Brechas en el federalismo fallido

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Tengo la instrucción de que todo lo que estaba en el Presupuesto, salga”, confesó el jefe de Gabinete, Juan Manzur. Lo “que estaba” es lo que figuraba en el Presupuesto rechazado por los diputados de Cambiemos, en una jugada que causó enormes perjuicios, incluso a las provincias gobernadas por la oposición. Misiones no es la excepción, pero está dando pasos acelerados para recuperar lo perdido merced a la continuidad de una gestión que se inició mucho antes de que la ley de leyes llegara al Congreso.

Es por eso que la relación con Manzur está aceitada. El gobernador de Tucumán conoce desde hace tiempo al de Misiones, cuando ambos eran ministros de Salud. Manzur llenó de elogios a la gestión misionera en manos de Oscar Herrera Ahuad y a la visión estratégica de Carlos Rovira para diseñar políticas de largo plazo.

Esa gestión y mirada estratégica se plasman en un vínculo con el Gobierno nacional al que se entiende como un par circunstancial y no un abstracto en un escalón superior al que rendirle pleitesía para conseguir algún conchabo. 

Esa construcción es la que está dando sus frutos como nunca antes. Se consiguieron recursos para la culminación del puerto de Posadas y negociaciones clave para que puedan atracar barcos de bandera paraguaya para llevar carga a menor costo logístico. También habrá fondos para la extensión de las autovías por las rutas nacionales 12 y 105 y para la autovía de ingreso a Posadas. Horas después de su visita a la capital misionera, el propio Manzur selló en su despacho otros acuerdos con Misiones: 4.600 millones para obras hídricas en seis municipios y once millones de dólares para dotar de infraestructura a las chacras, mejorar el uso del suelo y crear consorcios para la prevención de incendios y la conservación del monte nativo. Cada paso obedece a una planificación que suele hacerse generalmente en silencio, hasta que se concreta. 

No es casual que la premisa que les dio Herrera Ahuad a los tres nuevos ministros haya sido “aferrarse al trabajo”. Ese fue el mensaje que dio el Gobernador en la toma de juramento de Fernando Meza como ministro de Desarrollo Social, Karina Aguirre como ministra de Derechos Humanos y Liliana Rodríguez como ministra de Acción Cooperativa.

La gestión es la bandera principal de la Renovación. Por eso se lo ve al mismo Gobernador al frente del combate al fuego y en cada detalle de las acciones diarias. Y forma parte de un todo que se extiende en el tiempo, pero que al mismo tiempo, van pensando cómo enfrentar el futuro. Los incendios se pueden enfrentar mejor con tecnología y equipos, pero el cambio climático se debe atender con premisas nuevas que van más allá del cuidado de la selva: generar recursos con los Certificados por Reducción de Emisiones, que Misiones comenzó a gestionar, pero al mismo tiempo, empezar a cuidar la situación productiva con los millones de dólares conseguidos para contar con un Sistema Provincial de Manejo Agroambiental a través de consorcios rurales y equipamiento para la sistematización de suelos y caminos; preservación, recuperación y protección de vertientes y cursos de agua; y prevención, mitigación y combate de incendios rurales”.

Al mismo tiempo que se buscará mejorar la productividad de las chacras, se pondrá en marcha un plan que contribuirá a mitigar el impacto de eventos climáticos como sequías, lluvias torrenciales y altas temperaturas, en chacras de pequeños productores y caminos rurales mediante la mejora de la capacidad de adaptación. También se espera contribuir al combate temprano de incendios rurales mediante la mejora de la capacidad de respuesta territorial a través de la organización de los productores y la disponibilidad de equipamiento liviano.

Esos dólares conseguidos con el respaldo de Nación servirán para fortalecer el combo de chacras activas y el verde que es marca registrada y principal atractivo para el mundo que elige a Misiones como destino turístico

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Enero cerró con una ocupación hotelera del 86 por ciento en promedio y picos del 90 por ciento en Puerto Iguazú, que de a poco recupera esplendor, mientras que Posadas tuvo una inédita ocupación hotelera que alcanzó el 82 por ciento en promedio, gracias al atractivo de las playas y la costanera gastronómica, que generaron ingresos por 198 millones de pesos. Bien puede considerarse a la temporada veraniega actual como la mejor de todos los tiempos: enero de 2019, que fue un año récord en visitas a las Cataratas, tuvo una ocupación del 52 por ciento y fue del 75 por ciento en enero de 2020, que hasta ahí venía siendo el mejor verano del lustro previo (Iguazú tuvo una ocupación promedio del 83 por ciento). Pero el dato que marca la diferencia es que en esos años, el turismo internacional estaba presente. Ahora son sólo argentinos y muchos misioneros los que marcaron el ritmo y también mejoraron el porcentaje de pernocte a 4 o 5 noches promedio. En suma, el gasto turístico de enero llegó a los 2.590 millones de pesos. 

Seguramente los números mejorarán en febrero tras la apertura de los pasos fronterizos con Brasil, considerados ahora “corredores seguros” y que se habilitaron este sábado en San Pedro, San Antonio, El Soberbio, San Javier y Alba Posse.

Esa dinámica del turismo en recuperación también se refleja en otros puntos de la economía. Misiones terminó el 2020 con un récord de consumo de combustible y empleo en alza: hasta noviembre se crearon más de cuatro mil puestos de trabajo durante el año y ya hay más empleo privado que en la prepandemia. 

También se superaron los 600 patentamientos en el primer mes del año, lo que augura un buen clima para la venta de vehículos, un sector que venía golpeado desde mediados de 2018, pero que de a poco levanta cabeza. 

Como contrapartida, un dato golpea de lleno a la recuperación económica. Manzur y Herrera Ahuad hablaron en Posadas de “cerrar brechas” en el federalismo fallido. Pero falta mucho para que eso se haga realidad. 

Por un lado, el voto en contra del Presupuesto de los diputados de Cambiemos, con los misioneros Martin Arjol, Florencia Klipauka y Alfredo Schiavoni, se expresa con nitidez en el reparto de los subsidios al transporte público. El Presupuesto incluía un aumento de la partida para las provincias para alcanzar los 46 mil millones. Ahora ese dinero no está y depende de la discrecionalidad del Gobierno nacional. Posadas, con mucho esfuerzo de la Provincia y paciencia de las empresas, mantiene uno de los boletos más baratos del país, con apenas 20 pesos y congelado desde 2019. Recién ahora comenzó a discutirse una adecuación. Más barato que la principal ciudad misionera está únicamente el distrito gobernado por Horacio Rodríguez Larreta, la Capital Federal, de los subsidios. Esa diferencia iba a ser un poco reparada por el Presupuesto, pero los diputados de Cambiemos dijeron que no.

Otro dato matiza la retórica de Manzur en Misiones. YPF decidió un aumento del 9 por ciento en los combustibles, que nuevamente agranda la brecha entre los precios de Capital Federal y el resto de las provincias: en Puerto Iguazú el gasoil está 29 pesos más caro que en el municipio porteño. Una diferencia que nuevamente diferencia entre consumidores de primera y de segunda, pero que, fundamentalmente, poco ayuda para aplacar la inflación que sigue siendo el principal problema de la sociedad. 

Antes de despedir a Manzur en Posadas, el Gobernador emitió una promesa clave. Los diputados del bloque misionerista acompañarán el acuerdo con el FMI en el Congreso. Los votos de las provincias, se dijo antes y se evidencia ahora, son mucho más importantes para el Gobierno de Alberto que los gestos de su propia coalición. 

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La renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque oficialista le dio un nuevo golpe a la maniobrabilidad del Gobierno nacional. El hijo de la vicepresidenta se plantó ofuscado por cómo se llevaron adelante las negociaciones y las condiciones aceptadas por el equipo económico para cerrar el acuerdo que evita, solo este año, el pago de una cuota de más de 19 mil millones de dólares en el crédito tomado por Mauricio Macri. 

El desaire de Máximo obedece a las “convicciones”, pero no son las mismas que las que su padre no quería dejar en la puerta de la Casa de Gobierno. Néstor le pagó toda la deuda al FMI sin cuestionar su origen (más allá de la retórica combativa), con disciplina fiscal pero ganando tiempo para que la economía se recuperara. No es demasiado distinto a lo que se buscó ahora, ganar tiempo, con la diferencia de que ahora el propio FMI, quizás culposo, no se animó a las exigencias de siempre, como ajuste de salarios, recortes de jubilaciones o un enfriamiento de la economía. Hasta el Financial Times reclamó condiciones más estrictas para Argentina, no sea cosa que el ejemplo cunda en el mundo.

No es un mal acuerdo en el contexto. Si es una mala señal política la renuncia de Máximo apenas unas horas antes de que el Presidente emprenda una gira por Rusia y China en la búsqueda de respaldos y dólares.

No hay que buscar demasiado para encontrar decisiones que se toman por encima de las “convicciones”, necesarias para una construcción mayor y por el bien común. La propia Cristina, la Jefa, tomó una decisión en contra del paladar negro: eligió a Alberto Fernández como candidato a presidente para enfrentar a Mauricio Macri y recuperar el poder. 

Desde entonces, el paladar negro no ha hecho más que poner “condiciones” como si el contexto no existiera y sin entender que cada ladrillo es necesario para sostener una pared con cimientos endebles desde su génesis. Debilidad estructural que obedece a una enorme crisis económica, la misma deuda que ahora se intenta “desconocer” y una elección que no se define por el desencanto con el FMI, sino por un problema mucho más profundo: más de medio país no llega a fin de mes. Si no hay solución a la monumental deuda tomada por el Gobierno anterior, no habrá corrección posible de los otros problemas derivados. “Nadie en nuestra fuerza política puede estar alegre con tener al FMI en la Argentina, pero es una realidad”, reconoció el ministro de Economía, Martín Guzmán, tratando de apaciguar un fuego que no le conviene a nadie. 

No le sirve a nadie el “yo o el Fondo” o suponer que el acuerdo traerá aparejado una derrota en 2023. Las batallas a todo o nada suelen dejar muchos heridos, que no son los generales y usualmente, victorias pírricas.

Está claro que el voto de la sociedad no se ata a “convicciones inamovibles”, sino generalmente a una coyuntura que marca el bolsillo. Las legislativas del año pasado son el reflejo de la anemia económica. Romper con el FMI o desconocer la deuda tomada por el Gobierno de Mauricio Macri, en nada cambiaría esa condición. Por el contrario, la profundizaría. 

La renuncia de Máximo a la conducción del bloque oficialista agrava el cuadro de debilidad y regodea a la oposición que, sin necesidad de hacerse cargo de su legado de deuda y crisis, tiene servida en bandeja la crítica fácil si ni el oficialismo logra ponerse de acuerdo. Y, aunque parezca una ironía, tendrá razón.

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