“Brasil seduce con sus free shops: ¿y Argentina qué espera?”
La semana pasada leí un artículo del periodista brasileño Ronildo Pimentel, publicado en un diario de Foz do Iguaçu, en el que hacía notar el movimiento de las lojas free o comercios que comercializan productos libres de impuestos, que habían alcanzado en 2024 una cifra por demás envidiable: más de u$s 20 millones. Esta cifra representa un 8% más que las ventas del año 2023 y destacaba que el primer lugar le corresponde a Uruguaiana, quedando Foz en segundo orden, Porto Mauá (frente a Alba Posse) en el cuarto, y Barracão (frente a Bernardo de Irigoyen) ostentando el quinto puesto.
Recordemos que la modalidad de Duty Free o Free Shop nació en Brasil en el año 2020, fundamentalmente apuntando a estar instalados en municipios o ciudades gemelas. Nada es casualidad cuando leemos las ventas efectuadas en Foz do Iguaçu, cuando enfrente tiene a Puerto Iguazú y a Ciudad del Este, teniendo en cuenta que es una de las ciudades que recibe mayor cantidad de turistas y de asistentes a exposiciones, congresos, eventos y burós de convenciones de nivel regional, nacional y mundial, según cifras previstas por los organismos que relevan la cantidad de turistas y de asistentes a estos últimos eventos.
Ahora bien, todos estos números no son casualidad, sino fruto de una estrategia del gobierno brasileño de hacer un esfuerzo fiscal, sabiendo que este tipo de acciones merman los ingresos provenientes de tributos, pero que se ven ampliamente recompensados con la afluencia de turistas y visitantes, con el correspondiente derrame de divisas que genera el entramado del sector. No es casualidad la cantidad de hoteles y edificios top level que se construyen año a año, merced a las condiciones y prerrogativas fiscales que han introducido el estado de Paraná y Foz do Iguaçu en particular.
Con este panorama, ¿qué podemos hacer como nación para revertir o al menos igualar esta situación? El diagnóstico es sencillo: disminuir la presión fiscal en determinados impuestos a 0 (cero), creando las condiciones básicas para, de esa forma, generar inversiones que atraigan compradores (léase turistas y visitantes).
Toda esta situación me trae a la memoria el proyecto de Área Aduanera Especial, creado a medida para Misiones y que, lamentablemente, naufragó con el veto del expresidente Fernández. Esa hubiera sido la tabla de salvación para nuestra provincia.
Esa medida fijaba un cambio de paradigma fundamental, directamente un antes y un después. Recuerdo con claridad meridiana las empresas foráneas que consultaban cómo podían hacer para instalarse en Misiones y cómo, después de tanto bregar en conjunto el sector público y privado, por una firma todo quedó en los papeles y no se pudo cristalizar en la realidad.
¿Alguien, con el tiempo transcurrido, sopesó la cantidad de nuevos puestos de trabajo que se podrían haber generado? ¿Cómo los índices de consumo, sean de venta de combustible o energía eléctrica, se hubieran disparado? Mirando hacia atrás, ¿alguien llegó a evaluar dónde estaría hoy Misiones en el contexto nacional? Me animo a decir que lo más probable es que estaríamos en el top five, así, sin medias tintas.
Entiendo que debemos continuar bregando para lograr un tratamiento fiscal diferencial para Misiones. La ubicación geopolítica y el potencial que poseemos lo amerita. Sobremanera, los hombres y mujeres que la habitan, fundamentalmente la juventud. Trabajemos para dejarles un legado del cual se sientan orgullosos.