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Dolarización o cuando la serpiente se muerde la cola

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Establécese el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la República Argentina“, dice el artículo primero del proyecto que Alejandro Cacace presentó en el Parlamento y cuyos detalles difundió por Twitter en una cruzada para “frenar la inflación”.

Se trata de la primera vez que se presenta en el Congreso un proyecto de ley para dolarizar la economía, idea que fue esbozada por el exministro de Economía Domingo Cavallo pero a la que nunca terminó de darle forma.

¿Qué significa en la práctica “dolarizar” la economía? ¿Es una nueva Convertibilidad? ¿Cuáles son los beneficios? ¿Y los riesgos? Coincidentemente, la propuesta del diputado de Cambiemos cosechó más rechazos que adhesiones. El más enfático fue el presidente del partido radical y socio minoritario de la alianza con el macrismo, Gerardo Morales: “Rechazo terminantemente el payasesco proyecto presentado por un diputado de Evolución (el partido armado por el radical Martín Lousteau). Hay que ser irresponsable e ingenuo, por no decir otra cosa, para plantear que la dolarización es la salida. La dolarización es peor que la Convertibilidad”, retó el jujeño. Añadió que “esto ya nos generó daños irreparables en el pasado, destruyendo el aparato productivo del país”.

“Creer que con 7 artículos de un proyecto de ley se van a resolver los problemas de la economía y la inflación en el país es una gran estupidez“, enfatizó el jefe del radicalismo nacional.

Agregó que “es un delirio pensar que el Banco Central va a contar con dólares para cambiar los pesos de la gente. Estos planteos ortodoxos y neoliberales ya los conocemos, son antiguos, atrasan y fracasaron en el país”.

Hasta hoy, el único dirigente que se había manifestado públicamente a favor de dolarizar la economía fue el “libertario” Javier Milei, ya que ningún representante de JxC optó por impulsar la decisión de que la Argentina renuncie a la soberanía monetaria.

En la práctica, economistas de diversas corrientes ideológicas coinciden en que lejos de solucionar el problema de la inflación, lo que haría una eventual dolarización es impulsar una fuerte suba de la pobreza y destruiría el aparato productivo, que tanto costó recuperar pos caída de la Convertibilidad y la recesión iniciada en 2018, antes de que Mauricio Macri pidiera auxilio al FMI.

Llamativamente, del propio partido de Cacace hubo voces en contra. El ex diputado nacional Luis Pastori, referencia de la alianza Cambiemos en temas económicos, agregó otro dato: “Estoy en contra de la dolarización por la pérdida del manejo autónomo de la política cambiaria. Un ejemplo, si Brasil devalúa se funde medio país”, advirtió. 

El ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán fue terminante. “La dolarización afecta a la economía en general, por un lado porque el Gobierno pierde el manejo de la política monetaria, que sirve como herramienta para atenuar los ciclos económicos. Aunque haya economistas que digan que esto no es cierto, está comprobado que es así”.  

“La dolarización solo busca que el Banco Central deje de financiar al Tesoro el déficit con lo cual el Gobierno o tiene que cerrar el déficit o endeudarse en bonos para cubrirlo”, explicó. Al mismo tiempo, advirtió que “para Misiones puede ser perjudicial porque si los precios domésticos de los bienes exportables quedan “caros” en dólares, no podremos exportar y además tendremos una invasión de productos importados más baratos, como ocurrió con el 1 a 1. Conclusión. si la dolarización comienza con precios domésticos elevados respecto del resto del mundo estamos condenados a la recesión”.

El ex diputado nacional de Cambiemos, Luis Pastori rechazó de plano avanzar hacia una dolarización. “Son varias las razones y de diversa índole que me llevan a esta posición, pero cito algunas que son fundamentales:

  1. Pérdida de una de las herramientas de política económica como lo es la política monetaria, que va a estar -en tal supuesto- sujeta a los manejos de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Por lo tanto, ante cualquier shock en tiempo de crisis no tendríamos la posibilidad de emitir para atenuarlo.
  2. Pérdida del manejo autónomo de la política cambiaria. Un ejemplo, si Brasil devalúa se funde medio país. 
  3. En estos momentos, además, ante la falta de reservas netas en el Banco Central, ¿de donde van a salir los dólares para cambiar los pesos circulando en la economía? Y a que cotización? Las estimaciones más prudentes hablan de un dólar a $400. Ello devendría en una exacerbación de la pobreza y el sufrimiento, además del altísimo impacto inflacionario.
  4. Lo que se necesita son políticas públicas claras para eliminar el déficit fiscal y la irresponsabilidad de un gasto público por encima de nuestras posibilidades, con un Banco Central INDEPENDIENTE del poder político que se limite a su rol central que es el de preservar el valor de nuestra moneda. Por supuesto que esto será un proceso largo por la pérdida de confianza de la población en los gobiernos. Pero es esa confianza la que hay que recomponer y no destruir algo porque no funciona bien por culpas propias.
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La economista Eva Sacco recordó que “Argentina ya tuvo algo muy parecido a una dolarización, y se llamó Convertibilidad”. 

“No voy a contar cómo se salió porque ya todos lo sabemos. Pero la única diferencia con la dolarización plena es que existía una salida de emergencia. Esta válvula de escape se pudo utilizar cuando no daba para más: se derogó la ley y se hizo una devaluación asimétrica. ¿Cómo podría haber sido la situación social con un corralito, saqueos, inestabilidad política si ni siquiera hubiera existido esa válvula de escape?

Pero quiero aclarar algunas inconsistencias en la propuesta dolarizadora: 

1. Algo obvio:  Para dolarizar se necesitan….dólares. Algo que no tenemos y tampoco tenía Domingo Cavallo cuando emprendió la Convertibilidad. Para hacerse de dólares emprendió un proceso de “reforma” del Estado, léase privatizaciones y un ciclo de mega-endeudamiento aprovechando la coyuntura internacional de dólares frescos.  Hoy no tenemos la posibilidad de endeudarnos y prácticamente nada que vender

Si dolarizamos, nadie tendría dinero para hacer las operaciones del día a día desde comprar leche en el almacén a pagar un crédito o un salario. La economía se desplomaría.

2. Si dolarizamos se acaba el déficit: falso, lo que se termina es la posibilidad de financiarlo con emisión. Cualquier gobierno podría tomar deuda en dólares para financiarse…y cuando no pueda cubrir los préstamos tendríamos una crisis de deuda. Ya sabemos la gravedad de eso.

3. El dólar es una moneda dura que no depende de la política. Por eso la gente “ya eligió”. Falso, el dólar es dinero tan fiduciario como el peso, y depende de las decisiones políticas en Estados Unidos, al igual que el peso depende de decisiones políticas en Argentina. La diferencia es que nosotros como argentinos, elegimos y participamos de la política argentina. Pero no tenemos el más mínimo poder de influencia sobre Estados Unidos.

4. Si dolarizamos se acaba la inflación: falso, en Estados Unidos también hay inflación. Es más, desde hace varios años hay varios sitios que miden la inflación con metodologías alternativas e indican que la inflación para los trabajadores, es al menos 2 o 3 puntos superior a la reconocida.

5. Sin la posibilidad de ampliar el crédito por la dolarización, el Estado no podría por ejemplo, permitir que haya paritarias para compensar la pérdida de poder adquisitivo por un aumento de alimentos internacional.

Con la dolarización la distribución del ingreso se volvería un elemento completamente endógeno a los precios internacionales, pudiendo cambiar de un día al otro y generando muchísima inestabilidad social. Aún más de la que hay hoy.

Por último tengo una reflexión propia: es entendible que los jóvenes se crean que inventaron la rueda (y por eso es tan importante que se enseñe historia y economía) ¿pero cómo explicamos que haya gente de más de 30 años que pueda pensar realmente que  es una solución?

El secretario de Hacienda de Posadas, Sebastián Guastavino, advirtió que una dolarización sería muy dañina para la capital misionera, acostumbrada a lidiar con asimetrías internas y externas. “Sería muy dañino, por cuanto de movida nos quedaríamos sin la mitad de las herramientas para encauzar la situación del país frente a un contexto internacional en plena puja”, contextualizó. 

“Se usa esta idea como un freno a los procesos hiperinflacionarios pero cierra en el corto plazo, porque en el largo plazo los precios se acomodan o suelen acomodarse a las canastas de economías comparadas y no tanto así los salarios”, explicó.

“Ahora, en el corto plazo es difícil también, porque la capacidad instalada argentina está muy por encima del nivel de explotación real, por lo que necesitamos activar los niveles de consumo de las familias, y con ello el nivel de empleo. Para que esto ocurra deben apuntar bien el gasto/inversión pública para que la inversión privada logre un tamaño saludable, y ese gasto/inversión requiere de dinero. Con imposibilidad para financiarte con el crédito internacional, no te queda otra que buscar con política monetaria. La competitividad con tipo de cambio también tiene sus limitaciones, y se repite la necesidad de llevar a la producción a niveles de eficiencia (en la escala que sea)”, detalló.

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“Básicamente es una convertibilidad, pero la pregunta es a qué tipo de cambio cerrás la equivalencia”, analizó.

“Con una medida estructural estamos queriendo resolver una sola variable, un sólo problema, que es la inflación. Es como si quisiéramos cambiar el auto porque tenemos la cubierta pinchada. Para frenar la inflación, terminamos de descalibrar todo el resto de las variables y no es negocio. La cuestión cultural también, perdés hasta la identidad en una de las relaciones más cotidianas. Estamos en un mundo que discute qué nuevos activos financieros se crean, y nosotros estaríamos yendo hacia una receta vieja, que no ha funcionado y es poco común observar en otras economías que intentan recuperarse”, agregó el economista después de una discusión en el seno de la fundación Frontera Económica. 

El economista Raúl Karaben, titular de la cooperativa yerbatera Piporé, descartó que dolarizar sea una buena idea. “En realidad, no me parece viable para nada. Yo creo que difícilmente nuestra economía pueda estar dolarizada, por el tipo de Gobiernos y por el tipo de economía que tenemos. ¿Por qué? Porque el problema que tenemos no es de la moneda, el problema que nosotros tenemos es el déficit fiscal. Mientras no se solucione de fondo el déficit fiscal y la deuda, no solo externa, sino la interna, que tiene que ver con el montón de títulos públicos que están dando vuelta, la magnitud de las Leliq y todas las demás deudas que hoy tiene el Estado, no tiene sentido dolarizar”, aseguró. 

“Ni siquiera está la posibilidad técnica, si me decís “si se puede hacer” y no, vas a quebrar o reventar la economía. Porque no hay forma de dolarizar con la deuda y el déficit que tenemos. Y no te hablo de la deuda con el FMI, ese es el menor de los problemas, el problema es la deuda con los títulos públicos internos”, insistió Karaben.

Darío Ochoa, también economista, sostuvo que “una dolarización sería algo similar a la Convertibilidad, al menos como se propone desde la UCR y, desde algunos bloques de ese sector. Eso implicaría que podría solucionarse el tema de la inflación de precios, pero cristalizaría una situación de pobreza peor a los niveles que tenemos hoy ya que implicaría también una devaluación, porque tenemos escasos dólares y muchos pesos. Entonces la conversión que habría que hacer, sería sobre un nivel muy, muy alto, que empujaría la pobreza aún más arriba, que andaría en línea a cuando terminó la Convertibilidad, en un 60% de pobreza porque esa era la pobreza al año 2002. Además, implicaría una retracción del aparato productivo, sería el destroce de la industria debido a que perderíamos toda competitividad industrial, donde por escala, por salarios y demás, sería mucho más competitivo importar, que producir en el país. Esto ya lo experimentamos cuando tuvimos una dolarización encubierta durante la Convertibilidad. Así que sería impracticable bajo cualquier punto de vista”. 

Particularmente sobre Misiones, Ochoa advierte que sobrevendrá una crisis social. “Somos una provincia que está fuertemente incidida por la dinámica del poder adquisitivo, dedicada al comercio y a la producción primaria, por ende, si bien intentamos hacer esfuerzos en la industria, esto sería imposible, incluso industrias dinámicas como la maderera, se vería muy afectada. Más que nada los cultivos de renta como el tabaco, té y yerba mate que están fuertemente vinculadas al mercado interno, con un mercado interno retraído también verían caer las posibilidades de producción y de demanda”. “Así que, por ningún lado, sería conveniente una dolarización. Generaría situaciones de desigualdad escandalosas socialmente inviables, que ya pasamos, es más la fuerza política que lo propone ya pasó por esta experiencia de sostener una situación dolarización encubierta, como fue la Convertibilidad en el periodo 99 al 2001, y que por no querer salir de esa trampa llevó al país a su peor crisis social, económica y política de la democracia”, recordó.

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