Comprar tiempo (caro)

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El SuperMartes no se desactivó la bomba. Es tan complejo el mecanismo de relojería que hay que respirar profundo, rogar que nadie se equivoque y esperar. El Gobierno compró tiempo. A precio abultado y tasa cara. Los problemas que provocaron la corrida y el susto, siguen ahí. Latentes. A la vista.
Sortear las turbulencias significó más deuda, un dólar más caro de apuro, más inflación y menos crecimiento, con unas tasas financieras insoportables para la economía real. Eso es lo que costó el exceso de optimismo presidencial y los problemas de coordinación del equipo económico, que se hicieron evidentes a fines del año pasado. Se celebra que no haya sido peor.
La síntesis del SuperMartes puede explicarse con varios datos: la devaluación fue del 25 por ciento, se perdieron más de diez mil millones de dólares de reservas y las tasas se elevaron al 40 por ciento –el doble para empresas y hasta el cien por ciento para tarjetas de crédito-. La deuda por 617.000 millones en LEBAC fue canjeada a 30 días con una tasa del 40 por ciento nominal y se sumaron 5.000 millones adicionales con las mismas características. 
Se emitieron 73.250 millones de pesos en Botes (no hay doble sentido: los Bonos del Tesoro fueron apodados Botes por el ministerio de FInanzas) a 5 y 8 años con una tasa del 20 por ciento anual y comprada por el Fondo Buitre Franklin Templeton, que es dirigido por Michael Hasenstab, un amigo de Luis Caputo.
Se salió de la turbulencia financiera, pero en el campo de batalla queda una economía agobiada. Las tasas financieras hacen imposible tomar un crédito para la producción y quien tiene el dinero, obtiene mayor rentabilidad en el juego financiero que en una industria real. La inflación se volverá a disparar detrás del dólar y afectará a miles de familias que dependen de un ingreso fijo cada vez más devaluado.
El panorama es complejo, con ganadores y perdedores. Un dólar más alto que favorece el comercio doméstico. Este nuevo valor de 25 pesos se recupera la competitividad  para que la actividad económica muestre señales de recuperación.
Pero la macro nacional mostrará menos crecimiento y por ende menos recaudación. La inflación podría superar la pauta y disparar reclamos salariales más adelante. Las elevadas tasas de interés castigan a la economía y se suma el ajuste fiscal que hará la Nación per se o a pedido del FMI. Hasta ahora hay un esmero en aclarar que el ajuste es receta propia y no una imposición de Christine Lagarde, como si eso cambiara el resultado de la medicina.
La tensión extrema de este martes tiene sus orígenes en la propia política económica que acumuló vencimientos de corto plazo para financiar un “gradualismo” que sólo benefició a los tenedores de bonos. La falta de dólares se hizo acuciante, pero previamente el Gobierno había liberado todas las trabas que prevenían las fugas y quitó la obligación de liquidar exportaciones en el país. Los dólares viajan libremente.
La deuda externa ya roza el 60 por ciento del Producto Bruto Interno de la Argentina y podría crecer por efecto de la devaluación.  
El presidente Mauricio Macri siente que lo peor ha pasado. “Pusimos metas demasiado optimistas y mucha gente se irritó” y “hemos tenido problemas de coordinación entre el gabinete económico y el Banco Central”, fueron las únicas autocríticas.
Pero en un mes habrá otro vencimiento de Lebacs que volverá a poner a prueba la solvencia del sistema financiero. Para este entonces se espera haber conseguido el salvataje “excepcional” del Fondo Monetario Internacional, que servirá como garantía de pago a los mercados que, como reconoció el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, “nos está diciendo que no confía en nuestra política monetaria”.
El presidente del Banco Central volverá a tener a su cargo exclusivo las metas de inflación. Pero para explicar el escenario, viene a cuento una frase suya de cuando todavía no estaba en el Gobierno. “La alta tasa de interés que paga el BCRA se convierte en un proceso de generación de inflación futura: si ya colocó títulos que pagan una tasa de 30%, habrá que emitir… ¡Sólo para financiar estos intereses!”, decía Szturzenegger en febrero de 2014. Hoy las tasas están diez puntos porcentuales arriba de aquellas.
Los “errores” que llevaron a la corrida cambiaria y al pedido de auxilio del FMI fueron críticados hasta por los más ortodoxos economistas. Domingo Cavallo aseguró que “el error más grave” que cometió la actual gestión fue la eliminación del cepo sin una corrección previa de las tarifas en los servicios públicos. También consideró que otra falla fue “haber anunciado metas de inflación demasiado optimistas”, algo que fue reconocido por el Presidente.
En una nota titulada “Argentina puso el carro económico por delante del caballo”, Desmond Lachman, ex FMI, plantea que no fue una buena idea que el Presidente argentino decidiera levantar todas las restricciones a los capitales en el país, antes de haber estabilizado la economía. Para el economista,  “la caída libre del peso está proporcionando una dolorosa lección económica al Presidente”, además de introducir la posibilidad -cada vez más probable- de que Macri se vea pronto forzado a reintroducir las restricciones a los capitales, para detener la caída libre del peso.
El ex presidente del Banco Central, Martín Redrado, alertó sobre el peligro de “atar el día a día con parches” y recomendó desactivar la bomba de las Lebac, al mismo tiempo que criticó que se haya recurrido al FMI “sin un plan”.
Hay mucho equipo, pero escasa política. La oposición, menospreciada, es ahora un necesario respaldo para sostener el timón.
Del otro lado, el Papa Francisco a través del documento titulado Oeconomicae et pecuniariae quaestiones y redactado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y por el Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral del Vaticano, envió un fuerte mensaje en el que cuestionó que “los procesos de endeudamiento son el resultado de una “gestión imprudente – cuando no dolosa – del sistema de administración pública” que llevan a “hacer ajustes estructurales” para afrontar el “pago de los intereses”.
“Numerosas economías nacionales se ven agobiadas por el pago de los intereses que provienen de esa deuda y, por lo tanto, se ven en la necesidad de hacer ajustes estructurales con ese fin”, sentencia.
En el texto, Francisco pide más reglas para que todos tengan garantías, propone un impuesto a las cuentas offshore y avala “la imposición tributaria, cuando es justa” ya que es una herramienta fundamental para la distribución de la riqueza.
La economía argentina está nuevamente a merced de los mercados que forzaron la corrida y la devaluación. Será, sin embargo, la excusa perfecta para forzar un ajuste que hasta ahora solo se hizo vía tarifas. El Presidente anunció que quiere achicar el déficit en el presupuesto 2019 y compartir el costo político con los gobernadores a través de un gran “pacto” que reparta las culpas.
Los mandatarios están dispuestos a dar gobernabilidad. Pero no a inmolarse con decisiones que tendrán un fuerte impacto económico. “Más que en recortes hay que pensar en que la economía crezca y con estas tasas no están dadas las condiciones”, argumentó Domingo Peppo, el gobernador de El Chaco, de paso por Misiones. El nacido en Corrientes insistió en que “gobiernan ellos” y las decisiones son “de ellos”. La responsabilidad es de Cambiemos y la caída de la imagen también. Del Presidente y de la gestión. Hasta la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, se escondió para evitar ser arrastrada durante los días de crisis. Los sueños de reelección asegurada de Macri, la propia Vidal y Horacio Larreta, se ven de pronto en duda.
La lógica de los gobernadores es de autodefensa. El año pasado el Presidente había lanzado los “consensos básicos” que incluían responsabilidad fiscal, la baja de la inflación, menos gasto público, baja de impuestos y reforma previsional y laboral. Hasta ahora las provincias han corrido con el costo, pero la Nación no solo no achicó sus gastos, sino que los aumentó. El nombramiento de funcionarios y colaboradores particulares en cargos inverosímiles siguen siendo una constante que irrita.
El dato adicional es que muchas provincias se han endeudado por imitación a la política nacional. Quienes tomaron deuda a un dólar a 17, hoy deben a 25 pesos y eso genera una enorme presión sobre las finanzas públicas con servicios de deuda que crecieron 47%. Misiones es una de las pocas que no ha tomado deuda y que tiene una escasa exposición en dólares.
El gobernador Hugo Passalacqua sostuvo que “hay que respaldar las negociaciones con el FMI y asumir una posición patriótica” para que “sea lo más beneficioso para los argentinos”.
En línea con el Papa Francisco, el mandatario misionero marcó diferencias con Macri.  “Él sostiene que hay que bajar impuestos y eliminar otros para atraer inversiones y nosotros desde el Frente Renovador, destacamos el cobro de los impuestos como un  igualador social por excelencia”. La reducción de ingresos brutos, acordado en el pacto fiscal firmado en diciembre, “desfinancia a las provincias”, aseguró.
Misiones marca la diferencia con el modelo económico nacional. Mientras el rumbo se juega a la renovación de bonos y deuda externa en un negocio en el que interviene no más del dos por ciento de la población, la Provincia mantiene el desendeudamiento como emblema y protege la economía real. Pese a la disparada de las tasas, el Gobierno decidió que el Fondo de Crédito, que asiste a pequeños emprendedores e industriales con financiación local, sostendrá las tasas de interés y las líneas de crédito vigentes. También se conoció la decisión de bajar Ingresos Brutos a la venta de medicamentos a personas particulares y a hospitales, para bajar costos en los sectores más necesitados.
La Provincia mantiene el acuerdo de gobernabilidad, pero también requiere reciprocidad. La presencia de los ejecutivos de la Unidad de Información Financiera, el director de la ANSES, Emilio Basavilbaso y el subsecretario de Derechos Humanos de la Nación debe leerse en clave de diálogo para corregir las cosas que no funcionan bien, pero también como inicio de conversaciones para el presupuesto 2019, que demandará mucha negociación política para que el impacto del recorte sea menor.
La Legislatura misionera, lejos de retroceder avanza con más derechos, como la ley de  protección integral de las personas con Trastornos del Espectro Autista. También genera herramientas para la protección del valor distintivo de Misiones: la naturaleza. La provincia contará con un Instituto Misionero de Biodiversidad. No es casual que ambas iniciativas sean de la Renovación, la primera del diputado Juan Pablo Ramírez, la segunda del presidente de la Legislatura, Carlos Rovira. La oposición, encarnada básicamente por Cambiemos, hace gala de ocuparse únicamente de buscar elementos para cuestionar al Gobierno provincial. Lejos de la gobernabilidad que aporta la Provincia con la Nación, los opositores se esmeran por quien es más cuestionador. El radical Javier Mela heredó los modales del ex diputado Germán Bordón, denunciado por su propia colega de bloque, María Losada por violencia de género. Mela ahora protagonizó un escándalo filmado, a los gritos en una reunión de comisión, contra la renovadora Silvana Giménez. Lo que se dice, un caballero.

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