¿Qué está haciendo Misiones?

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¿Qué está haciendo Misiones? La pregunta, obvia, es del periodista Maximiliano Fernández, quien escribió un artículo sobre los resultados del operativo Aprender, que revelan una mejora de Misiones por encima del resto del país en Lengua y Matemática.
El dato que no aparece en el informe magnifica la mejora en la calidad educativa: en el primer Operativo Nacional de Evaluación en 1993, Misiones ocupó el puesto 23 y por una década, apenas se movió del fondo.
La transformación se inició sutilmente en 2003. El flamante ministro de Educación, Hugo Passalacqua lanzaba una premonición: “Las mejoras en educación se verán quince años”.
¿Qué pasó estos quince años? Una enorme inversión de recursos, planificación en la expansión del sistema educativo, que este año está al borde de alcanzar la universalidad de las salas de cuatro, escuelas secundarias en cada pueblo, técnicas por decenas, más docentes y presupuesto. Hoy la educación representa el 30 por ciento de los gastos totales de la provincia. Entre 2005 y 2015, el presupuesto educativo aumentó 2129,90 por ciento. El de la Provincia 1604,90 por ciento.
¿Qué está haciendo Misiones? Por quince años, aulas abiertas el primer día de clases, Escuela de Robótica, la flamante Secundaria de Innovación y en las últimas horas, el Observatorio Astronómico de Misiones.
“El proyecto de futuro de los misioneros está en manos de los misioneros. Hemos puesto quizás lo más importante para guiar a muchos para conseguir los objetivos y estar a la altura de los desafíos de los tiempos”, señaló el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira en la apertura del Observatorio, que contará con un Centro de Estudios del Espacio y la Tierra.
Para Rovira, la centralidad que ocupa la educación en el modelo político de la Renovación busca “enseñar a buscar la solución. Es una estrategia muy ambiciosa, pero el centro de todo es el sujeto irreemplazable, que es el ser misionero, hombre o mujer, capacitado y resuelto a enfrentar su realidad de mejor manera a cómo la recibimos nosotros. Así entendemos la política. La penuria económica la llenamos con la riqueza del saber”, analizó el ex gobernador, quien acompañó al gobernador Hugo Passalacqua a la apertura del Observatorio. A esa centralidad, el vice Oscar Herrera Ahuad propone sumar al agro, para que el productor pueda vivir en la chacra sin depender de los vaivenes del precio de uno u otro producto.
Son todos elementos de una misma visión, sostenida en el tiempo como una política de Estado a prueba de crisis. Fue, básicamente, una decisión política que se fue alimentando con hechos y recursos que son definitivos a largo plazo y que se ponen a prueba en tiempos de “austeridad”. El presupuesto educativo se sostiene en torno al 30 por ciento en los últimos años y es prioridad aún cuando la Provincia resiste las oleadas de ajuste que vienen de la Nación y que, por ejemplo, se cobraron fondos destinados a la educación, la ciencia o las becas para estudiantes.
La recesión, mal que le pese al Gobierno, parece no haber tocado fondo. La economía se derrumbó 2,5 por ciento en 2018 -6,2 en el cuarto trimestre- y el desempleo ascendió a 9,1, el más alto en los últimos catorce años, con cerca de 300 mil desempleados más que en 2017 y trabajadores que comenzaron a buscar un segundo empleo presionados por la inflación y pérdida del poder adquisitivo. El jueves el Indec dará a conocer los nuevos datos de pobreza, en la que estará cerca del 30 por ciento de la población, cinco puntos porcentuales más que en 2017. La inflación, según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional, estará nuevamente por encima del 31 por ciento, lejos de los pronósticos optimistas oficiales.
No es casual que los problemas económicos dominen las preocupaciones de los argentinos y que sean lineales con la caída en la imagen e intención de voto del Presidente, mientras que crecen las chances de Cristina Fernández -hasta en segunda vuelta- y de Roberto Lavagna, el ex ministro que agita el fantasma de una derrota para el Gobierno.
Una cosa es crecer al 9% haciendo todo mal y otra cosa es crecer haciendo todo bien”, intentó ¿retrucar? el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, en respuesta a las críticas de Lavagna, hoy vestido de candidato presidencial. El ex ministro de Economía es el fantasma más temido por el Gobierno porque encarna una salida de votos propios, desencantados con la gestión actual, pero que no votarían a la ex Presidenta. No hay prueba empírica del argumento de Dujovne. Desde  2015 solo hubo caída: en 2018, otro 2,5 por ciento retrocedió el PBI. “Haciendo las cosas bien”, el país acumula deudas, la economía está paralizada con tasas que siguen por las nubes y el dólar no encuentra techo.
“Probablemente esta frase de Dujovne sea la más descontextualizada y desproporcionada de toda la administración. Atribuirse el “crecer haciendo todo bien” en plena recesión económica suena a insolencia”, reseñó el consultor político Mario Riorda.
Lo mismo sucede con el “estoy caliente” del Presidente. “Hay que poner el hombro, hay que remar un poco más, porque de todo lo que se heredó no se sale de un día para el otro, sin llorarla pero convencidos de que estamos en el lugar correcto y a la hora indicada”, arengó el Presidente.
El discurso de “enojado” en tono campaña solo ilusiona a los convencidos, pero despierta fuerte rechazo en momentos en que se conocen nuevos datos del deterioro económico y la heladera no se puede llenar.
El presidente de la Confederación Económica de Misiones, Alejandro Haene, pidió a la Nación fijar acciones financieras de largo plazo” para recuperar competitividad en las empresas y poder atraer inversiones. 
La pérdida de confianza en el rumbo es tan profunda que incluso la “Mesa del Campo”, conformada por los líderes agrarios vinculados a la patria sojera que paralizó el país durante el Gobierno de Cristina, salió en bloque a cuestionar al Presidente. “Nosotros hemos apoyado a Macri como sector, hemos hecho mucho para que llegara al gobierno”, explicó Hugo Biolcatti, ex titular de la Sociedad Rural Argentina, para luego considerar que “todo fue cartón pintado”, por lo que “el productor hoy siente que lo han engañado”.
Como contraste, el Gobierno confía en que el campo “calme” la fiebre del dólar cuando liquide la cosecha. El colmo del país que depende “del campo” es que en los supermercados vendan alimento “en base a leche” en lugar de leche, cuyo precio es, para muchos, inalcanzable.
Misiones no escapa al viento de frente, pero es el Estado el que genera una red de contención para el consumo, a través de los programas Ahora que protegen el bolsillo del consumidor al mismo tiempo que impulsan el consumo. En el Gobierno monitorean diariamente la evolución de algunos indicadores y hay preocupación por la creciente demanda de alimentos en los sectores más vulnerables, concentrados en las ciudades.
En cambio, la chacra misionera no está tan golpeada por un momento de buenos ingresos vía precios. La yerba mate espera el laudo de la secretaría de Agricultura, que rondaría los 12,50 pesos -a pedido de los dirigentes locales de Cambiemos-, lo que generaría ingresos por 7.500 millones de pesos por materia prima. El tabaco, con el valor actual sumará unos 3.500 millones y el té, unos cien millones de dólares a la industria, de los cuáles, el 10 por ciento se derraman entre los pequeños productores.
El sector forestal, que se pensaba iba a ser el gran ganador del nuevo esquema económico, parece haber perdido la fe en que el cambio llegue en algún momento. La Mesa Forestal, que nuevamente tuvo al Presidente a la cabeza, no despertó entusiasmo en los pequeños productores, pese a la promesa, reiterada, de que este año se pagará la deuda por los planes forestales, que tiene, solo en Misiones, un atraso de 300 millones. Solo celebró la industria pastera, que presiona por una ley de amplia flexibilidad a cambio de la promesa de generar inversiones.
Es uno solo contra casi todos y el martes pasado quedó en evidencia en la Casa Rosada. De un lado, Misiones, casi en soledad. Del otro lado, el presidente Mauricio Macri, sus ministros y secretarios, los gobernadores de Entre Ríos y -especialmente- el de Corrientes y la industria pastera, encabezada por Arauco Argentina, pero con apoyo de Ledesma, Celulosa Argentina y las cámaras Afoa y Afcp, que responden a estas firmas.
Misiones, que es la única provincia de estas tres donde opera una gran industria pastera (la propia Arauco Argentina, en Puerto Esperanza) sostiene que si vienen inversiones de este tipo, hay que asegurarse de que derramen en buena parte del entramado productivo y no se terminen “fagocitando” a los pequeños productores forestales, algo que ya sucedió cuando la empresa chilena compró el aserradero de Pecom Forestal en 2002 y volcó buena parte de su producción al mercado interno o cuando fija precios desventajosos para el pequeño productor forestal gracias a su posición dominante.
El grupo chileno encabeza un intento de la industria celulósica para sacarle al Presidente una ley de promoción en inversiones forestales -con jugosas exenciones impositivas- parecida a la que Uruguay le otorgó a Botnia. El proyecto, de concretarse, sería muy ventajoso si en un eventual segundo mandato de Cambiemos se produce una crisis financiera que deje los activos argentinos -como las extensiones de tierra- muy baratos.
Lo curioso además es que la industria se las ingenió para hacer lobby por todas estas ventajas con una gran diferencia respecto al caso uruguayo: sin comprometerse a hacer ninguna inversión.
También pide reformar la Ley de Tierras, que limita la tenencia en manos de capitales extranjeros (no puede tener más del 15% de la superficie de una provincia) y modificar el artículo 61 de la Constitución de la provincia de Corrientes,  la que impone también restricciones a los foráneos a la hora de adquirir extensiones de suelo.
La misma resistencia de Misiones se evidencia en el plan Maizar, que firmó el Gobierno nacional con las empresas granarias para convertir la provincia en una cuenca productora de maíz transgénico para abastecer la demanda del estado de Santa Catarina, en Brasil.
En un encuentro en Brasil, promocionado por la secretaría de Agricultura, el ministro del Agro, José Luis Garay aclaró que “no hay que envalentonarse con 400 mil hectáreas de maíz, ya que en la provincia hay un especial cuidado de la selva paranaense y el medioambiente, además de un ordenamiento territorial”.
“Primero debemos abastecer las necesidades de maíz de nuestra provincia y después podemos pensar en exportar, con las limitaciones que tiene la protección del ambiente”, insistió.
La paradoja se da en el mercado yerbatero, ya que el nuevo valor de la yerba, conveniente para el productor y la Provincia -por la recaudación de impuestos- puede abrir un frente de tormenta con la Nación, ya que la industria advierte que no podrá hacer frente a los nuevos valores.
La postura de la Federación Agraria Argentina es que el precio más conveniente debería ser de 13 pesos para la hoja verde y 52 para la canchada.
“Es un 79 por ciento acumulado en un año. Entendemos la necesidad de los productores, pero no se le puede cargar los costos a la industria. Si aprueban eso, es el fin del PRO en Misiones”, replicó un influyente directivo yerbatero.
El PRO, de todos modos, tiene problemas más acuciantes por resolver. La alianza con el puertismo abrió un cisma con un sector del radicalismo que hace tambalear el acuerdo y el frente Juntos por el Cambio, que ya dejó en el camino a Libertad, Valores y Cambio y Fe, partidos con una base rural que no comulga con la patronal representada por el embajador en Madrid.
El radicalismo intentará salvar la ropa en una Convención de apuro este mismo domingo, convocada para definir a sus candidatos y calmar las aguas con los díscolos que quieren sostener el juramento de nunca una sociedad con Ramón Puerta. Los convencidos sostienen que el apellido no se imprimirá en las boletas y que el fin justifica los medios. “Puerta viene a aportar una representación del peronismo no kirchnerista, para nosotros tiene una representación y un sentimiento muy importante en la provincia y en la ciudad de Posadas”, definió Martín Arjol. Según el edil, la inclusión del dirigente en Cambiemos Misiones “nos suma para buscar un resultado importante y mejorar tanto la ciudad como la provincia que es nuestro gran objetivo”.
No todos piensan como el joven radical y este domingo la convención estará caldeada, ya que la alianza con Cambiemos pende de un hilo después de una denuncia de afiliados al Tribunal Electoral. Los jueces tienen tiempo para resolver pero la alianza está “en terapia intensiva y con pronóstico reservado”, según una fuente del tribunal.
La Convención deberá decidir, forzada por la presión de los afiliados descontentos, una revisión de la alianza, pero al mismo tiempo, los que no comulgan con la sumisión partidaria, advierten que las autoridades partidarias ya no tienen potestad para convocar a una nueva convención, ya que vencieron sus mandatos. La consecuencia más drástica podría ser que el radicalismo desaparezca como partido de estos comicios, aunque sus candidatos podrían integrar las listas que les sean cedidas.
El problema es que la original alianza Cambiemos ha mutado. Ya no tiene a dos partidos fundacionales y sumó al puertismo, socio en las sombras del PRO, pero enemigo íntimo de la UCR desde hace más de 30 años, los mismos en los que el radicalismo no está en el poder.
No importa quien imponga sus condiciones en la convención, este domingo quedará en la historia, marcado a fuego como el día en que la conducción radical rompió un juramento para forzar una alianza con quien simbolizaba la suma de todos los males.
Mientras tanto, el radicalismo sufre una no tan silenciosa sangría de dirigentes. La más visible ha sido la decisión del concejal de Puerto Rico, Javier Techeira, de sumarse a la Renovación como candidato a intendente. “Encontramos la contención que no tuvimos en Cambiemos”, sintetizó.
La queja del dirigente se refleja en una pregunta que hizo la consultora Reyes-Filadoro sobre el escenario electoral: el 74 por ciento de sus encuestados considera que el Presidente no comprende el esfuerzo que están haciendo los argentinos en medio de la crisis y 73 por ciento rechaza la idea de que “estamos mal pero vamos bien”.
 

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