Recuerdos del futuro pasado
“Si hubiera dicho lo que iba a hacer, no me hubiera votado nadie“. La frase, atribuida a Carlos Menem, pertenece en realidad a Guillermo Vilas durante un reportaje con Bernardo Neustad. El tenista se refería al ex presidente. Y no dejaba mucho espacio para la duda.
Mauricio Macri amplió la frase en 2016 cuando en un congreso de la Asociación Cristiana de Dirigentes habló sobre la economía y se sinceró sobre la realidad de su gobierno. “Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio“.
En ambos casos había una cuestión de engaño, de ocultamiento. De no mostrar las cartas. En la era de la posverdad, eso ya no importa demasiado. Los candidatos dicen explícitamente lo que pretenden hacer, aún cuando todavía está caliente en la memoria el fracaso de sus recetas.
Un ejemplo es Patricia Bullrich y su intento de recrear el blindaje de la otra alianza a la que perteneció, con más deuda con el FMI, ajustes y reformas laborales. El paquete terminó en explosión y en la huída por los techos del último presidente radical.
El otro ejemplo es de su rival en la feroz interna de Cambiemos. Horacio Rodríguez Larreta a pesar de estar distanciado de su ex jefe político, sobre economía piensa exactamente lo mismo. En su paso por Posadas el intendente porteño desnudó su plan destinado a una de las principales economías de Misiones: “Hay que entrar con lupa, sector por sector para entender bien. El tema de la yerba, el tema del precio sostén, toda esa parafernalia de un Gobierno metiéndose: desregulación”.
La frase de Horacio Rodríguez Larreta retoma la intención de Macri, expresada también en Misiones en 2018 cuando dijo “tiro el tema porque los quiero dejar inquietos”: “Ningún mercado funciona regulado”.
No es una mera expresión de deseos: como se recordó en esta misma columna la semana pasada, su candidato a diputado nacional, Alfredo Schiavoni, presentó un proyecto de ley para desregular toda la economía, incluida la yerbatera, como sucedió en 1991, cuando Domingo Cavallo tenía la suma del poder y comenzaba la ola de privatizaciones. Esa década terminó en pobreza y desempleo por las nubes. A la yerba no le fue mejor. Sin regulación, el precio se desplomó y miles de productores prácticamente se fundieron. Se cambiaba yerba por bolsas de mercadería. El kilo de hoja verde cayó de $0,20 en 1991 a 0,06 pesos a principios de este siglo -de $117,60 a valores actuales del dólar blue hasta U$S 0,07 ($39,20 de hoy)-. En cambio, durante esa década, el precio en góndola se mantuvo casi constante.
Esos 14 centavos de dólar perdidos por la producción primaria con una cosecha promedio de 700 millones de kilos por 10 años, permiten visualizar la enorme transferencia de ingresos de la producción hacia la industria, comercios e impuestos: casi u$s 1.000 millones en una década.
La crisis determinó una inolvidable protesta de los productores, que trajeron sus tractores a la capital durante varias semanas. Esa protesta le dio vida al Instituto Nacional de la Yerba Mate, que volvió a regular los precios y a establecer un necesario equilibrio en la cadena.
Tras dos décadas y con una decidida intervención del Gobierno provincial, en línea con el INYM, la yerba está en su mejor momento con el consumo interno más alto de los últimos cinco años y el mejor nivel de exportaciones desde 2020, el año récord. La materia prima se paga por encima de los precios oficiales y el objetivo es insistir en los 60 centavos de dólar. A la yerba le va bien en un mercado regulado. Parece una ironía volver a discutir de lo mismo.
La contracara del proyecto Larreta -y de Cambiemos, porque Patricia Bullrich también apunta a una desregulación de la economía-, fue expresada por el gobernador Oscar Herrera Ahuad hace unas pocas horas. Para el jefe del Ejecutivo, “es una decisión política” generar valor en todos los eslabones de la cadena productiva.
Recordó las gestiones realizadas en conjunto con el Inym y los legisladores misioneristas en el Congreso para obtener un histórico laudo, cuyo valor actual se encuentra en $120 para la hoja verde y $456 para la canchada. “Hace dos años tuvimos la iniciativa de ir en busca de esa estructura de costos para que el precio sea acorde con lo que sale en el laudo”.
“Se levantó la cosecha, se está pagando al día -algunos lo hacen por adelantado- el precio que conseguimos en marzo. Y no solamente eso, este primer semestre es el de mayor consumo de yerba mate en la historia“, enumeró Herrera Ahuad.
El Gobernador puso como contraste a la promesa de Larreta al trabajo tejido con el ministro de Economía y candidato a presidente por Unión por la Patria: “En Sergio Massa hemos encontrado la posibilidad de que hoy la yerba mate esté viviendo un tiempo histórico”, subrayó.
A raíz de este presente en el sector yerbatero, Herrera Ahuad anticipó que el Gobierno seguirá insistiendo para que en septiembre “volvamos a tener un muy buen precio, ese cincuenta centavos de dólares que dice siempre el ingeniero Carlos Rovira”.
En los primeros análisis que realizan los productores, el kilo de la materia prima que hoy está oficialmente a 120 pesos, debería valer desde septiembre, no menos de 235 pesos. Si prospera la iniciativa Larreta-Cambiemos, será el mercado el que defina ese valor. Y vuelta a empezar.
Lo llamativo de la promesa de Larreta es que sus socios complacientes del radicalismo no hayan dicho una sola palabra. El radicalismo dejó su marca en la ley de creación del Inym, presentada por el ya fallecido Raúl Solmoirago a mediados del último año de la alianza en el poder.
Convencido de que la creación del INYM era imprescindible para el futuro de la actividad yerbatera, en junio de 2001 convocó a Misiones al por entonces, presidente de la comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados de la Nación, el chaqueño Héctor Romero, de quien obtuvo el compromiso de acelerar la sanción de la ley.
Ese convencimiento lo llevó, incluso, a enfrentar a funcionarios de su partido que se oponían a la ley, como el titular de la SAGPyA Marcelo Regúnaga. “Para qué opina si no conoce el tema. Debería callarse y preguntar a la gente que sabe un poco más”, lo retó sin medias tintas Solmoirago.
Después, con la ley aprobada en febrero de 2002, Solmoirago dejó una frase para recordar: “Esta política yerbatera contempla como eje en su diseño a la familia rural, la equidad y el desarrollo regional. Procura implementar políticas de desarrollo sustentable, dentro del marco de economía de mercado, apuntando a la incorporación del productor al complejo productivo social. Es la única alternativa para poder preservar a la actividad y compartir entre todos, productores y molineros, el negocio yerbatero dentro de un marco de desarrollo rural socialmente aceptable. De no ser así, asistiremos a la desaparición del productor”. Año 2002.
Lejos de esas convicciones, después de la visita de Larreta, en un spot de campaña, el candidato a senador Ariel Pianesi fue a jugar a ser el “mejor tarefero” por unas horas, de la mano de Pedro Puerta. No es una metáfora. “Mañana de cosecha. Me traje, mirá, me vine al mejor yerbal de Hugo Humeniuk -intendente electo en Concepción de la Sierra- y traje al mejor tarefero, Pepe Pianesi”, relata entre risas el hijo del ex gobernador, uno de los mejores alumnos de Cavallo en la década de los 90. Pianesi sólo ríe. No se le escucha en el spot. Y poco y nada en la campaña.
Quizás haya sido un desliz, pero el posteo en Instagram termina con una frase ¿culposa? del propio Humeniuk: “Me voy a fundir así”.
El único que se animó a expresarse en contra de la idea de Larreta fue el productor Cristian Klingbeil, ex candidato a diputado nacional como compañero de lista de Martín Arjol: “Con el cuchillo entre los dientes vamos a defender al INYM. La única lealtad es con el productor. Con el INYM no se jode”, aseguró. Lo curioso es que el joven yerbatero le arrancó a Gerardo Morales -candidato a vice de Larreta y que participó de la discusión de la ley del INYM- que no habrá ningún cambio en la ley. “Me dio su palabra”, remarcó.
La complacencia radical le hace juego al gobernador de Corrientes, Gustavo Valdés, quien decididamente pidió volver a desregular el mercado. “Tenemos que tener libertad de mercado, porque si no con la yerba terminamos perdiendo mercados. Hay que cambiar esa política. Tenemos que tener mayor ganancia con esa potencialidad”, dijo el mandatario correntino.
Aunque su discurso contradice los datos oficiales, de Valdés se entiende. Gobierna una provincia con otro sistema de producción: apenas dos grandes jugadores dominan la producción en Corrientes, con Las Marías como líder y Playadito en segundo lugar. En Misiones hay entre doce y quince mil pequeños productores y decenas de industrias. Es otro modelo de negocio y la renta se distribuye de modo más horizontal, con un fuerte impacto en los pueblos, no en uno o dos jugadores.
La desregulación favorece al modelo de negocios de Las Marías. Favorece la concentración económica. “Sería volver al pasado”, definió Juan José Szychowski, el presidente del INYM.
Es en definitiva, el debate a una semana de las elecciones primarias. Quedan explícitos los modelos pensados para Misiones. No hay que mirar encuestas ni escuchar diatribas sobre la deuda y el dólar, agitados para ganar un poroto en una interna que sólo interesa a los partidos.
“Son dos votos”, ironizó Bullrich sobre el respaldo de María Eugenia Vidal y Facundo Manes que cosechó Larreta.
Hay que leer la letra chica de lo que ofrecen los candidatos para el pago chico. Cómo impactan sus ideas en el barrio, en la chacra o en el pueblo. Cómo impacta la gestión. Massa, casi en silencio, ha logrado gambetear la crisis de deuda dejada como legado por Macri y evitó una catástrofe. La última jugada fue conseguir que Qatar realice la primera operación de crédito con Argentina prestando 750 millones de dólares para pagarle al FMI sin tocar reservas. Al FMI que juega a las escondidas a pesar de ser el otro gran responsable de la deuda argentina que condiciona el presente y futuro del país. Volver a sacárselo de encima, como pretende Massa, liberaría al país de presiones.
Hay que entender que Misiones tiene un modelo que busca el arraigo del colono en la chacra y para eso es necesario que los productos valgan. Desde la feria franca hasta la exportación. La decisión de Sergio Massa de eliminar retenciones a las exportaciones de madera y tabaco, tendrá una fuerte incidencia en las chacras cuyo impacto se verá con toda su dimensión el año que viene: se estima que sin retenciones del 12%, el precio del tabaco subirá 100 pesos por kilo -a valor de hoy-, lo que podría dejar unos 2.500 millones extra en manos de los productores.
El otro sector beneficiado es el maderero-forestal, que pagaba retenciones de entre 3 y 4,5%. Como contraste, si se abren importaciones como propone la alianza Cambiemos, se volvería al escenario de entre 2015 y 2019. Invasión de productos, incluso con dumping -precios subsidiados en el país de origen-, lo que implicaría un nuevo retroceso para la industria nacional que hoy pasa un momento de expansión. “Durante los años 2016 a 2018, la apertura de importaciones de fenólico brasilero afectó seriamente a la industria maderera misionera; o la invasión de zapatillas importadas, algo que casi paralizó la producción en la fábrica de zapatillas de Eldorado”, recordó el ministro de Hacienda, Adolfo Safrán en un alegato en favor del voto a Sergio Massa. La fábrica de zapatillas Dass estuvo al borde del cierre. La planta que llegó a tener 1.500 empleados, entre 2017 y 2019 despidió a 1.200 operarios. Hoy tiene 520 y 25 fueron incorporados en las últimas semanas.