La paradoja de la inflación: el sueldo rinde más, pero los productores perdieron ingresos
Entre marzo de 2024 y junio de 2025 se consolidó un fenómeno que refleja las contradicciones de la economía argentina: mientras los salarios recuperaron capacidad de compra frente a alimentos básicos, los productores de materias primas —entre ellos, los de yerba mate— sufrieron una fuerte pérdida de rentabilidad por el atraso de los precios en origen.
La mejora en los salarios medidos por el RIPTE
El último informe de CONINAGRO, titulado “Del Sueldo al Plato: ¿Cuánto rinde el salario?”, muestra con claridad el cambio de tendencia. Según el relevamiento basado en el índice RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables), los salarios crecieron un 57,3% interanual entre junio de 2024 y junio de 2025, frente a una inflación de 39,4%.
Esa diferencia dejó una mejora real del 12,8%, lo que a su vez acumuló una recuperación del 25,8% desde el piso de marzo de 2024. En valores constantes, el salario promedio pasó de $1.166.780 en marzo de 2024 a $1.468.135 en junio de 2025.
La relación con la inflación mensual confirma la tendencia: en junio de 2025 el índice de precios avanzó un 1,6%, mientras que el RIPTE trepó 2,8%, consolidando dieciséis meses de desaceleración inflacionaria y de recomposición del ingreso.

El sueldo frente al changuito: cuánto más se compra
El ejercicio de comparar salario y alimentos de la canasta básica muestra con nitidez la paradoja.
- Aceite de girasol: +41,9% de poder adquisitivo, lo que permitió comprar 99 botellas más (de 237 a 336).
- Yerba mate: +82,3%, el mayor salto del período, con 293 paquetes más (de 356 a 650).
- Leche: +60%, con 349 sachets adicionales (de 583 a 933).
- Asado: +20,2%, con 22,5 kilos más (de 111 a 134).
- Huevo: +24%, con 70,5 medias docenas más (de 293 a 364).
- Pan: +30%, con 94 kilos más (de 319 a 413).
La mejora en el poder adquisitivo, explican en CONINAGRO, responde a la combinación de dos factores: la recuperación salarial en términos reales y el menor ritmo de aumento de los precios de los alimentos respecto del resto de la economía.
La contracara: los productores en rojo
El mismo informe deja en evidencia la otra cara de la moneda: la pérdida de ingresos para las economías regionales, con impacto directo en los productores de alimentos.
En el caso de la yerba mate, el precio en góndola subió mucho menos que los costos de producción, lo que recortó márgenes y encendió la alarma en toda la cadena. Según los cálculos, la yerba perdió un 25,8% de su valor real en el último año, ubicándose entre los productos más castigados junto a la cebolla (-71,4%), el tomate (-56,2%), el arroz (-41,2%), la papa (-30,2%) y el vino (-21,5%).
Para los yerbateros, esta situación refleja la dificultad de sostener la rentabilidad en un contexto en el que los insumos —desde el combustible hasta la mano de obra— subieron muy por encima de lo que se les paga por la hoja verde o la yerba canchada.
El atraso de los precios en origen genera un desfase estructural: mientras los consumidores celebran que el paquete de medio kilo es relativamente más accesible, los productores advierten que el modelo es insostenible.

Una demanda que empieza a repuntar
La paradoja no se cierra en sí misma. CONINAGRO señala que la mejora salarial ya comenzó a traducirse en un incremento del consumo de alimentos, lo que podría abrir una ventana de alivio para las economías regionales en el corto plazo.
En Misiones, el corazón yerbatero del país, las cooperativas y productores esperan que ese mayor consumo permita compensar, aunque sea parcialmente, la caída en los márgenes. La incógnita es si el atraso en el precio en origen podrá corregirse en la próxima ronda de negociaciones o si la presión sobre el sector se profundizará.
El contexto macroeconómico aporta otro elemento clave. El INDEC informó que la inflación de julio de 2025 fue del 1,9%, apenas por encima de junio, pero celebrada como un dato positivo por el bajo traslado de la devaluación a precios.
En el detalle, las mayores subas se dieron en Recreación y cultura (+4,8%), Transporte (+2,8%) y Restaurantes y hoteles (+2,8%). En tanto, Alimentos y bebidas no alcohólicas, el rubro que más pesa en el IPC, se ubicó en 1,9%, por debajo del promedio interanual de precios (+36,6%) y con un alza acumulada del 30,6% en doce meses.
Esto explica por qué los alimentos fueron el motor de la recuperación del poder adquisitivo, aunque al mismo tiempo refleja el desequilibrio entre consumidores y productores.


