El que apuesta al dólar también pierde
Sepan disculpar, pero vengo a derrumbar un mito que hace muchos años se sostiene en este país que es que el que compra dólares nunca pierde. Quizá éste no sea el mejor momento para decirlo, porque claramente el que estuvo dolarizado en el último año fue el que más ganó, pero no siempre es así.
Todas las inversiones financieras parten de la premisa que para ganar dinero hay que vender más caro de lo que se compró, o en el caso de los que no venden, intentar comprar barato un activo que vaya valorizándose en el tiempo para ir aumentando la capacidad de compra. La idea de todo ahorro sería poder guardar el dinero para que en un futuro pueda servir para comprar más o mejores bienes o servicios.
O sea, tengo $20.000 y en vez de comprar un lavarropas de ese valor, lo invierto para tener $25.000 y que en algún momento ese lavarropas valga $23.000. Mi ejemplo es muy lineal, pero apunto a que se entienda la idea.
En nuestro querido país se ha formado una cultura durante años de que el dólar siempre gana ya que nominalmente va aumentando su valor con respecto al peso, entonces psicológicamente todos nos sentimos protegidos ahorrando en esa moneda sin tener idea real si estamos comprando barato o caro, porque no solo tenemos que mirar el valor “nominal” del dólar sino el valor “real” de dicha moneda.
Siguiendo con nuestra cultura, si miramos un poco hacia atrás qué hicieron con nuestra moneda nacional, suena lógico que todos intentemos protegernos ahorrando en la divisa estadounidense sin darnos cuenta el daño que nos autogeneramos con semejante decisión: somos el país del mundo con más tenencia de dólares per cápita exceptuando a Estados Unidos financiando de alguna manera su déficit fiscal a costo cero.
Como ya escribí en alguna nota anterior, el nivel de irresponsabilidad fiscal con la que nos han gobernado durante años se terminó pagando muchas veces con emisión de pesos, inundando la plaza de una moneda que siempre termina careciendo de interés para la gente, por ende pierde constantemente su valor produciendo inflación y explosiones devaluatorias a cada tanto.
Ahora, existen dos maneras de hablar del tipo de cambio, uno es el nominal y otro es el real. Me dirijo al sitio Economipedia y encuentro la siguiente definición que copio y pego aquí abajo en cursiva:
El tipo de cambio real es una medida que indica el poder adquisitivo de una moneda frente a otra. Al contrario que el tipo de cambio nominal, tiene en cuenta los precios en el país al que pertenece la moneda. Para entender esto, es necesario conocer bien varios conceptos.
En los mercados financieros las monedas cotizan en forma de pares de divisas. Cuando cambiamos una moneda, la cambiamos siempre en términos de otra. Por ejemplo, tenemos euros y queremos cambiar a pesos argentinos. O, tenemos dólares americanos y queremos reales de Brasil.
La relación a la que cotiza una divisa frente a otra es lo que se conoce como tipo de cambio nominal. Siguiendo con el ejemplo anterior, el tipo de cambio nominal responde a la pregunta ¿por cada euro cuántos pesos argentinos me dan? O por cada dólar americano cuántos dólares obtendré.
Por último y antes de adentrarnos en el concepto de tipo de cambio real, debemos saber lo que significa poder adquisitivo. El poder adquisitivo nos dice algo así como la cantidad de cosas que podemos comprar con una moneda en un país u otro. Por ejemplo, 10 dólares son 10 dólares en cualquier lugar del mundo. Ahora bien, ¿se compra la misma cantidad de bienes con 10 dólares en Nueva York y con 10 dólares en Memphis? La cantidad de dinero es la misma, pero Nueva York es una ciudad muy cara y Memphis, en comparación muy barata.
Esta semana, un economista llamado Rodrigo Castiñeira de Econométrica (@rcas1 para quienes quieran seguirlo en Twitter) publicó un gráfico muy interesante donde calcula a “precios de hoy” cuánto valía el dólar en los últimos 20 años, gráfico que sirve para entender muy bien cuánto pagamos realmente por cada dólar que compramos y cómo aquellos que lo hicieron durante todo el período 2002-2015, más allá de haber tenido la sensación de que le ganaban al peso, nunca tuvieron mejor capacidad de compra hasta terminar en 2015 en valores muy similares al 1 a 1 que nos llevó a una terrible explosión en el 2001.
¿Qué nos muestra el gráfico? Que todos aquellos que vinieron dolarizando sus ahorros desde esta nueva etapa que vive el país post 2001 muchos tienen menos capacidad de compra que antes, pero el mayor problema es que no lo saben, simplemente comparan nominalmente cuantos pesos pagaron por cada dólar que lógicamente hoy ese valor está mucho más alto.
Muchos cuestionan mi ahorro en acciones porque no están dispuestos a soportar la volatilidad que tiene, y mucho menos que en la cuenta de bolsa figure un valor nominal menor al que pusieron. O sea, ponemos 10.000 en una acción que vale $100, por razones de mercado hoy vale $80, o sea que en la cuenta figuran $8.000 y por ende sienten que están perdiendo plata, muchos ofuscados venden esa acción y deciden no hacerlo nunca más confirmando realmente la pérdida.
Pero nadie cuestiona que si compró dólares en el 2007 a un valor de lo que serían hoy unos $65, guardaron moneda extranjera durante 12 años y todavía no pudieron recuperar esa capacidad de compra aun con la terrible devaluación por la que atravesamos el año pasado.
Dicho todo esto concluyo con algunas ideas: lo más importante de las inversiones financieras es comprar barato y vender caro. Los errores los cometemos cuando compramos caro algunas veces dominados por la euforia de ver que un precio está subiendo sin parar, y cuando vendemos barato muchas veces ofuscados y decepcionados porque el precio no para de bajar. Pero tengamos bien en cuenta que el que compra dólares intentando protegerse de los desbarajustes que enfrentamos día a día también hay veces que puede estar tomando la decisión menos acertada.
Es muy importante saber el tiempo y el para qué uno decide apartar dinero para ahorrar, un buen asesor debería saber discernir perfectamente en qué tipo de activos financieros comprar indagando al cliente para qué quiere usar dicho activo y qué nivel de volatilidad está dispuesto a soportar, y por último sepan que no mover los ahorros también es una decisión activa que tiene mucho riesgo.