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La inflación de enero nuevamente marcó un elevado 4 por ciento. Mucho se explica por el impacto del precio de los alimentos, pero especialmente un altísimo 15 por ciento que marcó el rubro de las telecomunicaciones. El Gobierno advirtió a las empresas tecnológicas y amenazó con retenciones o cupos de exportación para contener el precio de la carne y los granos. Sentó al “campo” en una mesa con el propio Presidente en un diálogo inocuo del que los dirigentes agrarios salieron más fortalecidos con la promesa bajo el brazo de que no habrá ni retenciones ni cupos y que la advertencia había sido en realidad, un llamado a “trabajar juntos” y revisar eslabón por eslabón de la cadena de costos. Fueron los dirigentes agrarios los que revelaron los detalles de la reunión y las promesas presidenciales. Sorprendente el modo en el que el Gobierno cedió la iniciativa y la comunicación de una reunión tan relevante, a los mismos dirigentes a los que cuestionaba unas horas antes. 

Un día después, también con los precios como principal tema, el ministro de Economía, Martín Guzmán, el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, el ministro de Industria Matías Kulfas, entre otros, recibieron a 34 Ceos de la élite empresaria argentina para, entre todos, conseguir una fórmula en la que los salarios le ganen a la inflación y que la suba de precios no se dispare para compensar. Al final, después de un elocuente análisis de Guzmán, hubo un cerrado aplauso. Pero ninguna determinación.

La apuesta al diálogo permanente es acertada, sin dudas. Incluso el llamado al diálogo, si se primerea, puede desarmar enojos opositores. Siempre es mejor el diálogo que el choque. Pero los precios no van a bajar por sí solos y ninguna compañía perderá rentabilidad a favor de los salarios de sus trabajadores sin que haya una recomposición nuevamente vía precios. Es ahí donde el difícil arte de gobernar debe aflorar. El diálogo y los aplausos no van a solucionar los problemas de millones de argentinos que arrastran una pérdida de poder adquisitivo desde hace más de cuatro años, con una inflación récord que dejó como legado Mauricio Macri. 

El Gobierno, o mejor dicho, varios de sus integrantes de primera línea, parece estar cómodo con la calma chicha que va consumiendo el tiempo. Parece todo el tiempo jugar, nuevamente, sus principales figuras, a quedar bien con éste y con aquel, sin incomodar demasiado a éste otro. A los empresarios, promesa de reactivación económica y pedidos de ayuda contra la inflación. A los gremios, la certeza de que no hay techo para las paritarias. En el medio, los problemas siguen tan latentes como ayer. La pandemia es el elemento que agrava las consecuencias, pero al mismo tiempo, sirve como manto de piedad para la falta de respuestas. 

La vuelta a clases presenciales, a como dé lugar, fue una imposición de la agenda de la oposición. El ministro Nicolás Trotta en las últimas horas se sumó entusiasta respaldando la vuelta en Capital Federal sentado al lado de Horacio Rodríguez Larreta y asumiendo como propias las consecuencias de lo que suceda en el distrito donde más casos de Covid se registraron. El contraste de cómo eludió -subiendo a un patrullero-, sin escuchar los reclamos de docentes de Chubut, que no cobran desde hace meses, refleja las contradicciones de un Gobierno con intereses encontrados. 

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En ese escenario, la decisión de Misiones de separar la discusión política local de la del centro porteño, parece ser la más acertada y que se adecúa a las demandas propias. Misiones, junto a las demás provincias del NEA padece históricamente la inflación más alta de la Argentina y las empresas tienen costos de producción y logística más elevados que en el centro del país. Sin embargo, no hubo empresarios locales en la convocatoria presidencial ni en la reunión con Guzmán. Se repite un esquema central que se retroalimenta y no atiende ni entiende los problemas de los demás. 

Los problemas de Misiones están lejos de ser entendidos. El equipo de Fernández desempolvó la vieja ley Pymes para compensar el desaire al proyecto Misiones. El gobernador Oscar Herrera Ahuad dejó claro que ante la escasez de soluciones, cualquier medida será bienvenida, pero insistió en que se trabaja para “presentar otras propuestas en lo que hace a las actividades económicas diferenciales de una política de frontera”. 

Es que la economía de Misiones, aunque ahora esté disfrutando de un contexto excepcional por el cierre de fronteras, está expuesta a un cambio de condiciones inmediato apenas pase la crisis del coronavirus. Y el tiempo que se pierde en encontrar soluciones de fondo, será irrecuperable después. Brasil está listo para volver a la competencia con una avasallante política de incentivos a los comercios de frontera y en Paraguay esperan ansiosos volver a recibir a compradores misioneros atraídos por precios más bajos que, sea el tiempo que sea, no dependen de los vaivenes del dólar. 

En la Renovación saben de esa urgencia y que no hay tiempo para perder en disquisiciones ni lamentos por el desplante presidencial al elaborado proyecto Misiones. La gestión es intensa porque la exigencia es doble en medio de la pandemia. 

El Gobernador anunció incrementos a los jubilados y pensionados, con un acumulado del 25 por ciento, para atender los gastos extra ocasionados por la pandemia. Es cinco por ciento más que lo acordado para los activos y así, ningún jubilado cobrará menos de 20 mil pesos. Como contraste, los jubilados nacionales recibirán recién en marzo un aumento de 8% y la mínima se elevaría a casi 20.600 pesos.

Para el Estado misionero el aumento a los jubilados significará una erogación promedio de 43,5 millones de pesos mensuales, que se suma a los 170 millones extras que representan el aumento del 20 por ciento anunciado previamente.

También se incrementó el monto de las asignaciones familiares en 40 por ciento por hijo, discapacidad y nacimiento.

A casi un año del inicio de la pandemia, la tierra colorada se mantiene como la segunda con menor cantidad de casos y en el medio fortaleció el sistema sanitario con nuevos hospitales y centros de atención. Las clases se iniciarán en modo presencial, pero con una modalidad mixta, alternando estudiantes en el aula y en el hogar en modo zoom. La nueva normalidad obligó a concentrar esfuerzos en mejorar las condiciones sanitarias y en cómo aplicar los protocolos en las escuelas para no exponer a alumnos y docentes. También se nombrará a decenas de porteros para reforzar la higiene y los cuidados. 

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Los gremios se pusieron a disposición y dejaron en segundo plano las cuestiones salariales. Incluso los históricos disidentes, sin que hayan abandonado los reclamos salariales, aceptaron sostener el diálogo y evitar conflictos que empeoren el escenario de la necesaria vuelta a las escuelas. 

Con ese frente encaminado, el Gobierno también se alista para las elecciones de junio. En la Renovación no hay demasiadas certezas sobre las candidaturas. Será el resultado de la gestión lo que definirá los nombres y es el Gobernador, aunque no pueda estar en las listas, quien encabeza la campaña a un ritmo vertiginoso. 

La oposición tiene en Misiones un escenario complejo. En Cambiemos no tienen muchas alternativas a los nombres ya conocidos. En el PRO repetiría Miguel Ángel López Vedoya, un macrista de la primera hora.

En el radicalismo no habrá internas  porque se definirá la lista en la mesa de la alianza, mientras que trabaja en el armado de sus propias listas de sublemas. 

Donde hay revuelta es en el Frente de Todos. Literalmente, en varios frentes. Por un lado, el partido Agrario sufre la sangría en sus filas. Primero Fabián Rodríguez, intendente de San Vicente. Ahora Roberto Wern, intendente de Colonia Delicia, también se sumó al oficialismo, con la salvedad de que el joven dirigente había comenzado en la política de la mano de la Renovación. El espacio que conduce Héctor “Cacho” Bárbaro apela a la fortaleza de la militancia más leal y en paralelo, discute condiciones con sus socios del peronismo-cristinismo. Pese a ser “oficialistas” en el ámbito nacional, en el Pays se sienten en una orfandad desacostumbrada. 

Pero el propio peronismo tiene su propia batalla interna, que se dirimirá en el partido Justicialista, pero que enviará señales también a todo el país. El viernes por la noche se presentó la segunda lista de candidatos a presidir el PJ: por un lado estará el espacio liderado por el histórico Juan Manuel Irrazábal, que apostó a la unidad, con el arraigo de las bases y un mix de apellidos ilustres. En esta lista confluyen miradas más cercanas al misionerismo. 

En la segunda lista, encabezada por Gonzalo “Lalo” Costa Arguibel quieren poner al peronismo “en el espacio nacional y popular”. Esta lista es apoyada por Cristina Britez y Máximo Kirchner y tiene como otro padrino a Jorge Capitanich. 

Ambos bloques dirimirán internas en el ámbito nacional. Pero una caída de Arguibel sería un duro golpe para el ala dura de La Cámpora.

Misiones mantiene hasta ahora la primera fecha de elecciones en la Argentina. Los preparativos y sus resultados, tienen importancia nacional.

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