Buenos Aires, Argentina - January, 2020: Big variety of mate tea in a row in supermarket. Rows of packs of herbal mate tea traditional hot drink in Latin America.

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¡¡Ahhh, la yerba!!… La expresión de Roberto Feletti antecedió a un sorprendente párrafo entero dedicado a la yerbatera Las Marías, tradicional industria afincada en Gobernador Virasoro, Corrientes. El secretario de Comercio Interior puso a la yerbatera entre las diez principales empresas que especulan con aumentos de precios injustificados y ponen en riesgo la seguridad alimentaria de la Argentina. Tamaña acusación obedece a que a Las Marías se le detectó un 71 por ciento de incumplimiento en los acuerdos de precios y aumentó, en los últimos días, 12 por ciento la yerba emblema Taragüí, aunque con otros productos aplicó aumentos de hasta el 17 por ciento.

¿Cómo fue que Feletti apuntó particularmente a Las Marías en una conferencia de prensa en la que hubo otras marcas mencionadas, pero ninguna con un “párrafo aparte”? 

La guerra contra la inflación coincide con otra batalla, menos visible, que se está dando en Misiones y en el norte correntino. Una batalla por la rentabilidad del negocio yerbatero y en la que está en juego la supervivencia de un mercado sumamente frágil que no quiere repetir crisis que todavía están frescas en la memoria. 

Antes del anuncio de las medidas contra la inflación, Feletti estuvo interiorizándose de la situación de la yerba mate. El presidente del Instituto Nacional de la Yerba Mate, Juan José Szychowski le había pedido una audiencia, después de haberse reunido con el ministro de Agricultura, Julián Domínguez. “Diez minutos”, le dijeron. Fue una hora.

 Feletti quedó sorprendido con los datos que recibió y que contradicen el argumento de faltante de materia prima por la sequía, lo que presiona (en Buenos Aires) el precio en góndola. 

A diciembre del año pasado, había más de 300 millones de kilos en stock, suficientes para diez meses, cuando el mercado opera con ocho meses promedio.

Feletti metió el dedo en la llaga y puso sobre la mesa de discusión algo mucho más profundo que la especulación y su impacto en la inflación: se está debatiendo un modelo productivo que tiene a la yerba como protagonista. Distribución o concentración.

El modelo que propone Las Marías y que impera en Corrientes es el de pocas empresas, mucha yerba, mayor porción de mercado. Por eso se opone la compañía de los Navajas a la resolución 170, que le pone un límite temporal a las plantaciones. Lo mismo hicieron las otras dos principales yerbateras correntinas, Playadito y Navar y una misionera, La Cachuera, que tenía intenciones de plantar unas mil hectáreas, mientras que Las Marías blanqueó su objetivo de plantar otras cinco mil. 

La resolución implica que cada productor puede plantar hasta cinco hectáreas por año. De otro modo, se advierte, habría una sobreproducción en cuatro años -ahora podrían ser un par más por efecto de la sequía e incendios-, para evitar, de este modo, un desequilibrio entre grandes jugadores y pequeños productores. En Misiones se concentra la mayor cantidad de hectáreas y de productores. En Corrientes hay menos de 30 mil hectáreas, pero apenas un puñado de operadores.

La resolución tiene otro objetivo: potenciar a las cooperativas. Si son 120 socios, 600 hectáreas por año. Eso también, en el mediano plazo, irá equilibrando fuerzas. Pero con un efecto inmediato: los socios de las cooperativas derraman en los pueblos, compran la carne en el lugar, arreglan el tractor y cargan el combustible en las estaciones de servicio locales. Se mueve el pueblo entero. Las grandes empresas no suelen generar ese efecto. 

Feletti también desnudó, lo que él mismo denominó “maniobra especulativa”. Las Marías fue una de las industrias que se plantó en una oferta de 52 pesos por el kilo de hoja verde y 170 la canchada. Pero al mismo tiempo, aumentó 17 por ciento la yerba Taragüí, lo que estiró su margen de ganancia. 

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La disputa no es sólo por la renta. También tiene un costado político. En medio de las tensiones por el precio de la yerba, el gobernador correntino Gustavo Valdés armó una mesa paralela donde “definir” políticas para el sector yerbatero. Llamativamente se sumaron allí un industrial misionero y Pedro Puerta, dirigente de la alianza Cambiemos, quien elogió la convocatoria del correntino y destacó que “los diputados nacionales de Corrientes como los de Misiones saben que el futuro es con planificación y sin dogmas ideológicos”.

Valdés es punto de referencia para Cambiemos y respaldó la campaña de Martín Arjol. En cambio, se opone a las principales medidas tomadas desde Misiones para proteger a los pequeños productores yerbateros y en el INYM tira para abajo los precios de la materia prima. Es apenas un detalle que su ministro de Producción sea el ex CEO de Las Marías, Claudio Anselmo, y su ministra de Industria sea Mariel Gabur, ex directiva de la cooperativa Cooperativa Agrícola de Colonia Liebig, las dos litigantes en contra de la resolución 170

No sería la primera vez que los dirigentes de Cambiemos juegan en contra de los intereses de Misiones, ensimismados en una disputa que está alejada de la tierra colorada y se alimenta de la grieta. 

Esa grieta tiene hoy al país en vilo. El desastre económico legado por Mauricio Macri puso de rodillas al país, con consecuencias que se agudizaron en la pandemia. El irresoluto gobierno de Alberto Fernández no logra resolver ese dilema y navega entre los retazos de lo que queda del Frente de Todos. La paradoja es que los principales indicadores económicos sean hoy mejores que en el apogeo del macrismo, pero no logran mejorar el humor social, agotado por una inflación y agobiado por las internas de las internas. 

El Frente de Todos repite un mal endémico del poder: las disputas cortesanas se limitan al humor de un puñado de dirigentes en cómodas oficinas porteñas. Sus riñas afectan a todo el país. El pataleo de los ultra en contra del acuerdo con el FMI y las consignas incendiarias en un día tan caro a la memoria de todos los argentinos, debilita, más si cabe, a un Presidente al que trajeron ellos mismos ante la evidencia de que con Cristina sola no se podía. Ahora tampoco podrían. Pero si siguen jibarizando a Alberto, -como definió el peronólogo Jorge Asis-, el país será el que pague las consecuencias.   

“No conozco a nadie que haya hecho una propuesta concreta que no sea ir al default como si fuera un tema épico del Quijote confrontando contra molinos de viento y no lo siento de esa manera”, cruzó Aníbal Fernández a los díscolos de La Cámpora, quienes lo acusan de traidor por respaldar al Presidente.

Todo se resume a cuanto peor, mejor.  Máximo Kirchner, quien ya había renunciado a la presidencia del bloque oficialista en el Congreso, ahora alimentó la grieta con una crítica que seguramente no sumará votos en el electorado porteño: “Tienen tendencia a votar a los que quieren ocultar lo que pasó en la dictadura”. 

La fractura expuesta en el Frente de Todos, no es la única. Macri, hasta hace horas líder indiscutido de Cambiemos, ahora se encuentra con rivales y reproches internos que lo ven fuera de carrera en 2023. Por un lado Horacio Rodríguez Larreta, que juega de moderado y por el otro, el radicalismo, enfurecido por la reivindicación de Carlos Menem que hizo el ex presidente. 

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“La UCR es un partido democrático, no una empresa. Tenemos dirigentes políticos, no CEOs. Estamos construyendo un programa político federal, no uno de negocios. Queremos que las cuentas cierren, pero con un pueblo que tenga trabajo, salud, educación y seguridad”, disparó Gerardo Morales. El gobernador jujeño se siente candidato y parece describir lo que fue Cambiemos en el poder. 

Ninguna de esas expresiones tiene que ver con la realidad de Misiones y sus necesidades, más allá de que se reflejan en sus dirigentes locales. 

En la Renovación se mantienen al margen y concentran esfuerzos en la gestión, que conserva un altísimo nivel de aprobación según los sondeos. El gobernador Oscar Herrera Ahuad, el vice Carlos Arce, el intendente posadeño Leonardo Stelatto, el ex gobernador Hugo Passalacqua tienen los índices más altos, mientras que en la oposición no llegan a los dos dígitos. 

Los problemas políticos del Gobierno nacional son problemas de ellos, a los misioneros deben darnos respuesta a los planteos”, se diferenció el gobernador Oscar Herrera Ahuad. Los planteos de Misiones no varían mucho pese al distinto color político en la Nación. Ahora, por ejemplo, Herrera Ahuad tuvo que reclamar por “discriminación” en los valores de los combustibles de la petrolera estatal YPF. La misma situación se dio durante la gestión de Cambiemos, con sucesivos aumentos que impactaban especialmente en la provincia “alejada”. 

Herrera Ahuad también apuntó contra la oposición por su doble discurso: “En el presupuesto nacional que no se aprobó estaban incluidas muchas escuelas y yo veo hoy muchos dirigentes opositores en marchas, reclamándonos escuelas”. Se refería particularmente a los dirigentes de Cambiemos, que no votaron la ley de Leyes que incluía obras por cien mil millones para Misiones, pero ahora están sosteniendo la protesta de un sector del sindicalismo docente que, como cada año, tiene al paro como única vía de negociación. 

La intransigencia no sorprende. Es el mismo esquema que se repite año a año. Pero lo que está en juego no es un porcentaje más o menos: el diez por ciento de los estudiantes perdió varias semanas de clases. No deberían ser rehénes de un grupo que entiende negociar como sinónimo de imponer

El sector docente recibió en los últimos años mejoras sustanciales en su salario, con una transformación del básico, que impacta en la jubilación. Misiones dejó atrás los últimos puestos en el ranking salarial y hoy el 45 por ciento cobra entre 54 mil y 103 mil pesos, mientras que el resto cobra entre 103 y 318 mil. 

¿Pueden reclamar por más? El docente, como todo empleado público, tiene el sueldo asegurado mes a mes, con una mesa salarial abierta y jubilación garantizada. Muchos misioneros no tienen esa seguridad y atraviesan la pandemia con la incertidumbre de no saber qué puede pasar mañana. La inflación es la misma para todos. 

Pretender sacar rédito desde el piquete o mostrar “solidaridad” con los huelguistas como hacen los referentes de Cambiemos, no es más que una muestra de política hipócrita y de poca memoria: durante la gestión de Macri, el poder adquisitivo del salario docente se desplomó. Los gobiernos bonaerense (María Eugenia Vidal) y porteño (Horacio Rodríguez Larreta) proponían salarios docentes a la baja y sin cláusula gatillo que pudiera contrarrestar la inflación. El propio ex presidente criticaba a los que “se acuerdan de la educación en el momento de las paritarias”. Los que hoy lideran la huelga en Misiones, entonces miraban para otro lado.

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