Juego de roles

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La madrugada que tuvo en vilo a Misiones comenzó a gestarse formalmente hace un par de meses, cuando el proyecto de creación de una zona aduanera especial tomó forma definitiva. La media sanción en Diputados fue el éxito de una fina estrategia que encuentra sus primeros brotes en 2002, cuando el estallido de la Convertibilidad se llevó también la “generosidad” del Gobierno central que había concedido una rebaja de los combustibles para cinco municipios misioneros. El entonces gobernador Carlos Rovira se puso al frente de las negociaciones para recuperar el ITC diferenciado y hacerle entender a la Nación que no era un subsidio, sino una herramienta para mitigar las asimetrías que ya se hacían insoportables en medio de la crisis. “El ITC es una estrategia comercial que beneficiará al turismo y al comercio en general”, decía Rovira en plenas negociaciones con Eduardo Duhalde. Pasaron 18 años de maduración hasta que la idea fue plasmada en el Presupuesto de la Nación y puso a Misiones en la agenda de todo el país. 

¿Qué era eso que estaba pidiendo Misiones? ¿Qué son las asimetrías? Misiones pide condiciones para morigerar las diferencias fiscales con Paraguay y combatir la agresiva política de frontera de Brasil, que desplegó en toda la frontera, un sinnúmero de “lojas free” que atraen compradores con precios “regalados”. 

A diferencia de otras ciudades, en Misiones todo el territorio es fronterizo, lo que la hace vulnerable a los vaivenes macroeconómicos propios y ajenos. El contrabando hormiga y la fuga de divisas “cultural”, son problemas en Misiones desde que se tiene memoria. Los empresarios posadeños hicieron sendos piquetes en 1995 y 1997 para llamar la atención de un país embelesado con el 1 a 1 que nos emparentaba con el consumo de Miami, pero fundía pymes y economías regionales en cada rincón del país. 

Nunca antes fue el “momento ideal”. Durante la gestión Cristina, con el boom del consumo, reclamar por problemas estructurales era demodé. El gobierno de Cambiemos prometía atender las asimetrías con el promocionado artículo 10 de la ley Pymes hasta que el propio presidente Mauricio Macri admitió desconocer de qué se trataba la idea. Después el proyecto durmió al calor del “dólar competitivo”, un placebo que apenas aplaca la fiebre. 

El momento justo llegó ahora. El gobernador Oscar Herrera Ahuad comprometió en campaña al candidato presidencial Alberto Fernández a atender las demandas misioneras, una compensación por la escasa coparticipación, otra por el cuidado del medioambiente y obras de infraestructura que quedaron a medio camino. 

La pandemia aportó lo suyo. Fue el laboratorio ideal para comprobar la tesis misionera: con las fronteras cerradas, el flujo económico se concentró y la crisis que se sintió en otras provincias, acá pasó casi desapercibida. La Agencia Tributaria pudo demostrar que había mayor facturación que el año anterior y en el comercio se quedaron 10 mil millones extra que hasta hace unos meses se “fugaban” a Encarnación. La madera con una demanda inédita, la yerba con sus buenos precios para la materia prima generaron fluidez. Misiones se convirtió de pronto en el lugar donde crecía la venta de cemento y de combustible, a contramano de lo que padece el país a más seis meses de iniciada la cuarentena. 

El diálogo cercano, el conocimiento mutuo entre Fernández y Rovira, de cuando uno era jefe de gabinete de Néstor Kirchner y el misionero gobernador, acercaron posiciones. No fue casualidad que hayan venido con diferencia de una semana, el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa y el propio Presidente. 

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Massa jugó un rol clave en el tratamiento parlamentario. Diálogo permanente con el Gobernador. Teléfono abierto con Rovira que estuvo en cada detalle desde la redacción inicial al texto que fue consensuado. 

En el recinto, los diputados Diego Sartori -en la comisión de Presupuesto con Carlos Heller- y Ricardo Wellbach, presidente del bloque misionerista, negociaban minuto a minuto con el resto de los diputados que, con celos, amenazaban con poner reparos a la hora de levantar la mano. “Fue el triunfo de la estrategia y del trabajo en equipo. Cada uno cumplió su rol cuando se jugaba algo grande”, definió Wellbach en una entrevista con Economis.  

Fue casi el último en hablar en el recinto cuando el sol del jueves ya había salido. Hasta el radical Luis Pastori, quien inicialmente no había acompañado el dictamen que incluía el proyecto misionero, en la sesión hizo de articulador para frenar los embates de la oposición para tumbar la iniciativa. Sin embargo, fueron más duros los gobernadores del Frente de Todos, Gildo Insfrán, de Formosa y Jorge Capitanich, de El Chaco. Ambos pusieron reparos y ante la inevitable aprobación, exigieron para sí más obras y recursos. Los vecinos se mostraron más reacios que los más intransigentes de la oposición. De más está decir que ambas provincias, lo mismo que Corrientes, reciben mucho más recursos que Misiones, aunque tienen menos población y una economía menos potente que la misionera, que ocupa desde hace algunos años, el octavo puesto del ránking nacional. 

Finalmente, a instancias de Misiones serán 19 las ciudades que se beneficiarán con el decreto final del Presidente, una vez que el proyecto sea ratificado en el Senado. Será Alberto Fernández, en un trabajo final con los funcionarios misioneros, el que defina los beneficios y los alcances de la propuesta de territorio aduanero especial. Lo que pide Misiones es una exención total de todos los impuestos nacionales y que cada beneficio sea extensivo a todo el territorio. Puede que no se consiga el paquete completo en una primera instancia, pero ya se habrá plantado la semilla de una reivindicación histórica. 

Es la primera vez en la historia que Misiones es protagonista en un debate tan relevante como el del Presupuesto, con ideas propias y con la posibilidad de generar ingresos propios a un país que está ávido de conseguir divisas para salir de la crisis en la que está inmerso desde mediados de 2018, cuando el ciclo de endeudamiento reiniciado por Mauricio Macri, se cortó abruptamente y hubo que recurrir al auxilio del FMI. También es la primera vez que se consigue un significativo paquete de obras mucho más generoso que el amarrete proyecto original del Presupuesto, que solo contemplaba poco más de dos mil millones para la provincia. Finalmente serán más de diez mil millones de pesos y compromisos políticos para conseguir financiamiento para otras obras emblemáticas. El bloque misionerista también se anota el poroto de haber conseguido la automatización de los giros del Fondo Especial del Tabaco. Si bien la iniciativa original era de Héctor “Cacho” Bárbaro, del Frente de Todos, la idea de hacerlo por una ley aparte iba a demorar por lo menos un año más los pagos inmediatos. Por eso se metió la iniciativa dentro del proyecto del Presupuesto. 

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Esta vez Misiones no sólo pide, sino que ofrece la posibilidad de generar recursos y triplicar las exportaciones, además de generar valor agregado a la producción primaria. “Este histórico logro de Misiones puede significar el fin de las asimetrías comerciales y una palanca de desarrollo definitivo”, dijo Rovira al caer la noche del jueves, después de la sesión de la Legislatura misionera, en la que todas las bancadas celebraron el triunfo en el Congreso nacional.

También inclinó la balanza a favor de Misiones que no se trató de un pedido de auxilio desesperado, sino una sólida demanda sustentada en números, datos y proyecciones. A diferencia de otros gobernadores, que se conformaron con giros abultados para disimular sus rojos, Misiones exhibe finanzas ordenadas y planes de obra en marcha, con legislaciones de avanzada incluso en medio de un momento crítico como el que impuso la pandemia. Lejos de esperar que la Nación resuelva, la Provincia puso en marcha diversos paquetes de ayuda a los sectores más vulnerables y a las grandes empresas. El plan Vacaciones, presentado esta semana por el Gobernador es una síntesis: ayuda para trabajadores autónomos y agencias de viajes, prefinanciación y reintegros para el turismo interno. El Gobierno invirtió 65 millones de pesos en el programa para tener una temporada exitosa dentro del contexto. 

La incógnita que se abre es ¿está Misiones preparada para de pronto despertarse un día y ser competitiva? La pregunta recorre los pasillos de la política, pero especialmente, las reuniones empresarias. Tantos años de reclamar por la “competitividad”, que muchos temen no saber qué hacer con ella. 

Si se cumplen los objetivos de máxima que se plantea Misiones, automáticamente los costos impositivos para la producción, importación o exportación se derrumbarían en promedio 40 por ciento. Pero ¿alcanza con bajar los costos o habrá que pulir mecanismos de producción, capacitación de mano de obra, tecnología? Es la pregunta del millón. Pero si se cumplen los objetivos, se terminará el tiempo de las excusas.

En un relevamiento realizado por Economis, diversos empresarios celebraron el resultado del debate en Diputados y el impulso que tomó la iniciativa de la mano del Gobierno. En el sector industrial yerbatero, agobiado por problemas financieros, prefirieron la cautela, a la espera de la firma presidencial, pero aunque la coyuntura haya crisis, se sienten preparados para el nuevo estadío. En cambio, en la industria forestal admiten que los costos son apenas un elemento de la falta de competitividad: hace falta una fuerte reinversión en maquinaria y tecnología.

El proyecto de Misiones interpela también a los hombres de negocios: pone como condición para acceder a los beneficios de rebajas impositivas, cumplir una serie de pautas, como la reinversión de la mitad de las utilidades y un compromiso social y ambiental con el entorno. Las empresas además deberán garantizar el aumento de las ofertas laborales, incorporación de tecnologías, niveles crecientes de productividad y competitividad y formación de capital humano para el desarrollo científico y tecnológico. ““Ahora necesitamos una burguesía grande, que piense en Misiones”, sintetizó Wellbach.

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