La Guerra Santa europea
Los acontecimientos actuales en Medio Oriente pasaron a un proceso de internacionalización. Ese conflicto caló hondo en la sociedad europea y la constante amenaza del islam, en sus expresiones más radicalizadas.
Casi como trazando un paralelismo con la Edad Media, hoy en día, el continente europeo se encuentra atravesando la antesala de una suerte de Guerra Santa y por qué no, una cruzada simbólica. La cosa es simple, la escalada de tensión entre Israel y Hamás por Palestina reavivó viejas rispideces de índole religiosa y cultural. Una gran comunidad de musulmanes se escapó de sus países por las galopantes crisis humanitarias que las azotan y consiguieron refugio en Europa. Sin embargo, su religión nunca fue dejada de lado.
El arribo de los grandes contingentes musulmanes y árabes fueron formando comunidades importantes, sobre todo en Francia, Alemania y los países nórdicos. Ante las atrocidades bélicas entre Hamás e Israel, estas grandes comunidades se encendieron para reclamar a favor de Palestina. De hecho, la causa palestina es uno de los pocos puntos que comparten en común gran parte de las poblaciones árabes y musulmanas a nivel global. El gran problema de esto no es la manifestación en sí, sino la radicalización de las mismas. Cabe destacar que Hamás llamó a una yihad mundial, entendida como ataques o atentados en Occidente, desde su punto de vista más extremistas.
Esto encendió las alarmas por una serie de atentados en Bélgica y Francia, pero principalmente en el último país es donde se vive con total paranoia y miedo. Las declaraciones de extrema seguridad y elevación de alertas anti – terroristas jugaron un papel importante. Asimismo, las constantes amenazas de bomba en el Museo de Louvre, el Palacio de Versalles y los aeropuertos internacionales.
Esto se da por un efecto contagio. Medio Oriente ve en el conflicto actual, una posibilidad de asestar un golpe certero a Israel, y esa sensación de revanchismo histórico puede desatar emociones violentas. Inclusive, la reactivación de células de terroristas dormidas, como por ejemplo ISIS, quienes se encuentran prácticamente extintos.
Sin embargo, la Guerra Santa no será solo entre atentados y ataques, la misma es cultural y se está librando desde hace tiempo. La comunidad árabe y musulmana, como así también el excesivo relativismo cultural en el viejo continente, generaron el caldo de cultivo para que un grupo minoritario comience a establecer cambios sustanciales a nivel cultural.
Desde la Edad Media en adelante, Europa se encargó de construir su base hegemónica desde una sociedad cristiana, desde los valores hasta los pragmatismos políticos e ideológicos. De hecho, gran parte de las prácticas que denominamos como “Occidente”, no son más que herencias de las sociedades cristianas, desde lo moral a lo institucional. Sin embargo, el excesivo relativismo cultural creó un escenario que bien está siendo aprovechado por las minorías hoy en día. El avance de las mismas, desde el punto de vista cultural con prácticas y costumbres, está cambiando en gran parte la vida de los barrios europeos. Si eso es algo bueno o malo, se los dejo a ustedes para que con su criterio lo decidan, sin embargo, exponerlo es necesario para comprender gran parte del avance de la ola paranoica de terror en Europa.
Asimismo, los gobiernos más recalcitrantes de Europa se encargaron de todo lo contrario, durante las últimas décadas. Del actual relativismo cultural, habían pasado previamente por una crudeza hasta casi xenofóbica e islamofóbica. Esta divergencia provoca una sensación de revanchismo importante en las comunidades foráneas. El hecho de no permitir que usen el hiyab en instituciones públicas o que su religión sea tomada como sinónimo de terrorismo y mal vistos socialmente, está claro que impacta moralmente en el seno de dicha comunidad. A eso hay que agregarle el fuerte compuesto histórico que se decanta de la religión: el gran Estado Islámico que nunca se construyó por las derrotas bélicas en Europa durante la Edad Media. Hoy en día, ese deseo sigue estando vigente, de hecho ISIS pujaba por eso. Llegar a Europa, asentarse y soportar los destratos en el pasado/presente, a pasar a un relativismo cultural y corrección política puede ser la respuesta de los levantamientos actuales, que, lastimosamente, traen a colación indirectamente, algunas acciones de índole terroristas.
Por otra parte, Europa no colabora, o al menos están pasando por un contexto desfavorable. El viejo continente hace rato que comenzó a resquebrajarse. Ya no es el coloso diplomático ni la Meca económica global, más allá de que siga gozando de un status prodigioso, en comparación a otras zonas del mundo. La falta de firmeza en políticas exteriores que traigan soluciones a largo plazo les está pasando factura. Por ejemplo, el hecho de no haber roto lazos de explotación colonial con África, hoy en día la pagan con rebeliones en el continente africano y olas de migrantes que llegan sin parar. Hoy en día, además, bajaron considerablemente su posicionamiento de hegemón militar, y eso se nota en cada conflicto. Algo que hubiese sido imperdonable para el mismísimo Carlomagno.
El temor de los europeos no es solo por los atentados. La sensación ya está instalada: Europa teme perder la hegemonía occidental, democrática liberal y cristiana ante lo oriental, árabe y teocrático. La verdadera Guerra Santa está ahí. Ni grandes emperadores, religiosos o bárbaros, ni dictadores, de izquierda o derecha, pudieron dominar el viejo continente. Hoy en día, su distracción los llevó a que la incipiente comunidad árabe – musulmana los ponga en pie de guerra. Es claro, además, que si su hijo mayor (Estados Unidos) no sale en su auxilio, la gran hegemonía cultural occidental y la belle époque, serán cosas de libros de historia, para abrir paso a una nueva era de multietnicidad europea.
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