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Las elecciones primarias dejaron varios interrogantes abiertos y pocas certezas definitivas. El Gobierno presentó como un triunfo lo que tiene varias aristas complejas y una derrota central en Buenos Aires. Ganó en varias provincias donde se concentra buena parte de los beneficiados por la política económica, pero perdió en más provincias. Sin embargo, no hubo derrota ni una lectura parecida.

El presidente Mauricio Macri superó con relativa calma el primer test electoral y si se repiten los resultados en octubre, tendrá carta blanca para ir a fondo con los cambios que tiene en carpeta. “”Los argentinos deben estar dispuestos a sacrificarse”, dijo el presidente del Banco Mundial, Jim Yong Kim, al celebrar las reformas encaradas por el Gobierno nacional, puestas como ejemplo para otros países emergentes.

Del otro lado, Cristina Fernández retiene su centralidad y –si alguna vez se conocen los datos oficiales- ganó en Buenos Aires. El kirchnerismo también fue el más votado en Santa Fe y terminó segundo en Capital Federal. Pero parece no ser suficiente para convertirse en el eje de la oposición con miras a la pulseada de 2019. Son más los dirigentes que la huyen (temen o desprecian) que quienes quieren sacarse una foto con ella. Sin embargo, tampoco ellos gozan de popularidad.

Florencio Randazzo ha quedado demasiado lejos con su cinco por ciento funcional a Cambiemos y Sergio Massa volvió a salir tercero por su ancha avenida cada vez menos sólida. 

El peronismo no encuentra una identidad unificada y divide a la oposición.

Cambiemos está lejos de ser un espacio que merezca ser subestimado. Hoy es la primera fuerza, consolidada en todo el país y cada voto que cosecha, suma, pese a que se impuso en sólo tres de las ocho provincias que eligen senadores.

Viene ganando elecciones desde hace tiempo en base a una buena estrategia de comunicación, interpela a una parte de la sociedad que estaba fuera de los radares del kirchnerismo y en base a tópicos de sentido común, atrapa a quienes estaban cansados de la pesada carga ideológica que imponía el Gobierno anterior.

Y, aunque sea menospreciado, también hace política. Logró demonizar al enemigo, dividirlo y restarlo. Hasta se permite el ninguneo de quien se sabe poderoso. Juegos de la política.

El hombre común puesto como actor político ganó en territorios hostiles como Córdoba, La Pampa, San Luis o Entre Ríos, conducidos por peronismos vernáculos que hacían gala de un dominio territorial inexpugnable.

Quizás no sea amor. Pero sin dudas es una señal de lo que no quiere la sociedad. La dicotomía entre pasado y futuro tiene un claro ganador.

Los resultados le transmiten tanta confianza que el presidente Mauricio Macri se anima a hablar de reelección en 2019: “Si los argentinos me necesitan, yo no los voy a abandonar. Voy a seguir trabajando hasta que el último argentino pueda salir de la pobreza, pueda proyectar su vida y estar tranquilo de que su familia va a tener un mejor futuro”. 

No es apenas una cuestión de buenos modales y novedosas estrategias de campaña. La vieja (forma de hacer) política ya no gana más con el sello y la militancia que copa los actos.

Y eso genera el interrogante ¿Hasta qué punto los reclamos de las dirigencias -políticas, sociales, empresarias- tienen respaldo real en la sociedad? Posadas es un caso de análisis. Jaqueada por la crisis y las asimetrías que se profundizaron con las medidas económicas tomadas por el gobierno nacional, que miró con condescendencia las demandas, ha sido una de las ciudades que más reclamos hizo a la Nación. Políticos, empresarios, comerciantes y sindicatos unidos para llamar la atención de los funcionarios macristas. Cerraron más de 600 comercios y más de dos mil personas perdieron su empleo. El domingo, Cambiemos ganó en Posadas con comodidad. ¿La sociedad asume como necesario el sufrimiento de las medidas económicas? ¿Tanto penetra la política comunicacional en las grandes ciudades? ¿Falló la campaña de la Renovación y los demás partidos? Una mezcla de todo eso.

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La política de denuncia y de lastimeras acusaciones no genera más efecto que la autocomplacencia. Solo causa efecto en un pequeño círculo cerrado que ya está convencido, pero no genera una expansión en la figura geométrica.

De hecho, tiene consecuencias contrarias, cerrando la posibilidad de discusión con un convencido del cambio.

Por eso, que la Renovación sea el espacio más votado en Misiones adquiere una nueva significación. En medio de una crisis generalizada de los partidos tradicionales y de varios gobiernos locales que cedieron banderas, el gobernador Hugo Passalacqua emerge como uno de los pocos con respaldo propio. El misionero es uno de los pocos mandatarios que puede mostrar en la mesa un respaldo de la sociedad. “El misionero toma el destino en sus manos para que nadie nos diga qué hacer”, analizó el mandatario unas horas después de conocidos los resultados.

Espacios provinciales similares y con mayor tradición, como el Movimiento Popular Neuquino, el peronismo de los Rodríguez Saá en San Luis o el de Schiaretti en Córdoba, cayeron sin atenuantes.

El liderazgo del cordobés en la liga de gobernadores que se conformó para negociar políticas con la Nación, quedó en veremos en el primer desafío electoral. Del otro lado, Juan Manuel Urtubey mejoró sus acciones después del triunfo pleno en todo Salta, diez puntos por encima de Cambiemos.

En Misiones la Renovación conservó su caudal de votos en relación con 2013 y el candidato a senador, Maurice Closs obtuvo más del 40 por ciento. Cambiemos quedó a casi doce puntos.

La Renovación sacó más votos que en 2013 y mejoró el porcentaje obtenido en relación con Cambiemos -otrora el radicalismo-. Estiró además la diferencia entre espacios.

El triunfo renovador es resultado de una gestión que muestra resultados concretos y de una militancia incansable de la mano de Closs y Ricardo Wellbach, que recorrieron cada uno de los 75 municipios.

Sin embargo, las derrotas en Posadas, en Oberá, Puerto Rico y San Vicente a manos de Cambiemos y el Partido Agrario –el gran ganador de las elecciones primarias-, encendieron la luz amarilla en el oficialismo provincial. Las encuestas marcaban que podía haber una derrota en la capital, pero no de tal magnitud.  Oberá también estaba en los planes. ¿Qué sucedió? Algunos encargados de la campaña apuntan a fallas de la gestión local y la escasa actividad proselitista. ¿Sólo eso? Si así fuera, no sería demasiado difícil revertir los resultados. Porcentualmente, incluso, la Renovación mejora en Posadas en relación con cuatro años atrás. Poco consuelo.

Los datos del escrutinio definitivo confirmaron que la Renovación se impuso en Misiones por una diferencia de 80 mil votos sobre Cambiemos y domina el mapa provincial con 69 localidades a favor –gobierna en los 75-.

Pero el resultado en Posadas resignifica el mapa político y la capital concentrará toda la atención en las elecciones definitivas de octubre. Es el único municipio donde Cambiemos se impuso con una diferencia impensada y triunfos en siete de los diez circuitos capitalinos.

Paradojas de la política, la diferencia más elevada se dio en el circuito 1, donde se concentra el sector económico y comercial de Posadas. Es donde conviven los comerciantes que reclaman diariamente por las asimetrías y donde más empleo se perdió por el cierre de más de 600 locales. Pero con 5201 votos, en el centro Cambiemos obtuvo el 60,19%. La Renovación sacó solo 1451 votos, con apenas 16,79 por ciento. Fue aquí donde la diferencia fue más abultada.

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Los principales dirigentes advierten un dejo de aburguesamiento, que arrastra incluso a los jóvenes, motor tradicional de la Renovación. Si fuera por las selfies o los graciosos snapchat, la campaña debería haber sido brillante.

Hay cierto afán de algunos dirigentes de adoptar de apuro estilos de campaña que no son propios. Peligrosa cornisa que puede vaciar de contenido a la política. La tecnología es una herramienta, que bien utilizada puede servir. Pero no necesariamente es la mejor ni la más efectiva. Aunque logra superar barreras de la militancia territorial, al tiempo provoca el mismo efecto de saturación.  Es, a lo sumo, una herramienta complementaria, con mayor efecto en los grandes núcleos poblacionales, pero escasa incidencia en el interior. Y se nota mucho, incluso entre quienes le sacan el mejor jugo, cuando  el montaje supera a las ideas.

Hay ejemplos para todos los gustos. Los jóvenes de Podemos se basaron en la tecnología para posicionarse en la pelea con chances de conseguir un diputado provincial. Pedro Puerta, en su debut como heredero político del ahora embajador en España, combinó un discurso bien armado con apariciones mediáticas y aunque no logró retener el declinante caudal de votos de su padre, se mete en la pelea por una banca provincial. Superó a Avancemos, el otro frente debutante, que terminó siendo el fiasco de las elecciones, liderado por el gremio de Camioneros, con seis diputados provinciales y la presidencia del Concejo Deliberante de Posadas, apenas superó los 20 mil votos y hoy se quedaría fuera de la Legislatura provincial.

En cambio, el partido Agrario y Social, que conduce Héctor “Cacho” Bárbaro se convirtió en el gran ganador. En soledad quedó tercero y con crecimiento en territorio y en número de apoyos. ¿La diferencia? Un mensaje claro. Opositor firme y crítico feroz de las políticas nacionales que castigan a la producción misionera.

La lectura del mapa electoral permite apreciar que el agro, castigado, respaldó a quien siempre levantó sus banderas, pero también ratificó al Gobierno provincial, como defensor de la recuperación de la chacra como valor económico. En las localidades yerbateras, como Apóstoles y Andresito, la Renovación fue el espacio más elegido por amplia diferencia.  

Los resultados sirven para hacer correcciones”, dijo el conductor de la Renovación, Carlos Rovira, como siempre, con una lectura desapasionada de los números. “No sirven las grandes reuniones de funcionarios para motivarnos. El funcionario tiene que estar en la calle, junto al vecino”, advirtió Wellbach, conocedor de la realidad de cada uno de los municipios.

La Renovación se apresta a esa corrección de cara a octubre. La puesta en marcha de los sublemas en cada municipio y de la lista de diputados provinciales empuja automáticamente al trabajo de candidatos y militantes. En algunos lugares alcanzará para recuperar espacios perdidos. En otros, hará falta mucho trabajo para no repetir sentencias.

Cambiemos también se prepara, envalentonado, para repetir resultados en donde celebró el domingo. Sabe que tiene menor poder de fuego en las provinciales,  pero apuesta a que la ola amarilla no se detenga. De cualquier modo, si se repite la foto, ya vale un triunfo: conseguiría un senador, un diputado nacional y siete legisladores provinciales, más de lo que pone en juego.

Los de abajo también juegan. Bárbaro buscará ratificar su tercer lugar y conseguir dos diputados provinciales. Algunos triunfos locales serían resonantes.

Para los partidos menores será la batalla por una banca en la Legislatura y entrar en el reparto en los Concejos. El puertismo, Avancemos y Podemos estarán enfrascados en esa lucha. Pero hasta el partido Obrero se ilusiona, aunque está lejos, con una hazaña.

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