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Si algo le faltaba al concierto internacional actual es el retorno del terrorismo fundamentalista al centro de la escena. Isis dijo presente en Rusia y el mundo está en alerta.

El Crocus City Hall, en Moscú, fue el sitio propicio para que Daesh haga su regreso para nada esperado. Un grupo de terroristas armados abatieron a más de 130 civiles en este lugar, provocando el atentado más grave en suelo ruso desde hace décadas. Esto, indudablemente, marcó el retorno de ISIS a la geopolítica global.

Este brutal atentado fue pergeñado y ejecutado por la organización terrorista, además de ser ellos mismos los que se hicieron cargo públicamente. Sin embargo, Putin huele algo más. El mandatario ruso, un viejo zorro de la política internacional, cree que detrás de todo esto está Ucrania. ¿Es desmesurado el pensamiento de Putin? Más bien es estratégico, ya que unifica al enemigo, una clave vital para las guerras. Hay que entender algo, hoy Rusia enfrenta una excepcionalidad que no se ve con asiduidad en el viejo continente. El Kremlin enfrenta una guerra cruenta contra Ucrania, al mismo tiempo que está en alerta por la amenaza terrorista. Este panorama de dualidad de riesgos, cambia por completo la visión de los próximos 6 años de Putin en el poder.

Volviendo a lo que, expresado previamente, Putin cree que Ucrania está detrás del atentado de ISIS. El Kremlin cree en el financiamiento de la organización terrorista a través de la gran cantidad de créditos que Kiev recibe del resto del mundo, como así también que sea EEUU, quien indirectamente, haya financiado este ataque en Rusia. Posiblemente, esa última hipótesis se caiga de completo con un supuesto aviso que había dado la Casa Blanca sobre un potencial atentado en Rusia, algo que el mandamás ruso ignoró. Y, por último, la idea del rearmado de ISIS a través del llamado a tropas internacionales que había hecho Ucrania cuando arrancó la guerra. El riesgo, en ese momento, era que Europa del Este se llene de potenciales yihadistas, poniendo en vilo a la seguridad nacional de los países beligerantes, como así también de los limítrofes, dando vía directa al corazón de Europa.

Rusia y el fundamentalismo: nuevo capítulo

Más allá de las posibles explicaciones que Putin y su círculo cerrado estén manejando, ellos también saben que la respuesta puede ser la más obvia. El gigante euroasiático tiene una relación tensa con el mundo del islam desde hace tiempo. Desde la rusificación de las zonas asiáticas que la Unión Soviética tuvo bajo su control, las hostilidades comenzaron a evidenciarse. Además de ello, la guerra en Afganistán (1978 – 1992), marcó una ruptura fuerte con el escenario musulmán. Pese a que el resultado de la guerra fue la caída estrepitosa de la URSS, siendo uno de los alicientes de la caída del régimen, las relaciones nunca pudieron ser recompuestas en su totalidad. A eso hay que sumarles las guerras chechenas en los 90’s en donde Rusia fue la protagonista, y precisamente la mano de Putin en la logística y estrategia bélica fue algo que lo llevó a tener una imagen medianamente positiva para hacerse cargo del gigante euroasiático en el siglo XXI. Que se entienda bien, las guerras chechenas fueron masacres descomunales, donde la sangre pestilente era parte del ambiente. Rusia pagó el costo de mantenerlos bajo su poder y que, de alguna manera, el fundamentalismo islámico no vaya ganando espacio en su territorio. Finalmente, la incursión militar rusa en Siria en 2014 contra ISIS, fue clave para aplastar a la organización terrorista.

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Con este contexto es fácil dilucidar la siguiente idea. ISIS atacó a Rusia por una gran historia de enfrentamientos en común, no solo desde lo personal de la entidad, sino con el fundamentalismo islámico en sí. Entender que la relación de la Rusia de Putin con el terrorismo es algo inquebrantablemente opuesto en cuanto intereses, es entender parte del magno escenario geopolítico de la zona. Putin nunca retrocedió a la hora de combatirlos.

ISIS, un viejo y espantoso conocido

A todo esto, el retorno de esta célula, llamada ISIS-K, es verdaderamente terrorífico. No hace falta ser un prestigioso analista para darse cuenta de esto. Esto puede llegar a marcar un nuevo resurgir del terrorismo yihadista a nivel internacional. Un atentado de semejante magnitud y del cual aún habla el mundo, es la ocasión propicia para que sus operaciones y células vuelvan a activarse. El panorama es el siguiente, con Rusia en guerra contra Ucrania, Estados Unidos totalmente debilitado por una pésima gestión internacional como la de Biden y una Europa medianamente acéfala, sin ningún líder de renombre, el camino se allana, tristemente.

Paradójicamente, este año hay Juegos Olímpicos, con sede en Europa. Francia es el organizador, además de ser uno de los países con mayor cantidad de población musulmana en el viejo continente, es el corazón del mismo, en términos geográficos, junto a Alemania. Las alarmas están encendidas al máximo, ya que hace tiempo, Macron viene presagiando un posible escenario con amenazas.

El resto del mundo está expectante ante lo que pueda llegar a suceder. El hecho de que Gaza siga siendo el sitio de enfrentamientos entre Hamás e Israel, no nos asegura que varias células terroristas tengan contacto y hasta formación en esos enclaves. Por otro lado, Hezbolá siempre está al pie del cañón, bajo la tutela ideológica y filosófica de Irán, quien, ante el más mínimo descuido de Israel, se encuentra alerta.

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2024 tumultuoso

Es posible pensar que el mundo le ponga un parate al potencial crecimiento de la amenaza yihadista. En el caso de Rusia, la ecuación de Putin es correcta desde el análisis y en términos estratégicos: unificación del enemigo. Esto simplifica las cosas para Rusia, al enfrentar a Ucrania e ISIS, aunque sea discursivamente. Sin embargo, es muy difícil pensar en una cruzada rusa de gran escala contra el yihadismo en tierras lejanas. Las condiciones económicas no están dadas.

Estados Unidos, por su parte, depende mucho de las elecciones. Si Biden es reelecto, hay posibilidad de una extensión de la guerra en Ucrania, quizás postergando la lucha contra el terrorismo y manteniendo a Europa en un segundo plano de intereses. Por otra parte, un hipotético triunfo de Trump podría cambiar el panorama. Según el republicano el será quien se encargue de ponerle fin a la guerra en Ucrania, sin tener una cercanía demasiada afín a Kiev, como si lo tiene Biden. Eso puede provocar dos posibles escenarios. Puede tener espacio y financiamiento para combatir a ISIS, en caso de un rearme internacional, o apela a un total proteccionismo, en donde la seguridad internacional pasa a un segundo orden. Sea como sea el caso, hay una realidad. ISIS volvió y es de temer. Si algo le faltaba al mundo, era que los terroristas más descomunales de los últimos tiempos vuelvan a operar.

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