Cambio del cambio: 6 de cada 10 argentinos piden modificar el modelo

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Todos los sondeos de opinión surgidos en los últimos días son concluyentes: Mauricio Macri perdió cerca de diez puntos de imagen positiva entre la clase media, núcleo de sustentación política de su electorado y la misma que suele hacer tronar las cacerolas, bajar el pulgar a los gobiernos y condicionar su futuro. El alerta no termina ahí. Según el último estudio nacional realizado por las consultoras Taquión y Trespuntozero, seis de cada diez argentinos reclaman un cambio en el modelo actual. Un cambio del cambio. Absoluto o parcial, pero cambio al fin.
No hay mucho lugar para el asombro. La clase media -base electoral de Cambiemos, en especial. en las capitales y centros urbanos- viene siendo castigada desde el triunfo oficialista en octubre pasado. A la inflación y la pérdida de poder adquisitivo que resulta de las paritarias cada año, se le suma el tarifazo de entre un 30% y un 40% en la boleta de gas, la suba de los precios de GNC, el transporte y los peajes; y las futuras subas de luz. Por si fuera poco, a partir de junio dolerá un nuevo aumento de las empresas de medicina prepaga, que en un año subieron de manera desbocada un 38% sus servicios -lejos del 25% de inflación interanual- y en lo que va del 2018 acumulan algo más de 11%.
La encuesta de Taquión -realizada a principios de abril- destaca el malestar de la mayoría de los consultados con el Gobierno. Un 32,4% pide cambios absolutos. Un 27,8% reclama que siga el modelo pero con mejoras en la gestión. Mientras que un 27,5% exige que se modifique el modelo pero se mantengan algunos avances. Sólo el 5,0% se muestra conforme con lo que hay. Algo es claro: los números serían otros si la clase media estuviera contenta.
“Tal vez el escepticismo se deba a cambios que nunca se concretaron. Pero donde el cambio parece más esmerilado es donde la decepción es más dolorosa. El fin de la corrupción era el principal reclamo que se le hacía al gobierno de 2015 y hoy el 48,4% de los argentinos califica al presidente Macri como bastante o muy corrupto, y el 54% opina lo mismo de su entorno”, explica Sergio Doval, titular de la consultora que realizó el sondeo.

 

No es todo. El 51,6% evalúa la administración macrista como mala y muy mala. Mientras que un 42,7% cree que es muy buena y buena. Inflación e inseguridad encabezan el ranking de demandas y van turnándose mensualmente en el podio según la coyuntura diaria o el nivel de impacto de las noticias. En esta última medición, un 21,7% de los consultados considera a la inflación como el principal problema del país. Para el 19,4% sigue siendo la inseguridad, mientras que un 14,6% menciona a la corrupción.
En el Gobierno son conscientes del malestar reinante en los sectores medios. Lo reflejó también el último sondeo y focus group que les alcanzó hace unos días el asesor Jaime Durán Barba. Pero la mesa chica sigue sin aprender de los errores, sin medir el límite de sus recursos políticos ni los costos de sus decisiones. Se regala el escenario a la oposición y las reacciones son siempre tardías, en general, azuzadas por los cuestionamientos estratégicos de Elisa Carrió y sus socios radicales. Algo similar pasó en diciembre pasado con el cambio en la movilidad jubilatoria. El Ejecutivo no sólo cargó contra uno de los sectores más vulnerables como son los jubilados sino también con una parte de sus seguidores, se si tiene en cuenta que Cambiemos suele tener mejor performance entre los mayores de 50.
La escena se dio también en diciembre de 2016 con el proyecto que se envío al Congreso para modificar el impuesto a las Ganancias, y que generó la primera foto conjunta del peronismo con el kirchnerismo y el massismo. Si el Gobierno termina luego bien parado es porque los errores de la oposición siempre son más groseros. Ahora, el oficialismo reaccionó de manera sorpresiva con un proyecto de ley para eliminar los impuestos provinciales y municipales de las tarifas, a excepción del IVA. Nada más y nada menos que un apriete a los gobernadores del PJ y un intento por compartir el costo político del tarifazo. Fue luego de comprobar que los legisladores peronistas que les responden no sólo habían logrado abrir el debate político por los aumentos -montado en los propios cuestionamientos internos de los aliados radicales y de Carrió- sino que además podrían convertir en ley un proyecto en alianza con el massismo, que consiste en reducir el IVA a la mitad para los hogares y atar las subas a los aumentos salariales, con el único costo para el Ejecutivo nacional. Habrá que ver si en los próximos quince días que restan para llevar la propuesta al recinto de la Cámara baja avanzan las negociaciones del ala política del Gobierno, encabezada por Rogelio Frigerio, con las provincias o si el desenlace termina en veto.
Desde la Casa Rosada aseguran que las subas no se postergarán por razones obvias: en 2019 hay elecciones y pretenden realizar los ajustes este año, sin afectar las metas de reducción del déficit fiscal y el achique de los subsidios.
Como en una letanía interminable, vuelven a recurrir a la dulce promesa del segundo semestre del año y aseguran que estos ajustes serán los últimos y que la inflación cederá, junto con el malestar que genera el tarifazo en la clase media. En síntesis, creen que no se quebrará la base electoral y sus votantes volverán a estar alineados para el 2019.
Insisten, además, con que la dispersión del peronismo los sigue beneficiando. Es cierto. La pérdida de imagen que sufre el Gobierno no logra capitalizarla ninguna fuerza o referente de la oposición.
Con todo, podría ser un error seguir apostando al gran negocio de la grieta. Según la encuesta de Taquión, 6 de cada 10 argentinos declaran no ser ni macristas ni kirchneristas puros. Sólo un 18,9% aseguró ser macrista mientras que un 18,1% se asume como kirchnerista. El 53,6% tampoco cree en nada: ni en políticos, periodistas, jueces ni autoridades religiosas.
“Se sigue detectando un pedido de cambio entre los argentinos, pero pareciera que la sintonía entre lo que ofrece el poder político y la gente, no está tan ajustada como antes. El cambio ya no tiene dueño. Se transformó en un nuevo comoditie de la política argentina, respecto de la elección del próximo año”, remarca Doval.
Pues bien, hay un electorado que quiere un cambio. Quién podrá capitalizar esa demanda y el descontento de la clase media aún sigue siendo una incógnita por despejar. El problema es que del otro lado del mostrador no hay nada.
Otros resultados
– El 51,6% evalúa la gestión del Gobierno de Macri como mala y muy mala. Mientras que un 42,7% cree que es muy buena y buena
– Un 53,6% no cree en nadie. Sólo 12,4% cree en periodistas; un 8,6% en los políticos; y un 6,5% a las autoridades religiosas.
– Un 21,7% considera que el principal problema del país es la inflación, mientras que un 19,4% menciona a la inseguridad.
– El 53,3% cree que la solución al problema de la inseguridad pasa por mayor apoyo a la policía y penas más duras contra los delincuentes; mientras que el 44% considera que debería haber más inclusión social, mejor educación y respeto por las garantías institucionales.
– Sólo 2,5 de 10 creen que el Gobierno dialoga con la oposición.

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