió los argumentos del grupo al señalar que el actual sistema de resolución de deuda —basado en el Common Framework— es limitado, pues excluye acreedores privados y organismos financieros internacionales. “Necesitamos un mecanismo que contemple también a países con problemas de liquidez temporales, pero solventes, con instrumentos de financiamiento de acceso rápido y basado en el mercado”, afirmó.
El encuentro también abordó la importancia de coordinación multilateral entre el FMI, el Banco Mundial y los gobiernos nacionales, en un contexto donde las tensiones comerciales y los shocks externos limitan la capacidad de respuesta de las economías emergentes.
El gobernador del Banco Central de Nigeria, Olayemi Michael Cardoso, destacó la gestión argentina en la presidencia del grupo: “Hemos logrado una voz más efectiva de los países emergentes ante las instituciones de Bretton Woods. Es un avance sustantivo que esperamos profundizar en los próximos años”, sostuvo.
Por su parte, el ministro de Finanzas de Pakistán, Muhammad Ali Malik, explicó que su país avanza en acuerdos bilaterales para diversificar el comercio en monedas locales, aunque advirtió que la transición requiere estabilidad macroeconómica y confianza internacional.
Más allá del comunicado
El pronunciamiento del G-24 se inscribe en un debate de fondo sobre la sostenibilidad de la deuda global y el rol de las instituciones financieras internacionales. La persistencia de tasas de interés elevadas, junto con un escenario de bajo crecimiento, ha incrementado las vulnerabilidades de los países de ingresos medios y bajos, muchos de los cuales destinan más del 30% de sus ingresos fiscales al servicio de deuda externa.
Para Argentina, que lidera actualmente el foro, la postura representa una reafirmación de su papel activo en la reforma del sistema financiero internacional. El país busca impulsar una agenda que combine responsabilidad macroeconómica con cooperación multilateral y financiamiento sostenible, en un contexto en el que los desequilibrios globales vuelven a colocar a los países emergentes en el centro de las discusiones.