¿Compro dólares?
Como siempre que hay algún movimiento inesperado del dólar, llega el tsunami de preguntas “vos que sos economista, qué hago con …” y esos puntos suspensivos pueden ser reemplazos con montos de dinero, departamentos, autos, bonos o paquetes de puchos. No soy especialista en finanzas, me dediqué mucho tiempo a la Epistemología de la economía, luego a la economía feminista y mi tema favorito es el trabajo (en su dimensión conceptual y en el plano del deseo y el futuro). Pero como no me gustan muchas de las explicaciones que leo por ahí y tampoco comparto la mayoría de las visiones que se discuten, va un pequeño aporte a qué es lo que pasó estos días y por qué el dólar es sólo un síntoma de una enfermedad larga, extendida y compleja que padecemos en esta sociedad capitalista que se expande desde el sistema financiero.
En la Argentina hay altas tasas de inflación hace una década (y hemos tenido procesos inflacionarios muy alocados). Eso hace que las conductas de las personas con respecto al dinero se vean afectadas. Si te sobran 10.000 pesos hoy y querés guardarlos hasta fin de año, probablemente lleguen a la navidad valiendo 7.500 (o menos). En ese sentido, no hay un incentivo a guardar pesos. ¿Qué hacemos entonces? Los gastamos, compramos dólares, invertimos en algún emprendimiento, compramos casas, bonos, acciones, etc. ¿Cómo decidimos cuál es la mejor opción? Lo que pensemos que va a conservar mejor el valor de ese dinero si queremos guardarlo para el futuro, lo que nos de más satisfacción, o lo que nos permita hacerlo crecer. ¿Qué se hace comúnmente en la Argentina? Se compra dólares. A veces los montos no son tan grandes para comprar casas o no hay mucha info de otros activos financieros.
¿Qué tiene que ver acá el Banco Central? Hoy hay un señor con nombre de Terminator que dijo muy resuelto que iba a resolver el problema de la inflación y se planteó un programa de metas. En teoría, para este año íbamos a terminar entre 8 y 12%, después se arrepintió y la subió a 15% (los años pasados le pifió por más de 10 puntos a sus objetivos). Uno de los mecanismos con los que piensa que puede lograr esto es usando una estrategia de tentar a los compradores compulsivos de dólares y conquistar nuevos especuladores externos con LEBAC (unos bonos que pagan tasas de interés que los hacen más rentables que el dólar). Esto colaboraría con mantener la inflación baja por dos vías: por un lado porque sostiene el precio del dólar bajo (si no están todos desesperados comprando dólares baja su precio o se mantiene estable); y, por otro lado, porque el exceso de dinero que pueda haber en la economía no presiona a la demanda (no va a consumo) y por tanto, no presiona a los precios (que es una idea económica que defienden el monetarismo que lleva en la sangre este Terminator). Sin embargo, esto tiene consecuencias para la actividad económica: si consideramos que el consumo es alrededor del 70% de la demanda agregada de nuestro país, entonces lo que no le de nafta a esto tampoco colabora con la actividad económica.
Los problemas que se derivan de aquí son varios. En principio, que el mundo no necesariamente se adapta a la teoría de este señor y más bien todo lo contrario (no vivimos en un modelo de equilibrio general o con un individuo aislado maximizando peras y cocos en una isla desierta, de modo intertemporal). Por otra parte, tampoco estamos aislados en el universo, entonces cuando a la Reserva Federal de los Estados Unidos se le ocurre que es momento para aumentar su propia tasa de interés y generar ellos mismos activos más atractivo para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama, los especuladores que fueron a juntar monedas a la Argentina tienen algo mucho más tentador y se van (como pasó esta semana) dejando un tendal de “te hablé con el corazón y me respondiste con el bolsillo” en las caras de nuestros funcionarios grises.
Entonces, recapitulando: subió la tasa en USA, al no haber regulaciones en el sistema financiero argentino, los que pudieron se fueron a probar suerte a otro lado, provocando una corrida al dólar que lo disparó un par de pesos. Lo que hizo el BCRA es tirar el freno de mano (aunque dicen que tarde) y subió la tasa de LEBAC a 40% en apenas un par de días para cautivar a sus especuladores y que no terminen de devaluar (más aún) la moneda. En el medio dilapidó Reservas.
¿Cuál es el problema de esto? Varios: Terminator que como dijimos está peleado con la realidad hace tiempo, un modelo económico que hizo más vulnerable a la economía a shock externos y a las restricciones internas, la falta de un plan de largo plazo que involucre algún tipo de capacidad productiva, un gobierno que le presta atención a los que la levantan en pala y no a los y las trabajadorxs y sobre todo, por supuesto, EL CAPITALISMO (nótese que no digo “neoliberalismo”, en otro momento charlaremos por qué). Este proyecto de endeudamiento con dependencia financiera ya se probó, varias veces, y ni aunque tengas a los mejores alumnos de JP Morgan en la torre de control sale bien. El sistema financiero no tiene corazón y no entiende de personas, relaciones sociales y buena onda.
Lo triste es que entre los críticos tampoco hay muchas buenas ideas. Oscilan entre comentar la velocidad de respuesta del Banco Central con dedito y sonrisita de costado, o proponer volver al pasado, a ese pasado de que el dinero extra se convierte en consumo a falta de posibilidades de ahorro, de vivir al día. Un pasado de otro paquete de viejas y ajadas teorías que poco tienen para aportar a los problemas del presente y del futuro, que a falta de nuevas ideas siguen barriéndose bajo la alfombra. ¿Por qué la salida está en el consumo? De un consumo, además, de cosas que no necesitamos, de una mayor producción de objetos inútiles porque “hay que movilizar la industria”… Una industria muchas veces ineficiente, que cuesta cara mantener, un modelo extractivo en muchas de sus dimensiones (pero con derechos humanos!). En fin, es largo este punto, la idea es que hasta que no nos pongamos a pensar en serio cómo y de qué manera cortamos este ciclo pendular, nos vamos a seguir encontrando en esta calesita, quizás con los caballitos cambiados pero todos ahí girando.
Respuesta: no sé qué podés hacer con esos 10.000 pesos que te sobraron.