Henry Kissinger, el azote del norte

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A los 100 años de edad, uno de los principales artífices de la segunda mitad del Siglo XX, terminó falleciendo. Kissinger fue, nada más y nada menos, que secretario de Estado de EEUU y una de las personas que moldeó la política internacional en épocas de Guerra Fría y globalización.

Kissinger estuvo detrás del entramado de las grandes guerras que libró Estados Unidos luego de la contienda de la Segunda Guerra Mundial. Fue el encargado del acercamiento entre Washington y Pekín. Henry estuvo detrás de cada paso que dio la Unión Soviética, gestionó la guerra de Yom Kippur e inclusive, fuera de sus funciones, sirvió de asesor off the record de varios presidentes de Estados Unidos.

En esta parte del mundo lo recordamos por su nefasto accionar en el Plan Cóndor. Fue él, básicamente, quien orquestó una seguidilla de golpes de Estado que derivaron con las cruentas dictaduras militares que golpearon al suelo latinoamericano. Si venimos, con especificidad, a nuestro país, veremos que Kissinger fue el encargado de boicotearnos con su tráfico de influencia en la guerra de Malvinas. El volcó la balanza a favor de Chile, y del apoyo estratégico del vecino país al Reino Unido. En criollo, fue el que pregonó la traición de Chile a Argentina. Además de eso, mantuvo sus encontronazos con Perón y el peronismo.

Más allá del repaso histórico de este tapado del poder, es importante saber por qué hacía lo que hacía. Henry Kissinger fue el ideólogo de la hegemonía estadounidense en el mundo. Llevó a la máxima expresión al concepto del Destino Manifiesto. Un descarado que trabajó por y para el capital más nauseabundo de Wall Street y del Salón Oval. Kissinger fue el encargado de hacer cumplir las penas y el sufrimiento de los pueblos libres para enriquecer las arcas de Estados Unidos. A él no le importó la sangre derramada con tal de mantener el status quo y el sueño americano intacto.

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Kissinger fue un estadista macabro, aunque también vale decir que cuando se alejó de las funciones, ya devenido en una edad avanzada, no se cansó de dar análisis y visiones del mundo que son acertadas. Sus vaticinios acerca del mundo multipolar, la posición de China y la amenaza rusa siempre estuvieron al pie del cañón. Sin embargo, cabe la posibilidad de replantearse que tan profunda era su voz y su opinión. Es decir, su prestigio y capital social era tan elevado, que su palabra era santa y respetada. Casi como agazapado, era un consultor necesario. Cada movimiento de los Bush, Clinton, Obama y Trump, gozó del visto bueno del ideólogo del mal.

Asimismo, habrá que pensar que tan influyente era su visión, a tal punto de poder paralizar a la economía con sus análisis o inclusive, influenciar la opinión popular a través de los medios de comunicación. Era el poder hecho persona. Hoy, ese poder se desvaneces lentamente, y no porque Estados Unidos no tenga un grupo de analistas suficientes como para poder trazar visiones de política internacional, sino porque su presencia era la del temor absoluto. Lo que decía se cumplía, casi como un oráculo de la geopolítica, hoy Washington se quedó sin ese plus.

Con Kissinger se va una época, y no es una frase hecha. La cara misma de la Guerra Fría y del posterior dominio absoluto de Estados Unidos, desaparece físicamente y hasta sus ideas comienzan a caducar. Esto no significa que hasta su último día de vida haya visto lo que se le venía a la Casa Blanca, simplemente que el mundo comenzó a girar hacia otro lado. La multipolaridad y el paso de Estados Unidos a un plano más existencial y donde debe compartir el trono, es algo que dinamita por completo al mundo donde vivió Kissinger. Además, hoy el poder estadounidense se quedó sin su arma secreta de la diplomacia. Como encarar semejantes conflictos y frentes abiertos en el mundo sin su mentor bélico. Ucrania, Gaza y África son demostraciones en tiempo real de como el mundo se reconfigura y donde China, Rusia, India y Medio Oriente piden pista.

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Kissinger fue el complemente perfecto para el imperialismo del siglo XX. El hombre de hierro que se llevó por delante a cuanta humanidad misma se le apareció en frente. Decisiones que fueron inclusive tan letales como una mismísima bomba atómica. El adiós de Henry Kissinger es el lamento de Estados Unidos y el suspiro de los pueblos que pretenden ser libres y manejar sus destinos con autonomía.

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