Agradezco al Oesterreichische Nationalbank (OeNB) por invitarme a hablar en esta importante ocasión, y al Gobernador Holzman por organizar esta conferencia sobre eventos de gran importancia para nosotros en el FMI: el 80º aniversario de la creación de nuestra institución y el 75º aniversario de la adhesión de Austria como miembro y de su papel firme y constructivo desde entonces.

Tenemos una deuda de gratitud con Austria por nuestra fructífera colaboración a lo largo de los años.

El Instituto Mixto de Viena, una iniciativa conjunta del OeNB, el Ministerio Federal de Finanzas de Austria y el Fondo, ha impartido capacitación a funcionarios del sector público de países de Europa central, oriental y sudoriental, el Cáucaso y Asia central durante más de 30 años. El Instituto desempeña un papel crucial en el fortalecimiento de las políticas económicas a través de la capacitación que imparte y sirviendo como centro para la creación de redes y el aprendizaje entre pares entre los responsables de la formulación de políticas. También ha sido una gran plataforma para colaborar en el desarrollo de capacidades con otros socios como el BERD, el BEI, la OCDE, el Banco Mundial, la OMC y la Comisión Europea.

Viena también alberga la oficina regional del FMI para los Balcanes Occidentales, lo que nos permite mantener una estrecha colaboración con los países de la región, junto con los donantes, otras instituciones internacionales y el Gobierno de Austria, que es un importante socio comercial y de desarrollo de la región de los Balcanes Occidentales.

La Iniciativa de Viena, nacida de la crisis financiera mundial, ha sido fundamental para promover la estabilidad financiera regional.

Permítaseme también reconocer la importancia de sus debates de hoy sobre el papel pasado, presente y futuro del FMI para la cooperación económica mundial y la estabilidad.

Como todos recordamos, en 1944 el FMI se forjó a partir de las ruinas de dos guerras mundiales. En las décadas previas a nuestra creación, el populismo se había extendido por gran parte del mundo, y el viejo orden mundial estaba sumido en el caos. Después de Bretton Woods, el mundo experimentó aumentos espectaculares en la integración y el bienestar mundiales, para lo cual el FMI desempeñó un papel clave, promoviendo la estabilidad del sistema monetario internacional, facilitando el comercio internacional, apoyando el crecimiento económico sostenible y el empleo, y ayudando a reducir la pobreza.

Hoy, sin embargo, nos enfrentamos a muchos de los mismos desafíos que enfrentábamos en el momento de nuestra creación. Una vez más, en Europa una potencia militar ha invadido a un vecino, y los estallidos de guerras regionales se suman a los riesgos globales. Una vez más, el populismo y el proteccionismo van en aumento. Además, estamos lidiando con megatendencias globales como el cambio climático y la transición demográfica, así como con tecnologías disruptivas como la IA y las monedas digitales.

Hasta ahora, la economía mundial ha demostrado ser notablemente resiliente, gracias a los sólidos fundamentos macroeconómicos y a las políticas eficaces que se han elaborado a lo largo de los años. Estoy orgulloso de que el FMI haya contribuido a esta fortaleza.

De cara al futuro, nos enfrentamos a una elección. Podemos elegir el camino de la inestabilidad y la confrontación. O podemos elegir el camino de la cooperación y la prosperidad compartida.

En este momento crucial de la historia, el mandato del FMI es más importante que nunca. Estamos a favor de la cooperación monetaria y el comercio abierto. Defendemos instituciones sólidas y políticas sólidas. Defendemos un mundo de crecimiento sostenible que cree puestos de trabajo y proteja a los vulnerables.

Pero no nos quedamos quietos. De hecho, estamos aprovechando el 80º aniversario para reflexionar sobre un Fondo para el Futuro, una institución que no solo ayudará a nuestros miembros a superar los numerosos desafíos que se les presentan, sino que también garantizará que realmente prosperen en esta era cada vez más compleja.

Estamos intensificando el enfoque de nuestra supervisión en cuestiones a más largo plazo para ayudar a los países miembros a aumentar su resiliencia frente a transformaciones estructurales potencialmente disruptivas. Hemos aumentado la flexibilidad y la potencia de los instrumentos precautorios del FMI para fortalecer la red mundial de seguridad financiera en este mundo más propenso a las conmociones.

Estamos trabajando arduamente para ayudar a los países de bajo ingreso a crear instituciones sólidas, incluso promoviendo la independencia de los bancos centrales y marcos macroeconómicos creíbles. Estamos trabajando con otras organizaciones internacionales y la comunidad de acreedores para ayudar a los países a hacer frente a la carga excesiva de la deuda. Y estamos explorando formas de dar a todos nuestros países miembros una voz aún mayor para garantizar que el FMI siga siendo representativo de la diversidad de sus países miembros.

Hace ocho décadas, nuestros fundadores eligieron el camino de la cooperación y la prosperidad. Confío en que volveremos a recorrer ese camino, juntos.

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