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¿Hecho aislado o inicio de tendencia? Analizando la inflación de noviembre

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Escribe Alejandro Pegoraro, director de Politikon Chaco, exclusivo para Economis.com.ar. Los datos del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de noviembre del INDEC sorprendieron a propios y extraños. Se esperaba un descenso en la velocidad de crecimiento, pero ni la más optimista de las proyecciones la ubicaba por debajo del 5%. Esto generó dos debates: la veracidad del dato y su sostenibilidad.

Con respecto al primero, algunos -principales opositores más reaccionarios- pusieron en duda el dato alegando una vuelta a un INDEC intervenido como durante la gestión de Guillermo Moreno. Sobre esto, no hay absolutamente ningún elemento fáctico que sostenga la posibilidad de una manipulación de los datos. Metodológicamente, la medición sostuvo los mismos parámetros que se utilizan desde 2016 y la elaboración del dato es inobjetable. Fin de la discusión.

El segundo debate es algo más complejo, ya que no existe hoy la posibilidad de determinar si se trata de un dato puntual en un momento coyuntural o si, por el contrario, se da lo que el Gobierno nacional afirma (quizás más en forma de deseo que de empírico) respecto al inicio de una tendencia desaceleratoria del nivel de precios, que además tendría un inmediato efecto político, acrecentando las chances de postulación presidencial de un Sergio Massa “exitoso”, como anhela buena parte del Frente de Todos. 

Veamos algunos puntos que nos dejaron los datos del IPC de noviembre, en particular la región del NEA. En primer lugar, la baja en la velocidad de crecimiento del índice es fuerte, aún más que el descenso observado en el nivel general nacional (-1,7 puntos porcentuales vs. -1,4 p.p). ¿En qué se sustentó esta reducción? 

En primer lugar, la división de Comunicación pasó de crecer 11,5% en octubre a “solo” 5,5% en noviembre (-6,0 pp.), situación dada por el hecho de que en octubre se aplicó la mayor parte de los incrementos en esos servicios, que fueron autorizados por el Estado nacional. 

La división de Prendas de Vestir y Calzado -la de mayor suba interanual en la región- pasó del 8,1% de octubre al 3,8% en noviembre (-4,2 p.p), apoyado sobre la cercanía del fin de la temporada primaveral y por ciertos acuerdos realizados entre empresas y el Gobierno nacional, que aún no se aplicaron de todo en este mes de análisis. 

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La división de Hoteles y Restaurantes, que sostuvo altos niveles de suba desde julio, pasó del 7,1% de octubre al 5,1% de noviembre (-2,0 p.p). Por su parte, la división de Transporte pasó del 6,3% de octubre al 4,6% de noviembre (-1,6 p.p) explicado por una menor suba en el costo de adquisición de vehículos y del transporte público. 

Finalmente, Alimentos y bebidas no alcohólicas pasó del 5,8% de octubre al 3,6% de noviembre (-2,2 p.p), basado en tres principales artículos: la Carne (-1,3 p.p), los Aceites, grasas y mantecas (-2,2 p.p) y, sobre todo, las Verduras (-16,6 p.p).

Pero la duda que surge es: ¿Qué explica estos descensos en las tasas de crecimiento de esas divisiones y rubros? Los factores son varios y varían según el elemento a analizar, pero se observa que en ninguno de los casos, a priori, garantiza que sean sostenibles. 

Un caso clave a analizar son los Precios Estacionales: son aquellos que tienen un comportamiento marcado en algunos meses en particular, como el precio de la ropa en los cambios de temporada, los bienes y servicios asociados al turismo durante las vacaciones, o las frutas y verduras de estación. Entre agosto y octubre, en el NEA estos precios crecieron a un ritmo promedio mensual del 11,8%, pero descienden a 4,1% en noviembre, con una marcada influencia de la ropa y de las verduras. Sin embargo, el mes de diciembre tiene un fuerte componente estacional producto del cambio de temporada, inicio de vacaciones y las fiestas, lo cual es difícil que vuelva a posicionarse en esos niveles. 

Otra categoría es la de Precios Regulados, que son aquellos precios sujetos a alguna normativa o intervención estatal (tarifas de los servicios públicos, prepagas, combustibles y telefonía e internet) o aquellos que tienen un alto componente impositivo (como el caso del tabaco y también combustible). Entre agosto y octubre, estos crecieron a un promedio mensual del 7,7% y fue del 6,0% en noviembre. Pero para diciembre y, sobre todo, el primer trimestre de 2023, se espera una nueva actualización de combustibles (precio e impuestos), como también de otros servicios. Por ende, tampoco pareciera ser sostenible la baja.

Finalmente, la última categoría es la de Precios Núcleo: ésta agrupa al conjunto de bienes y servicios que no se ven afectados tanto por efectos estacionales como por cambios regulatorios del Estado y tiene una fundamental importancia porque brinda una visión más estructural de la evolución de los precios que se mueven de manera libre. Entre agosto y octubre, el promedio de la suba mensual en el NEA de esta categoría fue del 5,8% y pasó al 4,3% en noviembre. Esta es, quizás, la única noticia positiva del indicador de este mes de análisis. 

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Entonces, ¿circunstancial o sostenible? A priori, el dato de noviembre parece ser circunstancial y todavía no hay motivos para creer que se trate de una disminución de la tasa de crecimiento del IPC que se sostenga en el mediano plazo a ese mismo ritmo. Diciembre va a ser un mes bisagra en este escenario: los precios tienen una fuerte influencia de la estacionalidad, pero al mismo tiempo, entrarán en vigencia muchos de los acuerdos realizados por Massa, por lo cual será fundamental observar cómo se comporta el IPC Núcleo para lograr determinar con mayor precisión si la naturaleza de una eventual disminución es algo más coyuntural o no. 

Lograr una baja sostenida -y genuina- en la variación del IPC no es una tarea para el corto plazo, ya que requiere de medidas de fondo que llevan su tiempo; en eso, hay que destacar el hecho de que Massa sostiene que sus objetivos están planteados en torno al primer trimestre del 2023, entendiendo que las medidas tomadas en estos últimos meses repercutirán eventualmente recién meses después. Lo que el gobierno NO debe seguir haciendo es hablar de baja de la inflación, como tan inoportunamente lo hizo la portavoz oficial Gabriela Cerutti. 

El dato de noviembre no significa que la inflación baje, sino que crece a menor velocidad. Parece una diferencia semántica pero no lo es; más bien, se trata de definiciones económicas donde no da lo mismo decir una cosa que la otra. 
Hay un dato muy particular -casi anecdótico a estas alturas- que surge como consecuencia de los resultados de noviembre: está prácticamente descartado que el año cierre por encima del 100% de inflación. A partir de la fuerte desaceleración de noviembre, para llegar al 100% a nivel nacional se requiere que en diciembre el IPC suba 8% -en el NEA, se necesita de una suba del 7%-, situación que difícilmente se cumpla.

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