Colapso energético y cambio climático ¿Cuál es la solución?
Mas allá de la saturación extrema de los medios de comunicación por parte del morbo y las muy populares plataformas y los diversos métodos de entretenimiento de la sociedad, existe una muy pequeña parte que tiende a destinarse a cuestiones ambientales, creando segmentos, agrupaciones, programas y cuentas de redes sociales, exclusivamente destinadas a “el cambio climático”, “las hambrunas”, o “el futuro en general”. Dándonos una perspectiva basada en meras especulaciones de periodistas o influencers con poco conocimiento de causa, llevándonos de esta manera, a creer en un porvenir abundante regido por las energías renovables y la tecnología sustentada por robots, hologramas e inteligencia artificial.
Más allá de la superficial y obvia ingenuidad de esta imagen proyectada hacia el futuro, nos vemos envueltos en un manto interminable de discusiones inconducentes, dominadas por las fakenews y los intereses empresariales que terminan por pervertir los medios y algoritmos que sustentan las “tan seguras y honestas” redes sociales, llenándonos la cabeza con las ideas que desee plantarnos la empresa cuya cantidad de acciones lidere en número dentro de otras empresas y servicios tan populares como Google o Meta.
Existe una lista sin fin de estas discusiones, pero las más conocidas están ya hoy, prácticamente en boca de todos. Quizás en la escuela primaria hayas oído hablar ya de las energías alternativas, donde se busca inculcar el ideal de autosuficiencia energética gobernado por los paneles solares, la energía eólica o incluso los autos eléctricos. El universo de las energías alternativas se ve hoy cooptado por discusiones cruzadas y ruido ininteligible, pero estoy casi seguro de que hay una idea clara, un ideal en el que el 99% de la población coincide absolutamente y se apunta hacia él como un futuro victorioso en materia de energía, cambio climático y crisis alimentaria. Si yo le preguntara a un ciudadano promedio por la calle; ¿Qué prefiere? ¿Un futuro dominado por las escasas y contaminantes energías no renovables (Petróleo, Uranio, Carbón)? ¿O un futuro sustentable, teñido de verdes edificios ecológicos, cuyos techos estén eficientemente recubiertos de amigables placas fotovoltaicas? ¿Qué creen que contestaría?
Pero, si le pregunto a Usted; ¿Ha oído hablar alguna vez del término “Petrodependiente”? ¿Y el “PeakOil”? Quizás no, pero si que sabe quejarse del gobierno a la hora de pagar la Nafta o el Gasoil, si que sabe quien tiene la culpa ¿No?
Sin duda alguna, un tránsito hacia un modelo de sociedad alternativo es necesario, a menos que resignemos ver caer la “sociedad de consumo” al menos tal y como la conocemos. Pero dicha transición debe ser tomada en serio, y tomarla en serio implica empezar a desarrollar alternativas energéticas reales. La energía solar no lo es; el silicio, fundamental para el desarrollo de celdas fotovoltaicas, es extremadamente difícil de producir, además de que la maquinaria necesaria para crearlos está sustentada por energía proveniente de fuentes no renovables. Sumado a ello está el trasporte, los barcos y camiones que se alimentan de gasoil, un subproducto del petróleo de extracción convencional, cuyo pico fue alcanzado hace ya casi 20 años.
Desde el 2005, estamos viviendo un decaimiento de los índices de producción del combustible que termina por hacer girar el mundo que conocemos, alimentando los camiones, tractores, aviones, barcos y cosechadoras. Aún al día de hoy, con la aparente tecnología de vanguardia que manejamos y conocemos gracias a la ciencia moderna, no somos capaces de producir ningún tipo de combustible que capaz de reemplazar al gasoil y aunque lo encontráramos, tendría que ser tan abundante como lo es el agua en los océanos, o al menos si planeamos producir suficiente silicio como para que todo el planeta sea energéticamente autosuficiente.
Luchar contra la contaminación, contra los combustibles fósiles, es inconducente. Son ellos los que terminaron por darnos el tan singular, extractivista y consumista mundo tal cual lo conocemos. Eliminarlos de una vez de la faz de la tierra, quizás limpie los cielos del CO2 y otros contaminantes, pero mataría, solamente de hambre, a más de tres cuartas partes de la población. La caída que ven reflejada en las gráficas los científicos que se enfocan en el tema, es de mínima abrumadora, llevándonos a tener que recurrir a dos únicos caminos de salida: El del pánico absoluto, difundiendo todas estas problemáticas y asegurándose de que la población las comprenda en toda su magnitud, o la del “Aquí no paso nada”, vendiendo una aparente luz al final del túnel, que en realidad no es más que una linterna con baterías de litio.
Quizás una tercera opción tendría algo mas de sentido, una opción sensata, que sea lo suficientemente coherente como para convertir la realidad práctica de la población de un instante a otro. Quizás esa solución nunca llegue, pero si sabemos que debe de cumplir con determinadas características, como acudir a un sensato uso de los aún presentes combustibles fósiles. No para crear mas autos con baterías de litio, eso sería estúpido, sino para apostar a crear un cambio de paradigma en el que sean los individuos los que, de mínima, consideren el estilo de vida actual como algo finito. Y desde esa conciencia, apuesten a la construcción de una sociedad que no esté sustentada en conductas cual si los recursos fuesen ilimitados, al menos no en un planeta en el que los mismos se agotan día tras día de manera exponencial.
Esta vez, las soluciones no las tienen los científicos, ni hay un superhéroe que salve el mundo. Aún estamos a tiempo de poner sobre la mesa los problemas reales, y desarrollar maneras de enfrentar un colapso inevitable, para que dicho colapso no acabe por tomarnos por desapercibido a todos. Hasta que no tomemos conciencia seria de la matriz de los problemas prácticos, vamos a seguir siendo inundados por lo que nos venden por conciencia, “Recicla”, “usa bolsas de tela”, “compra el nuevo Tesla”. Y estaremos completamente adormecidos por el entretenimiento, los productos y las noticias sobre conflictos internacionales. Lo estaremos tanto que, el colapso energético, social y alimentario será la nueva normalidad y nadie la discutirá tal como es.