Protesta policial: principio de entendimiento y cuarto intermedio hasta el lunes por la tarde

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El ministro de Gobierno, Marcelo Pérez brindó un nuevo comunicado por la situación con la manifestación policial en Posadas. Precisó que los jefes de la fuerza se han presentado allí para dialogar y que en horas de la tarde se sumó el ministro coordinador de Gabinete, Héctor Llera. “Existe por parte del Poder Judicial una orden que debe ser cumplida”, recordó, sobre la orden del juez Ricardo Balor de desalojar las dependencias policiales y liberar el uso de vehículos y armas. Cerca de las 19.30 se acordó un cuarto intermedio hasta la tarde del lunes, según señalaron los manifestantes.

“Estamos trabajando, siguiendo atentamente la manifestación que se ha realizado en la ciudad de Posadas por un grupo de personas en estado policial. Desde el Poder Ejecutivo provincial queremos manifestar que siempre hemos estado y bregado por el permanente diálogo. En particular ustedes han visto que hoy tanto Jefe como Subjefe de Policía se han presentado en la manifestación a los fines de dialogar con los manifestantes. En horas de la tarde se ha sumado el ministro coordinador de gabinete, Héctor Llera, quien en este momento se encuentra allí. Asimismo, reiterar que existe por parte del Poder Judicial una orden de un juez que debe ser cumplida como toda orden judicial. Bregamos por el entendimiento, la razonabilidad y la paz sin el orden público y con estricto apego a la ley. Como hemos dicho, dentro de la ley todo, fuera de la ley, nada”, puntualizó Pérez. 

Para las fuerzas de seguridad se estableció una recomposición salarial en el sueldo básico de todas las jerarquías, resultando así el sueldo de bolsillo de un agente en 467.759,90 pesos, de un sargento en 558.778,67, de un suboficial mayor 818.175,09 pesos, de un comisario en 757.080,76, de un comisario inspector 882.561,20, de un comisario mayor en 925.541,96 y un comisario general en 1.103.447,43 pesos, todos tomando como referencia título secundario, zona capital y sin cargo. El aumento al básico también influye en el valor de las horas extras y montos para personal en situación de retiro.

Así, un suboficial mayor de Posadas que en enero cobraba 489.095 pesos, en mayo cobrará 818.175.

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Libertad, Igualdad y ¿Fraternidad?

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El asesinato de un joven de 17 años en manos de un agente de seguridad francés desató la ira del pueblo, con una escalada de violencia fiel a la historia de su país. Aunque es solo la gota que rebalsó el vaso de un acumulado que viene teniendo lugar en Francia.

Un control de tránsito con un destino final vía gatillo fácil es solo la punta del iceberg de la indignación francesa. Es cierto, desde este acontecimiento, los franceses tomaron las calles. Saqueos, robos, enfrentamientos con la policía, incendios por doquier, animales en la vía pública y un país envuelto en una situación cuantiosamente anárquica. Casi en una parodia de la toma de la Bastilla o del mayo francés, los habitantes de este país llevan el confrontamiento en la sangre cuando de injusticia se habla. Sin embargo, más allá de lo legítimo de este reclamo, esto es un grito de “basta” ante lo que consideran como un abuso por parte de sus gobernantes.

Los franceses estallaron con varios temas a cuestas. Este país viene siendo azotado por una serie de problemas que solo acrecentar el mal humor social y fragmentan la fraternidad por la que tanto se pregona desde 1789. Más allá de los fenómenos estructurales, Francia viene atravesando hitos que golpean a sus ciudadanos. La pandemia de COVID – 19 fue indudablemente un tema de debate. Las fallas del sistema sanitario, las cuarentenas y la llegada de vacunas fueron temas que estresaron en gran medida a la población, todo a colación de problemáticas económicas a raíz del contexto sanitario. Los “lockdown” afectaron a las finanzas, solo del Estado, sino del sector privado, y esto es claramente un síntoma del descontento social, pese a que sean situaciones que muchas veces escapen a la decisión nacional.

Otro knockout en el mentón del pueblo francés es la guerra en Ucrania. El empobrecimiento económico, la falta de posibilidad de ascenso social y la imposibilidad de pagar algo tan simple como la factura de luz son motivos más que suficientes para entender la furibunda reacción de un pueblo aletargado por el infortunio político de una conflagración en Europa. Asimismo, el dinero no es todo. Otro tema que aflige a la frágil fraternidad de la herencia revolucionaria es el miedo.

El ciudadano europeo en general comenzó a sentir un temor no antes visto desde la Segunda Guerra Mundial y alguna que otra tensión en tiempos de la Guerra Fría. La amenaza es real y es sobrealimentada por los medios occidentales, y tiene que ver con la probable expansión de la avanzada militar de Putin. Más allá de que en los planes del Kremlin quizás no se encuentre una excursión por el resto de Europa (ya que activaría el protocolo de una guerra global), el miedo está instalado, y a ese miedo solamente le sigue un estado de alerta total, casi paranoico que responde con violencia ante cualquier conminación.

Finalmente, y no menos importante, Macron es uno de los apuntados por el incendio social que actualmente vive Francia. Es que otro tema que viene acumulando el ciudadano de este país es la reforma jubilatoria. El hecho de proponer la suba de la edad para jubilarse fue motivo de manifestaciones populares y movilizaciones en más de 14 oportunidades. Nada de eso detuvo al presidente y su gabinete, quienes, mediante el paso por las cámaras, terminaron aprobando contra toda iniciativa popular la tan criticada reforma. A pesar de esto, no le salió gratis a Macron y lo está viviendo en carne propia actualmente.

El pueblo solo esperaba para revelarse. Cualquier situación podría llevar a una hecatombe de las características que están viviendo actualmente. Es como si cada francés que salió a con banderas del joven Nahel pero con un nudo en la garganta de una bronca que viene desde hace tiempo. “Cuando el fuego crezca, quiero estar allí”, reza una canción de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, y pareciera ser que es lo que está pasando ahora mismo en este país. No es solo un caso de gatillo fácil, el cual lógicamente duele, es un sinfín de situaciones que ponen en jaque el humor de una sociedad. ¿El europeo no está acostumbrado a problemas integrales o multifactoriales? Es claro, la comodidad de una comunidad que no ha sufrido mayor traspiés en 80 años puede darse el gusto de ofenderse, aunque la rebeldía es obligación cuando el desacato político es orden. Hoy en día, la guillotina es simbólica y está en las calles con resultados tremendos en términos de desorden social, detenidos y heridos. Los Robespierre del siglo XXI llamarían a este momento como “Opresión, desigualdad y enemistad”.

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Protestas de campesinos y estaciones de servicio en Paraguay

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Miles de campesinos e indígenas de Paraguay marcharon hoy en Asunción en reclamo de la derogación de una ley que endureció las penas para quienes ocupen propiedades privadas, informó la prensa local.

Paralelamente, estaciones de servicio de empresas privadas suspendieron su actividad en protesta por un proyecto de ley que debatía la Cámara de Diputados, ya aprobado por el Senado, destinado a establecer subsidios a la petrolera estatal Petropar.

Al mismo tiempo, esa iniciativa, que permitiría rebajar los precios de los combustibles, llevó a los camioneros a suspender la protesta que habían planeado en la capital en reclamo por los reiterados aumentos dispuestos en las últimas semanas.

Los campesinos y los indígenas recorrieron varias zonas de Asunción pidiendo la derogación de la ley que criminaliza la invasión de tierras, la sanción de una ley de emergencia por la sequía, la reactivación del agro y la regularización de asentamientos.

La secretaria general de la Federación Nacional de Campesinos (FNC), Teodolina Villalba, afirmó que “la producción campesina está abandonada por el Estado y castigada por el cambio climático, sin seguro agrícola”.

También denunció la “destrucción” del ambiente “con la deforestación y el monocultivo, el uso masivo de agrotóxicos y la canalización de humedales y ríos”.

“Las consecuencias fueron un calor insoportable que sufrimos y las sequías; hasta el río Paraná casi se secó”, remarcó, según el diario Última Hora.

En tanto, decenas de estaciones de servicio del área metropolitana de Asunción cruzaron las mangueras sobre los surtidores después del mediodía, como medida de fuerza para reclamar “equidad” ante el inminente subsidio estatal a Petropar.

La Asociación de Propietarios de Estaciones de Servicios y Afines (Apesa) anunció que sus asociados solo atenderán normalmente al público de 6 a 14 por tiempo indefinido.

Los vendedores de combustible de las petroleras privadas se oponen a la ley destinada a crear el Fondo de Estabilización del Precio de los Combustibles, a la que el Senado dio media sanción anoche y que era debatida hoy en Diputados.

La iniciativa postula un subsidio al precio de los combustibles de Petropar que no alcanza a los de las firmas privadas.

La inminencia de la sanción de esa ley dejó en suspenso la medida de fuerza que habían anunciado los camioneros, que consistía en bloquear numerosas calles y avenidas de Asunción.

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Ecuador: Radiografía política de la protesta de octubre

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Durante la primera quincena de octubre el país experimentó una catarsis colectiva insólita. Fue así, no sólo por su desenlace, sino también por su alcance e intensidad. Las lecturas sesgadas y confusas son la mayoría, un poco de precisión conceptual ayudaría mucho. Todavía hay una bruma que tardará en disiparse, producto de los relatos que cada sector esgrime para justificar su accionar. Lo más incomprendido es la protesta como acción política colectiva. Por eso, aquí propongo algunos elementos para construir una radiografía política de la protesta de octubre. Recuerde que comprender no es justificar, pero sin comprender no se puede juzgar.

El levantamiento indígena, liderado por la CONAIE, y el paro nacional convocado junto a otros sectores desencadenó protestas polifacéticas, lo que les dio una envergadura inédita. Las formas de protesta se multiplicaron valiéndose de un amplio repertorio táctico. A los enfrentamientos con la fuerza pública, mediante el uso de piedras por parte de los manifestantes, se sumaron: (a) la multiplicación de calles bloqueadas en la ciudad –y en el país–; (b) el ataque a dos empresas de comunicación (Teleamazonas y diario El Comercio); (c) el hostigamiento a un cuartel militar (en Sangolquí); (d) el incendio del edificio de la Contraloría General del Estado y de vehículos de la fuerza pública (patrulleros, blindados y motocicletas); (e) la retención de policías y militares por parte de los manifestantes; los (f) saqueos y asaltos a locales comerciales y negocios; así como (g) la ocupación de tres gobernaciones (en Cañar, Chimborazo y Bolívar); entre las principales acciones.

La incomprensión de esta condición polifacética de la protesta de octubre conduce a dos errores de interpretación. El primero es el afán por discriminar las acciones de protesta “ilegítimas”, calificándolas como actos vandálicos, subversivos o hasta terroristas. Como lo explican Donatella Della Porta y Mario Diani (2015: 215), la protesta se vale de formas no rutinarias para influir en los procesos políticos, sociales y culturales. La innovación en las formas de protesta es la regla, no la excepción.

La protesta desencadena acciones que son de cuestionable legitimidad precisamente porque alteran el orden público. Al hacerlo, los movimientos sociales que protagonizan la protesta crean incertidumbre, lo que constituye una ventaja sobre sus oponentes más poderosos. Si una protesta no planteara un desafío a las normas establecidas no sería tal. Por ello resulta equivocado calificar la política de la protesta con criterios criminógenos, evadiendo comprenderla como parte de una conflictividad mayor.

Algo semejante ocurre con la pretendida categorización de los manifestantes. Intentar diferenciar a los manifestantes que actuaron de forma vandálica o criminal implica concebir que existe un «tipo ideal» de manifestante: el “manifestante normal”. Nada más alejado de la realidad. La protesta es violenta por definición. Como también lo es la represión policial y militar. En ese contexto, la protesta desarrolla una espiral de violencia incontrolable. Hablar de “infiltrados” significa pensar que la protesta opera como un sistema cerrado en el que es posible impedir la participación de alguien o que es factible detectarla. La protesta opera como un sistema abierto y su entropía genera destrucción. No solo es un desafío colectivo al orden público, es la negación del orden constituido.

El segundo error consiste en confundir la dimensión polifacética de la protesta con un movimiento insurreccional, lo que obliga a pensar en un promotor de la insurrección. La protesta es un proceso disruptivo contra las élites, las autoridades u otros grupos o códigos culturales. Es una expresión de contrapoder que rara vez se encuentra bajo el control de un líder o una sola organización. Como lo explica Sidney Tarrow (2016: 40) en la protesta «los individuos necesitan darse cuenta de las oportunidades políticas y sentir una conexión emocional con sus reivindicaciones, antes de estar convencidos de participar en acciones colectivas a lo mejor arriesgadas y seguramente costosas». Esto toma tiempo, no es inmediato. En la protesta de octubre las redes sociales digitales facilitaron tal conexión emocional.

Como ya ocurrió durante la «primavera árabe», las redes sociales digitales posibilitaron que los manifestantes desplieguen un proceso de comunicación autónoma, libre del control del poder institucional. Como lo advierte Manuel Castells (2013: 27) «las redes sociales digitales ofrecen la posibilidad de deliberar y coordinar acciones sin trabas». Pero no se agota ahí. La protesta social se concreta mediante la ocupación de espacio urbano y edificios simbólicos. Así el desafío al orden institucional se materializa y la protesta se retroalimenta.

La dinámica de la protesta de octubre generó innovaciones en ambos sentidos. Por una parte, es la primera vez que en Ecuador las redes sociales digitales juegan un rol central en las protestas, programando y conectando diversas redes políticas. Esto multiplicó los canales de (des)información y amplificó la percepción de beligerancia en la protesta. Por su alineamiento editorial, Teleamazonas y diario El Comercio fueron percibidos como parte de ese control mediático. De ahí que los ataques a sus instalaciones se inscriben en la acción colectiva.

A esto hay que añadir un movimiento táctico que provocó una reconfiguración de las acciones de protesta. El traslado de la sede gubernamental a Guayaquil le dio oxígeno al gobierno, evadiendo la presión social sobre el palacio de Carondelet. Pero obligó a replantear la ocupación de espacios públicos y tuvo un efecto inesperado. La protesta se diseminó por toda la ciudad al no contar con un punto de gravitación política como lo es la plaza de la Independencia. En definitiva, la probabilidad de que se configure un acto insurreccional se incrementó más por la ineptitud política del gobierno, antes que por la intencionalidad de los manifestantes.

La naturaleza política de la protesta exige pensar en la correlación de fuerzas que le subyace antes, durante y después. Todos los actores políticos organizados intervinieron en ella. Ya sea por acción u omisión, por oportunismo o por convicción. Para entender la dinámica de la protesta hay que observar también las acciones de las élites, los oponentes y las autoridades.

Siendo un proceso sociopolítico tan complejo simplificar su análisis es contraproducente para comprender sus consecuencias. La protesta de octubre marcó un punto de inflexión que requiere una mayor comprensión. La lógica tecnocrática y populista que llegó a su clímax durante la “revolución ciudadana” (con Correa y Moreno) finalmente se resquebrajó. Pero no hay que cantar victoria. Como ocurre tras el paso de un huracán, hay escombros institucionales que deben ser reconstruidos. O construimos un orden auténticamente democrático o la vorágine de la violencia se impondrá como el nuevo orden político.

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Se llegó a un acuerdo y trabajadores de la salud levantaron medida de fuerza

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Después de varias reuniones entre el Ministro de Salud Pública Dr. Walter Villalba y los trabajadores de la salud, que mantenían medida de fuerza desde el lunes frente a la cartera sanitaria, se logró llegar a un acuerdo, por lo cual el acampe frente a la institución y las medidas de fuerza en sus puestos de trabajo fueron levantado.

En horas de la siesta se firmó el acuerdo entre ambas partes y se entabló una mesa de diálogo.

En la tarde de ayer, también trabajadores de la red de traslados levantaron la medida, al recibir respuestas a sus reclamos por parte del Ministro de Salud Pública Dr. Walter Villalba. Se retiraron del acampe frente al Ministerio de Salud Pública y retomaron sus actividades con normalidad. Garantizando así la atención a los misioneros.

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