Energía: en tiempo de descuento

Escribe Carlos Andrés Ortiz

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El pico de la demanda en el Sistema Interconectado Provincial de Misiones estaba estimado en el orden de 550 MW, pero recientemente se llegó a 576 MW. Es coherente prever que en base a la incipiente reactivación económica que ya se vislumbra, en este año se superará holgadamente la marca de 600 MW.

Poniendo en contexto, es ilustrativo precisar que la Central Hidroeléctrica Urugua-Í (la principal usina de Misiones), tiene 116 MW de Potencia Instalada. La demanda alcanzada quintuplica la Potencia Instalada de la hidroeléctrica provincial.

Eso no significa que “Urugua-Í no sirve” como pregonan los fundamentalistas del ecologismo cavernario, tan rápidos para instalar falsedades en tono rimbombante. Falsedades amplificadas por intereses creados que lucraban con el monopolio termoeléctrico, como proveedores de equipos, repuestos, combustibles, lubricantes, fletes, etc.

Decir que “Urugua-Í no sirve” es como afirmar que “las escuelas secundarias que existían en los años ‘90 no sirven”, pues habiendo sido suficientes 30 años atrás, hoy son muy pocas para atender la demanda de la multiplicada y creciente población estudiantil local, y se construyeron otras más, al efecto.

El tema es que transcurridas tres décadas desde que comenzó a operar Urugua-Í, -que terminó el monopolio de la generación termoeléctrica en esta provincia, lo cual hizo caer todos los negocios y eventuales negociados vinculados-, luego de esa gran inversión de notable relevancia estratégica, no se incrementó el parque de generación local.

Como marginal excepción, hay pequeñas usinas térmicas (a base de petróleo) montadas casi de emergencia, para cubrir falencias del insuficiente Sistema de Transmisión, también necesitado de más inversiones, ausentes por completo en la larga noche de cuatro años de crudo y destructivo neoliberalismo.

El caso es que en esas tres décadas, primó el nocivo discurso ecolátrico, instalado por algunos políticos oportunistas y de muy bajo vuelo, y fogoneado fanáticamente por promotores y adherentes del ecologismo cavernario, ese que nos quiere sumergidos en la miseria y el estancamiento, con el placebo del supuesto “conservacionismo” a ultranza, que omite la cruda realidad que muestra que no hay peor contaminación que la generada por la miseria extrema, para salir de la cual necesitamos desarrollarnos, y el desarrollo requiere como condición necesaria (pero no suficiente), contar con grandes y crecientes cantidades de energía, de calidad suficiente y seguro abastecimiento.

Por cierto que las engañifas masivas montada en torno a las energías eólica y solar, no son una alternativa económica ni técnicamente válida, para cubrir las acentuadamente crecientes necesidades de energía, en calidad y cantidad adecuadas.

La interconexión con Yacyretá, un largo anhelo que el centralismo portuario pretendía evitar, se concretó, y eso fue tuvo el efecto de suponer una “solución total” a la creciente demanda provincial de Misiones, lo cual es una nociva falsedad conceptual y fáctica, tal como la realidad y la adecuada planificación energética lo demuestran.

Disponer del fuerte respaldo del gran volumen de generación de Yacyretá, nos dio valioso tiempo, durante el cual el abastecimiento eléctrico está garantizado, pero esa realidad es cambiante, y para prever la adecuada cobertura de la acentuadamente creciente demanda eléctrica, es imprescindible ampliar el parque de generación, enfatizando eso en usinas aptas para funcionar como Generadoras de Base, categoría que abarca a las termoeléctricas (que queman petróleo, gas, carbón o biocombustibles), hidroeléctricas y nucleares.

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En cambio, las eólicas y solares son meros complementos intermitentes, que no garantizan generación constante (el ser humano no controla el sol ni los vientos) y además tienen bruscas oscilaciones en el voltaje, las cuales además son muy costosas por kWh, y son falsamente “limpias”.

Como en Energía, si se trabaja con seriedad, es necesario planificar con un horizonte mínimo de 10 años, y es recomendable extender las planificaciones a 20 e incluso 30 años, es necesario no quedarse estancado en el corto plazo.

Pensar y evaluar a una década, como mínimo, no es algo caprichoso, pues es el plazo mínimo que puede considerarse necesario para concretar las grandes obras de infraestructura que requiere la adecuada satisfacción de la Demanda Eléctrica en particular, y Energética en general.

Tanto en toda Argentina, como en particular en Misiones, se está transitando el “tiempo de descuento” para no necesitar montar masivamente usinas termoeléctricas, pues estamos en el límite para decidir comenzar las grandes hidroeléctricas y nucleares, que permitirán una sana y muy necesaria diversificación de nuestra Matriz de Generación Eléctrica, hoy peligrosamente dependiente en alto grado de los hidrocarburos, factor potencialmente muy negativo al cual se agregan las fuertes presiones para que aceptemos sumisamente incrementar los porcentajes de generación eólica y solar, sin tener en cuenta los serios problemas técnicos que eso acarreará, por ser generaciones eléctricas de muy baja calidad y muy altos costos reales.

Eólicas y solares asociadas bajo cuerda a los poderosos intereses termoeléctricos, pues necesitan los respaldos de esas usinas para tapar los baches de generación de sus intermitencias.

Los indicadores históricos demuestran que –salvo períodos de “pandemia neoliberal” y de pandemias sanitarias-, la demanda eléctrica se duplica cada década en Misiones, fenómeno recurrente en regiones subdesarrolladas que se vuelcan al crecimiento socio económico, e incluso al desarrollo.

También es previsible que la demanda eléctrica de toda Argentina se incremente acentuadamente, sobre todo si se logra quebrar el retroceso generalizado de los últimos cinco años, consecuencia de ambas “pandemias”.

En el NEA, resulta impensable que se pueda depender parcialmente de energía eléctrica brasileña, más allá de flujos de intercambios, que se pueden hacer pues los horarios picos de demanda son diferentes en ambos países.

Y por su parte, como la economía de Paraguay crece (no es lo mismo crecimiento que desarrollo), en pocos años más necesitará consumir la totalidad de su parte de la generación de Yacyretá, y tampoco puede contarse como energía firme la generada por Acaray, pues el propio mercado paraguayo la necesita; la misma que en su momento fue importante para cubrir buena parte de la demanda de Misiones.

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Del 50 % argentino de la energía de Yacyretá, cualquier previsión seria muestra que antes de una década o poco más, no podrá cubrir todo el incremento de la demanda de Misiones, pues todo el NEA, más parte de Entre Ríos y Santa Fe también necesitarán el vital fluido.

No es de suponer que el NEA pase a ser sede de alguna nueva usina nuclear, pues de continuarse el Plan Nuclear, por lógica se priorizarán regiones de Argentina que no poseen otras fuentes potenciales de generación, y en esta región el potencial hidroeléctrico es cuantioso.

Consecuentemente, de no comenzarse pronto las construcciones de las grandes hidroeléctricas ya planificadas de Corpus, Panambí y Garabí, se puede prever que existirán cuellos de botella en el abastecimiento de electricidad.

Posteriormente podrán encararse otros proyectos en carpeta o solo parcialmente estudiados, como la Hidroeléctrica Itatí – Itá Corá, y el Cierre Norte del Paraná Medio, obra esta que como gran beneficio complementario, transformaría a Corrientes y Barranqueras en puertos de ultramar.

Una alternativa parcial, sería generar en base al gas natural, pero el gasoducto del GASNEA, descartado por el macrismo, no parece haber recobrado el ritmo necesario.

Suponer que los enormes volúmenes de electricidad que serán necesarios, serían cubiertos con energía solar y eólica, es simplemente disparatado, por las pobres condiciones del NEA para esos tipos de generación y por los bajos rendimientos de las mismas, además de sus insalvables limitaciones técnicas, que no les permiten más que ser meros complementos, caros y poco confiables.

Tampoco son grandes soluciones las pequeñas capacidades de generación de las energías térmicas de biomasa, de a lo sumo unos pocos MW de Potencia Instalada, que apenas moverán la aguja y serán insuficientes para abastecer volúmenes significativos de Potencia Firme y Energía Eléctrica.
Es decir, que si por falsedades ecolátricas, o por la excesiva prioridad dada al sector hidrocarburífero en la Matriz Energética, se dilatan o impiden las grandes obras hidroeléctricas tan necesarias para nuestro desarrollo, volveremos a caer en la nociva dependencia de la muy costosa y muy contaminante generación termoeléctrica.

Mientras tanto, en Misiones se está por inaugurar una “gran” usina solar, de exiguos 10 MW de Potencia Nominal, de previsible corta vida útil, y completamente inútil para cubrir parcialmente el pico de la demanda, el cual se da al anochecer, …precisamente cuando ninguna central solar produce.

Y nadie informó cual será el real costo por kWh de esa solar, que en su mayor parte dio trabajo a obreros chinos, pues es importada. O sea casi nulo efecto multiplicador positivo para Argentina.

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