La calma después de la tormenta
Pasaron apenas siete días de la primera vuelta de las elecciones presidenciales. Y el escenario mutó a una velocidad no apta para impresionables. Solo en Argentina. Hace una semana Sergio Massa iba de punto y Javier Milei celebraba por anticipado. Se ilusionaba incluso con ganar en primera vuelta, pero fue el ministro de Economía el que estuvo más cerca de ese hito, mientras que el minarquista se estancó en sus votos de las elecciones primarias, allá hace una eternidad en el tiempo, en agosto. La abrumadora avanzada libertaria se convirtió en un lastimero ruego de respaldos en los set de televisión, que esta vez potenciaron todas las flaquezas e inestabilidad emocional del candidato. La última aparición televisiva de Milei generó estupor. Muchos se preocuparon por el estado de salud del candidato, con evidentes problemas de conexión y de contención de sus emociones. Algunos se preguntaron si está en condiciones de seguir, tanto que él mismo tuvo que salir a aclarar que sigue en carrera.
La evolución de Massa sorprendió a todos. El resultado de las Primarias quedó en el olvido, con un crecimiento de más de diez puntos para conquistar 9.6 millones de votos y quedarse con el 36,68 por ciento del total. En las PASO la suma de Unión por la Patria había sido de 6.460.689 votos.
Milei, que había sido primero, acariciando el 30 por ciento en agosto, se quedó estancado en porcentaje y votos: apenas consiguió 7,8 millones, contra 7.116.352 de las PASO. ¿Será su techo? Juan Schiaretti sumó 869.503 sufragios entre las dos instancias electorales. Milei quedó 1,7 millones de votos abajo de Massa, que sumó casi tres millones de votos desde las Paso.
Cambiemos perdió votos. La suma de Horacio Rodríguez Larreta y Bullrich había dado 6.698.029 votos, el 28,27 por ciento del total. Bullrich sola alcanzó 6,2 millones. Si se comparan los 10,8 millones votos que había sacado Juntos en 2019, la entonces fuerza opositora perdió 4,5 millones de votos en cuatro años.
En Misiones, Massa también levantó su adhesión, aunque no le alcanzó para superar a Milei, quien ratificó el triunfo de las PASO. Pero en la elección de los representantes para el Congreso no hubo dudas: el misionerismo sacó amplia ventaja. Los candidatos de Innovación Federal, que acompañaron a Massa, cosecharon 253.428 votos en la categoría de senadores y 252.335 en diputados nacionales. La Renovación amplía su presencia en el Congreso.
En el Senado renovó las dos bancas en juego y entrarán Carlos Arce y Sonia Rojas Decut. En Diputados ponía en juego una banca y ganó tres: entrarán Daniel Vancsik, Yamila Ruiz y Alberto Arrúa, los dos últimos en las bancas que dejarán Cristina Britez y Héctor “Cacho” Bárbaro.
La alianza Cambiemos sacó 109.836 votos para senadores y 109.856 en diputados nacionales. Así, entrarán Martín Goerling a la Cámara alta y Emanuel Bianchetti, a la baja, en reemplazo de los hermanos Humberto y Alfredo Schiavoni, quienes se enfrentaron en la interna pero ahora coincidirán en la militancia por Milei, lo mismo que el propio Goerling.
“En Misiones no entró la grieta”, sintetizó el presidente de la Legislatura y conductor de la Renovación, Carlos Rovira. La campaña de la Renovación se basó en la necesidad de una mejor representación misionera en el Congreso, donde descansan varias de las demandas que tiene la provincia. En este escenario, además, cada banca representa una enorme capacidad negociadora. Misiones marcó su propia agenda de la mano de la Renovación, mientras que las oposiciones siguieron repitiendo temarios importados.
En Misiones, Massa creció 56 por ciento. Milei apenas 9,98 y Bullrich retrocedió 14,4 por ciento.
La derrota aplastante de Cambiemos, que perdió votos en Nación y en Misiones, hizo indisimulable la fractura entre macristas y radicales. “Los puentes están rotos”, admitió Rodrigo De Arrechea. Goerling se quejó de la falta de apoyo radical y se sumó a las filas de Milei, lo mismo que los hermanos Schiavoni. En rigor, el primero en ponerse a disposición del “nuevo jefe” de la oposición fue Pedro Puerta, quien mientras el cadáver todavía estaba tibio, pidió que “la gente de bien” se sume a “limpiar a la política de la casta que solo busca cargos”. No es una ironía. El propio Pedro fue tres veces candidato antes de conseguir una banca provincial. Su padre, por supuesto, tiene una historia mucho más larga. Ha sido candidato incontables veces desde mediados de los 80. La paradoja es que Miguel Pichetto, referente nacional de ambos, se pronunció por la neutralidad.
El radicalismo misionero se tomó su tiempo para acatar el mandato nacional. Este sábado hubo una reunión de poco más de tres horas con notables ausencias. El pase de facturas tendrá varios capítulos. El reproche a la cúpula dirigencial es vasto: entregaron las principales candidaturas legislativas a cambio de liderar la fórmula a la gobernación, en una elección que perdieron de forma abultada. Se quedaron sin presencia en el Congreso y regalaron espacios propios. Varios están decididos a pegar un portazo.
El triunfo de Sergio Massa hizo implosionar a la oposición. Cambiemos formalizó su fractura y la Libertad Avanza, sin titubear, le cedió a Mauricio Macri el control de la una nueva alianza antikirchnerista.
“Milei está solo y por eso transa con lo peor de la política”, había dicho Patricia Bullrich en el último debate, sin advertir que ella misma iba a protagonizar un sumiso abrazo con quien la acusaba de “montonera asesina”. “Las ideas de Milei son malas y peligrosas. Quiere no solo liberar las armas y la venta de órganos. Es la ley de la selva”, dijo apenas tres días antes de las elecciones.
“Con Milei nos perdonamos mutuamente”, tuvo que decir ahora para justificar la sociedad forzada por la presión de Antonia, la novel consejera política de Macri.
Apenas consumada la derrota, Macri obligó a Bullrich a declarar su rendición incondicional ante Milei para encabezar una cruzada con final incierto. La suma de dirigentes no necesariamente garantiza la suma de votos. “Somos los más representativos”, ninguneó Bullrich sobre la decisión de la que el resto de la coalición se enteró prácticamente cuando la nueva alianza ya estaba sellada.
Más de medio PRO, con Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal a la cabeza, anticipó neutralidad. Elisa Carrió dejó en libertad de acción a sus seguidores. Los gobernadores de Cambiemos -incluido Rogelio Frigerio, uno de los más leales a Macri- también rechazaron sumarse a las nuevas huestes.
El radicalismo optó por una abstención que revela el grado de inexpresividad de sus dirigentes en un momento cumbre para la democracia argentina. Pusieron en un mismo plano a Milei, que desprecia al partido y a Raúl Alfonsín, uno de sus máximos referentes históricos, que al candidato que los convoca a un gobierno de unidad nacional.
En última instancia, hasta Macri se juega más por su concepción de la política. Gane o pierda, el ex presidente se quedará con el liderazgo de la extrema derecha argentina. El ex presidente ya ganó, al mismo tiempo que minó la plataforma y credibilidad del libertario, quien de luchar contra la casta, pasó a abrazarla con desesperación. El nivel de improvisación no puede ser mayor.
Pero lo cierto es que el propio Macri dinamitó Cambiemos en la agónica extensión de la grieta contra el kirchnerismo, motivo que muchos atribuyen a la derrota y retroceso de la alianza. Haberse ensimismado en esa contienda casi personal, sin ofrecer ninguna otra cosa a la sociedad. Perdió la frescura del “cambio”, que alguna vez supo representar. Milei le arrebató ese protagonismo sin estructura ni partido.
Las horas posteriores al triunfo de Massa fueron dignas de una película -parodia, comedia o drama, a elección del televidente-. Milei rogando respaldos y prometiendo cargos a “zurdos” y la casta. “Juntos por el cargo no son los abanderados de la institucionalidad ni de nada. Son tan delincuentes como los del Frente de Chorros, lo único que les importa es el poder”, había dicho pocos días antes de pedir la incorporación de sus nuevos socios, de Cambiemos. De querer ponerla presa por montonera, a ofrecer el ministerio de Seguridad. Esa parábola trazó con Bullrich.
El llamativo acuerdo se selló con un abrazo forzado en los estudios de un canal televisivo. El rostro de Bullrich denotaba frustración. El posteo de Mieli mostraba la infantil euforia del momento. Un león en un abrazo de contención de un pato.
“Las áreas que entran en capital humano, las personas que más saben sobre eso, son de izquierda. Las llamamos igual”, dijo sobre los “zurdos de mierda”. De anti casta a un simple anti k. La involución libertaria.
Hoy es Macri el que domina el escenario en la nueva alianza. Cuestionó a sus ex delfines y acusó a los radicales de “transar” con Sergio Massa, en el Congreso.
“Ellos han tenido permanentemente reuniones con Massa, con (Gerardo) Morales a la cabeza. Le han apoyado todas las leyes que Massa les pedía en contra de la decisión de la mayoría, aumento de impuestos, jubilaciones sin aportes… Morales, (Emiliano) Yacobitti y Martín Lousteau transando por detrás de nosotros”, dijo. La UCR respondió embravecida: “La acusación del ingeniero Macri a la Unión Cívica Radical de haber transado en contra de los intereses de los argentinos constituye una ofensa inclasificable por parte de un ex presidente a quien nuestro partido sostuvo con lealtad durante los 4 años de su gobierno. Sus palabras son un ejercicio más de hipocresía”. Los radicales aseguran que Macri jugó siempre para Milei.
“Quiero evitar que gane Milei y le haga daño a todos los argentinos. Y yo no le pido consejos a mi hijo de 10 años de qué hacer como político”, respondió Martín Lousteau.
“Hasta acá llegaste, individualista soberbio, autor de la 125. Votá a Massa si eso es lo que pensaste siempre, funcionario del kirchnerismo. Pero ensuciar a Mauricio Macri que fundó el PRO, que ayudó a fundar una alternativa a estos mafiosos, que fue dos veces jefe de gobierno y luego Presidente, pasa todos los límites. Tergiversás la historia. Abandonaste irresponsablemente tu puesto de Embajador en Estados Unidos. Desde qué lugar hablás, ¿Cuándo alguien te eligió para algo? Y falso sabelotodo, aprendélo bien: ni los radicales te quieren”, le retrucó Hernán Lombardi, otro que viene de la otra alianza, junto a la propia Bullrich y Rodríguez Larreta. Todas las miserias juntas. Expuestas a la vista de todos. Una alianza que estaba pegada con saliva.
Todo eso, en menos de una semana.
La semana de Massa, en cambio, fue mucho más tranquila. La inyección anímica le permite encarar el último tramo con el control de la situación. Se esperaba que entre al balotaje. Entrar primero fue un plus.
El ministro de Economía remarcó su convocatoria a un gobierno de unidad y descartó acuerdos de cúpula como los que apuraron en la oposición. La reunión con los gobernadores marcó el volumen de respaldos: 19 presencias, entre vigentes y electos. Los gobernadores entienden que está en riesgo la propia democracia si se impone el candidato anarcolibertario.
Como contracara, Massa puso sobre la mesa un nuevo pacto federal para ampliar la coparticipación de las provincias y simplificar el sistema impositivo.
“Trabajamos en el tema federalismo y el impacto de algunas posiciones que en este momento se discuten en la Argentina, respecto de la eliminación de subsidios aparece como tema central en el AMBA, el tema vinculado a la eliminación del subsidio al transporte, y el impacto de pasar de 60 a 1.100 pesos en el boleto de tren, o de pasar de 70 a 650 pesos en el boleto de colectivo, que es el primer impacto del planteo de la eliminación de subsidios que se hace desde otros sectores de la política”, explicó el ministro de Economía al término de la reunión.
“Nuestra responsabilidad es construir un gobierno de unidad nacional, convocando a los mejores, no cayendo en la trampa de las discusiones de acuerdos de cúpula de partidos, sino entendiendo que la responsabilidad a partir del 10 de diciembre es elegir a los mejores de cada una de las fuerzas económicas, sociales, políticas, de la cultura de la Argentina. La gente no es ganado a la que le ponen un sello, elige libremente, va a la urna, elige de acuerdo a quien lo convence, quien le genere la esperanza”, remarcó.
“El 10 de diciembre empieza un nuevo gobierno en la Argentina. Yo no creo que la discusión se dé en el marco del para atrás, sino para adelante, qué va a hacer cada uno de nosotros a la hora de gobernar, de los que estamos en competencia”, proyectó.
Sin embargo, el camino no está allanado ni mucho menos, ganado. La primera encuesta de la consultora CB -que acertó en pleno con las proyecciones de la primera vuelta- señala que en Buenos Aires, CABA y Patagonia, ganaría Sergio Massa, mientras que Milei se impondría en el NEA, NOA, CUYO y región centro del país.
El 27,5% de los votantes de Bullrich votará en blanco o no irá a votar y el 11.8% está indeciso. Entre los que definen su voto, el 46,6% votará a Javier Milei y el 14,1% a Sergio Massa. Proyectando votos afirmativos, “hay un escenario de gran paridad con pequeña ventaja de Javier Milei en (50.7%) sobre Sergio Massa (49.3%)”, marca el estudio.
“La deriva discursiva de los libertarios ayudó a potenciar el miedo, y cimentó un techo de hormigón sobre la cabeza de Javier Milei. El libertario pasó de ser la persona más votada en las PASO a ser el candidato que menos creció en la elección general. Un caso inédito de frustración electoral nunca antes visto en la historia democrática argentina”, marcó Gustavo Córdoba, de Zuban & Córdoba y asociados.
En cambio, Analogías, de Analía del Franco, es más optimista sobre las chances de Massa. Entre el 23 y 25 de octubre, realizó un estudio de alcance nacional con el objetivo de relevar las preferencias electorales de cara al balotaje presidencial del 19 de noviembre. El trabajo de campo se efectuó con el resultado reciente de la elección general del domingo pasado, un álgido contexto de debate entre dirigentes opositores y, principalmente, un acentuado estado de deliberación ciudadana.
Massa capta el primer orden de preferencias confirmando toda su adhesión del pasado domingo, sumando alrededor de una tercera parte de los votantes de Juan Schiaretti, el 60% de los del Frente de Izquierda, y casi un 15% de los votantes de Juntos por el Cambio, que al momento presentan una gran dispersión entre las candidaturas que irán a la segunda vuelta y el “no sabe”.
El candidato de Unión por la Patria crece entre las mujeres, los segmentos de edad medios y los entrevistados de menor nivel de instrucción y, por primera vez en esta campaña, se igualan los niveles entre los que tienen estudios secundarios.
Por otra parte, un 52% se manifestó en acuerdo con la conformación de un gobierno de unidad nacional como respuesta a la etapa que vive la Argentina y en orden a resolver los desafíos que enfrenta.